Miguel Angel Ferrer
TeleSUR, 14/02/2020
Según los más recientes y cuidadosos conteos, el número total de infectados por el germen coronavirus alcanzó la cifra de 64,627, en tanto que la cantidad de fallecimientos es de 1483. Con estos guarismos se puede calcular la tasa de letalidad del padecimiento, es decir el total de muertos con respecto al total de los infectados, la que no alcanza el 2.3 por ciento. O, dicho de otro modo, hay 2.3 fallecimientos por cada cien enfermos.
Se trata de una tasa de letalidad muy baja y que indudablemente tenderá a disminuir con el paso de los días y las semanas. Y con la caída de la tasa de letalidad también caerá el número de infectados, todo ello en razón de que la epidemia está siendo combatida con los muy eficaces recursos científicos de los que dispone la sociedad humana en China y en todo el planeta. Entre esos recursos está en primer término el cerco sanitario, la celebérrima cuarentena.
Con estos datos en la mano se puede afirmar que no hay lugar para la angustia, a pesar del sobredimensionamiento mediático prevaleciente. Recuérdese que la gran epidemia de gripe española de 1918-1919 produjo cien millones de fallecimientos. Y recuérdese igualmente que la epidemia de gripe que azotó a Estados Unidos en el reciente año 2018 produjo más de diez mil muertes, sin que la prensa yanqui y los medios de comunicación planetarios hubieran dispensado una cobertura ni de lejos semejante a la otorgada a la epidemia china.
¿Tendrá que ver esta diferenciación mediática con el hecho muy conocido de la guerra comercial desatada por Estados Unidos contra China? Porque si bien es muy pequeño el daño que en la salud del pueblo chino ha producido el nuevo germen, bautizado Covid19, en cambio ha sido muy severo el daño causado a la economía china por el distorsionado e interesado tratamiento mediático occidental de la nueva enfermedad.
Indudablemente China y el planeta tienen la capacidad para frenar y eliminar la epidemia. Y el gigante asiático sin duda se recuperará prontamente del pequeño descalabro económico. Por ahora los importante es entender que el Covid19 no constituye realmente una amenaza. Y menos una amenaza universal invencible.
Finalmente el Covid19 habrá servido para reafirmar la confianza mundial en el poder de la ciencia. Y para alertar nuevamente a la sociedad planetaria sobre el malévolo poder de los medios sujetos a las ocultas directrices de Washington y otros países imperialistas.