viernes, 22 de noviembre de 2024
jueves, 14 de noviembre de 2024
UN GEÓLOGO DESMIENTE A SÁNCHEZ: LA RELACIÓN ENTRE CALENTAMIENTO GLOBAL Y DANA ES «NULA»
Carmen Obregón
The Objective, 13/11/2024
Enrique Ortega Gironés afirma que los datos estadísticos no justifican atribuir la responsabilidad al cambio climático
El geólogo Enrique Ortega Gironés ha desmentido al presidente Pedro Sánchez, que este martes ha defendido que lo que ha pasado en Valencia se debe al cambio climático, como consecuencia del incremento de emisiones de CO2, lo que «mata a personas». El asesor internacional de la Agencia de la Energía Atómica de la Unión Europea afirma que la relación entre el calentamiento global de la Tierra y las DANAs como la que ha asolado una parte de Valencia la semana pasada- «es nula».
Ortega Gironés es asesor del Banco Interamericano de Desarrollo y trabajó en las minas de Almadén (Ciudad Real), donde llegó a ocupar la jefatura del Departamento de Geología. En el artículo Riadas, gotas frías y DANAs: breve recorrido por la desmemoria y los despropósitos climáticos, publicado por Entrevisttas.com, destaca que el número de inundaciones en esta zona de España se repite «desde tiempos inmemorables«. Hasta 27 riadas contabiliza desde 1321 hasta 2024. Estadísticamente, cada 25 años hay una riada, cuatro riadas por siglo.
Es más -subraya Ortega Gironés-, también se puede demostrar con gráficos que «la mayor parte de las riadas que tuvieron lugar entre el siglo XIV y el XIX se produjeron durante un período de frío generalizado conocido como la Pequeña Edad de Hielo».
En la imagen superior se puede observar la gráfica elaborada por el vocal del Grupo Español de Materias Primas Estratégicas/Críticas (GEMPE/c) perteneciente al Comité de Energía y Recursos Naturales del Instituto de Ingeniería de España (IIE). Destaca, en primer lugar de izquierda a derecha, la línea roja que representa la evolución de la temperatura desde el año 1200 hasta la actualidad, mientras que los círculos azules señalan el momento en que se produjeron las 27 riadas antes mencionadas. En este estudio, Ortega Gironés señala cómo «la continuidad con que aparecen estas catástrofes sucede tanto en los momentos en que la temperatura es ascendente como también cuando es descendente, de forma totalmente independiente de la evolución térmica».
Riadas históricas
Ortega Gironés echa mano de los relatos de la época para rescatar unos párrafos que «podrían describir perfectamente la reciente catástrofe registrada en los alrededores de Valencia semanas atrás (octubre de 2024)». El primero de ellos pertenece al naturalista Antonio José Cavanilles (año 1775). Dice así: «El barranco empieza en las montañas de Buñol con dirección a Chiva y continúa por el término de Cheste, cruza el llano de Quart junto a la venta del Poyo, pasa después por las cercanías de Torrent y de Catarroja, y desagua en la Albufera de Valencia. Su profundo y ancho cauce siempre está seco, salvo en las avenidas cuando corre tan furiosamente, que destruye cuanto encuentra. En Chiva, sorprendió a media noche a sus vecinos, asolando un número considerable de edificios, esparciendo en varios kilómetros los tristes despojos y los cadáveres de los pobres que no pudieron evitar la muerte».
El segundo, del cronista de Valencia Vicente Boix, narra la riada de San Carlos. El año 1864 se desborda el río Júcar, el mismo que algo más de un siglo después arrasó la presa de Tous y toda la comarca de la Ribera. Dice así el texto: «El río, que en sus mayores inundaciones jamás había alcanzado sus calles, llegó esta vez a inundar la parte baja de la población, penetrando en el cuartel de la Guardia Civil, en el juzgado y en las cárceles…».
En opinión de Enrique Ortega Gironés, «estos dos episodios no son más que una simple muestra de las numerosas inundaciones que vienen asolando la costa mediterránea en general (como las acaecidas en Barcelona, Málaga o Murcia) y la región de Valencia en particular desde tiempos inmemoriales…, con un alcance de estos episodios que ha quedado registrado en placas o azulejos en los muros en muchas localidades ribereñas, donde una marca horizontal señala el nivel que alcanzaron las aguas».
Riadas con enfriamiento de la Tierra
La figura de la derecha en el gráfico de la información, explica Ortega Gironés, corresponde a una ampliación de la gráfica anterior. Ahí -apunta- se puede ver que, desde el inicio de la época industrial hasta la actualidad, se muestra cómo las grandes riadas de los años 1944, 1957 y 1982 se produjeron en un momento en que la Tierra se estaba enfriando. Cabe recordar -matiza- que «en aquellos momentos, la evolución térmica hacía temer la llegada de una nueva glaciación. Así pues, los registros históricos demuestran que no existe ninguna correlación entre el calentamiento global y un supuesto aumento de la intensidad o frecuencia de las DANAs».
