domingo, 31 de mayo de 2020

LOS DISTURBIOS SE EXTIENDEN POR TODO ESTADOS UNIDOS POR LA MUERTE DE GEORGE FLOYD

Cuba Debate, 30/05/2020

[Esto pasa en el país que se cree con derecho a bombardear otros países con la excusa de la salvaguarda de los derechos humanos.]



Los disturbios raciales por la muerte del afroamericano George Floyd a manos de la policía el lunes pasado en Mineápolis, se extendieron por ciudades de todo Estados Unidos, con incendios, saqueos y enfrentamientos entre manifestantes y agentes antidisturbios.

En Mineápolis cientos de manifestantes desafiaron el toque de queda impuesto y, como en las últimas tres noches, repitieron esta madrugada los incendios, actos de vandalismo y saqueos de comercios.

Uno de los epicentros de las protestas fue el cuartel de la policía del Quinto Distrito, después de que en la noche del jueves incendiaran el edificio de la comisaría del Tercer Distrito, frente al cual también se concentraron hoy otros manifestantes, algunos de ellos arrodillados y con el puño en alto.

El origen de las protestas es la muerte del afroamericano George Floyd, de 40 años, que falleció el lunes cuando era detenido bajo la sospecha de haber intentado usar un billete falso de 20 dólares en un supermercado.

En vídeos grabados por transeúntes se ve a uno de los cuatro agentes que participaron en la detención, y que luego fueron expulsados del cuerpo, sometiendo a Floyd en el suelo, subido sobre él y presionándole con su rodilla en el cuello durante varios minutos, sin hacer caso de sus ruegos de que no puede respirar.

“Por favor, por favor, por favor, no puedo respirar. Por favor”, se escucha a Floyd decir mientras agoniza.

Los disturbios de esta madrugada se producen entre llamamientos a la tranquilidad de líderes civiles de la comunidad afroamericana y pese a la confianza de las autoridades de que los ánimos se calmarían después de que este viernes la fiscalía acusase formalmente al agente Derek Chauvin, el policía que presionaba el cuello de Floyd con su rodilla, de asesinato y homicidio imprudente.

El expolicía, que podría ser condenado a hasta doce años de cárcel, se le ha fijado una fianza de medio millón de dólares.

A la policía se le ha sumado también la Guardia Nacional, que ha sido activada por el gobernador de Minesota, Tim Walz, para controlar las protestas junto a fuerzas de la patrulla estatal.

Pentágono prepara despliegue de unidades militares en Mineápolis a petición de Trump

Un vehículo incendiado en Minneapolis es extinguido por un manifestante durante las protestas por la muerte de George Floyd a manos de un policía. Foto: Reuters.

El Departamento de Defensa de EE.UU. prepara el despliegue en Mineápolis (Minesota) de unidades en activo de la policía militar para frenar los disturbios durante las protestas por la muerte de un hombre de raza negra cuando era detenido por policías el lunes, informó este sábado el diario The New York Times.   

Según el rotativo, el Pentágono ha puesto sobre aviso a unidades en servicio activo en todo el país, a petición del presidente estadounidense, Donald Trump, que ha estado buscando opciones con sus asesores de seguridad nacional, incluido el secretario de Defensa, Mark Esper, sobre cómo abordar los altercados en decenas de ciudades.

Precisamente este sábado, el gobernador de Minesota, Tim Walz, anunció que había ordenado la movilización de toda la Guardia Nacional, un cuerpo de reserva, de ese estado para hacer frente a los disturbios.

Funcionarios citados por The New York Times indicaron que el Ejército emitió instrucciones de “preparativos para despliegue” a unidades de la policía militar en varias bases.

La Guardia Nacional ya ha sido activada no solo en Minesota sino también en otras partes de EE.UU., como Kentucky, como se suele hacer cuando hay disturbios, pero el despliegue de la policía militar supondría una escalada en la respuesta de las autoridades.

El rotativo recordó que la policía militar fue empleada en 1992 durante losdisturbios en Los  ngeles (California) que siguieron la absolución de cuatro agentes de policía que dieron una paliza al afroamericano Rodney King.

De producirse el despliegue en Mineápolis es posible que las primeras unidades en hacerlo serían las de Fort Bragg de Carolina del Norte y la de Fort Drum en Nueva York, indicaron las fuentes consultadas por el periódico, que, no obstante, matizaron que la orden actual de “prepararse para desplegarse” no significa que vayan a ser activadas seguro, aunque se trata de un primer paso.

martes, 26 de mayo de 2020

LECCIONES QUE APRENDER DE LA PANDEMIA DE COVID-19

por Tommaso della Macchina





1.Introducción: el virus que nos pilló desprevenidos

Ya hacía tiempo que la humanidad en su conjunto (incluidos los países más desarrollados) no sufría un sobresalto a cuenta de un agente patógeno. La peste, la tuberculosis, la viruela, al menos en occidente, son cosas del pasado. El SIDA, en los años 80 y 90 no generó esa “peste del siglo XXI” que anunciaba la prensa y en el mundo desarrollado ya se le había perdido el miedo. La epidemia de SARS de 2002-2003 era cosa de lejano oriente, exótica por tanto. La pandemia de gripe A de 2009-2010 asustó a cierta gente durante cierto tiempo gracias al sensacionalismo mediático pero fue más el ruido que las nueces y algunos nos quedamos con la sensación de que el asunto tenía que ver con vender fármacos por parte de grandes empresas multinacionales más que con la salud pública. Este último episodio generó cierta peligrosa inmunidad en la opinión pública frente a las noticias sobre pandemias, pues ya se sabe que, como en el cuento del pastor mentiroso, cuando te dicen varias veces que viene el lobo y al final nunca viene acabas no creyéndote nada. Y fue este escepticismo el que propició que en 2014, un virus de nivel 4, nada menos que el ébola, se presentara en cuestión de horas en el centro de Madrid y contagiara a una enfermera y que nadie se inmutara, actitud especialmente peligrosa en el caso de las autoridades. Menos mal que el virus no era aéreo, pensamos con alivio algunos.

Pero llegó 2020 y los medios hablaron de un nuevo virus surgido en Wuhan, China, una ciudad de la que pocos habían oído hablar en la civilizada Europa. Con las experiencias del pánico innecesario que sentimos frente al SIDA y la gripe A simplemente no nos lo quisimos creer. Además este virus asociado a una neumonía severa apareció en China, un país del que gracias a los mass media el gran público en occidente tiene una imagen deplorable de atrasado, dictatorial y pobre. Por tanto, la gente creyó que como el SARS de 2002-2003 se quedaría en Asia. Qué poco aprendimos de la experiencia del ébola de 2014, que dejó claro que en un mundo globalizado como el nuestro cualquier brote de una enfermedad contagiosa en la esquina más recóndita y olvidada del planeta se puede extender en poco tiempo por todo el mundo.


2.Fracaso del neoliberalismo

A pesar del esfuerzo intoxicador de nuestros medios, todo lo que dijeron las autoridades y los médicos chinos sobre el virus resultó ser verdad, a saber, que el virus era nuevo, muy infeccioso y en algunos casos mortal. Y esto planteaba un gran dilema para los gobiernos occidentales: ¿cómo de mortal era ese nuevo coronavirus? Si las muertes eran pocas y se decretaba un confinamiento general y drástico como hicieron los chinos los grandes intereses económicos perderían sustanciosos beneficios. Pero si, por el contrario, no se confinaba a la gente y resultaba ser tan mortal como aseguraban las autoridades chinas perecería un número muy alto de personas y la opinión pública culparía a los estados de no hacer nada frente a una pandemia.

