martes, 9 de agosto de 2016

EL AGUA QUE NO ES POTABLE Y OTRAS MENTIRAS SOBRE ÁFRICA

Carlos Bajo Erro
El País, 08/08/2016

[Y que esto lo publique El País, uno de los diarios que más han difundido estas mentiras...]

AfricaCheck es una organización de periodistas que se dedica a desmentir informaciones no rigurosas.

Equipo de AfricaCheck

Mediados de 2003. En Nigeria se extiende el rumor de que la vacuna de la polio provoca esterilidad. Un grupo de líderes religiosos y políticos del norte del país impulsan una campaña que defiende que desde Occidente se está desarrollando un operación para limitar la población musulmana. Algunos medios de comunicación se hicieron eco de esas denuncias, a pesar de que las pruebas demostraron que los supuestos efectos secundarios eran falsos. La polio estaba prácticamente erradicada en casi todo el mundo desde 2002. En el norte de Nigeria experimentó un rebrote y se propagó, después, por otros territorios fronterizos. Ahora diversas fuentes aseguran que los nigerianos no estarán completamente a salvo de la enfermedad hasta 2018. “Cuando los medios desmintieron las informaciones, el daño ya estaba hecho”, asegura Anim Van Wyk, una periodista sudafricana que está al frente de la ONG AfricaCheck.

En octubre de 2013, varios diarios sudafricanos, entre ellos The Times, publicaron que 30.000 niños eran víctimas del tráfico de personas cada año en el país. La polvareda que levantaron semejantes cifras llevaron a las autoridades a cambiar las leyes de inmigración estableciendo criterios extremadamente restrictivos. Esta vez sí, diez días después AfricaCheck desmintió la información. Las estadísticas disponibles se encuentran muy lejos de eso 30.000 niños abusados y el origen de la cifra, en realidad, es una mala interpretación de las declaraciones de un experto. La cantidad genera alarma y una asignación de los recursos concretos que, sin embargo, no responden a una situación real.

Recientemente, en abril de 2016, el Zimbabwe Today publicó el siguiente escalofriante titular: “El 74% de las chicas africanas de entre 15 y 24 años son seropositivas”. Una investigación de AfricaCheck demostró que la afirmación era fruto de una interpretación errónea de las estadísticas. El porcentaje real de africanas de entre 15 y 24 años seropositivas es del 2,5%, muy lejos del dato difundido por el periódico zimbabuense.

Esta es una muestra de los trabajos de AfricaCheck. La ONG se dedica a comprobar datos e informaciones. Hace pruebas de verificación. El embrión de la organización nació, precisamente con las informaciones sobre la vacuna de la polio que se han mencionado, pero no se materializó hasta 2012. En 2002, el periodista británico Peter Cunliff-Jones se encontraba en Nigeria y pensó en una estructura de este tipo que desmintiese los rumores y ayudase a cimentar las informaciones rigurosas en los medios de comunicación del continente. La organización que Cunliff-Jones imaginó que podría haber minimizado el impacto de los rumores sobre la vacuna de la polio se hizo realidad en 2012, de la mano de la AFP Foundation, impulsada por él mismo como director ejecutivo y con solventes organizaciones internacionales como apoyo.

En estos cuatro años, el equipo de periodistas africanos de AfricaCheck se ha ido haciendo un hueco en el panorama mediático del continente. No se trata sólo del prestigio que ha ido cosechando, sino de que los propios medios consideran a la ONG una fuente fiable y se hacen eco de sus rectificaciones. El germen de la organización se plantó en Sudáfrica, “porque los medios de comunicación son más libres y la información está más fácilmente disponible que en Nigeria”, según Amin Van Wyk, la editora responsable de la iniciativa desde octubre de 2015. Posteriormente se ha abierto una oficina en Senegal, liderada por el periodista Assane Diagne. Igualmente, está previsto que se abran otras sedes en un futuro próximo en Nigeria y Kenia.