En opinión de este consultor independiente de numerosos países de Asia, América y África, «la persistencia en el tiempo de estos fenómenos meteorológicos extremos indica que forman parte de la normalidad climática de la región, como lo demuestran no sólo los abundantes registros y documentos históricos, sino también las manifestaciones artísticas». De ahí «el excelente ejemplo de este tipo de testimonios como el óleo Amor de Madre, pintado por Antonio Muñoz Degrain en 1913, representando los dramáticos esfuerzos de una madre intentando salvar a su hijo de las aguas desbocadas por una inundación en la huerta de Valencia».
«Algo similar -añade en el mismo artículo de Entrevisttas.com-, puede decirse del campo de la literatura, donde han quedado descritas las dramáticas consecuencias de las lluvias torrenciales que puntualmente llegaban cada año con la entrada del otoño. En algunas ocasiones, las condiciones meteorológicas produjeron grandes hambrunas y problemas sociales por falta de jornales para los braceros, que incluso llegaron a degenerar en revueltas, como describe magistralmente el ilustre Rafael Comenge Dalmau en sus novelas costumbristas».
El papel del sereno
«En los ambientes rurales de la Ribera del Júcar, las periódicas crecidas otoñales del río, que de cuando en cuando se salían de madre y llegaban a ser inundaciones, formaban parte de lo habitual», remarca el autor del artículo titulado Riadas, gotas frías y DANAs: breve recorrido por la desmemoria y los despropósitos climáticos.
Testigo directo de las tres últimas grandes riadas y oriundo de Alberic (localidad situada algunos kilómetros aguas abajo del tristemente famoso embalse de Tous), Enrique Ortega Gironés recuerda cómo su abuela le contaba historias de su infancia en otra localidad ribereña, Poliñá del Júcar.
«En aquella época -rememora-, a principios del siglo XX, antes de que se hubiesen construido las grandes presas y embalses reguladores, al llegar la otoñada, era el sereno quien se encargaba de vigilar por las noches el agua del río. Y cuando este alcanzaba niveles peligrosos, despertaba a grandes voces a los vecinos para que acudiesen a la orilla para colocar sacos terreros y proteger las casas de la localidad, aunque fuese de forma rudimentaria, precaria y temporal».
Repetición sistemática
Hoy esa gota fría se llama DANA, añade el geólogo: «En realidad, la tecnificación del nombre no afecta a la naturaleza del fenómeno, aunque la mona se vista de seda mona se queda, y las DANAs de octubre o noviembre en la región valenciana no son más que las tormentas otoñales de toda la vida».
Sostiene que, «volviendo al momento actual, los datos oficiales indican que la pluviosidad registrada en este último episodio de 2024 no ha sido superior a la que se registró en 1982, cuando la intensa lluvia se mantuvo durante tres días de diluvio continuo. Tampoco lo fue el volumen de la avenida, 7.500 metros cúbicos por segundo en 1982, y tan sólo 2.500 en 2024».
Además -indica-, «desde entonces han transcurrido ya 42 años, superando largamente el intervalo promedio entre riadas mencionado anteriormente. Por todo ello, además de lo anteriormente mencionado, es difícilmente justificable invocar al calentamiento global como responsable del recrudecimiento de unos fenómenos que, con similar violencia, se vienen repitiendo sistemáticamente desde mucho antes de la época industrial y de las emisiones de CO2 antropogénico a la atmósfera».
Las causas
Explicada su tesis, y utilizando sus argumentos y gráficos para defender que el calentamiento global no guarda relación con las DANAs, Ortega Gironés resume algunos de los elementos que a su juicio han sido responsables de las consecuencias de la riada caída sobre Valencia.
En primer lugar, determina, «la propia naturaleza, y el comportamiento de nuestra atmósfera, lo que es tremendamente complicado y difícil de parametrizar en todos sus detalles, a pesar de las largas series estadísticas almacenadas y de las potentes herramientas de cálculo que ha proporcionado el desarrollo informático». Y es que -sostiene-, «lo ocurrido a finales de octubre de 2024 demuestra que aún no es posible prever con detalle el comportamiento y las consecuencias de una DANA».
En segundo lugar -relata-, «la carencia de infraestructuras adecuadas. Esta riada de 2024 ha demostrado de forma indiscutible lo indispensables que resultan dichas construcciones para impedir o minimizar los efectos devastadores de las crecidas. Como resultado de las funestas consecuencias de la riada del Turia en 1957, se desvió el río mediante un cauce artificial capaz de albergar un caudal de agua equivalente a tres veces el del río Ebro a su paso por Zaragoza. Este cauce, cuya construcción fue culminada en 1969, ha sido capaz de desviar y conducir el enorme flujo de agua que se había descargado en la parte media y baja de la Cuenca del Turia, salvando así a la ciudad de Valencia de una destrucción segura.