Así las cosas, occidente se debatió durante semanas entre decretar el confinamiento y sacrificar los beneficios económicos salvando vidas (la opción china) o, por el contrario, sacrificar vidas y salvar la economía (la opción de EE.UU.). Detrás de esta última opción, la neoliberal, que prevaleció en occidente durante las primeras semanas de la extensión de la pandemia no solo estaban las grandes empresas y sus sirvientes del poder político sino también ciertos científicos que abogaban por dejar entrar el virus para alcanzar cuanto antes la inmunidad de grupo frente al agente patógeno. Tal es el caso del virólogo español Adolfo García Sastre. García Sastre, que trabajó para la OTAN y actualmente ejerce como médico en uno de los hospitales privados más caros de Nueva York, Mount Sinai, en una entrevista concedida al ABC el pasado 5 de marzo quitó hierro al asunto de la pandemia diciendo que iba a ser “como un año duro de gripe”. “Habrá muchos más muertos de lo habitual, pero tampoco es un motivo para estar completamente alarmado”, prosigue el virólogo. Y al ser preguntado por su opinión sobre las medidas de confinamiento de China dio esta tan poco clara y elusiva respuesta: “Como no hay un control con el que comparar, en realidad no sabemos qué hubiera pasado si en China no se hubiesen aplicado estas medidas. Es importante que las medidas contra el coronavirus no causen más disrupción que el propio virus” [1]. Quien quiera entender que entienda. Se da la circunstancia que García Sastre había participado en 2005 en un polémico proyecto de reconstrucción del mortífero virus de la gripe de 1918, la mal llamada “gripe española” (porque en realidad surgió en EEUU.) que se llevó por delante a 60 millones de personas (30 millones sólo en China). Actualmente el virus está  en un CDC (Center for Disease Control) de los EE.UU.

Pero la apuesta por la economía en vez de por contener la pandemia empezó a llenar de enfermos los hospitales públicos occidentales afectados por las olas de recortes neoliberales de las últimas décadas. Y aún fue mucho peor en países carentes de sistemas de salud estatales como EEUU. La saturación fue tal que no había respiradores en las UCIs para todos los enfermos graves de modo que al personal médico le tocó elegir en muchos casos quién moría y quién vivía. Tampoco tenían los sanitarios material de protección con lo cual se infectaron ellos mismos y en algunos casos engrosaron la lista de muertos. Entonces algunos nos dimos cuenta de por qué los chinos levantaban hospitales de la nada en 10 días mientras las imágenes televisadas eran acompañadas de comentarios despectivos o burlescos de nuestros periodistas. Los chinos levantaban nuevos hospitales (llamados Arcas de Noé) sólo para pacientes de coronavirus para así evitaban que el virus contagiara a otro tipo de pacientes. También nos dimos cuenta de que las muertes de doctores ocurrían porque la sobreexposición a mucha carga viral podía ser mortal y no porque el gobierno chino asesinara a médicos por extraños motivos políticos como insinuaban nuestros medios. Con lo cual, en occidente se perdió un tiempo precioso dilucidando si había que hacer cuarentena o no y todo para acabar imitando mal y tarde lo que se estaba haciendo en China. Esto puso de manifiesto lo desastroso que es el sistema neoliberal al estilo de EEUU para parar una pandemia mientras que un modelo estatal y centralizado como el de China prácticamente acabó el virus en Wuhan (o al menos la primera oleada de éste) en dos meses. Eso sí, lo suyo es una dictadura, nos dicen, y lo nuestro una democracia, pero, se podría añadir, una democracia low cost, chapucera y criminal, que ni siquiera es capaz de preservar la salud de sus ciudadanos mientras potencia libertades individuales de lo más antisociales, como por ejemplo el polémico derecho a portar armas en EEUU.

Un ejemplo de este viraje en la política de occidente fue el Reino Unido. Al principio de la pandemia el líder británico, Boris Johnson, conservador y neoliberal hasta la médula dijo bastante claro que no estaba por paralizar la actividad e insinuó que si había alguien que caía en la pandemia, como por ejemplo, la gente mayor, pues mala suerte. Pero los muertos se empezaron a acumular, especialmente en las residencias de ancianos, y además el propio Johnson cayó enfermo de gravedad, ingresando en la UCI de un hospital londinense y a partir de ahí, todo cambió. El gobierno británico abandonó la suicida estrategia de EEUU de no aceptar el “lockdown”, el confinamiento, y decidieron aunque tarde seguir la estrategia china y fortalecer la NHS, el sistema nacional de salud. En cambio la manera en que EEUU se enfrentó a la pandemia fue un completo desastre. Con una postura mayoritaria en su clase política a favor de salvar el mercado y sacrificar a la gente, el confinamiento fue irregular y escaso y en algunos lugares como Nueva York, en el que según estudios chinos, circulaba una de las cepas más agresivos del virus (la procedente de Europa), los hospitales se saturaron, los sanitarios, sin las debidas medias de seguridad, se contagiaron y los muertos acabaron almacenándose descompuestos en camiones desperdigados por la ciudad. Estas mismas escenas las habíamos visto en Ecuador, pero se supone que Ecuador es un país en vías de desarrollo y EEUU es la primera potencia mundial. O eso se nos ha hecho creer.

3.La izquierda posmoderna se alía con el virus

Desde el principio el grueso de la izquierda patria se  mostró escéptica ante el riesgo de pandemia, tozudamente escéptica. Tanto que hicieron el juego durante semanas a las élites globalistas del capitalismo opuestas al “lock down” y al cierre de fronteras. Así, destacados líderes de Unidas Podemos como Pablo Echenique exaltó el trabajo del corresponsal de TVE en Italia Lorenzo Milá quien calificó al COVID-19 como menos peligroso que una gripe. Y eso en fecha tan tardía como el 25 de febrero, a las puertas de que en Italia se colapsaran las UCIs de los hospitales.



Para Echenique y Milá, el COVID-19 
es poco más que un catarro

Pero si hubo un evento en que la izquierda liberaloide y descafeinada jugó un papel lamentable en esta pandemia fue en proseguir con los actos multitudinarios del día 8 de Marzo, a pesar de que en Italia ya se habían puesto en cuarentena a 16 millones de personas y los expertos que asesoraban al gobierno español sabían que aquí pasaría exactamente lo mismo. De hecho, ya el 10 de febrero, casi un mes antes de las manifestaciones, el Ministerio de Sanidad y el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias había elaborado un informe técnico firmado por, entre otros, los conocidos por el público televisivo Fernando Simón y María José Sierra, sobre el virus en el que se coincidía con los médicos y científicos chinos en lo serio de la epidemia. En concreto se habla de que el virus tenía una letalidad de hasta un 15%, mucho más que la gripe estacional (sobre un 1,2% [2]). El documento pdf del informe, por cierto, se puede consultar online [3]. A pesar de saberse todo esto, la izquierda del identitarismo no fue capaz de bajarse del burro y suspender los actos del 8 de marzo y sacrificaron a toda la población a mayor gloria del feminismo, esa incontestable ideología de estado. De hecho se mofaron de la epidemia con pancartas que rezaban “El machismo mata más que el coronavirus”, algo que es rotundamente falso (en lo que va de año, muertos por coronavirus: casi 27,000; mujeres muertas por violencia de género: 18). Claro que la extrema derecha de Vox hizo algo parecido celebrando un congreso en olor de multitudes; no obstante, se supone que Unidas Podemos son algo más civilizados que esos caciques descendientes de la pata del Cid como Abascal y cía. El caso es que un evento al que asistieron cientos de miles personas en toda la nación sirvió para extender el virus, cosa que a día de hoy los participantes en el acto se han negado a reconocer. De hecho muchas de las participantes enfermaron días después (Irene Montero, Carmen Calvo, Begoña Gómez, Carolina Darias, etc.)

