lunes, 11 de marzo de 2019

EL FEMINISMO NUNCA HA TRABAJADO POR LA IGUALDAD



Cartel de propaganda belicista estadounidense reclutando mujeres para la industria militar, convertido en símbolo feminista.

La tesis de este artículo es que el feminismo, como ideología y como movimiento organizado, jamás ha trabajado en defensa de una igualdad entre hombres y mujeres; tal fenómeno no puede darse, además, desde un punto de vista interclasista, como defiende el feminismo. Se excluye de esta afirmación a las mujeres que, sintiéndose feministas, han luchado por sus derechos, en organizaciones sindicales, partidos políticos u otras organizaciones.
Si hablamos de igualdad entre hombres y mujeres a nadie se le puede escapar que la contradicción de clase, entre ricos y pobres, determina y está por encima de la contradicción entre géneros. Sin tocar la diferencia de clases sólo podría darse igualdad entre hombres y mujeres ricas, o entre hombres y mujeres pobres.

Conozcamos un poco la historia del feminismo:

El feminismo aparece a finales de los años 90 del siglo XIX en toda Europa como «sufragismo». Las sufragistas defendían la ampliación del derecho al voto de las mujeres dentro del sufragio censitario (restringido a los propietarios), es decir, el derecho de las mujeres de las clases propietarias a participar en las dirección política del estado y la sociedad establecidas… Las feministas proponían un frente interclasista de «mujeres» cuyo objetivo sería conseguir diputadas burguesas dentro del sistema censitario. Prometían representar el «interés común en tanto que mujeres» que supuestamente unía a las trabajadoras con aquellas burguesas del liberalismo radical inglés.

La izquierda de la II Internacional, con Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin a la cabeza se opuso radicalmente. Un año antes de la formación del primer grupo sufragista en Inglaterra, Zetkin había presentado en Gotha, el verdadero congreso fundacional del partido socialista alemán un informe sobre «La cuestión de la mujer y las tareas de la socialdemocracia» aprobado unánimemente. Desde entonces los socialistas alemanes se habían dedicado a organizar y formar a miles de mujeres de clase trabajadora, impulsado movilizaciones por el sufragio universal para ambos sexos. A partir del Congreso de Stuttgart de la Internacional, la izquierda, con Zetkin y Luxemburgo a la cabeza, dan la batalla a nivel global. No contra un supuesto machismo de la dirección, sino contra las cesiones al feminismo de algunos partidos como el belga, que había aprobado en su congreso apoyar la ampliación del sufragio censitario a las mujeres de clases altas.

Leamos ahora algunas citas de las líderes socialistas de entonces:

"El deber de protestar contra la opresión nacional y de combatirla, que corresponde al partido de clase del proletariado, no encuentra su fundamento en ningún «derecho de las naciones» particular, así como tampoco la igualdad política y social de los sexos no emana de ningún “derecho de la mujer” al que hace referencia el movimiento burgués de emancipación de las mujeres. Estos deberes no pueden deducirse más que de una oposición generalizada al sistema de clases, a todas las formas de desigualdad social y a todo poder de dominación. En una palabra, se deducen del principio fundamental del socialismo."

Rosa Luxemburgo. La cuestión nacional y la autonomía, 1908. [1]

Vemos aquí, y en cualquier otro texto marxista, como el vínculo que algunos autores pretenden establecer entre marxismo y feminismo, se cae por su propio peso.

¿Por qué razón, entonces, debe la mujer trabajadora buscar una unión con las feministas burguesas? ¿Quién, en realidad, se beneficiaría en el caso de tal alianza? Ciertamente no la mujer trabajadora. Ella es su propia salvadora, su futuro está en sus propias manos. La mujer trabajadora protege sus intereses de clase y no se deja engañar por los grandes discursos sobre el “mundo que comparten todas las mujeres”

Aleksandra Kolontái. Los fundamentos sociales de la cuestión femenina (1907).