El papel de los políticos
En tercer lugar, menciona en el artículo «la situación de los cauces y la falta de actividades de limpieza de la vegetación y la prohibición vigente de cortar cañaverales (una actividad que ha sido tradicional en la huerta para utilizar las cañas en labores agrícolas), han afectado a la capacidad de drenaje, al verse la circulación del agua obstaculizada por la masa vegetal».
En cuarto lugar sitúa «los cambios drásticos en el uso del suelo, que en las zonas más afectadas, en las poblaciones de la Huerta Sur, antes predominantemente rústicas se han transformado en áreas urbanas, ciudades–dormitorio en el entorno metropolitano de Valencia. En las localidades atravesadas por el Barranco del Poyo, tampoco se han construido las infraestructuras imprescindibles (pozos de tormenta, canales o nuevos cauces artificiales) para minimizar los efectos de las avalanchas de agua. Tampoco -añade- se ha prestado atención a la delimitación de zonas inundables, edificando masivamente y de forma insensata en el entorno inmediato de los cauces».
Finalmente, señala, «debe mencionarse como causa más importante de la tragedia la falta de eficiencia de los diferentes organismos oficiales, tanto en las medidas preventivas como en la gestión de la crisis, que han fallado estrepitosamente a todos los niveles y desde todos los puntos de vista». «Aún teniendo en cuenta las dificultades ya mencionadas para la predicción en el comportamiento de una DANA -subraya-, cabe preguntarse si los mecanismos de control y de alerta han funcionado adecuadamente y si se ha advertido a la población con la anticipación que hubiese podido evitar muchas muertes. La falta de coordinación entre los gobiernos central y autonómico ha sido palmaria, enfrentados desde el momento en que se empezaba a vislumbrar la catástrofe y más preocupados en señalar la paja en el ojo ajeno que en aportar soluciones eficaces». «Este vergonzoso enfrentamiento -mantiene- ha causado estupor fuera de nuestras fronteras, dando lugar a muchos comentarios en la prensa internacional, magistralmente sintetizados en la viñeta adjunta».
EL CIENTÍFICO HA ASEGURADO QUE LA TRAGEDIA DE LA DANA ES UNA BUENA "OPORTUNIDAD" PARA ACABAR CON LOS COCHES
Libre Mercado, 11/11/2024
[Fernando Valladares es un ejemplo palmario del estado de corrupción al que ha llegado la clase científica en este país: un biólogo convertido por los mass mierda en experto en climatología que no es más que un propagandista de los planes malthusianos de la facción globalista/financiera del capital. Que estén tranquilos los liberales del diario Libre Mercado, Valladares es cualquier cosa menos un peligroso subversivo.]
El experto "climático" Fernando Valladares afirmó el pasado miércoles en Telecinco que la DANA es una buena "oportunidad social, económica e histórica para prescindir de los coches". El científico señaló que es necesario iniciar una transición hacia una opción más ecológica. Valladares aprovechó las imágenes de la DANA en las que aparecían montones de coches apilados unos encima de otros para asegurar que "el 97% del tiempo los coches están parados sin hacer nada".
De esta forma, defendió en varias de sus intervenciones mediáticas un modelo de civilización que retire por completo los vehículos privados para desarrollar un único modelo de transporte público. Para expandir su teoría, utilizó la tragedia de la DANA, advirtiendo que es necesario que se "transicione a un nuevo modelo estratégico".
En las redes sociales, muchos usuarios criticaron sus palabras y le tacharon de oportunista y de querer aprovecharse de la trágica situación para vender su relato. No hay momento más inoportuno para sacar partido a su opinión sobre la industria del automóvil.
Quién es Fernando Valladares
Fernando Valladares nació en Argentina en el año 1965. Tiene un doctorado en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y, además, es profesor de investigación en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), donde dirige el grupo de Ecología y Cambio Global en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. También es profesor asociado de la Universidad Rey Juan Carlos. En definitiva, la investigación de Valladares se ha centrado en promocionar las ideas apocalípticas del cambio climático. No sorprende a nadie que, con ese currículum, ejerza también de responsable de la sección "Ciencia Crítica" en elDiario.es.
Este invierno ocurrirá otra DANA
En sus ratos libres también lanza profecías. Tal y como afirmó en una entrevista para La Voz de Galicia, el científico del CSIC está tan convencido de que ocurrirá "otro evento climático extremo en la misma zona" durante el presente invierno que llegó a decir que se apostaría su sueldo por ello. "El mar Mediterráneo tiene temperaturas de récord", argumentó.
De la misma forma, el científico mantiene que él ya sabía que esto iba a suceder. "La semana anterior se avisó de que los dos factores que hacen de esto una situación explosiva estaban rondándonos: una masa de aire frío en altura y el mar Mediterráneo más caliente que nunca", apostilló para justificar que auguraba la magnitud de la catástrofe.