Manifestante durante el 8 M minimizando la pandemia.

Pero aparte del ridículo papel que hizo la izquierda, digamos, moderada, favoreciendo (sin intención, se supone) la propagación del virus, habría que mencionar el no menos nefasto papel jugado por al menos buena parte de nuestra izquierda más radical. Afectos a teorías conspirativas, algunos revolucionarios de salón se han dedicado a promover que las masas se salten la cuarentena. Según éstos, la cuarentena no sería más que una dictadura encubierta para acabar con las pocas y precarias libertades que teníamos. Un ejemplo paradigmático de esta idea irresponsable e infantil lo constituye un texto del anarquista y tecnófobo Miquel Amorós, titulado “El estado con mascarilla”. En él se pueden leer soflamas a favor del “individuo desobediente, el indisciplinado que hace caso omiso de las órdenes unilaterales de arriba y rechaza el confinamiento, se niega a permanecer en los hospitales y no guarda las distancias. El que no comulga con la versión oficial y no se cree sus cifras [4].” Irónicamente ese mismo razonamiento fue utilizado por el empresario multimillonario Elon Musk, jefe de la firma de coches eléctricos Tesla, para justificar saltarse el confinamiento y reabrir su fábrica en California, en contra del criterio del gobernador de ese estado, Gavin Newsom. De hecho, el “subversivo” millonario tildó la cuarentena de “fascista e indignante” y amenazó con llevarse la producción de coches a otro lado [5]. También esgrimieron ese tipo de razones los acaudalados vecinos del barrio de Salamanca en Madrid, quienes, envueltos en banderas de España (algunas de ellas preconstitucionales), se manifestaron el día 13 de mayo contra la cuarentena al grito de “libertad”, “gobierno dimisión” y “comunistas fuera” [6]. Al final va a ser verdad que los extremos se tocan.
No obstante, en la izquierda también hay quien ha hecho un análisis razonable de la situación, como el periodista marxista belga Michel Collon. Collon, en su boletín vía Internet Michel Midi del pasado 7 de abril titulado “Coronavirus ¿Una Conspiración?” [7], aborda la idea planteada por cierta parte de la izquierda radical occidental de que el confinamiento es en realidad una excusa para reprimir todo atisbo de contestación social y de esta manera dominar por completo al pueblo llano. Según esta tesis, el confinamiento no sería más que un estado de sitio y un golpe de estado encubierto. Frente a esto el periodista belga contesta que la pandemia existe, que si China alertó al mundo fue porque el SARS-COV-2 es un virus muy peligroso puesto que no tenemos ni inmunidad de grupo ni vacuna a diferencia de lo que ocurre con la gripe estacional, y que aunque, en muchos casos, la enfermedad que genera no es grave, el número de casos graves es suficiente como para colapsar los sistemas sanitarios. También pregunta a los que piensan que el confinamiento es una excusa para imponer una dictadura por parte de los estados occidentales cómo se explica que éstos se resistieran tanto al principio a decretar la cuarentena, lapso de tiempo que, como sabemos, facilitó la extensión de la pandemia. Michel Collon contesta que, obviamente, esto fue así porque a los estados capitalistas no les interesaba parar la economía y ver disminuidos los beneficios de sus clases poseedoras. Y de esta manera, Collon expresa una tesis basada en argumentos racionales y no en teorías conspirativas como hace cierta izquierda. Bien por él.

Más grave aún es que, para negar que exista una verdadera pandemia, ciertos sectores supuestamente críticos han echado mano de tesis irracionalistas y anticientíficas como las que difunden los grupos antivacunas. Éstos derivan de grupos protestantes radicales, tecnófobos y reaccionarios [8] del mundo anglosajón que opinan que la teoría microbiana de la enfermedad en la que se basa la ciencia moderna (a saber, que la enfermedad está causada por patógenos microscópicos como virus o bacterias) es falsa. ¿Y entonces qué causa la enfermedad? Según algunos de estos grupos, la contaminación resultante de la industrialización y el progreso (¡cómo no!), pero en el caso del COVID-19 concretamente el culpable es la tecnología 5G, que, según ellos, vuelve loco al virus y se dedica a atacar al ser humano. Y aquí se produce otra coincidencia muy curiosa, dado que es China la pionera y principal beneficiaria de la tecnología 5G, los antivacunas coinciden sorprendentemente con EEUU en su odio a la tecnología china. Y como, según algunos popes de la izquierda posmoderna como el citado Amorós, China es igual de capitalista que EEUU, da igual si para atacar la tecnología del gigante asiático echamos mano de estudios hechos en la Universidad de Hong Kong, que es la cuna de la enésima revolución de colores fomentada por el imperialismo norteamericano. Ese tipo de argumentación tan falaz como extravagante abunda en el manifiesto “Comunicado en relación al SARS-COV2” del grupo Stop Vacunas alojado en su blog [9]. Pero aún hay más: colectivos antivacunas han participado en algaradas como las del madrileño barrio de Salamanca solo que esta vez en Alemania, país donde grupos tanto de la extrema izquierda como (¡sorpresa!) de la extrema derecha han unido fuerzas para pedir el fin de la “dictatorial” cuarentena [10]. Más coincidencias.



Grupos contra el confinamiento en Alemania culpando de la pandemia a la tecnología 5G

4.El ridículo de los medios de comunicación

Pero si hay un sector del poder burgués al que esta pandemia ha sorprendido con el paso cambiado ése es el de los medios de masas. Éstos desde la declaración de la epidemia en Wuhan no han dejado de desinformar sobre ésta y denigrar a China. Y lo más grave es que tal actitud también ha favorecido la extensión de la pandemia.

Ya desde la aparición de los primeros casos reportados a la OMS en Wuhan los mass media mostraron una actitud que fue de la incredulidad al sensacionalismo. Rara vez se informó de una manera racional y comedida de tal modo que pudiera servir para que la población se preparara para lo que tenía que venir. Nada de eso; al contrario, primero se empezó por dudar de que la enfermedad fuera real y se insinuó que era un ardid de China y su gobierno en plena guerra comercial con EE.UU a cuenta del 5G. Así algunos periodistas, muchos de ellos de la supuesta “izquierda” mediática, dijeron que el nuevo coronavirus no era más peligroso que una gripe (¿como esa gripe A de 2009 que esa misma “izquierda” mediática nos pintó como una plaga bíblica?) y que por tanto teníamos que hacer vida normal y, por supuesto, la economía (incluido ese Mobile World Congress de Barcelona) no se podía parar. De esta opinión era Ignacio Escolar, un periodista (aunque, en realidad, ni acabó la carrera) “progresista” que apoyó los bombardeos de la OTAN en Libia y a los Cascos Blancos de Siria que ayudan a los yihadistas, y que llegó  a publicar en su periódico que “el alarmismo hace más grave de lo que es el virus de Wuhan”, al que llegó a equiparar con la gripe o el catarro en el infame programa de La Sexta dirigido por Antonio G. Ferreras Al Rojo Vivo. A buen seguro su financiador George Soros, el artífice de las revoluciones de colores, estará orgulloso de su labor [11]. Lo mismo que Escolar dijo del virus que asolaba el norte de Italia el corresponsal de TVE Lorenzo Milá, lo cual le valió, como sabemos, el aplauso de Pablo Echenique. Y todo este escepticismo interesado fue aderezado con ciertas dosis de ridículo esperpento por parte del Gran Wyoming que en El Intermedio (también en la “progre” La Sexta TV) se burló de los enfermos y víctimas de la pandemia gritando al tiempo que gesticulaba histriónicamente: “vamos a morir todos”. Curiosamente, a los pocos días del numerito, su programa se tuvo que hacer vía internet desde las casas de los presentadores para evitar que cayeran enfermos y cuando volvió al formato habitual, el Sr. Wyoming fue el único que siguió teletrabajando desde su casa. “Por razones de edad”, esgrimió él. Además de payaso y faltón, cobarde.

