viernes, 8 de agosto de 2025

EL SUR DE AUSTRALIA QUEDA CUBIERTO POR NEVADAS HISTÓRICAS

lugaresdenieve.com, 06/08/2025

Un frente frío polar excepcional deja hasta medio metro de nieve en Nueva Gales del Sur, causa cortes de energía, rescates y las primeras nevadas en Queensland desde 2015.

Un inusual frente frío polar azotó el sureste de Australia durante el fin de semana, dejando una de las nevadas más intensas y extensas de las últimas décadas.

Con acumulaciones superiores a los 50 cm en zonas elevadas de Nueva Gales del Sur y la primera nevada en Queensland en más de diez años, miles de residentes se vieron afectados por el colapso de infraestructuras, cortes de energía y emergencias derivadas de inundaciones y aludes. Los servicios de rescate tuvieron que intervenir en diversas localidades.

El fenómeno fue provocado por la interacción entre una masa de aire polar procedente del sur de Tasmania y un sistema de baja presión que ascendió por la costa este del continente. Esta combinación generó bandas de precipitación fría que, al chocar con la orografía del Northern Tablelands —las mesetas y montañas del norte de Nueva Gales del Sur—, desencadenaron nevadas de una intensidad poco habitual.

La Oficina de Meteorología australiana calificó el episodio como “el más intenso desde mediados de la década de 1980” en esa región.

Las zonas más afectadas por la nieve fueron Nueva Gales del Sur, especialmente en el Northern Tablelands, donde localidades como Guyra, Armidale, Uralla y Walcha registraron entre 30 y 50 cm de nieve. En Armidale y Guyra, se alcanzaron los 40 cm, un récord que no se superaba desde 1985.

En el sur de Queensland, áreas elevadas como Stanthorpe, Warwick y Dalveen volvieron a ver copos por primera vez desde 2015, con nevadas esporádicas de hasta 10 cm en cotas altas. Mientras tanto, en la costa norte de Nueva Gales del Sur, el mismo sistema dejó lluvias torrenciales con acumulaciones de hasta 100 mm en 24 horas, lo que activó alertas por inundaciones en las cuencas de los ríos Hunter y Namoi.

Además, unos 200 vehículos quedaron bloqueados en carreteras principales como la New England Highway y la Waterfall Way, debido al espesor de la nieve y la presencia de hielo negro en la calzada.

También se registraron cortes en el suministro eléctrico: según Essential Energy, más de 11.000 hogares quedaron sin luz la noche del sábado, una cifra que aún el lunes por la tarde se mantenía en torno a 6.000. En algunas zonas rurales, las reparaciones se prolongaron hasta el martes. Asimismo, fallos en la telefonía móvil mantuvieron incomunicadas a varias comunidades durante hasta 48 horas.

Durante este episodio de nevadas, el Servicio de Emergencias del estado de Nueva Gales del Sur (SES) respondió a más de 1.455 incidentes, incluyendo inundaciones, rescates de vehículos y caída de árboles. Según medios locales, las llamadas de emergencia ascendieron a más de 2.000 en total.

Aunque Australia registra nevadas invernales periódicas en sus regiones montañosas, la extensión geográfica y la profundidad alcanzadas en este episodio fueron excepcionales.

Los principales beneficiados han sido las estaciones de esquí de Nueva Gales del Sur, que habían iniciado la temporada 2025 con poca base de nieve y ahora registran más de 120 cm de espesor en pistas, según reportes preliminares de Perisher y Thredbo.


EL "CAMBIO CLIMÁTICO" ENTRA EN CRISIS: 'NATURE' REVELA FALLOS GRAVES EN LA NARRATIVA CLIMÁTICA

Ana Hernández

Libertad Digital, 25/7/2025

Nature alerta sobre fallos en los modelos climáticos que guía las decisiones políticas sobre el clima.

La prestigiosa revista Nature ha publicado un artículo firmado por investigadores del Instituto Max Planck de Meteorología (Alemania) y de la Universidad de Chicago (EE. UU.), donde se reconoce que las predicciones de los modelos climáticos actuales no coinciden con lo que realmente está ocurriendo en diversas regiones del planeta.

El texto plantea un escenario incómodo: la ciencia del clima podría estar enfrentando su propia crisis de paradigma.

El enfoque estándar, en duda

Durante más de 60 años, la climatología ha utilizado lo que se conoce como "enfoque estándar". Este se basa en la aplicación de las leyes fundamentales de la física —como las ecuaciones de Navier-Stokes para la dinámica de fluidos, la ley de conservación de la energía o la ecuación de estado de los gases— a sistemas complejos como la atmósfera.

Dado que muchos procesos ocurren a escalas más pequeñas que la resolución de los modelos, como la formación de nubes o las turbulencias, se utilizan parametrizaciones: reglas empíricas que representan el efecto promedio de esos procesos.

Esto funciona razonablemente bien a gran escala, pero, como reconocen Tiffany Shaw y Bjorn Stevens, falla cuando se trata de capturar la variabilidad regional o fenómenos extremos.