Democracia y capitalismo, incompatibles
Por otro lado, en la misma entrevista alabó el trabajo de la Aemet con respecto a la gestión de la DANA y tachó de negacionistas del cambio climático a Carlos Mazón y a Alberto Núñez Feijóo. En este mismo sentido, hizo suyo el lema del presidente del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez, después de que este asegurase que "el cambio climático mata" en rueda de prensa para titular de esta forma su columna de opinión en el diario Público, que firma junto a la "experta en emociones climáticas y género" Carolina Belenguer. En ella, el experto del CSIC aseguraba que "la mejor ayuda" que la Unión Europea podía prestar a España tras la DANA era la de apoyar "con firmeza" las políticas climáticas y mantenía que los ciudadanos de las zonas afectadas por el temporal tendrían "eco ansiedad" tras el suceso.
Asimismo, el "experto climático" tiene un podcast llamado Ecocracia en el que defiende que "la democracia y la ecología deben ir de la mano". En él se difunden ideas como que la sociedad necesita realizar "cambios en la democracia" para adapatarse al nuevo "sistema climático" ya que la "democracia y capitalismo no van bien juntos".
Cursos ecológicos por 1.200€
Por otra parte, Valladares también forma parte del equipo de docentes del "primer curso integral de ecosistemas en España", que "está diseñado para capacitar a los futuros restauradores, preparándolos para desempeñar un papel crucial en la restauración y conservación de ecosistemas". Este curso, dirigido, entre otros públicos, a "profesionales en transición" se puede encontrar desde el módico precio de 725 euros en su versión online si es que el pago es único. Cantidad que se elevaría hasta los 797,50 euros si el interesado prefiere pagarlo en tres cuotas.
En cuanto a la versión mixta, que da la posibilidad de asistir presencialmente y en línea, el pago único sería de 1.150 euros y el pago en tres cuotas de 1.265 euros. "Este viaje de aprendizaje de 8 meses te llevará desde la curiosidad sobre la restauración ecológica hasta adquirir la confianza, conocimientos, habilidades, capacidad y contactos necesarios para restaurar tu propio terreno o el de otro propietario" se explica en la web del curso.
La II Guerra Mundial
Valladares llega incluso a comparar el cambio climático con una Guerra Mundial. Según aseguró en otra entrevista para Amnistía Internacional, cada diez años mueren por efecto del cambio climático las mismas personas que fallecieron en la Segunda Guerra Mundial. Las personas que perdieron la vida durante el conflicto bélico son 55 millones, por lo tanto este "experto" ha asegurado que muere esta enorme cifra de personas cada década sólo por el cambio climático.
martes, 12 de noviembre de 2024
WOKE CONTRA WOKE : LA CAÍDA DE LA CULTURA "PROGRE"
La Razón, 11/11/2024
La política de integración de minorías ha dividido a los progresistas, ha creado recelo en las empresas y se ha convertido en un negocio para algunas personas
«El movimiento DEI (Diversidad, Equidad, Inclusión) se está encontrando cada vez con más oposición, siendo criticado incluso dentro del propio movimiento woke y fracasando en sus intentos de lograr mayorías». La representación, especialmente aquella relacionada con la raza o características físicas como la obesidad, las discapacidades o cualquier otra particularidad asociada a lo «no normativo» ha sido un tema de creciente relevancia en la sociedad estadounidense, particularmente en la industria del entretenimiento. Esta idea se inserta dentro de la perspectiva conocida como DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión), que inicialmente buscaba ofrecer una representación más adecuada de la diversidad social. En otras palabras, se trataba de asegurar que en los puestos de poder y en los referentes culturales hubiera personas que no encajaran en el modelo tradicional de lo que los movimientos «woke» definen como cishetero normatividad, es decir, personas heterosexuales, varones y, generalmente, blancos.
Esta perspectiva ha logrado un éxito rotundo entre la izquierda estadounidense, especialmente en universidades y empresas que han tratado de ajustarse a las demandas de inclusión, lo que ha implicado un esfuerzo económico colosal. Según el informe de McKinsey & Company de 2023, titulado «Diversity, Equity and Inclusion Lighthouses», se estima que en ese año se gastaron a nivel global 7.5 mil millones de dólares en políticas de inclusión, y se proyecta que esa cifra aumente hasta los 16 mil millones para 2026.
La mayoría de las empresas estadounidenses ya cuentan con un comité de inclusión, encargado de velar por la implementación de una «representación adecuada». Sin embargo, estos comités han sido objeto de duras críticas, pues se basan exclusivamente en criterios no profesionales. En lugar de valorar la capacidad de una persona para desempeñar un puesto, se priorizan factores como el color de piel, el sexo o el tipo de cuerpo. Barri Weiss, periodista y exeditora del New York Times, ha criticado abiertamente la expansión de estas políticas desde su propia experiencia, señalando que en lugar de centrarse en las habilidades de la persona, se da más importancia al volumen de ataques que «su colectivo haya sufrido», lo que lleva a la creación de una élite ficticia basada en supuestas opresiones históricas. En este contexto, el sector del entretenimiento ha sido el más influenciado por las políticas de «Diversidad, Equidad e Inclusión» (DEI), aunque también el ámbito político, casi exclusivamente dentro del partido demócrata, ha experimentado los impactos de estas directrices.