Y tras el escepticismo llegó el nerviosismo y con él la sinofobia. En efecto, como las víctimas de ese catarro o esa gripe sin trascendencia empezaban a saturar los hospitales, la actitud de los medios tuvo que cambiar. De la negación se pasa al alarmismo. Y partir de entonces se echa la culpa de todo a China. (No olvidemos que en todas las pandemias hay que buscar un chivo expiatorio; durante la epidemia de peste medieval fueron los judíos). Para empezar, se culpa al gigante asiático de no  haber actuado con la suficiente rapidez, a pesar de que ya en otoño se habían detectado casos de una extraña y agresiva neumonía, al menos en Italia [12] y en Francia [13], pero fue China el primer país en comunicárselo a la OMS el 31 de diciembre de 2019. Después de decir que la gestión china fue negligente e ineficaz, se culpa al país asiático de todo lo contrario y califican las medidas de confinamiento de brutales y dictatoriales. ¿En qué quedamos? China puede ser laxa o drástica en las medidas para luchar contra la pandemia pero no las dos cosas a la vez. Por otra parte, los medios se dedican a hacer circular todo tipo de noticias sin confirmar que culpan a China casi de cualquier cosa. Por ejemplo, se empieza a decir que el origen de la epidemia está en la dieta de los chinos. Así el indocumentado ¿periodista? de gorra al revés e ídolo del lumpen más analfabeto Frank Cuesta (alias Frank de la Jungla) difunde la teoría de que el virus pasó de un pangolín a un humano porque según él los chinos se comen a los pangolines crudos. Esta teoría conspiranoica y ridícula (pues el pangolín es una especie protegida en China) fue difundida por el “periodista” fascioliberal Jiménez Losantos, quien le hizo una aportación propia de las películas de espías cuando dijo que tal hecho fue denunciado por un doctor chino pero las malvadas autoridades comunistas lo hicieron desaparecer [14]. También se habló de los “wet markets”, de los mercados chinos con animales vivos, como el mercado de marisco de Wuhan, como origen de la zoonosis (el salto del virus del animal al ser humano) pero esa idea, destinada a denigrar nuevamente la cultura china, es falsa por dos razones. Primero, porque en ese mercado no se venden especies animales que sean susceptibles de ser reservorios de virus (como, p. ej. murciélagos) sino pescados y mariscos (aquí habría que recordar que en las zonas portuarias de España en los mercados se venden crustáceos y moluscos vivos). Y segundo, porque el virus ya circulaba en Wuhan mucho antes de que los empleados del mercado se contagiaran. Así, el pasado octubre se celebró en la próspera y moderna ciudad de Wuhan (conocida entre los hombres de negocio occidentales como la Chicago de China [15]) unas olimpiadas militares a las que acudieron miembros del ejército de muchos países, algunos de los cuales contrajeron una enfermedad parecida a la gripe que en algún caso desembocó en severa neumonía. Tal fue el caso de algunos militares franceses y españoles [16]. Y esto genera una pregunta: ¿esa enfermedad procedía de China o la llevó allí algún militar extranjero? De acuerdo con el ministro de exteriores chino, la enfermedad la llevaron algunos militares de la delegación de EE.UU. según él a propósito para expandir el virus por China. Esto último, de momento, no se ha podido probar, pero lo que sí se ha probado es que el mercado de Wuhan no es el verdadero origen de la pandemia. De hecho la propia OMS declaró que es posible que el virus ya circulara entre los asistentes a la Cumbre del Clima de Madrid celebrada a principios de diciembre [17].



Wuhan, la Chicago de China, una de las ciudades más avanzadas 
y modernas del mundo, con un PIB equivalente al de Portugal.

Capítulo aparte merece la actitud de nuestra prensa ante el uso de las mascarillas. En un primer momento, nuestros periodistas quisieron convencernos de que la mascarilla era cosa de chinos y se burlaron de su uso. Tal es el caso del periodista “progre” Antonio Maestre (a quien le llaman el Eduardo Inda de la “izquierda”), quien llegó a decir en Twitter el 25 de febrero que: “Es más probable morir atropellado porque la mascarilla del coronavirus se mueva y te tape los ojos que por el propio virus”. Este periodista, además, ejemplifica la falta de coherencia informativa que ha presidido la cobertura de la crisis del coronavirus por parte de nuestra prensa. Así, mientras un día (el 9 de marzo) escribía en Twitter que el asunto del coronavirus era puro sensacionalismo e hipocondría, a los pocos días (el 13 de marzo) argumentaba que el confinamiento era necesario para que no se desbordaran los hospitales. Pero ni una disculpa o explicación por haber minimizado tan sólo cuatro días antes el problema.




Pero si ha habido un episodio escandaloso en la cobertura mediática del confinamiento ese ha sido el protagonizado por las agencias informativas, entre cuyos cometidos está la lucha contra los bulos y las fake news. En especial, habría que referirse a Newtral y Maldita, ambas empresas propiedad de la periodista de La Sexta Ana Pastor (antes en RTVE y CNN), esposa del infame Antonio G. Ferreras, director de Al Rojo Vivo. Para empezar, Newtral, que se las da de rigurosa y cazadora de bulos, se adhirió en el periodo pre-confinamiento a las tesis que minimizaban el impacto de la pandemia y que eran compartidas por la inmensa mayoría de la prensa occidental. Así, el 1 de febrero Newtral, a través de su autoproclamado experto en virus y pandemias, Mario Viciosa, subalterno de Ana Pastor, publicó una noticia que aseguraba que el coronavirus es mucho menos grave que la gripe. No hace falta decir que esto, como por desgracia hemos podido comprobar, es falso pero es que además hay que tener en cuenta que existían datos recogidos por las autoridades y científicos chinos durante el mes de enero y publicados en el arriba mencionado informe técnico firmado por Fernando Simón y otros que lo desmentían tajantemente. Tenemos pues una agencia antibulos que básicamente se dedica a difundir bulos siempre que éstos beneficien a occidente y a sus élites económicas que, recordemos, en febrero se resistían a toda medida de confinamiento porque significaban renunciar a pingües beneficios. 




Captura de pantalla del sitio web de la agencia “antibulos” 
Newtral donde se minimiza la gravedad del COVID-19


Aún así, no quedó ahí la cosa. A mediados del mes de abril Newtral se vio obligada por las circunstancias a rectificar una noticia que calificaba de crimen machista lo que era un suicidio. De hecho, los jueces dejaron en libertad al presunto "asesino machista" al no ver indicios de delito y, además, había testigos oculares que vieron que el hombre intentó socorrer a la mujer. El desmentido, por cierto, causó mucho menor revuelo que el titular que hablaba de otra mujer más asesinada a manos de su marido. Tenemos por lo tanto otro bulo cuyo objetivo era crear un estado de opinión favorable a las reivindicaciones del feminismo burgués, ese mismo que dijo que el machismo mataba más que el virus y que vaticinó que el confinamiento dispararía el número de asesinatos machistas cuando de hecho fue todo lo contrario. 

