Carlota Guindal
El Confidencial, 10/04/2015
[Otra prueba más que el terrorismo yihadista es más cosa occidental que del mundo islámico.]
Los perfiles de los miembros de la célula terrorista vinculada al Estado Islámico desmantelada en Cataluña son muy variopintos. El líder de la organización es Antonio Sáez Martínez, un español peluquero convertido al Islam. A su establecimiento, la peluquería La Románica en Barberá del Vallés (Barcelona), acudía habitualmente Diego Frías, conocido y cliente suyo. Sin embargo, no sólo les unía los cortes de pelo sino su odio a los judíos y su gusto por las armas. Ambos estaban ideológicamente muy distanciados, ya que este último se autoproclamaba neonazi. Sin embargo, sus intereses comunes les unieron hasta tal punto de que este último ha sido también detenido y enviado a prisión por un delito de colaboración con organización terrorista.
Del auto del juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz se desprende que ambos planearon atentar contra una librería judía en Barcelona. El amigo neonazi sería el encargado de suministrar al líder del grupo Fraternidad Islámica explosivos y armas para llevar a cabo atentados en el territorio español.
Para preparar los artefactos explosivos a base de material casero tenían como libro de cabecera “Libro de Cocina anarquista”. Estos datos han sido recabados a lo largo de más de un año de una investigación en la que se han obtenido testimonios de testigos protegidos así como información a través de pinchazos telefónicos, demuestran que las barreras ideológicas son superables a la hora de preparar el mal.
A Frías se le acusa de un delito de colaboración con organización terrorista y tenencia de armas y explosivos. El amigo neonazi fue la persona que subsanó uno de los principales problemas de la célula: la obtención de armas y material explosivos. Según el testimonio de varios testigos protegidos, Frías era una persona con capacidad de conseguir este material. “En concreto para poner una bomba en una librería judía de Barcelona, de nombre La Piedra o algo similar”, recoge el auto del magistrado.
Estas acusaciones se completan con el registrado del domicilio de Frías tras su detención. El material incautado es asombroso: una granada del ejército español utilizada para el combate y considerada como arma de guerra, una escopeta, defensas, un cargador de arma, una escopeta de balines y trece cuchillos con hojas de distintas medidas, uno de ellos preparado para romper cristales de vehículos o como arma de defensa. Asimismo, esposas metálicas, una treintena de cartuchos semimetálicos, otro centenar de cartuchos de distintas medidas, ocho cajas de munición de balines, una pistola con seis cajas de munición para ésta, otras dos escopetas, una bayoneta y dos machetes.
"Morir en nombre de Alá es como un pellizquito"
La sed de sangre de esta célula queda reflejada en algunas de las conversaciones que hace mención el magistrado para justificar el ingreso en prisión. A otro de los detenidos, Jacob Orellana, se le interceptó una conversación en la que habla de muerte por la causa de Alá. A su juicio, esta lucha no está causando suficiente sufrimiento y apenas lo equipara con un “pellizco o una picadura de abeja”. En una conversación con otra persona asegura que Alá les tiene reservado grandes cosas: “Sabes que morir en nombre de Alá no duele, que es como un pellizquito”.
Orellana es uno de los miembros de la célula que estaba dispuesto a ir a Siria a combatir y el que propuso en alguna de las reuniones que había que atacar a los “peces gordos”, refiriéndose al asesinato de políticos y ataques a estamentos oficiales tales como el Parlamento de Cataluña. En su domicilio se encontraron 25 sacos de componentes químicos, uno de nitrato amónico y otro de azufre, que según el Grupo de Desactivación de Explosivos (TEDAX) son material susceptible de ser utilizado como elemento necesario para elaborar artefactos explosivos