Dentro de estos comités, se ha buscado incluir de manera masiva a personas de diversos orígenes y características, sin considerar necesariamente las capacidades o necesidades específicas de los puestos. Sin embargo, este enfoque ha generado una fuerte reacción negativa por parte de la sociedad. Curiosamente, también ha surgido una respuesta interna dentro de los propios grupos woke, quienes, en una batalla de suma cero, compiten por determinar quién está más o menos oprimido, lo que ha dado lugar a conflictos entre ellos mismos.
El enfoque en la inclusión, a menudo considerado forzado, ha sido calificado por muchos expertos como un error fundamental en la estrategia de cualquier empresa o servicio público. Mark Littlewood, director del Institute of Economic Affairs, señaló en su artículo «Obsessive woke posturing will cost companies dearly» que el constante enfoque en las políticas de inclusión no solo ha generado un gasto considerable en muchas empresas, sino que también ha tenido un efecto negativo doble: al desviar recursos hacia estas iniciativas, las empresas pierden de vista su producto final, lo que reduce la confianza de los consumidores.
Este fenómeno es particularmente notorio en el mundo del entretenimiento, incluyendo libros, videojuegos y películas. La expresión «Get Woke, Go Broke» –hazte woke, arruínate– se ha convertido en un lema para explicar cómo el exceso de inclusión, cuando se percibe como forzado o impuesto por decisiones corporativas, genera una respuesta negativa del público. Así lo señala también HDR América, a través del periodista John Corrigan, quien afirma que Hollywood está comenzando a cuestionar la implementación de cuotas de inclusión debido a la creciente oposición del público.
domingo, 10 de noviembre de 2024
EL BULO DE LOS MUERTOS EN EL PARKING DE BONAIRE FUE CREADO POR LA SEXTA
La Sexta, cadena que presume de denunciar bulos y fake news, fue quien creó el bulo de los cientos de muertos en el parking de un centro comercial de Bonaire, en Aldaya (Valencia), a causa de las inundaciones. Al parecer fue el periodista de la Sexta Javier Bastida el primero en desplazarse a la puerta del parking y hablar de numerosos cadáveres atrapados en el subterráneo. Luego cuando se achicó el agua y no apareció cadáver alguno este plumífero se personó en el polémico programa Conspiranoicos dirigido por otro plumífero infecto, Jokin Castellón, y denunció la noticia como un bulo, como si no tuviera nada que ver con él. El bulo por cierto, fue difundido además de por la Sexta, por el Diario.es otro medio posmoprogre y globalista a sueldo de Soros y cía (nunca mejor dicho en este caso).
Adjuntamos a continuación dos capturas de pantalla que prueban los tejemanejes de estos cazadores de bulos que son a su vez los mayores generadores y difusores de fake news. La primera es un fotograma del video de la noticia en que Javier Bastida habla de cadáveres, vídeo que borró de su página web pero que se puede ver en redes sociales como en X (antes Twitter), por ejemplo en la cuenta "On the other side of the Berlin Wall" (@03690jul). La segunda foto es de un titular de el Diario en que Nacho Escolar y sus subalternos hablan de numerosas víctimas de la riada atrapadas en el parking.
jueves, 7 de noviembre de 2024
LAS RIADAS DEL TURIA EN VALENCIA
Carmen Gozalo de Andrés, Licenciada en Historia. Artículo de diciembre de 2003. Recuperado en octubre de 2013, sin modificaciones
Meteored, 09/10/20213
[Este texto escrito por una historiadora de la Universidad de Valencia explica cómo el fenómeno de las gotas frías y las riadas se llevan produciendo en la zona de Valencia, una zona muy vulnerable por ser terreno pantanoso desecado por el ser humano, se llevan produciendo desde época inmemoriales en las que empezaron a haber asentamientos humanos. Por tanto, no es producto del calentamiento global por el CO2 antropogénico como dice nuestra clase política, mediática y la ciencia comprada por el globalismo que está detrás de la agenda 2030 malthusiana.]
El Guadalaviar nace en la Sierra de Albarracín, en los Montes Universales, al pie de la Muela de San Juan, entre las poblaciones aragonesas de Griegos y Guadalaviar, a unos 1600 metros de altitud. Según los arabistas, la traducción de Guadalaviar equivaldría a ‘río blanco´ y se le habría dado este nombre en su curso alto por “lo fragoso del terreno que determina blancor de espumas”. Desde Teruel a Torrebaja, el río toma el nombre de Turia, y de Torrebaja a Chulilla lo cambia por el de Río Blanco. Definitivamente, desde Chulilla vuelve a denominarse Turia, nombre que conserva hasta su desembocadura en el Mediterráneo por la ciudad de Valencia. Desciende 1.600 metros en los 280 kilómetros aproximados de su recorrido.