Y por último y más escandaloso aún, pudimos saber que tanto Newtral como Maldita, ambas dos empresas de Ana Pastor, eran las entidades encargadas en España de censurar (o dicho más finamente “bloquear contenidos inapropiados”) el Whatsapp, la aplicación de mensajes instantáneos más popular, usada por millones de personas. Por mucho que Ana Pastor y su amiguete Ignacio Escolar argumentaran que esto era una invención de la extrema derecha, en el sitio web de Whatsapp se podía consultar la lista de entidades que censuran contenidos a lo largo y ancho del mundo y en el caso de España las dos entidades que figuraban en la lista eran las dos empresas de Ana Pastor.



Captura de panatalla del sitio web de Whatsapp donde se informaque las agencias Newtral y Maldita ambas propiedad de la periodista Ana Pastor están a cargo de la censura de los contenidos de la popularaplicación de mensajes instantáneos.
Por tanto, vemos como la prensa también colaboró con la extensión del virus al contribuir al retraso de la aplicación de las medidas de confinamiento. Ni que decir tiene que esto tiene que ver con el hecho de que estos medios que hemos mencionado están participados por el capital de empresas que iban a dejar de ingresar muchos beneficios con el confinamiento. Por ejemplo, la Sexta, que es parte de Atresmedia (igual que el diario ultraderechista La Razón) está controlada en gran medida por el capital catalán, a veces ligado al sector turístico (como por ejemplo la empresa de aviación comercial Vueling), de ahí las presiones para que el “lock down” fuera lo más tarde y corto posible. Aquí nuevamente tenemos la economía por encima de la salud de las personas, idea criminal sobre la que descansa el capitalismo.

5.Conclusión: el capitalismo es incapaz de luchar contra una pandemia

Decía Stephen Hawking, célebre físico teórico, en una entrevista concedida al diario británico The Daily Telegraph en 2001, que es más probable que el fin de la especie humana llegue por una pandemia causada por un virus que por una guerra nuclear [18]. Si hay algo que por encima de todo ha puesto de relevancia esta pandemia del COVID-19 es que esa idea, procedente de las élites liberales de EE.UU., de que el ser humano está destruyendo el planeta es absolutamente falsa. El ser humano no es capaz de destruir la naturaleza, al revés, es la naturaleza la que puede destruir al ser humano, y prueba de ello es que un ente microscópico, un virus, ha puesto de rodillas ese supuesto todopoderoso sistema económico humano que llamamos capitalismo en tan solo tres meses. 

Durante décadas, al menos en occidente, hemos estado esperando una catástrofe climática o una crisis por escasez de recursos (p. ej. de petróleo, en la actualidad superabundate y barato, por cierto) y nos hemos olvidado de que las guerras y, más aún, las epidemias es lo que más seres humanos se han llevado por delante. Así, la peste y la viruela mataron a cientos de millones de personas a lo largo de la historia, más que cualquier catástrofe natural. Sin embargo, hemos estado tan obsesionados con el calentamiento global que no hemos visto de dónde venía el verdadero peligro para el ser humano. Peor aún, la izquierda se ha dedicado a hacer la guerra a la industria y al plástico y esto, junto a las políticas de recortes en la sanidad pública a cargo de gobiernos de derecha, ha hecho posible que la UE y no digamos EEUU, careciera del material suficiente (mascarillas, guantes, respiradores, todo eso que está hecho de contaminante plástico pero que es indispensable para salvar vidas) para hacer frente a la pandemia. ¡Qué lejos queda esa izquierda que se basaba en el socialismo y en la ciencia (y no en el identitarismo y el esoterismo New Age como la de ahora) y que era por ello temida por la élite burguesa! Esto contrasta con países emergentes con industria propia y un gobierno que planifica, se adelanta a los acontecimientos y no es esclavo de las multinacionales, como China, donde la pandemia ha sido combatida con eficacia. Está, por tanto, claro que el cortoplacismo de los sistemas capitalistas neoliberales los hace incapaces de gestionar con éxito la lucha contra una pandemia y que en realidad es el capitalismo y no el socialismo el que está acabado a pesar de lo que diga la propaganda burguesa de los mass media. O nos deshacemos de este sistema insolidario, desorganizado y chapucero o la próxima vez que nos invada un virus podría ser la última.



La mortalidad se dispara desde la segunda quincena de marzo en España. Esta gráfica prueba que la pandemia no ha sido ninguna broma. Fuente: Instituto de Salud Carlos III.

REFERENCIAS:

[1]https://www.abc.es/ciencia/abci-adolfo-garcia-sastre-epidemia-coronavirus-como-duro-gripe-202003042022_noticia.html
[2] https://www.abc.es/sociedad/abci-coronavirus-mundo-menos-letal-gripe-comun-espana-202002271353_noticia.html
[3] https://www.sempsph.com/images/ITCoronavirus.pdf
[4] https://kaosenlared.net/el-estado-con-mascarilla/
[5] https://elpais.com/tecnologia/2020-04-30/elon-musk-califica-de-fascista-y-de-encarcelamiento-forzado-el-confinamiento-en-ee-uu.html
[6] https://nuevocurso.org/que-significa-lo-que-paso-en-el-barrio-de-salamanca/
[7]https://www.youtube.com/watch?time_continue=674&v=YdX3U9qqyzU&feature=emb_logo
[8] https://en.wikipedia.org/wiki/Vaccination_and_religion 
[9] https://stopvacunas.wordpress.com/2020/03/18/comunicado-stop-vacunas-en-relacion-al-sars-cov-2/amp/?fbclid=IwAR0lnq_OCJovym1dSj05DHv1NrjminI7_xa-_enGmVcoQwxcpidfUTgzg30&__twitter_impression=true
[10] https://elpais.com/internacional/2020-05-14/un-coctel-extremista-y-conspirador-contra-un-supuesto-nuevo-orden-mundial.html 
[11] https://www.eldiario.es/juanlusanchez/filantropia-periodismo_6_558254179.html
[12] http://www.elespiadigital.com/index.php/noticias/confidenciales/29053-2020-04-05-08-12-12
[13] http://spanish.people.com.cn/n3/2020/0501/c31619-9686320.html
[14] https://www.lavanguardia.com/television/20200306/473986389744/frank-cuesta-coronavirus-tailandia-agosto-teoria-covid19-pangolin.html
[15] https://cincodias.elpais.com/cincodias/2020/01/24/economia/1579870825_187681.html
[16] https://www.lavanguardia.com/vida/20200508/481019085930/atletas-espanoles-enfermaron-juegos-militares-wuhan-octubre.html
[17] https://www.lavanguardia.com/vida/20200507/481009003806/oms-contagios-oronavirus-cumbre-clima-madrid.html?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_content=vida
[18] https://www.telegraph.co.uk/news/uknews/1359562/Colonies-in-space-may-be-only-hope-says-Hawking.html

viernes, 22 de mayo de 2020

LA MAYORÍA DE LOS ESPAÑOLES YA VE CHINA COMO LA PRINCIPAL POTENCIA MUNDIAL, PESE A LA EPIDEMIA

Enric Juliana
La Vanguardia, 20/05/2020



Más de la mitad de los españoles (56%) consideran que la República Popular China es en estos momentos la principal potencia mundial, por delante de Estados Unidos (36%). Las preferencias por ambos países están empatadas. Son datos de esta semana.


