Paco Bello
El "ínclito" Marhuenda predijo con bastante exactitud la victoria del PP.
Empecemos por aclarar, desde ya, que más allá de mínimas irregularidades, el sistema electoral es fiable en lo que respecta al voto y al recuento que reflejan las actas que se cumplimentan y firman en los colegios. La duda, si la hubiere, tendría que ver con el proceso de recuento posterior. Pero vayamos por partes, y apuntemos antes algunas de las particularidades y curiosidades que se han dado en estos comicios.
Grandes variaciones en los avances de participación
No es la primera vez que se celebran elecciones generales en junio. De hecho esta es la tercera vez que coinciden en ese mes tras las de 1986 y 1993. Y es importante que no sea una singularidad porque de otra forma podríamos achacar el sorprendente incremento porcentual de participación entre las 18 y las 20 horas a esta circunstancia. Pero no es el caso.
En 1986 la diferencia de participación entre las 18 y las 20h fue de 14,2 puntos porcentuales y de 15,3 en 1993. Esto quiere decir que en realidad no hubo ninguna diferencia tampoco con el resto de los porcentajes en el resto de los comicios celebrados en diferentes fechas. En España esta diferencia nunca ha bajado del trece y nunca ha pasado del quince, hasta ayer, que se marcó un hito con una diferencia de 18.5 puntos, entre 3,5 y 4 puntos por encima de la media: más de un 20% o, lo que es lo mismo, de 1,2 a 1,4 millones de votos más de los previstos en este caso.
En estadística, con estas magnitudes, y con un histórico de datos tan importante, un cambio de esta naturaleza resulta absolutamente inexplicable y desconcertante.
Otra cuestión a tener en cuenta es que la participación va a resultar la más baja en unas elecciones generales (alrededor de un 65%) una vez se contabilice el voto del extranjero. Aunque por otra parte era previsible dada la fecha y la especial circunstancia de repetición electoral. El caso es que la nueva abstención no ha afectado al PP (todo lo contrario), y se ha concentrado exclusivamente en Unidos Podemos que es el que computa toda la desafección (según los datos de Interior).
El estrepitoso error de las ‘israelitas’ y del resto de encuestas
Con la enorme muestra que suponen las 132.000 entrevistas realizadas por la empresa demoscópica Sigma Dos para RTVE y FORTA, el margen de error en el sondeo se supone mínimo. Y así ha sido normalmente en estos casos hasta el pasado diciembre, aunque el error de ayer supere cualquier ejemplo previo.
Las dos ‘israelitas’ que se han realizado (porque a la de Sigma Dos se une la de GAD3 para COPE), han acertado con la parte alta de la horquilla de los resultados de PSOE y C’s (que finalmente solo han perdido 100 mil y 300 mil votos respectivamente), centrando el grueso del error entre Unidos Podemos (que pierde la friolera de más de un millón de votos) y el PP de la corrupción (que gana 650.000). Casualmente, aunque esto no pase de curiosidad, la diferencia porcentual de la previsión se corresponde con ese de 3,5 a 4% de participación extra ya comentado entre las 18 y las 20h. Así, la media de las encuestas pronosticaban para Unidos Podemos un porcentaje en torno al 25% (y se ha quedado en un 21%), y para PP de un 29% (y ha llegado al 33%). Algo que resulta tan sorprendente como inesperado si además tenemos en cuenta la media de todas las encuestas del último mes, incluyendo al último barómetro electoral del CIS.
El extraño caso de INDRA
Es probable que no todo el mundo sepa que el recuento electoral corre a cargo de una empresa y no de la Administración. Esta empresa se nutre de los datos que son enviados por el representante de la Administración presente en los colegios electorales que se pone al cierre del acta en contacto con el centro de recogida de datos de los comicios.
Esta concesión siempre ha estado en manos de la más que polémica empresa público-privada INDRA, excepto en las pasadas elecciones de diciembre, en las que ganó el concurso la empresa SCYTL. Poco después INDRA recuperaría la concesión tras hacer una oferta ¡un 40% inferior! al importe original. ¿Tanto ganan en unas elecciones como para permitirse ese ofertón, o es que la Administración estaba dilapidando el erario público? Más que nada porque, aunque un contrato de unos pocos millones de euros sea peccata minuta en una empresa que factura más de 3.000 anuales, hay que dar por supuesto que no contratan a pérdidas (excepto que existan intereses ocultos, claro).
Lo de las intrigas y vinculaciones con casos de corrupción de integrantes de INDRA da para escribir un libro, pero ahora solo cabe mencionar que su presidente es Fernando Abril-Martorell, hijo del conocido político franquista. El susodicho compatibiliza este cargo con otros altos cargos, como por ejemplo los que ostenta en Telefónica y Prisa (compartiendo actualmente Comité Editorial en el diario El País con Felipe González).
Recapitulando
Aunque por sí mismas no determinan nada, se han dado tres circunstancias singulares: Nunca se había dado una variación de participación semejante; nunca las encuestas habían fallado por tanta diferencia (y solo restando y sumando porcentajes equivalentes con dos partidos), e INDRA recupera de forma poco ortodoxa la concesión del recuento.
¿Es posible falsear los datos? ¿Es posible un fraude electoral?
Por supuesto que sí, pero otra cosa es que no sea posible detectarlo.
Cómo se manejan los datos finales del recuento en la empresa concesionaria depende de muy pocas personas, por tanto desde ese punto de vista es más que posible alterar el resultado. Pero los resultados de las mesas electorales son públicos y deben ser accesibles en todos los colegios electorales tras la votación, por lo que en teoría debería ser muy sencillo cotejarlos con los que ha ofrecido el Ministerio de Interior. El problema es que hablamos de muchas decenas de miles de mesas electorales, y para detectar un fraude ‘moderado’ (incluso de un millón de votos) habría que contabilizar la totalidad de las actas.
Este es el trabajo que se supone debería realizarse en el recuento oficial definitivo (en este caso a partir del próximo jueves), pues así lo dicta la LOREG:
104.1 “Cada Junta se reúne, con los representantes y apoderados de las candidaturas que se presenten, en la sede del local donde ejerce sus funciones el Secretario.”
105.2 “A continuación, el personal al servicio de la Junta proceden bajo la supervisión de ésta, a la apertura sucesiva de los sobres referidos en el artículo 100, párrafo segundo, de esta Ley.”
El caso es que por norma no se cumple la Ley, y no se abren los sobres ni se realiza el recuento manual, dándose por válidos los datos telemáticos ofrecidos por el Ministerio de Interior, incluso cuando median quejas por parte de algún partido político ‘menor’.
¿Van los partidos que pudieran haber sido perjudicados a exigir que se cumpla la Ley?
Aunque es un asunto delicado y poco gratificante que además suele tener mala prensa (por aquello de la desconfianza en la sacrosanta democracia del régimen del 78), los partidos que no han visto reflejados los resultados de las encuestas en el recuento oficial deberían forzar el recuento general, más allá de los recuentos de aproximación internos que hagan con la documentación que hayan obtenido de sus delegados y colaboradores.
No en vano el primer responsable del escrutinio provisional, exista o no un fraude electoral, es el mismo que hace una semana escuchábamos conspirar contra rivales políticos en las grabaciones que ponía a disposición de todo el mundo el diario Público. Si esto no es motivo suficiente para sospechar habrá que buscar un nuevo significado de fe. Así que sería propio de soplagaitas ingenuos no exigirlo por no molestar. Además, si finalmente comprobamos que todo es correcto, tendremos motivos para congratularnos por lo bien que funciona nuestro sistema electoral.
¿Lo harán o vamos a tener que confiar en la decencia del PP?