martes, 12 de noviembre de 2024

WOKE CONTRA WOKE : LA CAÍDA DE LA CULTURA "PROGRE"

La Razón, 11/11/2024

La política de integración de minorías ha dividido a los progresistas, ha creado recelo en las empresas y se ha convertido en un negocio para algunas personas

«El movimiento DEI (Diversidad, Equidad, Inclusión) se está encontrando cada vez con más oposición, siendo criticado incluso dentro del propio movimiento woke y fracasando en sus intentos de lograr mayorías». La representación, especialmente aquella relacionada con la raza o características físicas como la obesidad, las discapacidades o cualquier otra particularidad asociada a lo «no normativo» ha sido un tema de creciente relevancia en la sociedad estadounidense, particularmente en la industria del entretenimiento. Esta idea se inserta dentro de la perspectiva conocida como DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión), que inicialmente buscaba ofrecer una representación más adecuada de la diversidad social. En otras palabras, se trataba de asegurar que en los puestos de poder y en los referentes culturales hubiera personas que no encajaran en el modelo tradicional de lo que los movimientos «woke» definen como cishetero normatividad, es decir, personas heterosexuales, varones y, generalmente, blancos.

Esta perspectiva ha logrado un éxito rotundo entre la izquierda estadounidense, especialmente en universidades y empresas que han tratado de ajustarse a las demandas de inclusión, lo que ha implicado un esfuerzo económico colosal. Según el informe de McKinsey & Company de 2023, titulado «Diversity, Equity and Inclusion Lighthouses», se estima que en ese año se gastaron a nivel global 7.5 mil millones de dólares en políticas de inclusión, y se proyecta que esa cifra aumente hasta los 16 mil millones para 2026.

La mayoría de las empresas estadounidenses ya cuentan con un comité de inclusión, encargado de velar por la implementación de una «representación adecuada». Sin embargo, estos comités han sido objeto de duras críticas, pues se basan exclusivamente en criterios no profesionales. En lugar de valorar la capacidad de una persona para desempeñar un puesto, se priorizan factores como el color de piel, el sexo o el tipo de cuerpo. Barri Weiss, periodista y exeditora del New York Times, ha criticado abiertamente la expansión de estas políticas desde su propia experiencia, señalando que en lugar de centrarse en las habilidades de la persona, se da más importancia al volumen de ataques que «su colectivo haya sufrido», lo que lleva a la creación de una élite ficticia basada en supuestas opresiones históricas. En este contexto, el sector del entretenimiento ha sido el más influenciado por las políticas de «Diversidad, Equidad e Inclusión» (DEI), aunque también el ámbito político, casi exclusivamente dentro del partido demócrata, ha experimentado los impactos de estas directrices.

Dentro de estos comités, se ha buscado incluir de manera masiva a personas de diversos orígenes y características, sin considerar necesariamente las capacidades o necesidades específicas de los puestos. Sin embargo, este enfoque ha generado una fuerte reacción negativa por parte de la sociedad. Curiosamente, también ha surgido una respuesta interna dentro de los propios grupos woke, quienes, en una batalla de suma cero, compiten por determinar quién está más o menos oprimido, lo que ha dado lugar a conflictos entre ellos mismos.

El enfoque en la inclusión, a menudo considerado forzado, ha sido calificado por muchos expertos como un error fundamental en la estrategia de cualquier empresa o servicio público. Mark Littlewood, director del Institute of Economic Affairs, señaló en su artículo «Obsessive woke posturing will cost companies dearly» que el constante enfoque en las políticas de inclusión no solo ha generado un gasto considerable en muchas empresas, sino que también ha tenido un efecto negativo doble: al desviar recursos hacia estas iniciativas, las empresas pierden de vista su producto final, lo que reduce la confianza de los consumidores.

Este fenómeno es particularmente notorio en el mundo del entretenimiento, incluyendo libros, videojuegos y películas. La expresión «Get Woke, Go Broke» –hazte woke, arruínate– se ha convertido en un lema para explicar cómo el exceso de inclusión, cuando se percibe como forzado o impuesto por decisiones corporativas, genera una respuesta negativa del público. Así lo señala también HDR América, a través del periodista John Corrigan, quien afirma que Hollywood está comenzando a cuestionar la implementación de cuotas de inclusión debido a la creciente oposición del público.