Su curso alto es torrencial, por lo que baja raudo por gargantas y rápidos. Sirve de límite entre las provincias de Teruel y Valencia y penetra en terrenos de Cuenca, que abandona pronto. A poco de volver a entrar en tierras valencianas, se interna en el estrecho desfiladero de Chulilla, tan angosto que en algún tramo sólo alcanza diez metros, con profundidades de hasta 160 metros. A partir de Benaguacil, corre por una fertilísima llanura dando sus aguas a los numerosos canales y acequias que riegan los términos municipales de 54 pueblos. Sus embalses más importantes son los de Arquillo de San Blas (21 Hm3), Benagéber ( 221,3 Hm3.), Loriguilla (73,2 Hm3) y Buseo ( 7,5 Hm3 ). Su caudal, irregular en exceso, se caracteriza por propiciar grandes crecidas, desbordamientos, inundaciones y riadas y también frecuentes estiajes, episodios todos producidos ordinariamente tanto por la excesiva abundancia de precipitaciones como por la ausencia o disminución considerable de ellas.
Monumentales puentes para grandes avenidas
Richard Ford, escritor y viajero inglés que visitó nuestra patria a finales del reinado de Fernando VII, en su obra Cosas de España: el país de lo imprevisto, cuando describe al Turia en su lecho valenciano, dice de éste que solía estar tan seco como las playas en la bajamar y que daba la sensación de llamársele río sólo por cortesía hacia los magníficos puentes que había edificados sobre su cauce. Explica que la solidez y amplitud, la altura y anchura de los numerosos arcos y la firmeza de los estribos de los puentes no era antojo por construir obras monumentales, sino una verdadera necesidad cuando acontecían lluvias fuertes y persistentes en las montañas de la cuenca alta del Guadalaviar. Explicaba que la lluvia torrencial formaba allí avalanchas que bajaban saltando de piedra en piedra, arrollando y arrastrando cuanto encontraban a su paso, socavando la tierra, arrancando rocas, descuajando árboles y casas y sembrando por todas partes desolación y ruina...
Poco después, Teófilo Gautier en 1840, en su libro Viaje por España, al hablar de Valencia y de sus puentes, dice de éstos que eran objetos de lujo y adorno las tres cuartas partes del año.
Ahora Manuel Sueiras, en el reportaje Valencia, futurista, publicado por Viajar. com, describe el presente del antiguo cauce del Turia valenciano y de sus numerosos puentes antiguos reconvertidos en viaductos, como de un verdadero lujo ornamental para la capital levantina. Así lo reseña este periodista en el estilo coloquial e ingenioso que le caracteriza:
“... Durante muchos siglos, el Turia se desbordaba cada dos por tres ( ya sabes, el fenómeno de la gota fría). Hasta que la riada de 1957 fue la gota que calmó el vaso, o lo que es lo mismo, el río inundó la ciudad y sus huertas causando destrucción y muerte. Los valencianos dijeron “¡ Basta ya, nunca máis !” y decidieron cambiar el curso del Turia algunos kilómetros hacia el sur en una gigantesca obra de ingeniería. Total, que cuando se terminaron las obras se encontraron con que, por donde antes discurrían las aguas, ahora sólo había un cauce seco [...] Lo primero que se les ocurrió fue llenarlo de zonas de esparcimiento, deporte y jardines, que para eso Valencia es la tierra de las flores, de la luz y del amor... Es una gozada, porque hay campos de fútbol, pistas de tenis, banquitos, árboles de colores, parques infantiles, zonas para pasear el perro [...] todo un paseo sin tráfico, ni semáforos, ni peligros y en plena naturaleza...”
“...Una vez eliminado el río ¿ para qué quieres los puentes si puedes ir andando de un lado a otro? Pues, de entrada, para decorar; porque hay que ver la prestancia que le da a cualquier ciudad un buen puente, con sus arcos y sus estatuas. En el caso de Valencia, el antiguo cauce está atravesado por multitud de puentes, la mayoría antiguos y unos cuantos nuevos. Los Puentes del Real, del Mar o de la Trinidad son de piedra, con esculturas de santos en los templetes u hornacinas y escalinatas que le dan un aire superromántico. Te sientes casi como en París. [...] Hasta hace un año había otro puente bastante feo, que llamaban la pasarela y que finalmente ha sido sustituido por el Puente de las Flores, enteramente cubierto de flores, que se cambian según la estación del año...”