Un 38% considera que España debe dar prioridad a la relación económica con China y otro 38% se inclina por Estados Unidos. Este giro sobre la percepción de China se produce a pesar del impacto negativo que la epidemia del Covid-19 está teniendo sobre la reputación de los productos y las empresas de ese país. Un 51% considera menos probable que antes la adquisición de productos chinos, un 43% declara que su confianza se mantiene invariable y un 5% tiene ahora más confianza. Son datos del último de los sondeos diarios que la empresa Metroscopia viene efectuando desde la proclamación del estado de alarma, pulsando distintos aspectos del excepcional tiempo que nos ha tocado vivir. Es conveniente ver qué ocurre en el nervio óptico de la sociedad, más allá de las sombras tácticas de la política.

La reputación de China sale abollada de la pandemia, no así su imagen de país poderoso con el que conviene tener buenas relaciones. En Italia esa percepción es aún mucho más acusada. Un sondeo de SWG, empresa de Trieste que trabaja para algunos de los principales medios de comunicación italianos, señalaba a mediados de abril, en el momento más duro de la epidemia, que el 52% de la sociedad italiana considera a China como el principal país amigo, seguida de Rusia (32%) y de Estados Unidos, que baja a la tercera posición, con sólo un 17% de apoyo en el país que adoró los mitos norteamericanos durante todo el siglo XX. Según la misma encuesta, el 45% de los italianos considera a Alemania como el principal país adversario, seguido de Francia (38%), Reino Unido (17%) y Estados Unidos (16%).

Semanas antes de la publicación de este sondeo de SWG, un grupo de médicos chinos, con experiencia en la cuarentena de Wuhan, había llegado a Roma para ayudar a los médicos de Lombardía, la región más afectada. En paralelo se produjo un hecho aún más relevante: un destacamento militar ruso especializado en tareas de desintoxicación nuclear, química y bacteriológica aterrizó en la base aérea de Practica di Mare, no muy lejana de Roma. El destacamento se trasladó por autopista a Lombardía con la bandera rusa en lo alto de camiones y jeeps. Por primera vez, un convoy militar ruso atravesaba la península itálica en misión oficial. En el cuartel general de la OTAN en Bruselas se les pusieron los pelos de punta.

Es interesante repasar la cronología de abril. Inmediatamente después del arribo de esa significativa ayuda rusa y china a Italia –con la evidente anuencia del Gobierno presidido por Giuseppe Conte – y de la publicación de la encuesta de SWG, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pidió excusas a la sociedad italiana por la pasividad inicial de la Unión Europa. También al cabo de unos días, el Gobierno de Estados Unidos aprobaba ayudas directas a Italia por valor de cien millones de dólares y el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo , recordaba a los europeos –el mensaje también iba dirigido a los españoles– que nadie les defenderá mejor que Estados Unidos. Semanas después el secretario de Defensa, Mark Esper , advertía lo siguiente en una entrevista publicada por el diario turinés La Stampa : “Rusia y China se están aprovechando de una situación única para promocionar sus intereses. Italia debe mantener alta la guardia”.

Durante estos meses fatídicos, España no ha pisado líneas rojas de la geopolítica. Mientras Conte pedía ayuda a Rusia, el Gobierno de Pedro Sánchez pedía ayuda a la OTAN. Imaginemos un convoy militar ruso yendo a Barcelona por la autovía A-2. En el cogollo de Madrid se habrían agotado las existencias de cacerolas. El PSOE es atlantista desde 1946 y ahora quiere virar un poco más al centro. Se nota, se siente.

Y China no cae del todo mal a los españoles.

miércoles, 20 de mayo de 2020

MUERE POR LA COVID-19 UNA CONCEJALA QUE DIJO QUE EL VIRUS "NO ES MORTAL"

Valentino Arteaga
Sevilla Digital, 20/05/2020

[Qué ironía. Y lo peor del caso es que había sido docente en una Escuela de Medicina.]

Aseguraba que comer cítricos previene el contagio y recomendó no usar mascarillas para protegerse

Pues vaya mierda de doctora


Ecuador es uno de los países de Latinoamérica más afectado por la pandemia de la covid-19, contando con casi 3 mil fallecidos por la nueva enfermedad. Desde un primer momento los políticos de este país han estado en el foco por una supuesta gestión ineficiente de la crisis sanitaria y ahora hay que lamentar la muerte de una de estas personas.

Se trata de Violeta Ávila, una concejala de Manta, en la provincia de Manabí, que falleció el pasado martes, según informó el alcalde de la ciudad, Agustín Intriago. Si bien no se ha confirmado oficialmente la causa de su deceso, los medios locales apuntan a que se encontraba ingresada en el único hospital de la ciudad encargado de tratar a los pacientes de covid-19 y estaba en la UCI desde el pasado 6 de mayo tras presentar problemas respiratorios asociados con la enfermedad surgida en Wuhan a finales del año pasado.

Lo más curioso y lamentable de todo es que la fallecida tenía formación sanitaria, concretamente la carrera de medicina, pero aseguró al comienzo de la pandemia que el nuevo coronavirus "no es mortal" y dio recomendaciones contrarias a las ofrecidas por la mayoría de los expertos.

"En esta enfermedad del coronavirus, no es mortal [...] un 2 % de mortalidad; pero, no tienen por qué estar usando las mascarillas con el ánimo de la prevención, porque no es necesario y ustedes están gastando la plata", dijo en una entrevista.

Lo política, además de recomendar no usar mascarillas mientras otros países hacen obligatorio su uso, sugirió que era mejor comer frutas cítricas como naranja, limón y maracuyá, "ricas en vitamina C que les va a, prácticamente, aumentar su sistema inmunológico".

SUECIA APOSTÓ POR LA INMUNIDAD DE GRUPO Y HA PAGADO UN PRECIO MUY ALTO

Iñigo Sáenz de Ugarte 
El diario, 18/05/2020

[Esto es lo que produce la estrategia basada en alcanzar la inmunidad de grupo: un montón de muertos]

El Gobierno de Estocolmo rechazó las medidas de confinamiento y ha acabado con cifras de fallecidos muy superiores a las de sus vecinos escandinavos

Suecia ha sufrido 365 muertes por millón de habitantes, un nivel no muy inferior al de Francia y muy superior al de Estados Unidos



Anders Tegnell ya sabe que una de sus previsiones no se ha cumplido. El principal consejero científico del Gobierno sueco calculaba a principios de mayo que un 40% de los habitantes de Estocolmo habría desarrollado inmunidad ante la COVID-19 para finales de mes. Los estudios de seroprevalencia realizados en varios países indican que ningún país ha alcanzado ese umbral, ni siquiera los más castigados por el coronavirus.

El realizado en España dio la cifra del 5% y un 11% en Madrid. Pruebas llevadas a cabo en 11.000 hogares de Inglaterra ofrecieron una cifra ínfima: un 0,27%. En Francia, un estudio científico afirmó que un 4,4% de la población había sido infectada. En las zonas más dañadas, como París, no superaba el 10%. La mayoría de los epidemiólogos considera que, para que se pueda hablar de inmunidad de grupo, no menos del 60% debe haberse contagiado y desarrollado los anticuerpos que les permitirían no verse afectados por la enfermedad. 