“Desde El Cairo hasta Ciudad del Cabo, desde Senegal hasta Sudán del Sur, en toda la extensión de África, las personas toman decisiones todos los días, ya sean grandes o pequeñas. Para ello tienen que confiar en la información disponible públicamente, pero a menudo esta es parcial, engañosa o, simplemente, errónea”. Este es el sentido de AfricaCheck, según su editora. El apartheid o el genocidio en Ruanda, son sólo dos de los ejemplos de manipulación interesada y fatal de la información que menciona Van Wyk, que recuerda que los gobiernos, las empresas, los sindicatos, las ONG o los grupos de presión, lo hacen constantemente.

En la política, “las declaraciones engañosas sobre grupos minoritarios han causado desde el genocidio de 1994 hasta los ataques xenófobos contra los inmigrantes en muchos países africanos”, recuerda la editora de la plataforma. En el terreno de la salud, por otro lado, “las declaraciones falsas sobre las causas y tratamientos del VIH o sobre las propiedades medicinales de algunos alimentos o hierbas han provocado contagios y muertes innecesarias”, añade, para justificar la necesidad de las pruebas de verificaciones de las informaciones.

Anim Van Wyk asegura que el objetivo de la organización no es poner en evidencia a los profesionales sino “mejorar la exactitud del debate político, ya que afecta a las decisiones de las personas e influyen en las leyes y las políticas de los gobiernos”. Esta periodista sudafricana recuerda que es fundamental que esas decisiones se basen en informaciones correctas para evitar pérdidas económicas y, lo que es peor, perjuicios para los ciudadanos.

La lista de investigaciones desarrolladas por el equipo de AfricaCheck es larga y diversa, han rectificado a presidentes de gobiernos y a todo tipo de autoridades, a embajadores y, sobre todo, a los medios de comunicación que se han hecho eco de informaciones erróneas o que ellos mismos han producido en contenidos incorrectos. En muchos casos, sus rectificaciones han sido bien recibidas, al menos formalmente, por parte de los medios. Van Wyk recuerda que el diario sudafricano Daily Sun rectificó las referencias a las leyes vigentes en un artículo sobre el embarazo de una niña de 12 años. De la misma manera, Assane Diagne, responsable de la oficina senegalesa de la ONG, menciona la noticia difundida por varios medios senegaleses sobre el número de asilados homosexuales del país en Bélgica que también fue rectificada. Varios medios se hicieron eco de las modificaciones introducidas por AfricaCheck, que demostraba que la cifra inicial de 1.839 que se publicó era sensiblemente superior a la de 319 que confirmaban las estadísticas.

Pero uno de los ámbitos en los que las actividades de AfricaCheck han tenido especial importancia es, precisamente, en uno de los sectores en los que la información es más deficiente: el tratamiento de los medios internacionales sobre las realidades africanas. Los ejemplos de los informes que la organización ha realizado para desmentir artículos aparecidos en los principales medios del Norte global. “A menudo, las informaciones de los medios europeos sobre África son poco rigurosas y están llenas de estereotipos y, por eso, con frecuencia hacemos pruebas de verificación de estas informaciones”, lamenta Van Wyk. Un ejemplo: coincidiendo con la celebración del Día de África, el pasado 25 de mayo, AfricaCheck publicó un artículo con una recopilación de los cinco tópicos más destacables de los últimos meses, en relación al continente, firmado por Kate Wilkinson, la investigadora senior de la organización. Los cinco ejemplos mostraban un absoluto desprecio por las cifras y por el rigor.

“¿Han oído hablar de un país llamado África? Es la capital mundial de la violación. Un lugar en el que no se puede beber el agua del grifo, los habitantes son borrachos y aumentan los embarazos de adolescentes. (Excepto que nada de eso es cierto)”. Así iniciaba Wilkinson su texto.

A mediados de febrero el rapero Kayne West publicó un tuit en el que hablaba de la apertura de escuelas en África para ayudar “al país” (por si alguien no lo entiende, África suma 55 países). West tiene 24 millones de seguidores en la red social, 10.500 de ellos retuitearon el mensaje y 22.000 pulsaron el botón de Me Gusta. A pesar de que la confrontación es desigual, AfricaCheck no renunció a refutar este manido estereotipo.

