jueves, 11 de agosto de 2016

EL ANTIRRUSISMO TAMBIÉN ES OLÍMPICO


El primer objetivo deportivo del gobierno estadounidense para seguir zampándose a Europa en todos los terrenos, era controlar la asociación internacional de fútbol, la FIFA. Luego lo explicaré.


Los mayores defensores de las fechorías de la c.I.A. Son, precisamente, quienes con mayor asiduidad acostumbran a tachar de conspiranoicos a quienes denunciamos las actividades criminales de la agencia, en todos los terrenos: político, cultural, deportivo, militar, ecológico, empresarial, tecnológico, farmacéutico, etc, etc.

No contentos con tratar de manchar la reputación de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014, con temas tan manidos y manipulados como los derechos de los homosexuales o el supuesto dopaje de los atletas, las armas de la desinformación imperial dispararon entonces contra el principal organismo balompédico del mundo, la ya mentada FIFA, por haber cometido el pecado de nominar a Rusia como sede de la Copa Mundial de fútbol 2018.

El Departamento de Justicia de Estados Unidos, desde hace decenios, está desarrollando una estrategia imparable hacia la internacionalización de su sistema legislativo, también a todos los niveles (como el de la responsabilidad por crímenes de guerra), para lo cual que ordenó sorpresivamente “destapar” los papeles de Panamá, acusando a algunos directivos de la FIFA y a varias personalidades rusas, entre otras muchas, de cometer delitos financieros.

Una denuncia “muy oportuna” que quiso, pero no logró, manchar a Vladimir Putin

Mientras tanto, la maquinaria imperial continuaba aumentando su presión económica y política en Venezuela.

Para elevar el nivel de ese “apretón”, decidió coaccionar a tres de sus aliados de la derecha latinoamericana – Brasil, Argentina y Paraguay – para que negaran la presidencia de Mercosur a Venezuela.
La canciller bolivariana, Delcy Rodríguez, afirmó, con toda la razón de su parte, que lo que los presidentes de aquellas tres nacions estaban haciendo, semejaba una “restauración de la Operación Cóndor de la CIA contra Venezuela“.


El terrorismo made in Isa se ha trasladado a oriente y las operaciones cóndor se han convertido en "golpes suaves" pero anticonstitucionales a todas luces. Los Pinochets de hoy se llaman Cartes, Macri, Temer, Hernández, etc.

Aquella fue una operación tramada por Henry Kissinger en 1970, contando con los militares (neofascistas) que se rebelaron contra el orden constitucional de Argentina, Chile, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay, para reprimir a todos los militantes destacados de la izquierda latinoamericana, deteniendo a sus líderes para torturarles y/o asesinarles.

La canciller de Venezuela, Delcy Rodríguez.

En las pasadas semanas, mostrando una intolerable prepotencia y arrogancia, Argentina, Brasil y Paraguay se negaban a reconocer a Venezuela como nación que debía presidir Mercosur, argumentando para tal veto la crisis económica, política y social en este último país.
Un sarcasmo delezlable, porque todas esas dificultades y aprietos que atraviesa Venezuela, fueron incubados por la CIA, el empresariado y la alta burgesía del país, además de sus lacayos de la MUD, dentro de la Asamblea Nacional.

Sólo Uruguay, Bolivia y Ecuador mantuvieron la dignidad del organismo comercial en la controversia.

El primero, respondiendo a las acciones de Argentina, Brasil, Paraguay, con este mensaje: “No existen razones legales para impedir la entrega de la presidencia pro tempore de Venezuela”.

Por su parte, el presidente de Bolivia, Evo Morales, tuiteó que “el asalto diplomático inspirado en Washington contra Venezuela era otro ataque a la integración económica mediante instrumentos del sistema capitalista. Saludamos la presidencia pro témpore del Mercosur de Venezuela “.

La operación para expulsar de su cargo a la hasta hace semanas presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, sustituida por el proto-fascista Michel Temer, fue diseñada y maquinada para evitar que Rousseff inaugurase oficialmente los Juegos Olímpicos de 2016 en Río de Janeiro.

El abrazo del traidor antes de convertirse en siervo de Washington.

Ni el gobierno de Obama, ni la CIA querían ver los primeros Juegos Olímpicos de Sudamérica, abiertos ante el mundo por una mandataria de la izquierda latinoamericana, que cuando contaba 23 años fue detenida y torturada por miembros de la dictadura (entonces dirigida por Emilio Garrastazu) y de la CIA.

Para colmo, Dilma habría preparado una tribuna especial en el estadio, donde se le unirían otros líderes progresistas de América Latina: Rafael Correa (Ecuador), Evo Morales (Bolivia), Tabaré Vázquez (Uruguay), Nicolás Maduro (Venezuela), Daniel Ortega (Nicaragua) Raúl Castro (Cuba) o Salvador Sánchez Cerén (El Salvador).

Rousseff y sus aliados políticos en América Latina no han ocupado el lugar que Dilma les reservaba.

La conspiración de Obama y su equipo, evitaron que Brasil mostrara al mundo una América latina unida en orden y  progreso.


La CIA y la mafia “O Globo” (como “Clarín” en Argentina) fue el soporte mediático del golpe de estado militar de 1964 y lo es hoy en 2016 en este golpe anticonstitucional en el que se violaron todas las leyes.

Los golpes blandos y el servilismo, la traición y el terrorismo mediático, ofrecían un escenario diferente.

Mientras la policía de Michel Temer trataba de minimizar las protestas multitudinarias en su contra y la detención de miles de personas, la mayor parte de las estaciones de TV del mundo silenciaban a la oposición popular, para mostrar al mundo que América Latina parecía renegar del progresismo y aceptar a su amo del Norte, como un gran jefe enviado por los dioses.

El gobierno de Barack, en 2014, lanzó a sus huestes mediáticas para manchar los Juegos de Invierno de Sochi (Rusia) con los barros manipuladores de la corrupción y el dopaje. Falsos ambos, pero diseminados por todo el mundo merced al poder del imperio mediático.

A ello contribuyeron no sólo las agencias periodísticas y de espionaje estadounidenses, sino organizaciones financiadas por George Soros, como las dedicadas a la defensa de los derechos de los homosexuales y otros grupos de presión social.

No contento con lo conseguido en el continente, Obama y su equipo asesor duplicaron el nivel de injerencia contra Rusia (nuevamente el enemigo más odiado por la Casa Blanca),  reiterando falsas acusaciones de dopaje contra el equipo ruso de los Juegos Olímpicos de Verano.


Las afirmaciones y contradicciones del máximo responsable del "AMA" demuestran que "algo huele a podrido entre los que se dicen expertos contra las drogas deportivas"

Para ello, nada más sencillo que presionar (pagando, claro) a la Junta directiva de un sospechoso organismo llamado AMA (Agencia Mundial Antidopaje), para que su equipo de expertos decretasen como “droga” un medicamento, el Meldonium, recetado en varias naciones eslavas para mitigar dolencias cardíacas, pero cuyos derechos de venta no detentan las grandes mafias farmacéuticas occidentales.

De nada valieron las protestas y argumentos científicos presentados por los doctores y químicos, expertos y autoridades médicas letonas y rusas. “Quien consume Meldonium, se dopa“, afirmo Richard Pound, máxima autoridad de la agencia.

El objetivo de Washington no era otro era ver a Rusia suspendido de los juegos de Río. Lo ha logrado en parte.

Pero la venganza ha sido aún más rastrera: se ha prohibido la participación, por posible dopaje, de los atletas rusos paralímpicos.

No cabe mayor mezquindad, aunque esa miserable actitud sea norma habitual del imperio en todas sus expresiones. El antirrusismo, enfermedad de origen paranoide, es también olímpico.


El colmo de la ruindad en los juegos olímpicos: la prohibición a los atletas rusos paralímpicos.