Slayangrad, 19/08/2016
Artículo Original: Denis Grigoriuk
Miroslava Berdnik
Aproximadamente en el otoño de 2015, cuando mi blog comenzó a alcanzar los primeros puestos del ranking de usuarios de LiveJournal en Ucrania y comenzó a leerse no solo en Donetsk sino también en Rusia, Ucrania y otros países, me llamó la atención el usuario varjag-2007. En aquel momento solo conocía a un Varjag que informaba sobre lo que ocurría en la República Popular de Donetsk: Alexander Matyushin. Pero no era él. El blog tenía un gran nivel y se encontraba en el top 20 en Ucrania, así que pregunté quién lo escribía. La respuesta es que su autora era la conocida bloguera y periodista Miroslava Berdnik. Además de eso, Miroslava es escritora, antifascista y defensora de anti-Maidan. Al enterarme, me sentí ignorante y analfabeto.
Así conocí a la famosa escritora y periodista ucraniana. Esta semana, la prensa publicó que Miroslava había sido detenida por el SBU. Se acusaba a la periodista de terrorismo.
“Artículo 258, parte 3. Creación y financiación de organización terrorista. Por “organización terrorista” quienes abrieron una investigación criminal quieren decir RPD y RPL. Como se indica en la decisión judicial, la Universidad Lingüística Nacional realizó un examen de mis publicaciones en LiveJournal y los expertos han encontrado llamamientos directos e indirectos a la acción contra la integridad territorial de Ucrania, a no obedecer a las autoridades de Kiev y demás.
Como mi padre, Oles Berdnik, simplemente soy pacifista. Solo escribo artículos sobre un sueño: que la guerra en Donbass se detenga y que todo lo que ha sido ilegalizado pueda publicarse legalmente, no prohibido por la ley o por los medios. ¿Es eso algo imposible para nosotros en Ucrania? ¿No merecemos tener libertad de expresión y opinión?”, afirmó Berdnik en una entrevista concedida a la web Ukraina.ru.
Después del juicio contra Ruslan Kotsaba, el asesinato de Oles Buzina, la detención de periodistas opositores en Odessa y Jarkov, el ataque contra las oficinas del Canal 17 y otras muestras de falta de libertad de expresión y de represión de las fuerzas de seguridad contra los periodistas, no me sorprendió la detención de Miroslava Berdnik. La escritora sabía que, antes o después, el SBU, el Ministerio del Interior o los radicales de extrema derecha iban a ver la luz. Había recibido repetidas amenazas por internet, por lo que se vio obligada a mudarse de Kiev a Zaporozhia, pero el Gobierno de Ucrania también la encontró allí. Una mujer con problemas de salud y opiniones propias supone una amenaza real para la integridad de Ucrania. Así que debe ser investigada por terrorismo, separatismo y financiación de organizaciones terroristas.
Es lo que se ha convertido en la norma en el país del absurdo, donde el presidente “de paz” sigue en guerra contra su propio pueblo, donde todo el país apoya aterrorizar a la población civil de Donbass con la llamada operación antiterrorista, donde la crítica al Gobierno no se entiende como una forma de buscar mejorar el país sino una postura pro-rusa, donde mujeres y niños desarmados son llamados terroristas y donde violadores y asesinos se encuentran entre las filas de los héroes y muestran sus medallas en el pecho.
El principal signo de un régimen totalitario es el control de la prensa. Toda la prensa ucraniana actual depende del dinero de la oligarquía o de las inyecciones de Estados Unidos. Miroslava Berdnik escribió sobre ello poco antes de que el SBU cambiara la contraseña en su blog y requisara el ordenador. Escribió cómo se habían conseguido ese y otros objetivos utilizando las “revoluciones de colores”. Y por eso se interesaron las actuales autoridades ucranianas.
Los estados que utilizan métodos totalitarios para gobernar necesitan crear una fuerte maquinaria de propaganda diseñada para sustituir a la información, el análisis político y el libre intercambio de opiniones. La persuasiva propaganda es capaz de crear la imagen de un enemigo interno o externo y distorsionar la imagen del mundo real y de los acontecimientos hasta hacerlos irreconocibles y es capaz de despertar sentimientos de xenofobia y de la exclusividad nacional o racial para manipular las mentes.
Con la llegada al poder de las nuevas autoridades de Kiev, los periodistas ucranianos se han convertido en propagandistas. Han creado para la ciudadanía ucraniana la imagen del mundo que mejor sirve los intereses de las autoridades de Maidan. Y les ha funcionado. Si no, la población ucraniana no apoyaría la destrucción de Donetsk y Lugansk con artillería pesada y aviación, ni habrían creído en los “ataques de los terroristas de la RPD y la RPL”, ni confiarían en quienes llaman a destruir a la “innecesaria” población del este del país. Otro signo de su excelente trabajo es que siga habiendo “patriotas de Ucrania” en Donetsk y que, bajo el fuego de artillería del Ejército Ucraniano, siguen creyendo en la delirante propaganda ucraniana.
En la Ucrania actual existen dos posturas: la patriótica, que obedece con fe ciega al Gobierno ucraniano, y la terrorista. Si no te gusta el aumento de tarifas eres un terrorista. Si no te gusta la avenida de Bandera [hasta ahora avenida de Moscú], eres un terrorista. Si no quieres morir en ATO, terrorista. Terrorista, separatista y basura. Te acosarán los radicales de extrema derecha con bates y cadenas. La acusación llegará del Estado.
En la Ucrania actual, la libertad de expresión es una herramienta del terror porque cada palabra que muestra la realidad invoca el horror y el miedo a las actuales autoridades, que nada quieren saber de la verdad. La verdad es su principal enemigo. Los textos que muestran la realidad son una bala con la que destruir el régimen totalitario. Kiev es consciente de ello, así que ha organizado una persecución pública de periodistas importantes. Para que otros no lo intenten. Mientras tanto, los periodistas desconocidos desaparecen en las mazmorras del SBU. No pueden mantener el poder con la verdad, solo con mentiras y calumnias pueden hacer de la población una masa obediente que hará lo que beneficie a quienes mandan en la Rada ucraniana.