La idea de inmunidad de grupo era uno de los puntos con los que se justificaba la decisión de Suecia de rechazar las medidas drásticas de confinamiento adoptadas en Europa Occidental, incluidos los otros países escandinavos. Los colegios no se cerraron, sí las universidades. Las prohibiciones habituales en Europa eran sólo recomendaciones, en general respetadas por la población. Tegnell estaba convencido de que el tiempo le daría la razón, lo que no ha ocurrido hasta ahora. "En otoño, habrá una segunda oleada. Suecia tendrá un alto nivel de inmunidad y el número de casos será probablemente bastante bajo. Pero Finlandia tendrá un muy bajo nivel de inmunidad. ¿Volverá Finlandia a decretar un confinamiento total?", dijo al FT.

Nadie sabe lo que ocurrirá después del verano, pero las posibilidades de una segunda oleada son altas. Lo que sí se conoce es lo que ha ocurrido hasta ahora y ahí es evidente el precio que ha pagado Suecia. El país ha sufrido 3.698 muertes por el coronavirus, 365 por millón de habitantes, un nivel no muy inferior al de Francia y muy superior al de Estados Unidos. Es en la comparación con sus vecinos, que sí promovieron el confinamiento, donde Suecia sale peor parada. Noruega ha tenido 232 muertes (43 por millón de habitantes). Dinamarca, 547 (94 por millón). Finlandia, 298 (54 por millón).

En otras palabras, los suecos podrían preguntarse si 3.000 de sus compatriotas podrían estar vivos hoy si las decisiones del Gobierno hubieran sido otras. Es una incógnita que existe en todos los países.

El punto negro de la realidad sueca no fue una sorpresa. Al igual que en otros países, las residencias de ancianos se convirtieron en el lugar más vulnerable. Tegnell lo sabía y lo admitió en público, pero las medidas adoptadas no surtieron el efecto deseado. La mitad de las muertes se ha producido en residencias y un 25% más entre ancianos que reciben atención domiciliaria.

El Gobierno, los sindicatos y los ayuntamientos (responsables de la gestión de las residencias) pactaron la semana pasada la contratación de 10.000 trabajadores más para solucionar las carencias de ese sector. Según el sindicato Kommunal, el 40% del personal no estaba cualificado y trabajaba con contratos temporales de corta duración. Si enfermaban, no podían permitirse el lujo de quedarse en casa. Muchos no contaban con el material de protección necesario.

Una enfermedad que no desaparecerá

Tegnell puede argumentar que la inmunidad de grupo nunca fue un objetivo específico de sus planes, la herramienta con la que superar la pandemia. Básicamente, porque es imposible. La inmunidad de grupo es una consecuencia de la extensión de una epidemia a lo largo de un amplio periodo de tiempo, no una estrategia. "No creo que nosotros o ningún país del mundo alcance la inmunidad de grupo en el sentido de que la enfermedad desaparezca, porque no creo que sea una enfermedad que vaya a desaparecer", dijo. 

Eso no quita para que Tegnell y otros epidemiólogos de su equipo pensaran que el número de contagiados iba a ser mucho mayor, al menos en la capital, y que eso supondría una carga asumible y que tendría consecuencias positivas más adelante. Sus modelos epidemiológicos calculaban a finales de abril que una tercera parte de los residentes en Estocolmo estaba inmunizada. Johan Giesecke, el anterior epidemiólogo jefe del país y asesor de la OMS, incluso elevaba ese porcentaje a casi la mitad de habitantes de la capital. Eso favoreció que un alto porcentaje de la población apoyara la estrategia. 

Muchos científicos suecos denunciaron que la decisión del Gobierno de no repetir los pasos dados en Noruega o Finlandia y mantener abiertos los locales de ocio era una estrategia arriesgada o casi suicida. Epidemiólogos de la Universidad Johns Hopkins calificaron de "concepto erróneo y peligroso" la idea de buscar la inmunidad de grupo.

Sólo una catástrofe de dimensiones aun mayores a las conocidas hasta ahora a causa del coronavirus podría acercarnos a esos porcentajes. "La idea de que 'bueno, quizá los países con medidas flexibles y que no han hecho nada podrán de forma mágica alcanzar alguna inmunidad de grupo y no pasa nada si perdemos algunas personas mayores por el camino', esa idea es realmente peligrosa", dijo el 11 de mayo Mike Ryan, director de Emergencias Sanitarias de la OMS. Según los epidemiólogos de la Johns Hopkins, peligrosa hasta el punto de llegar a provocar medio millón de muertos en EEUU.

"En España ha estado en contacto con el virus poco más del 5% de la población y tenemos 27.000 muertos. Imagina lo que supone que se infecte una gran parte de la población. Hablamos de cientos de miles de fallecimientos", ha dicho Miguel Hernán, catedrático de Epidemiología en la Universidad de Harvard y miembro del comité de expertos que asesora al Gobierno español.

A mediados de marzo, el Gobierno británico aún creía que alcanzar la inmunidad de grupo era una opción viable (en ese momento, Reino Unido contaba con 800 casos de coronavirus y once muertes). Su principal consejero científico, Patrick Vallance, defendía esa opción en las entrevistas. El aumento del número de muertos lo hizo políticamente insostenible y el Gobierno se rindió a la evidencia. Hoy, hay contabilizados 243.000 casos y 34.636 muertes.

La caída de la economía
La ausencia del confinamiento forzoso planteaba otra opción favorable. Suecia confiaba en que el impacto económico fuera menor. Tampoco ahí se han cumplido las previsiones optimistas. La caída de la actividad económica en marzo sí fue mucho menor a la media europea. A largo plazo, todo se oscurece. La Comisión Europea calcula que su PIB caerá este año un 6,1%, un dato similar al de Alemania, algo mejor que el de Noruega (7,4%) y claramente mejor al de Dinamarca (10%). El banco central sueco es más pesimista y sitúa la pérdida entre el 7% y el 10%. El desempleo llegará al 10%, una cifra muy alta en Suecia. 

No importó mucho que las fábricas siguieran abiertas inicialmente. Volvo tuvo que cerrar sus plantas durante semanas por faltarle piezas y componentes que tenían que venir del exterior y verse afectado su sistema de distribución de vehículos por toda Europa. Una economía exportadora como la sueca siempre se verá afectada por una recesión global. 

Las tiendas suecas han seguido abiertas. Eso no quiere decir que hayan tenido los mismos clientes. "Las más afectadas han sido las de ropa, zapatos y artículos deportivos", explicó la patronal del comercio. "La mitad de las tiendas ha perdido al menos el 40% de sus ventas. Uno de cada diez negocios ha perdido el 80%". Las grandes ciudades han sufrido una caída mayor de su actividad económica. Ante la crisis económica que ya ha llegado, los consumidores han optado por el ahorro y comprar sólo lo imprescindible.

Los responsables de la estrategia sueca han dicho siempre que estamos ante un maratón, no un sprint. Abusando del símil, se puede decir que en las carreras de velocidad Suecia ha sido derrotada con claridad por sus vecinos. Los resultados del maratón aún están por llegar y cuando salgan será ya demasiado tarde para cambiar de estrategia.

viernes, 15 de mayo de 2020

UN CÓCTEL EXTREMISTA Y CONSPIRADOR CONTRA UN SUPUESTO NUEVO ORDEN MUNDIAL

Ana Carbajosa
El País,15/05/2020

[Resulta que a la izquierda "radical" bajo el influjo de los antivacunas se le ha unido la extrema derecha para equiparar la cuarentena con una dictadura... ¡Curiosa coincidencia!]

