La crisis egipcia mantiene sus principales componentes hoy, después que miles de de manifestantes desafiaron anoche el toque de queda impuesto en Port Said, escenario de violentas protestas desde el sábado pasado.
El estado de emergencia, que se extiende entre las 21h y las 9h abarca asimismo las ciudades de Suez e Ismailia, en las cuales no se reportaron incidentes, aunque la tensión es palpable.
Los manifestantes en Port Said demandaron la anulación de la medida excepcional y algunos exigieron la caída del Gobierno sin que el Ejército, que controla la ciudad, interviniera para dispersarlos.
Un primer encuentro la víspera del diálogo nacional convocado por el presidente egipcio, Mohamed Mursi, transcurrió sin penas ni glorias en ausencia de la coalición opositora Frente de Salvación Nacional (FSN).
El ente rehúsa cualquier entendimiento que no incluya la satisfacción de sus demandas, entre ellas, formación de un gobierno de salvación nacional, revisión de la Constitución y anulación de las facultades excepcionales del mandatario.
La pugna sigue inerte y sin indicios de solución, en medio de una situación económica cada vez más compleja debido a la devaluación de la moneda nacional, creciente déficit presupuestario, disminución de las reservas extranjeras y la reticencia de los turistas a visitar un país donde los disturbios son cotidianos.
Ninguna nueva iniciativa se perfila en el horizonte después tras cuatro días del inicio de las protestas, convocadas el viernes para recordar el segundo aniversario de las manifestaciones que obligaron a renunciar al ex presidente Hosni Mubarak hace dos años y dieron paso a la convocatoria de elecciones presidenciales a mediados de 2012, ganadas por Morsi por estrecho margen.
Desde entonces Egipto vive convulsionado por protestas contra lo que entidades laicas y musulmanas moderadas consideran es un crecimiento desmedido de la influencia de la Hermandad Musulmana, de la que Morsi surgió a la política nacional, y de entidades salafistas, notorias por su concepción ultraortodoxa del Islam.
Las grandes interrogantes ahora son cuál de las fuerzas en liza prevalecerá y, sobre todo, como logrará hacerlo y con qué perspectivas de afianzarse.