domingo, 2 de diciembre de 2012

DRONES: LA MUERTE INVISIBLE Y POR CONTROL REMOTO

Antonio Paneque Brizuela



La Habana (PL) Los bombardeos de drones que matan africanos, árabes y asiáticos constituyen para Washington un nuevo tipo de ejecución sumaria de sus enemigos, pero para el resto del mundo son solo una máquina destinada a matar por control remoto.

Los drones (en español zánganos) o Vehículos Aéreos No Tripulados (Unmanned Aerial Vehicles, UAV) son parte de una cruzada de ese país contra objetivos en Somalia, Afganistán, Irak, Libia, Yemén y Pakistán, en la que, sobre todo, perecen inocentes.

Los alrededor de 22 millones de dólares que cuestan algunos de esos aviones no tripulados, ubicados en bases dentro o cerca de los países de interés y manejados desde fuera de ellos, garantizan un alto potencial tecnológico para cumplir sus propósitos.

Washington asegura que esas naves poseen el mismo ciento por ciento de efectividad en el tiro de que presume la robótica estadounidense, pero cada vez se incrementan más las pruebas que acusan a su gobierno de muertes indiscriminadas.

Según un estudio de las universidades de Stanford y Nueva York, Estados Unidos ha realizado desde el año 2004 unos 400 ataques con drones, donde murieron más de dos mil personas, aunque esas cifras pueden ser superadas por la realidad.

Los UAV poseen "una increíble agudeza de visión mediante múltiples videocámaras de gran potencia", según el coronel de la Fuerza Aérea estadounidense Matt Martin, quien "pilotó" el tipo Predator desde una consola en la ciudad de Nevada.

El oficial asegura que esos equipos permiten distinguir hasta cuándo sus objetivos van al baño, encienden un cigarrillo o se involucran en aventuras amorosas, sin sospechar que son observados desde el otro lado del mundo.

Fuentes del Pentágono declaran poseer unos siete mil 500 drones y precisan que mientras en septiembre del 2001 se disponía de 50, a inicios del 2012 ya había uno por cada tres aviones militares convencionales.



OBAMA Y EL SENTIMIENTO CONTRA WASHINGTON

Según el periódico The New York Times, los más importantes ataques con drones en Yemen y Somalia y los más riesgosos en Pakistán son personalmente aprobados por el recién reelecto presidente Barack Obama.

Un artículo de ese diario en junio del actual año firmado por los periodistas Jo Becker y Scott Shane indica que el jefe de Estado sólo es asesorado por algunos subordinados y por otros especialistas en seguridad nacional.

Cuando un ataque con drones tiene como objetivo un supuesto jefe terrorista acompañado por su familia, el Presidente se reserva el cálculo moral final. "Él es el responsable por la posición de Estados Unidos en el mundo", destaca la publicación.

El citado estudio de Stanford y Nueva York insertado en el periódico Hill subraya que el uso de drones contra Al Qaeda en Afganistán, Pakistán, Yemén, Somalia y otros países incrementa el sentimiento antiestadounidense en todo el mundo.

Esas operaciones siembran la ansiedad y el trauma psicológico entre comunidades civiles de las áreas donde se producen y crean caldo de cultivo para próximas acciones insurgentes de grupos opositores y el incremento de sus bases, apunta la encuesta.

Las acciones de esas naves contra personas vinculadas a Al Qaeda o a cualquier otro grupo, unido al consiguiente exterminio de poblaciones indefensas incrementan en general el rechazo mundial.

El periodista estadounidense Harry Blackmouth simplifica la cuestión en la publicación TalCualDigital mediante una suerte de ingenioso retruécano: "Si es tan difícil determinar quién es culpable ¿cómo puede saberse quién es inocente?" Otra característica peligrosa del dron es que a veces falla su control desde el mando, como ha ocurrido en Afganistán, Irak y Pakistán con algunos que se desconectaron y lanzaron misiles a ciegas contra blancos indefensos.



REACCIÓN DE PAÍSES ATACADOS

Mientras tanto, salvo algunas tímidas condenas de la ONU, es natural que la más contundente respuesta de repudio frente a esos crímenes se localice en los estados afectados de manera directa por los misiles. Afganistán, Pakistán, Yemén, Iraq, Libia o Somalia son los que más han reaccionado contra esos aviones, a los que ya Washington prevé aplicarle la energía nuclear, así como emplearlos en su territorio y en América Latina.

Pese a que es la CIA la encargada práctica del desempeño de los drones, la responsabilidad formal y el costo ético afectan cada vez más la imagen del Gobierno de Washington en el mundo y en particular en los países escogidos para esas operaciones.

Pakistán, un aliado de Estados Unidos en la "guerra contra el terrorismo" y el único país islámico con armas atómicas, objetó en algunos casos la acción bélica estadounidense por medio de los drones.

Ese país fue escenario a principios de octubre del más relevante gesto de oposición mediante una marcha de dimensiones sin precedentes contra los drones, organizada por el Movimiento Pakistaní por la Justicia.

Solo en Pakistán, unos 30 aviones han lanzado misiles en más de 230 ocasiones y provocado la muerte de dos mil personas, comprendida la del presunto número dos de Al Qaeda, el libio Atiyah Abdel Rahman, en agosto pasado.

La población de Yemén, otro de los principales "estados-víctimas" de esas máquinas y donde el primer ataque fue en diciembre del 2009, experimentó en los últimos meses frecuentes manifestaciones anti-drones.

El número e intensidad de esos ataques en los mencionados estados han llegado al punto de que algunos ya se preguntan si Washington ha reemplazado con los muertos por esa vía el envío de "terroristas" a la ilegal prisión de Guantánamo.

Lo que hace poderosas a esas máquinas es su habilidad para ver, pensar, despegar, aterrizar y volar por ellas mismas, pues sus movimientos no son a una supervelocidad y sus misiles son de modelos comunes.

Los operadores programan un destino o área determinada de patrullaje y luego se pueden concentrar en los detalles de la misión, mientras los aparatos se ocupan de todo lo demás, aunque oficialmente solo esos pilotos humanos asumen la decisión de disparar.

Entre los tipos o modelos más conocidos de UAV figuran el Predator (depredador), el Reaper (segador, como una hoz), el Sky Warrior (espejo del cielo) o el stealth (invisible al radar). Los pilotos a distancia disfrutan, además, el privilegio de ver correr la sangre sin verterla ni salpicarse: "En el improbable caso de que un dron sea derribado "relata el coronel Martinez" su operador puede levantarse de su consola y salir andando".