lunes, 16 de noviembre de 2020

EL ANUNCIO DE LA VACUNA DE PFIZER, ¿UNA ESTRATEGIA DE ESPECULACIÓN O UN AVANCE PARA LA HUMANIDAD?

 Luis Benedicto

20 minutos, 12/11/2020

[Qué diferencia que el anuncio de una nueva vacuna lo haga EEUU o la UE a que lo haga Rusia o China. A estas últimas los medios le ponen todo tipo de pegas (que si se han saltado pasos, que si no es segura, que si sus creadores mienten y solo hacen propaganda, etc.). Pero si la vacuna es occidental nuestros medios se creen todo lo que diga la empresa que se va a lucrar de ella.]


Si hablamos de economía, tenemos que decir que el Consejero Delegado de Pfizer ha ganado el día del anuncio de la eficacia de la vacuna, 8 de noviembre, 5,6 millones de dólares. También que eso fue posible porque la acción de Pfizer se disparó un 8% tras el anuncio y, en lo que va de año, había subido casi un 100%.

Quizá recuerden los lectores que pasó exactamente lo mismo cuando Moderna hizo un anuncio público de eficacia de su vacuna y varios directivos se embolsaron cantidades importantes por venta de paquetes de acciones de su empresa.

Estos pequeños detalles, más allá de la legalidad, suponemos que son acciones a las que ya en el contrato de compra se les asigna una cotización a la que deben ser vendidas, no los traigo a colación para criticar a los directivos, sino para poner de manifiesto que en el desarrollo de la vacuna hay importantísimos intereses económicos en juego. También hay una competición por el prestigio empresarial y personal de los desarrolladores. Y bienvenida sea esta competición en la que la ciencia básica y la tecnología se van a ver claramente beneficiadas; y, con ello, la salud de los ciudadanos.

Por otra parte, Pfizer se juega mil novecientos cincuenta millones de dólares del presupuesto estadounidense cuando entregue los primeros cien millones de dosis. Y a los ciudadanos nos importará poco que Pfizer, además de revalorizarse, pretenda mover a la opinión pública para que la Agencia de Medicamentos de EEUU, normalmente muy estricta, afloje un poco sus criterios y dé, antes de la salida de Trump, una “aprobación de emergencia” para la distribución de la vacuna. Digo que nos importará poco si la aprobación se da, siempre que se cumplan dos condiciones: vacuna segura y vacuna eficaz

Pero hablemos ahora de salud porque quizá las cosas no sean como parecen.

Los datos

¿Qué significa que la eficacia o la efectividad, porque no nos vamos a detener en tecnicismos, de la vacuna de Pfizer sea del 90%?

Veamos primero lo que no significa porque nos va a dar muchas pistas para interpretar este tipo de anuncios con contenido científico y de salud pública, pero también empresarial.

No significa que el 90% de los vacunados quedan protegidos por la vacuna. ¿Ah, no? Pues no.

No significa que los que queden protegidos no vayan a desarrollar la COVID grave. ¿Ah, no? Pues no.

No significa que la protección que otorgue la vacuna vaya a permanecer mucho tiempo. ¿Ah, no? Pues no.

¿Y protege a las personas que ya tienen el virus en el cuerpo, es decir, que ya se han contagiado?

Pues no lo sabemos.

¿Y protege igual a los jóvenes que a los ancianos?

Pues tampoco lo sabemos.

Entonces, ¿qué sabemos?

Sabemos que en un ensayo de fase III, previa a la homologación, a una parte de 44.538 voluntarios de distintas edades, razas y sexos se les ha vacunado y a otra parte se le ha inyectado solución salina (placebo). Y en un análisis de eficacia provisional realizado el 8 de noviembre, siete días después de haber recibido la segunda dosis de la vacuna y veintiocho días después de haber recibido la primera dosis, ha habido 94 participantes en el ensayo que han desarrollado la COVID; y de esos 94, el 10% pertenecen al grupo que fue vacunado y el 90% al grupo que recibió el placebo. El siguiente análisis de eficacia se hará cuando se hayan contagiado 164 participantes, lo que se espera para antes de final de este mes de noviembre.

El comentario

No sabemos, de momento, si esos 94 tienen síntomas leves, moderados o graves y si son más o menos graves en los que recibieron la vacuna o el placebo.

Y esto significa que tenemos datos de eficacia temprana y de seguridad temprana, pero, tal como ha sido hasta ahora el desarrollo de vacunas, tendríamos que pensar si nos conviene tener datos de eficacia y seguridad a medio y largo plazo.

Es lógico que un anuncio como el de Pfizer resuene con mucha fuerza en un mundo que ha perdido más de un millón doscientos mil congéneres por la COVID. Pero no es menos lógico que los ciudadanos nos preguntemos por las aprobaciones de emergencia que algunas farmacéuticas están buscando en las Agencias de Medicamentos. La Agencia americana, por ejemplo, está hablando de dos meses de seguimiento a los vacunados después de aplicarles la segunda de las dosis mientras algunos expertos se extrañan de los plazos y preguntan por los efectos a largo plazo.

No obstante, de momento, son muy buenas noticias, mejores que las que esperaban los expertos, y muestran el esfuerzo extraordinario que muchos laboratorios de todo el mundo están haciendo para dotarnos de una vacuna que vaya poniendo freno a la pandemia. Además, la tecnología empleada por Pfizer y BioNTech, el laboratorio alemán que hace el desarrollo básico, es muy novedosa y podría ser usada también contra el cáncer.

Y para los lectores que nos siguen, un apunte que entenderán y una pregunta. Si consideramos que en España puede haber ya una inmunidad por contagio próxima al 13% y la inmunidad de grupo la ciframos en el 67%, ¿qué porcentaje de la población susceptible, es decir, de los que no se han contagiado todavía habría que vacunar en España, si la eficacia de la vacuna, es del 90% para llegar a la inmunidad de grupo? La respuesta, mañana.

Cuando Pfizer y BioNTech aporten los datos que han dado pie al comunicado público que conocemos y estos datos puedan ser analizados por expertos, sabremos la letra pequeña de los aspectos científicos, clínicos y logísticos. Nunca antes, a los ciudadanos nos habían interesado tanto estos temas que, hasta ahora, habían estado reservados a los especialistas. Y está bien que sepamos lo que nos jugamos para que, entre todos, decidamos hasta dónde queremos asumir el riesgo.