Antecedentes históricos de las riadas del Turia
Los romanos fundaron Valencia en el año 138 a. C, en el entorno geográfico ideal en que se erigían las poblaciones urbanas de aquella época: a orillas del cauce de un río, relativamente cercanas a una costa de litoral accesible, con abastecimiento de agua dulce y tierras espaciosas aptas para el cultivo. Pero estos paisajes inaugurales de la Valencia romana, iban a ser modificados paulatinamente durante los tiempos históricos por los frecuentes desbordamientos del Turia y la consiguiente erosión registrada en su sistema fluvial.
Pilar Carmona y Joan Olmos, en su monografía “Río y Ciudad: El caso de Valencia”, dan a conocer la existencia de crecidas del Turia y desbordamientos de este río desde los tiempos más remotos de la fundación de la ciudad :
“El caso de la llanura aluvial costera de Valencia es un claro exponente de la transformación histórica del paisaje. Entre 1321 y 1957 se registran 22 desbordamientos del Turia, 11 crecidas y 15 noticias de inundación sin referencia a la magnitud o alcance del acontecimiento. Además, en el subsuelo del casco antiguo de la ciudad, aparecen las huellas de otras inundaciones de época romana y musulmana; mientras que en la época visigoda la ciudad no se inunda”.
“En las excavaciones arqueológicas encontramos los sedimentos dejados por estas riadas: desbordamientos de los siglos I y II a.C. en la Plaza de L’ Almoina y en la Costera del Toledà. En época romano- imperial ( siglos I al IV d.C), en el subsuelo de la calle del Mar, en la Plaza de Zaragoza y plaza de Nápoles y Sicilia. En época musulmana (siglos IX, X y XI) la ciudad se inunda de forma catastrófica: aparecen casas con las paredes reventadas por la presión del agua y pozos cegados por gruesas capas de canto, grava y arena acarreados por el río durante la crecida. Vestigios de estas inundaciones aparecen nuevamente en la plaza de l’Almoaina, la calle del Mar, la calle Barón de Petrés, els Banys de l’Almirall y la calle Sabaters, situados en el casco histórico de la ciudad”.
Primeras riadas documentadas
La primera enumeración sistemática de las avenidas del Turia es relativamente reciente. La publicó a mediados del siglo XVIII ( 1760) el doctor Agustín Sales, Cronista de Valencia, en un opúsculo escrito en latín titulado Turiae marmor. Esencialmente, es una incompleta descripción de apenas nueve páginas, en la que aparecen registradas únicamente trece riadas, monografía que se inicia con la avenida del año 1328 y finaliza con la inundación de Valencia de 1731.
Después Teixidor, V.Boix, Carboneres, Llombard y algún otro autor publicaron ensayos parciales relacionados con el tema. No existía más bibliografía hasta mediados del siglo XX, en que, al ocurrir la doble riada de Octubre de 1957, que superó en violencia a todas las anteriores, Francisco Almela y Vives, de las Reales Academias Española y de la Historia, hizo una recopilación que tituló LAS RIADAS DEL TURIA (1321-1949). Esencialmente, esta obra es una relación escrita con criterio histórico, que reúne información sobre las avenidas acontecidas en la capital valenciana con anterioridad a la avenida de 1957, porque, en aquel momento –según justifica el autor en el prólogo de la obra – “el Turia es un gran desconocido. Y no tanto en su nacimiento, discurso y desembocadura en el mar, sino en las que pudieran ser sus ‘reacciones’...” Su objetivo primordial consistió en reunir la documentación necesaria para elaborar, con sistemático rigor histórico, un estudio cronológico de las riadas del Turia a su paso por Valencia durante los seis últimos siglos. Básicamente, ésta ha sido la principal fuente de referencia utilizada en la realización del presente artículo.
Entre 1321 y 1957, se registran en la publicación de Francisco Almela 22 desbordamientos, 11 crecidas y 15 noticias de inundaciones del Turia en Valencia. En el primero de los ocho capítulos de que consta la obra, trata de las más importantes avenidas de los siglos XIV y XV. Inicia la enumeración de riadas con la primera de la que hay noticias documentadas, después de que Jaime el Conquistador tomara Valencia, inundación que tuvo lugar el 16 de octubre de 1321 y de la que aporta la siguiente información:
“El día 16 de dichos mes y año,(Octubre, 1321) el Justicia y los Jurados de la Ciudad publicaron un bando haciendo saber que, como por el aumento de las aguas del Guadalaviar a consecuencia de abundantes lluvias, se habían caído en parte algunos puentes, muros y barbacanas de la población, se prohibía a todo hombre y mujer, de cualquier ley o condición, que cogiera o mandara coger, de noche o de día, abierta u ocultamente, piedras, argamasa, tierra, ladrillos o madera de dichos muros, puentes y barbacanas. Y quien tal hiciere pagaría como castigo sesenta sueldos tantas veces como lo hiciera”.