Predicciones fallidas

El artículo destaca varios ejemplos que los modelos no supieron anticipar:

-El enfriamiento del Pacífico tropical oriental, cuando lo previsto era un calentamiento.

-El aumento de eventos bloqueantes sobre Groenlandia, que alteran las trayectorias de las borrascas y no habían sido proyectados.

-La intensidad del calentamiento del Ártico, que supera ampliamente las estimaciones.

Estas sorpresas no son simples errores puntuales. Son señales de que los modelos no representan bien la conexión entre procesos locales y globales.

En regiones como los trópicos, pequeñas inestabilidades pueden amplificarse y provocar grandes cambios. Los modelos actuales no captan bien estos efectos.

Aunque algunas de estas anomalías pueden explicarse a posteriori, otras ponen en evidencia lagunas de conocimiento sobre cómo interactúan las distintas escalas del sistema climático.

Según Shaw y Stevens, los fallos reiterados al predecir el clima regional no se deben a errores menores, sino a limitaciones estructurales del modelo actual. Si estas discrepancias persisten, advierten, será necesario revisar el paradigma dominante y reexaminar los supuestos fundamentales de la ciencia climática.

El papel crítico de las retroalimentaciones

Uno de los pilares del modelo actual es la idea de retroalimentaciones positivas. Por ejemplo: si aumenta el CO₂, sube la temperatura. Esto eleva el vapor de agua, que es un gas de efecto invernadero más fuerte. Así se amplifica el calentamiento. Lo mismo ocurre con el deshielo, que reduce el albedo y aumenta la absorción de calor.

Sin embargo, estas retroalimentaciones no se pueden medir directamente, y su magnitud se estima con modelos. La llamada sensibilidad climática al equilibrio (ECS), que mide cuánto se calentará la Tierra si se duplica el CO₂, depende críticamente de estas suposiciones.

Durante años, estas estimaciones han sustentado las proyecciones más alarmantes del IPCC. Pero las discrepancias entre modelos y realidad ponen en duda su validez y su magnitud real.

No todos los científicos miran hacia otro lado

Aunque el artículo evita caer en el alarmismo, su publicación en Nature representa una señal de apertura en un campo que, hasta ahora, ha tendido a excluir o estigmatizar las voces críticas.

El Premio Nobel de Física John Clauser ha sido una de las voces más críticas con la modelización climática dominante. Clauser sostiene que la influencia del CO₂ sobre el clima ha sido sobredimensionada y que "el calentamiento global es una fabricación total de periodistas sensacionalistas y políticos deshonestos".

Sus declaraciones le han costado censuras y cancelaciones. En 2023, su conferencia en el Fondo Monetario Internacional (FMI) fue cancelada tras expresar dudas sobre el consenso climático. Esto evidencia una falta de tolerancia al disenso científico, impropia del método científico.

Manipulación institucional del riesgo

El cuestionamiento no afecta solo al plano científico. La resistencia a admitir incertidumbres también se ha traducido en estrategias de comunicación dirigidas.

En España, el Gobierno de Pedro Sánchez ha promovido una Guía para la Comunicación en Salud y Calor, que instruye a periodistas, sanitarios y meteorólogos sobre cómo deben hablar del calor. Recomienda seleccionar los datos más alarmantes, evitar imágenes positivas del verano y adaptar el mensaje según la ideología del receptor.

Este tipo de guías son ejemplo de cómo la percepción del riesgo se moldea desde el poder político, no solo con datos, sino con estrategias emocionales.

Nuevas herramientas para nuevos problemas

Shaw y Stevens no niegan el calentamiento global, pero piden un cambio de enfoque. Proponen dar más peso a la formulación de nuevas hipótesis, a la prueba empírica y a modelos más flexibles.

Exigen una revisión metodológica. Proponen adoptar modelos de nueva generación ejecutados en superordenadores, que simulen procesos a varias escalas sin tantas parametrizaciones.

También sugieren aplicar aprendizaje automático (machine learning) para detectar patrones entre escalas que los modelos clásicos no ven.

Esta apertura metodológica recuerda que la ciencia avanza no solo con datos, sino con nuevas preguntas y herramientas.

Ciencia, no dogma

El artículo en Nature no niega el cambio climático, pero marca un punto de inflexión al pedir más ciencia y menos certezas impuestas. Reconoce fallos estructurales en los modelos climáticos y advierte que confiar ciegamente en ellos puede llevar a errores graves.

La ciencia no necesita unanimidad, sino debate, verificación y crítica. Silenciar voces críticas o manipular la percepción del riesgo solo debilita el conocimiento. En un contexto donde dudar se castiga y el consenso se convierte en dogma, abrir espacio al contraste es una buena noticia. Porque en ciencia, las preguntas incómodas no son una amenaza: son el camino hacia la verdad.


*Ana Hernández es Doctora en Química Orgánica, especializada en Química Médica y Biología, con más de veinte años de experiencia como investigadora tanto en España como en el extranjero. Es autora de múltiples publicaciones científicas y patentes.