martes, 31 de julio de 2012

LA CONTRA-REVOLUCIÓN SIRIA EN DESBANDADA: TESTIMONIOS DE SOLDADOS SIRIOS Y DE TERRORISTAS ARREPENTIDOS


No a la guerra imperialista, 30/07/2012


Reportaje de Alalam TV "Un día en Homs" difundido en español por Hispan TV:



Entrevista a un terrorista arrepentido para la Radio La Voz de Rusia (traducido al alemán por Mein Parteibuch Zweitblog y del alemán al español por Pedro):

- Díganos, por favor: ¿cómo se llama Usted y de donde viene?

- Mi nombre es Youssef Naami y combatí en la zona de Hama.

- ¿Cómo sucedió que Usted acabara siendo un combatiente de la irreconciliable oposición siria militante?

- Entre los hombre jóvenes con los que crecí se encontraba el jeque Ayman Al-Khalid. Habló con nosotros, nos dijo que para el bienestar de la patria, en interés de la fe, estábamos llamados para una importante misión que incluía luchar contra los pecaminosos detentadores del poder, etc. Bien, ahora entiendo que se nos lavó el cerebro. Sí, y como resultado de estas charlas tuvimos la idea de que había que hacer algo, dar a conocer alto nuestra insatisfacción, realizar manifestaciones para decir a toda la gente que no necesitábamos un poder así y que el país tenía que ser salvado. Así pensábamos y lo creíamos firmemente.

- Perdone, ¿cuántos años tiene Usted?

- 27

- ¿Ha combatido Usted?

- Inicialmente (en ese momento) no se hablaba de armas. Simplemente íbamos a las manifestaciones. Entonces se nos dijo que se nos darían armas y que nuestro deber era combatir a los soldados gubernamentales. Dijeron que las fuerzas de seguridad, con el consentimiento de las autoridades, mataban a nuestros hermanos y hermanas, así que teníamos que pagarles con la misma moneda. Yo ahora voy a contar la historia en un minuto, pero duró bastante tiempo. Se nos dijo que era necesario marchar a la batalla. Con mucha frecuencia conversamos con el jeque Ayman. Reconozco que no sólo se habló de nuestro deber de cara al país y a la gente. Se nos había prometido que seríamos bien pagados por ello y que había dinero. ¿Quién puede sustraerse a eso? Sí, y así sucedió.

- ¿Se le pagó? ¿Nos puede decir cuánto?

- El jeque Ayman nos presentó a un determinado hombre, que nos prometió 2.000 libraspor cabeza por tomar parte en una manifestación (escasamente 30 dólares norteamericanos, nota de la redacción). Para ello no sólo teníamos que situarnos en la multitud, sino participar activamente y gritar consignas. Por cierto que no obtuvimos 2.000 libras. Como máximo, 500 (8 dólares norteamericanos), y a veces no se nos daba nada; entonces se decía: más adelante. A nosotros no nos gustó especialmente, eso de decir algo y luego actuar de forma distinta.

Y entonces se nos dijo que sí que obtendríamos el dinero, y mucho más, si íbamos a las manifestaciones con un arma y combatíamos a los militares y a la policía. Aceptamos. Fuimos llevados a un campamento de instrucción y se nos enseñó a manejar las armas. Después de la preparación participamos en escaramuzas con el ejército. Y no sólo eso, secuestramos a personas que – según nos dijeron – eran partidarios del régimen. Asesinar también tuvo lugar. Era algo así como una prueba de valor, o algo parecido. Por todo eso nos prometieron de 5.000 a 10.000 libras (80…160 Dólares USA). Per en realidad se pagaron 1.000 a 1.500 libras, y con frecuencia también nada.

- Youssef, Usted dice todo el rato “nosotros”. ¿En qué ha tomado parte personalmente?

- He visto como, delante de mis ojos, eran asesinadas personas. A menudo mis amigos y yo hemos hecho guardia mientras otros irrumpían en las casas y mataban. Una vez yo también violé a una mujer en una de esas casas. Ahora me avergüenzo por ello. Es difícil pensar en ello. Y por aquel entonces no parecía que fuera yo mismo. Temeridad o algo así. Ahora creo que todo eso fue por las drogas.

- ¿Drogas?

- Sí.

- Sí, ahora me resulta difícil acordarme cuando empezó aquello. Bebimos té con algunas hierbas – algo para animarnos. Y después, pastillas.

Cuando íbamos de operaciones, tomábamos pastillas, se nos decía que para calmar los nervios, para el valor y para no tener miedo. Y es cierto, tragarlas y uno está dispuesto a acribillar a todo el mundo. Ahora quiero olvidarlo.

- ¿Por qué se entregó?

- En una operación pillaron a mi amigo. En su móvil se encontraba mi número, y un tiempo después recibí una llamada de un hombre – no recuerdo su nombre – que decía que era de la Unión de la Juventud Siria, y decía que sólo quería hablar. Empezó a plantear preguntas como “¿Por qué lo hace? Es Usted joven, podría levantar este país” y cosas parecidas. Al principio le maldecía después de colgar. Pero siguieron llamando, hablaban educadamente. Gradualmente empecé a pensar sobre lo que se me decía. Un día hablamos por teléfono y quedamos en encontrarnos en las inmediaciones de Hama. Fui sólo, tenía miedo de que alguien lo supiera. Allí me encontré con los chicos de la Unión de la Juventud Siria y con su presidente Mohammed al-Deri. Conversamos largo tiempo, mutuamente nos planteamos preguntas y me contaron algunas cosas de ellos mismos. Me dijeron que si tenía buenos amigos entre los insurrectos, ¡podría [a los amigos] ayudarles! Después de este encuentro ya no quería ser rebelde. Regresé a Ham, hablé con con algunos chicos. Decidimos conjuntamente dejarlo y entregarnos. Yo empecé a buscar excusas para no ir a las operaciones. Dije que no me encontraba bien, o que era necesario visitar a mi madre enferma. Empezamos a impedir ataques armados. Después de algún tiempo pudimos hacer acopio de valor y largarnos. Fuimos a la zona de Mherbi (en las inmediaciones de Hama). Allí quedamos con los chicos de la “Unión”. Nos volvieron a decir que nos habíamos equivocado, pero que no era nada que no pudiera ser reparado. Entregamos nuestras armas y Muhammed al-Deri intercedió personalmente por nosotros y obtuvo gracia para todos nosotros y que no tuviéramos que responder ante un tribunal. Garantizó nuestra seguridad. El presidente dijo que todo aquel que no hubiera matado ni perpetrado actos terroristas sería indultado si mostraba arrepentimiento y entregaba las armas. Entregamos nuestra armas y, en el plazo de 24 horas, nuestros nombres estaban borrados de la lista de buscados. Hoy me siento como si hubiera vuelto a nacer. Voy a terapia de desintoxicación [de drogas]. Las autoridades locales me han conseguido, tal como prometieron, un trabajo, y actualmente trabajo en una empresa que se ocupa del suministro de aguas. Y algunos de mis amigos también han conseguido obtener un trabajo normal. Entre los que nos entregamos se encontraba gente que tenía vidas humanas sobre su conciencia. Los de la “Unión de la Juventud Siria” intercedieron por ellos. Fueron llevados a juicio, pero obtuvieron una reducción de condena. Hoy veo que hice muchas cosas equivocadamente. »