viernes, 21 de diciembre de 2018

¡BASTA DE CITAS FALSIFICADAS DE ROSA LUXEMBURGO!

Nuevo Curso, 09/06/2018



Toda la campaña que precedió a la «huelga feminista» del pasado ocho de marzo vino acompañada de una verdadera reinvención, una falsificación del trabajo y los posicionamientos de Rosa Luxemburgo digna de la peor época de la difamación stalinista. Se trata de eliminar el verdadero núcleo de su aporte –culminar el modelo de la acumulación de Marx– para no tener que enfrentar sus consecuencias -como el carácter reaccionario de la «liberación nacional» en el siglo XX-, negar los objetivos y fundamentos de su internacionalismo estricto y colocar en su lugar a una cursi «Rosa roja del socialismo» vestida de feminista para la ocasión.

Rosa Luxemburgo no solo no fue feminista sino que batalló contra el feminismo toda su vida. Incluso dudaba de la utilidad de organizaciones específicas de mujeres obreras dentro del movimiento socialista que había comenzado a organizar su amiga Clara Zetkin. Lo hacía por las mismas causas por las que había batallado contra la formación de organizaciones específicas de obreros judíos dentro del socialismo polaco que ella misma había fundando: un rechazo a las bases mismas de eso que ahora llaman «identidad» y que define, desde una mirada muy individualista, a cada uno como una «intersección» de identidades. Para Luxemburgo no son «identidades» en conflicto las que definen la lucha política, sino un marco histórico en el que una clase universal e indivisible en sus intereses, puede liberar a toda la sociedad de toda explotación y, consecuentemente, de toda opresión.

Para Luxemburgo no son «identidades» en conflicto las que definen la lucha política, sino un marco histórico en el que una clase universal e indivisible en sus intereses, puede liberar a la sociedad de toda explotación

Por eso, en la lucha por el sufragio universal, que la socialdemocracia había encabezado, rechazaba abierta y frontalmente la colaboración con las feministas, la «unidad de acción» con ellas. Y lo hace mano a mano con su amiga Clara Zetkin, junto con la que propondrá la creación del 8 de marzo como jornada de lucha de todos los trabajadores por el derecho al voto de todos los trabajadores.

"Podría pensarse que todo el sexo femenino, privado de derechos políticos, debe batirse como una falange para la consecución del sufragio universal femenino. Pero no es así. (…) También la batalla por el sufragio universal femenino se ve dominada por el contraste y por la lucha de clases; no puede producirse una lucha unitaria de todo el sexo femenino y mucho menos cuando no se trata de un principio vacío sino de un contenido concreto, vital, como el del sufragio universal femenino. No podemos exigirles a las mujeres burguesas que vayan más allá de su propia naturaleza. Las proletarias no deben contar, por tanto, con el apoyo de las mujeres burguesas en la lucha por sus derechos civiles; las contradicciones de clase impiden que las proletarias puedan aliarse con el movimiento feminista.(…) Las proletarias deben ser perfectamente conscientes de que el derecho de voto no puede ser conquistado mediante una lucha del sexo femenino sin discriminaciones de clase contra el sexo masculino, sino solo con la lucha de clase de todos los explotados, sin discriminación de sexo, contra todos los explotadores, también sin ninguna discriminación de sexo."
Clara Zetkin. Discurso explicando la resolución del Congreso Internacional de Sttutgart, 22 de agosto de 1907

Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo enfrentaron al feminismo como parte de la batalla de la izquierda de la II Internacional contra el enfoque «unitario» interclasista frente a las opresiones por sexo, lengua o nacionalidad

Pero no dijo «Rosa» que…

Seguramente el elemento más repetido de esa campaña de citas sin fuente, banners, memes… es una frase que a cualquier lector ocasional de Luxemburgo le ha de sonar cuando menos extraña: «Quien es feminista y no es de izquierdas, carece de estrategia. Quien es de izquierdas y no es feminista, carece de profundidad». Extraña en primer lugar porque resulta chocante que Rosa Luxemburgo hubiera usado el término «feminista» como algo propio. Al revés, se burla en más una ocasión en su correspondencia de que puedan confundirla con «feminista» por ir a una reunión de mujeres socialistas. Pero extraña también por ese «de izquierdas», que disuelve a los revolucionarios con el progresismo y el anticapitalismo de la pequeña burguesía que representa exactamente lo opuesto de lo que la izquierda de la II Internacional, desde sus mismos orígenes, defendía. Lejos de pensar en «frentes de izquierda», la principal batalla orgánica de Rosa Luxemburgo en el seno del SPD será separar aguas con el reformismo.

