Por Tommaso della Macchina
Hace alrededor de un mes que Siria cayó en manos de huestes de cortacabezas entrenadas y financiadas por el occidente colectivo. Tras ello, nuestros medios de manipulación de masas se han dedicado a blanquear a estos criminales, que pertenecen a las mismas organizaciones que los terroristas que atentaron en Madrid, Barcelona o París. Nada sorprendente ya que lo llevan haciendo durante los 13 años que ha durado la guerra terrorista impuesta a Siria por el norte imperial. Lo que sí es llamativo es que buena parte de la izquierda patria compre el falaz discurso de los medios de manera tan acrítica. Y es que en occidente no hay una disidencia real sino más bien una “izquierda compatible” (etiqueta que acuñó la mismísima CIA), una izquierda anti comunista compatible con el capitalismo angloamericano y el imperialismo de la OTAN.
Esta izquierda, de raíz trotskista (ahí está el ejemplo de Santiago Alba Rico, miembro de Podemos) y libertaria (con Carlos Taibo, cercano al anarquismo, a la cabeza), ya aplaudió las Primaveras Árabes en 2011. Éstas tenían como objetivo rehacer el mapa del mundo árabe, imponiendo gobiernos más obedientes presididos por islamistas radicales o, lo que era más importante, acabar con los dos gobiernos más laicos, republicanos y con inclinaciones socialistas de esa área: Libia y Siria. Dos gobiernos, además, forjados en la lucha anticolonial, algo que el imperialismo nunca les ha perdonado. Como resultado, Libia quedó destrozada en manos de rebanacuellos y traficantes de esclavos, mientras que Siria se vio inmersa en una guerra terrorista, que soportó durante más de una década gracias a la ayuda rusa y a la firmeza del pueblo sirio, pero a la que al final desgraciadamente sucumbió.
En el caso de Siria, nuestra izquierda compatible lleva años aplaudiendo a esos cortacabezas descritos en los medios como “rebeldes”. Esos medios, como Público (donde trabaja el “ínclito” Pablo Iglesias), están financiados a través de organizaciones globalistas como el International Press Institute (IPI) por los Ford, Soros, Rockefeller y otros oligarcas de la anglosfera, que son los que están detrás de las revoluciones de colores y los golpes de estado anticomunistas. Por su parte, los kurdos de Rojava, que han estado apoyados por organizaciones anarquistas como CNT o CGT, se han dedicado a apropiarse del trigo, el agua y el petróleo del noreste de Siria, lo cual ha sido decisivo para hundir la economía siria y poner al país en manos de los grupos integristas islámicos. Estos grupos armados kurdos no son una milicia integrada exclusivamente por mujeres, ni muchos menos “feminista”, como nos quieren hacer creer, ya que sus líderes son individuos de pobladas barbas y bigotes, y de anarquistas tienen más bien poco; de hecho, Santiago Abascal, líder de Vox, un ultra pro OTAN (como nuestra izquierda compatible), los visitó para mostrar su apoyo en 2014. Por otra parte, es muy llamativo que los combatientes kurdos hayan estado compartiendo en total armonía el ocupado noreste sirio con tropas invasoras norteamericanas. Asimismo, resulta bastante contradictorio que buena parte de esta falsa izquierda diga defender a Palestina y al mismo tiempo se alegre de la caída de Al Asad. ¿Acaso no saben que sin la Siria de Al Asad formando parte del Eje de la Resistencia Palestina queda al borde del abismo?
La alineación de buena parte de la izquierda patria con la OTAN y el imperialismo es preocupante pero no es nueva. Ya en los 90 aplaudieron la ruptura de la Yugoslavia comunista y apoyaron a los cortacabezas bosnios (precursores de los rebanacuellos que actuaron después en Libia y Siria) y a los mafiosos de la UÇK albanokosovar. También simpatizaron con las huestes integristas en Chechenia que, entre otras hazañas, masacraron una escuela llena de niños en Beslán (Osetia del norte) en 2004. Entonces esta izquierda espuria culpó de ello a Putin, coincidiendo curiosamente en su condena con la versión difundida por los medios de manipulación de masas del occidente colectivo. Y más recientemente, hemos visto a estos pseudo progresistas cuestionar el triunfo electoral de Nicolás Maduro, pero mirar para otro lado cuando en Europa se intenta matar a tiros a un líder político díscolo como Robert Fico o se interfiere descaradamente en los procesos electorales de Rumanía, Moldavia o Georgia. En estos casos, la izquierda woke no pidió que “se mostraran las actas.”
Es necesario por tanto desenmascarar a esta falsa izquierda, que no es más que una sucursal del Partido Demócrata de los EE.UU., el partido del globalismo beligerante por excelencia. Esto es resultado de una labor de zapa realizada durante décadas por los servicios secretos angloamericanos, que han conseguido neutralizar a la izquierda occidental infiltrándola y vaciándola de contenido. Así, hemos pasado de una izquierda basada en la lucha de clase y el antiimperialismo a otra basada en las identidades y en el falso humanitarismo de las ONGs, un caballo de Troya revestido de ideología woke pero relleno de soldados de la OTAN.