La creación del 8 de marzo, como jornada de lucha, de huelga, fue parte de la lucha de las mujeres de la II Internacional por los derechos democráticos de todos los trabajadores (hombres y mujeres unidos), contra la idea feminista de la «unión de las mujeres», “contra la que he luchado toda mi vida” como escribiría Rosa Luxemburgo. [1]

En el año 1949 se publica El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, libro de cabecera de lo que ya podría empezar a considerarse feminismo de género. Escribe Beauvoir:

"El embarazo es, sobre todo, un drama que se representa en el interior de la mujer; ella lo percibe a la vez como un enriquecimiento y una mutilación; el feto es una parte de su cuerpo y es también un parásito que la explota; ella lo posee y también es poseída por él; ese feto resume todo el porvenir, y, al llevarlo en su seno, la mujer se siente vasta como el mundo; pero esa misma riqueza la aniquila, tiene la impresión de no ser ya nada. Una existencia nueva va a manifestarse y a justificar su propia existencia, por lo cual se siente orgullosa; pero también se siente juguete de fuerzas oscuras, es zarandeada, violentada."

En este texto ya empezamos a ver argumentos contra todo lo que se considere femenino, además de un discurso abiertamente antinatalista. En cualquier caso, volvemos a encontrarnos con preocupaciones concernientes a la burguesía, y no a las clases humildes.

A finales de los 60 surgen más autoras de cabecera, es aquí cuando la ideología feminista empieza a volverse abiertamente extremista y cuando se pueden establecer nexos entre el feminismo y el control social ejercido por poderes capitalistas. Para muestra comparto la entrevista a la que fue líder feminista de EEUU, Gloria Steinem, admitiendo que trabajaba para la CIA. Ver aquí.

Estos nexos entre feminismo y capitalismo se harán aún más evidentes en las Conferencias mundiales sobre la mujer de la ONU.

Pero para que podamos entender qué es el feminismo, sigamos leyendo a sus autoras más renombradas:

“El objetivo final de la revolución feminista no debe limitarse a la eliminación de los privilegios masculinos, sino que debe alcanzar a la distinción misma de sexo; las diferencias genitales entre los seres humanos deberían pasar a ser culturalmente neutras… La reproducción de la especie a través de uno de los sexos en beneficio de ambos sería sustituida por la reproducción artificial… La división del trabajo desaparecería mediante la eliminación total del mismo. Se destruiría así la tiranía de la familia biológica”

“El concepto de infancia ha sido abolido, los niños tienen plenos derechos legales, sexuales y económicos, sus actividades educativas/laborales no difieren de las de los adultos. Durante los pocos años de infancia, hemos reemplazado la psicológicamente destructiva ‘paternidad’ de uno o dos adultos arbitrarios, por la difusión de la responsabilidad del cuidado físico sobre un gran número de personas. El niño todavía puede formar relaciones íntimas de amor, pero en lugar de desarrollar una estrecha relación con una decretada ‘madre’ y ‘padre’, el niño puede ahora formar los lazos con gente de su propia elección, de cualquier edad o sexo. Por lo tanto todas las relaciones entre adultos y niños se han elegido mutuamente.” 

“Si el niño puede elegir relacionarse sexualmente con los adultos, incluso si él debe escoger su propia madre genética, no habría razones a priori para que ella rechace los avances sexuales, debido a que el tabú del incesto habría perdido su función. […] Las relaciones con niños incluirían tanto sexo genital como el niño sea capaz de recibir -probablemente considerablemente más de lo que ahora creemos-, porque el sexo genital ya no sería el foco central de la relación, pues la falta de orgasmo no presentaría un problema grave. El tabú de las relaciones adulto/niño y homosexuales desaparecerían”.

Shulamith Firestone. La dialéctica del Sexo

Sin entrar a valorar las aberraciones que propone Firestone, podemos comprobar, de nuevo, que esto no tiene nada que ver con una lucha por la igualdad de oportunidades, que tanto repiten, en modo psitacista, gentes de todo tipo.

Lamentablemente estas propuestas no quedaron en el olvido, sino que se siguen proponiendo hoy día; la CUP, por ejemplo, propone que los niños sean criados en comunas. Leamos lo que propone Beatriz Gimeno, responsable de Igualdad de Madrid por Podemos:

“La heterosexualidad, el régimen regulador por excelencia, no es la manera natural de vivir la sexualidad, sino que es una herramienta política y social con una función muy concreta que las feministas denunciaron hace décadas: subordinar las mujeres a los hombres; un régimen regulador de la sexualidad que tiene como finalidad contribuir a distribuir el poder de manera desigual entre mujeres y hombres construyendo así una categoría de opresores, los hombres, y una de oprimidas, las mujeres.”

“Si la heterosexualidad fuese natural, o siquiera beneficiosa para las mujeres, no necesitaría de los enormemente complejos mecanismos que se emplean para mantenerlas dentro de ella. El feminismo lucha con denuedo para limitar los daños que la heterosexualidad provoca en las mujeres, lucha por el derecho al aborto, pero no enseña a las mujeres que el mejor método anticonceptivo, el menos dañino para ellas, es no practicar el coito; combate para que ninguna mujer sea maltratada, para que no pierdan sus energías intelectuales y/o afectivas con los hombres, para que no dejen que sus parejas masculinas les roben su autoestima o su tiempo, pero no considera siquiera como una opción que muchas mujeres tendrían mucho que ganar si existiera una ecuación que pusiera en pie de igualdad homo y heterosexualidad o que incluso fomentara la no heterosexualidad.” 

Beatriz Gimeno. Una aproximación política al lesbianismo

Sigo sin entrar a valorarlo, que cada cuál saque sus propias conclusiones.

Prosigamos con una de las autoras más citadas de la actualidad en el movimiento feminista, Judith Butler, quien en 1990 publica El género en disputa: Feminismo y la subversión de la identidad:

“Existe una diferencia entre las posturas sexista y feminista sobre la relación entre género y sexualidad: la postura sexista afirma que una mujer únicamente revela su condición de mujer durante el acto del coito heterosexual en el que su subordinación se convierte en su placer (la esencia emana y se confirma en la subordinación sexualizada de la mujer); la posición feminista argumenta que el género debería ser derrocado, suprimido o convertido en algo ambiguo, precisamente porque siempre es un signo de subordinación de la mujer”

“En su estudio [el de Beauvoir] no hay nada que asegure que la «persona» que se convierte en mujer sea obligatoriamente del sexo femenino. Si «el cuerpo es una situación», como afirma, no se puede aludir a un cuerpo que no haya sido desde siempre interpretado mediante significados culturales; por tanto, el sexo podría no cumplir los requisitos de una facticidad anatómica prediscursiva. De hecho se demostrará que el sexo, por definición, siempre ha sido género”

Judith Butler. El género en disputa.

En definitiva, tenemos unos movimientos feministas de origen burgués, que ya con Beauvoir comienzan a interesarse por las cuestiones de género, y que a finales de los 60 comienzan a volverse formas de ingeniería social extremista, que no ha parado hasta nuestros días. Firestone propone la abolición de la familia (pues todo tipo de familia es violencia) y los derechos sexuales del niño (abogando por el incesto). En los 90 y en la actualidad, Butler propone que para abolir la violencia es necesario borrar las diferencias de género. En nuestro país, figuras referentes como Gimeno proponen el lesbianismo, como opción voluntaria, pues consideran que toda relación heterosexual es violación del hombre sobre la mujer.

El feminismo de género en nuestro país, surgido al amparo de la financiación del PSOE de Zapatero, y continuado por el siguientes gobiernos, ha consagrado, en leyes abusivas contra el varón, como la LIVG/2004, que la mujer es inferior al hombre bajo toda condición. Sorprendentemente, cientos de miles de mujeres han aceptado esta nueva forma de tutela de la mujer, incluso aunque ya se ha visto que ni siquiera sirve para proteger a víctimas de la violencia.

Para saber más sobre la ingeniería social feminista y el terrible daño que está haciendo a nuestras sociedades recomiendo indagar en la etiqueta feminismo, o seguir mi página en Facebook. Tengan presente que sin una familia estable no pueden formarse individuos.