Ni «feminismo» ni «izquierdas» eran palabras biensonantes para Rosa Luxemburgo. Ni la categoría «mujer» ni «las izquierdas» existían por encima de las divisiones de clase y su objetivo era separar aguas, no formar frentes «unitarios».

¿Un error? ¿Una traducción manipulada? Después de muchas horas buceando por los seis tomos de las obras completas en alemán, tuvimos que desistir. No había nada ni remotamente parecido o susceptible de ser manipulado en ese sentido. Así que cambiamos el sentido de la busqueda. ¿Y si se trataba de una falsa atribución? Bastaron unos segundos para encontrar el origen de la cita.

"The Socialist who is not a Feminist lacks breadth. The Feminist who is not a Socialist is lacking in strategy." 
Louise W. Kneeland. «Feminism and Socialism» en «A feminist symposium», dentro de «New Review», agosto 1914, pag 442



Como vemos, los falsificadores ni siquiera han respetado la cita original de Kneeland. Kneeland escribe desde el feminismo contra el Partido Socialista, por lo que se ha de reivindicar «socialista» ella misma, no «de izquierdas»… aunque eso es precisamente lo que era. Parte del mundillo bohemio y artístico del Nueva York de comienzos del siglo XX, Kneeland no era una militante socialista sino una poetisa de Brooklyn -aunque también hizo al menos dos exposiciones de pintura en los años veinte. Se le recuerda porque fue parte del comité de redacción de la «New Review», la revista en la que tomará forma el «radicalismo americano», la izquierda radical de tradición liberal, antecedente de publicaciones actuales como libcom.org. En esta revista publicó poemas y críticas literarias con cierta asiduidad.

Pero no publicó ningún artículo o aporte sobre los grandes debates políticos de la época, comenzando por la guerra mundial y la revolución socialista. De hecho, el artículo de la cita es el único aporte político que escribe… y lo hace para mostrar su disgusto por la renuencia del Partido Socialista de America a abrazar el feminismo. Un único destello de preocupación política… tanto más chocante por cuanto lo hace en pleno estallido de la primera gran guerra imperialista. Kneeland no podía estar más lejos de las preocupaciones de Rosa Luxemburgo o del movimiento obrero en aquellos momentos que fueron la puerta hacia la revolución en todo el mundo.

Vendernos una cita manipulada de Kneeland como si fuera de Rosa Luxemburgo, plantarla hasta en la sopa en la espera de que, repetida mil veces, parezca más auténtica y enarbolarla como una verdad definitiva, no es un simple accidente. Rosa Luxemburgo fue la pensadora marxista más importante del siglo XX y la dirigente de referencia del movimiento revolucionario en todo el mundo hasta su asesinato en 1919. Su desarrollo de la teoría de la acumulación es la verdadera culminación de «El Capital» de Marx. Las consecuencias de ese trabajo son la base de lo que realmente significa «internacionalismo», tanto en relación con la «liberación nacional» en nuestra época como en relación con la guerra. No es inocente ocultar que para Rosa Luxemburgo, o lo que es lo mismo, para el marxismo, no hay lugar histórico hoy para «luchas» interclasistas, que la liberación nacional y la autodeterminación son históricamente reaccionarias y que todos los estados y todas las guerras son hoy imperialistas. El izquierdismo, para dividirnos, para encuadrarnos bajo una u otra bandera nacional, necesita matar otra vez a Rosa Luxemburgo, reducirla a su sexo biológico, convertirla contra toda evidencia en feminista e invisibilizar su trabajo y su militancia. No lo permitamos.

Necesitan matar otra vez a Rosa Luxemburgo, reducirla a su sexo biológico, convertirla contra toda evidencia en feminista e invisibilizar su trabajo, su militancia y su rechazo del interclasismo nacional y de género.