“Los estragos causados por la riada se deducen asimismo de una carta que en 24 de octubre de 1321 dirigieron al Rey, D. Jaime II el Justo, los Justicias, Jurados y Consejeros de la Ciudad. En aquella le decían poco más o menos, que las abundantes aguas pluviales habían determinado el derrumbamiento de muchas casas dentro y fuera de las murallas, aparte de los numerosos edificios que se hallaban en peligro de que les ocurriera lo mismo. Además, habían caído las bóvedas de los Puentes del Real y de los Catalanes, posteriormente llamado de la Trinidad. Con todo ello, la gente padecía mucho, porque no había pan, debido a que los hornos carecían de leña. Tampoco había cal ni ladrillos para reparar las casas derrumbadas y las que estaban a punto de caerse, donde, por cierto, habitaban las personas con peligro de muerte. Por otra parte, también faltaba la carne, porque los carniceros no tenían sitio para guardar el ganado...”
El autor continúa enumerando cronológicamente las riadas y citando algunas particularidades de los daños en puentes, casas y murallas y de los bandos de las autoridades para evitar latrocinios. Alguna vez hace alusión al tiempo atmosférico y a las particularidades de la inundación, y de si se hicieron rogativas para que cesara la lluvia, como el 6 de noviembre de 1340, en que el aguaducho fue tan furioso, que el Cabildo catedralicio tuvo que sacar el Lignum crucis y llevarlo procesionalmente por las calles valencianas, con objeto de conjurar los peligros.
El jueves 17 de agosto de 1358, después de haber sufrido una ruinosa y pertinaz sequía, que dejó yermos los campos y entregados a la miseria a los colonos y pequeños propietarios, crecieron tanto las aguas del Guadalaviar “ preñadas con el exceso de las lluvias”, que no tardaron en penetrar en la ciudad, inundando calles, plazas y casas con furia inusitada. [...] los puentes desaparecieron todos y barriadas enteras cayeron desplomadas en número de mil casas, aplastando a familias completas bajo sus escombros y ruinas. 400 personas perecieron. [...] La parte de la Ciudad que más padeció fue el barrio de Curtidores. Y no fueron menores los estragos producidos en los campos, alquerías y pueblos de La Huerta.
Permaneció el siglo XV casi medio siglo sin riadas catastróficas, hasta que, el 17 de noviembre de 1475 comenzó a llover. Las lluvias, a partir del día 20 fueron “espantables”, duraron tres días con sus noches como “si los cels foren uberts y lo món degués perir” [...] la gente no podía salir de sus casas ni para procurarse víveres. Y esto –informa el autor- no sólo ocurría en Valencia ciudad, sino en todo el Reino, y también en Cataluña, Aragón, Castilla y otras partes. Pocos días después, el primero de diciembre, el Turia vino con tanta fuerza que derribó tres de los nueve arcos del Puente del Real. Manaba el agua en el suelo de las casas y surgía por la boca de los pozos domésticos. Los días sucesivos arreció el temporal y hubo temblores de tierra, tormentas y granizo. Entró el mes de enero de 1476 y las lluvias prosiguieron con más crecidas de ríos, barrancos y desbordamiento de pozos. Los predicadores sólo hablaban de aquella situación caótica, que sin duda era el justo castigo merecido por los muchos pecados cometidos. Hasta comienzos de febrero no se afianzó el buen tiempo.
Pasaron doce años, sin ninguna avenida desastrosa. Después, el 28 de octubre de 1487, a primeras horas de la tarde, vino el Turia muy crecido y “derribó las dos palancas del Puente del Mar”, entraron las aguas por el Portal Nuevo, llegaron hasta La Mancebía e irrumpieron en la calle de Murviedro.
Eran las tres de la tarde de la festividad de los Santos Cosme y Damián, antevíspera de San Miguel Arcángel, cuando llegó el Turia a Valencia con tanta fuerza como nunca lo habían visto personas vivientes.
Comenta Almela y Vives que en el transcurso de una hora derribó los puentes del Portal Nuevo, del Real y de los Serranos, y gran parte de los antepechos de los Puentes de la Trinidad y del Mar.
Las aguas entraron en tal cantidad, que podía navegar una barca grande por los portales situados junto a los puentes citados, y también por las puertas de los Tints y de las Blanquerías. En el Convento de la Zaidía alcanzaron un nivel de diez palmos y medio y causaron muchos daños, por lo que las religiosas tuvieron que refugiarse en las casas de sus deudos.
Lo mismo ocurrió con las monjas del convento de la Trinidad, que durante la mañana siguiente, con las caras cubiertas, se trasladaron al palacio arzobispal. Tampoco permanecieron en su cenobio las monjas de San Julián, alarmadas por las ciento veinte casas destrozadas por las aguas y la pérdida de más de cien vidas humanas.
Resumiendo el texto en el que Almela aporta noticias de esta extraordinaria inundación, hay que decir que las aguas desbordadas se extendieron a muchas alquerías, causando estragos incalculables y se vinieron abajo casi todos los molinos, se obstruyeron las acequias y quedaron embarrancadas las tierras labrantías. Aquello no parecía la Huerta de Valencia. