viernes, 30 de septiembre de 2016

ANTONIO G. FERRERAS Y PEPA BUENO COMO EJEMPLO DE PERIODISMO LACAYO

Pepito Grillo
Iniciativa Debate, 30/09/2016



Hay que ser muy despistado para, a estas alturas, no haber intuido el cometido de los periodistas de los grandes medios de este país; y no me refiero a los más descarados, sino a aquellos otros que, con más pena que gloria, todavía quieren parecer lo que casi todo el mundo sabe que no son. Pero una cosa es actuar rozando el ridículo en la impostura, como hacen habitualmente, y otra bien distinta quemar las naves. Y en estos días ya lo han hecho todos, pero en los que probablemente ha resultado más llamativo haya sido en los casos de Antonio García Ferreras y Pepa Bueno, a los que incluso se les han amotinado entrevistados y colaboradores.

Lo de esta mañana con el exministro Borrell en la SER ha sido todo un espectáculo. No por la sinceridad (elegante) del invitado, sino por falta de compostura de la directora del programa. Ha resultado hasta gracioso asistir en directo al mejor ejemplo de sumisión que periodista alguno haya mostrado a Prisa, a Cebrián y a sus intenciones. Y eso que ya hay ejemplos hasta para aburrir.

Pero no menos alarmante resultó lo de Ferreras de ayer intentando orientar por la fuerza la opinión de sus colaboradores para desacreditar en lo posible al hasta hace poco venerado Sánchez y beatificar a los ahora conocidos como ‘críticos’ del PSOE, empezando por la lideresa Díaz y acabando por el Cid colombiano. Pero fundamentalmente intentando orientar para que no se fuese a la raíz de esta conmoción en la estructura del régimen.

Tanto fue el cántaro a la fuente que consiguió que Fernando Berlín se le sublevara.

Y es que este que señala Berlín es precisamente el foco al que nadie quiere apuntar (ni que se apunte) en los grandes medios. Toda esta historia nace con un único motivo por más que la lucha personal y de intereses entre cargos sea real: hay que dejar gobernar a Mariano Rajoy, pero especialmente hay que impedir a toda costa que nadie se sienta tentado a pactar con Podemos. Y no hay más. Y si para ello los malos actores se tienen que quitar la careta desgastada, pues caretas a la basura.

Acabe como acabe todo este desagradable episodio de guerra entre clanes, no hay mal que por bien no venga. A partir de ahora el que todavía se sienta engañado en el futuro por esos grandes medios disfrazados de ‘progresistas o de izquierdas’, es porque se lo merece.