Negacionistas, conspiracionistas, ultraderecha y ciudadanos de a pie se dan la mano en las protestas contra las restricciones del coronavirus en Alemania



Les unen sus enemigos. Son multitudes de personas heterogéneas y cabreadas, que comparten la sensación de ser víctimas de élites globales, que utilizan la irrupción de un nuevo virus como excusa para enriquecerse y recortar las libertades “del pueblo”. Miles de personas salen a manifestarse en las ciudades alemanas contra la “dictadura del corona” y forman una amalgama ideológica, que trasciende con creces la división izquierda-derecha. Representan una exigua minoría, pero hacen un ruido que se escucha ya con preocupación dentro de las paredes del Bundestag. Amenazan con convertirse en un movimiento populista de nuevo cuño, enfrentado a los partidos tradicionales. La extrema derecha, descolocada por la pandemia, ve en el descontento popular una oportunidad política, que no piensa desaprovechar.

Georg Gierasch, un chófer de 43 años, que se acaba de quedar en el paro, llega a una de las manifestaciones convocadas en Berlín con una pancarta a cuestas en la que se lee: Widerstand (resistencia) 2020, el nombre de un nuevo grupo que aglutina parte del descontento, junto a un lema: “Dejadnos ser diferentes, ha llegado el momento”. Gierasch explica por qué se manifiesta los fines de semana en la plaza Rosa Luxemburgo de Berlín. “Recortan nuestros derechos y nuestra libertad de movimiento por una gripe. Tampoco tenemos libertad para pensar. Solo se puede pensar lo que dice el Gobierno y eso nos da miedo”. De fondo, la policía grita en vano por el altavoz: “¡Distancia, distancia!”.

Gierasch comparte un temor adicional con muchos de los cabreados que estos días salen a la calle. “El Gobierno trabaja en una vacuna con Bill Gates y después nos obligará a todos a ponérnosla. Quien no la tenga, estará discriminado para todo en su vida laboral, para viajar…”. Gates es para los conspiracionistas el rostro visible del mal, el hombre al que algunos acusan incluso de crear la covid-19 para vender millones de vacunas. Que la vacuna en cuestión no exista no parece ser un impedimento para que las teorías conspirativas ganen terreno.

La creciente presencia de mensajes antisemitas es otro de los ingredientes de este cóctel conspirador, que ha hecho sonar la voz de alarma. A algunos manifestantes se les puede ver con una estrella amarilla en la solapa, la insignia con la que los nazis señalaban a los judíos, con mensajes impresos como “sin vacunar”. “Cualquiera que participe en una manifestación contra la restricción de derechos fundamentales tiene que ser consciente al lado de quién lo hace y qué tipo de mensajes se propagan allí”, ha indicado Josef Schuster, presidente del Consejo Judío en Alemania, quien ha advertido contra los intentos de banalizar el Holocausto.

Unos metros más allá, una pareja con sus hijos y con aspecto de hippies, que se declaran contrarios a las vacunas coinciden. “Creemos que las medidas son solo una excusa para hacer lo que quieren, para implantar una dictadura sanitaria y un Estado policial en el que las vacunas sean obligatorias”, dice ella. “El coronavirus no es más peligroso que cualquier otra gripe. Esto es todo un gran teatro”, añade él, que tampoco quiere que su nombre aparezca. Es la tercera vez que participan en la protesta semanal. Han venido a la manifestación desde Mecklemburgo-Pomerania Occidental, en el norte del país, cargados con galletas en forma de Constitución alemana y en las que se puede leer: Artículo 5, libertad de opinión y artículo 20, que incluye el derecho a la resistencia frente a los intentos de abolir el orden constitucional. El próximo sábado, explican, no piensan viajar hasta Berlín, porque en su región ya hay gente suficiente como para convocar una protesta local. Junto a militantes de causas más o menos estrambóticas, hay simples ciudadanos de a pie, que manifiestan su frustración ante la nueva realidad.

Los que salen a la calle son una clara minoría en un país en el que los ciudadanos han apoyado hasta ahora mayoritariamente la gestión del Gobierno. Las encuestas empiezan a mostrar sin embargo una cierta fatiga en el apoyo a las restricciones. Y eso, a pesar de que en Alemania no ha habido nada parecido a un estado de alarma y se ha podido salir a la calle en todo momento. El control de la pandemia en Alemania se percibe en muchos países como ejemplar: el sistema de salud no se ha colapsado en ningún momento y el número de víctimas mortales ―7.634— es comparativamente mucho menor que en otros del entorno. En parte por eso, la vivencia de una pandemia, que muchos perciben como algo lejano que no tiene que ver ni con ellos ni con sus familias, podría acabar convirtiendo a Alemania en víctima de su propio éxito.


La extrema derecha, que no acaba de encontrar un rumbo político en una crisis que ha reforzado a los partidos tradicionales, está también muy presente en las protestas. Pueden ser concentraciones, pero también paseos en grandes grupos que se multiplican por el país, desafiando las reglas del mantenimiento de la distancia. A veces, como organizadores y otras como simples participantes, sin ocultar su simpatía por unas protestas que alimenta. Se autoerigen en guardianes de las esencias democráticas y el respeto a la voluntad del pueblo, frente a lo que consideran la deriva autoritaria del Gobierno de Angela Merkel. Ejercen, además, de hombro capaz de empatizar con las preocupaciones del ciudadano corriente.

Gunnar Lindemann, diputado de Alternativa para Alemania, (Afd) en el Parlamento regional de Berlín ha asistido ya tres veces a estas protestas. “Acudo para hablar con la gente. Agradecen mucho que haya un diputado que vaya a escucharles y se lo tome en serio”, explica Lindemann por teléfono. Este político cree que las medidas para frenar la propagación del virus destrozan la economía” y piensa que “hay que mirar a Suecia”, en alusión al llamado modelo sueco, sin confinamiento y con escuelas y bares abiertos, convertido en la meca de los negacionistas del coronavirus.

Afd no quiere dejar escapar este tren de descontento popular, tras haberse desinflado en las encuestas. La explotación de la crisis de los refugiados ha perdido tracción y la oposición a las políticas climáticas no acabó de cuajar. La propia Alice Weidel, colíder del grupo parlamentario de Afd, dejaba clara el jueves la línea del partido en un comunicado en el que acusaba al Gobierno de querer implantar una “tarjeta de inmunidad, que una vez introducida, también allanará el camino para la discriminación arbitraria en muchas otras áreas”. Y añadía: "La crisis del coronavirus no debe ser usada para crear gradualmente un estado de vigilancia”.

Populismo de libro

Más allá de las motivaciones de cada uno, las protestas alemanas rezuman populismo clásico en el fondo y en las formas. Los que salen a la calle profesan un desprecio a las élites y en general a todo lo que huela establishment, científicos incluidos, y a los medios de comunicación tradicionales como cooperadores necesarios para crear un estado de miedo que justifique las medidas.

“Es peligroso, porque están tratando de implantar una nueva narrativa a través de teorías de la conspiración que dicen que gente como Bill Gates quiere implantar un nuevo orden mundial. La gente pasa más tiempo en casa conectado al ordenador y la Red está en esta crisis mucho más llena de fake news”, explica Sandro Witt, investigador de la asociación Mobit, especializada en extremismo de derechas.

Los foros de Internet alternativos son la correa de transmisión de la información falsa. Facebook, Telegram y YouTube son los principales canales en los que se repiten argumentos dirigidos contra el Gobierno alemán, pero con vocación global. La conspiración es global y los poderosos, dicen, aplastarán aún más a los de abajo. Resultan muy evidentes cuáles son las fuentes de las que beben al hablar con la gente a pie de calle, porque muchos repiten los argumentos que circulan por la Red casi de forma casi literal.