A finales de enero, la BBC se preguntaba por qué los embarazos adolescentes estaban aumentando en el continente. AfricaCheck demostró que el uso de las estadísticas por parte de la cadena pública británica había sido un desastre. La noticia fue rectificada ante la evidencia planteada por la organización. La BBC cambió el titular, porque los datos que se habían barajado no respondían al conjunto de África, sino únicamente a Sudáfrica.

En 2013, la revista Time publicó un artículo en el que se decía que África tenía un problema con el alcoholismo. La publicación se remitía a estadísticas de Kenia y Sudáfrica para apoyar la generalización y, ni siquiera así, estaba justificada, como demostró AfricaCheck. “La declaración ‘África tiene un problema con el alcoholismo’ revela menos acerca de los hábitos de consumo en África, que sobre la percepción del continente de Time”, sentencia Wilkinson.

El portal británico Mail Online publicó en septiembre de 2015 una atractiva infografía en la que hacía un repaso de los lugares del mundo en los que los viajeros no deberían beber agua del grifo porque no es apta para el consumo humano. Todo el continente estaba dentro de esa categoría, sin distinguir que hay muchas ciudades africanas donde, por supuesto, es potable. Los datos para elaborar la infografía procedían, según descubrió AfricaCheck, de una fuente que lanzaba recomendaciones orientativas sin basarse en análisis de la calidad del agua.



Los lugares comunes son un enemigo, no sólo del periodismo, sino también del conocimiento de las realidades. AfricaCheck lo ha puesto de manifiesto en el caso de la fórmula “capital mundial de la violación” que en los últimos años se ha utilizado sin demasiado rigor para diferentes lugares del continente, como Sudáfrica o algunas regiones de la República Democrática del Congo. El último ejemplo aparece en The Guardian que en mayo de 2015 utilizó el controvertido título, capital mundial de la violación, para referirse a la región congoleña del Sur Kivu. La organización concluye que en cada lugar del mundo los criterios son tan diferentes que es imposible establecer una clasificación y hacer comparaciones.

A esta lista, Assane Diagne, desde la oficina en Dakar de la organización recuerda las recientes rectificaciones de informaciones de Radio France Internacional, sin duda una auténtica referencia en el ámbito del África francófona. “Una hablaba sobre el Parti Démocratique de Côte d’Ivoire (PDCI) presentado como el partido político más antiguo de África, algo que es falso. La otra trataba del naufragio ocurrido en abril de 2015 en aguas libias”, señala el periodista senegalés. En este último caso, se decía que era el naufragio más letal del siglo XXI. La información de RFI obviaba los 1.863 fallecidos en 2002 en el naufragio de Le Joola, el barco que unía las ciudades senegalesas de Dakar y Ziguinchor, entre otros desastres.

Son sólo algunos de los ejemplos que van construyendo la imagen de África en los medios occidentales, o al revés, son algunos de los estereotipos que deforman las informaciones que los medios del norte publican sobre África.

El descuido en el tratamiento de los datos parece una constante en la cobertura de las realidades africanas, a tenor de los informes de AfricaCheck. Por eso, para las verificaciones es fundamental ir a las fuentes. En muchos de los informes de la organización ha bastado con remitirse al origen de la información para encontrar el origen del error. Después de ese primer paso, se contrastan los datos aportados por el artículo cuestionado con otros informes, estudios e investigaciones. La opinión de expertos es el final de la operación para llegar a la conclusión de si es o no correcto. Ese es el procedimiento que utilizan tanto Van Wyk como Diagne.

“Una herramienta como AfricaCheck está ahí para restablecer la verdad y desmontar algunos de los clichés sobre África y los africanos. Los problemas a los que nos enfrentamos se refieren a los datos estadísticos, pero también a cualquier declaración imprecisa capaz de conducir a un error”, concluye Diagne. Como había señalado Van Wyk, a esta fidelidad de las informaciones hay que sumar que los ciudadanos y los gobiernos tengan las herramientas necesarias para tomar las medidas adecuadas porque “la información parcial, engañosa o errónea puede llevar a decisiones desacertadas”.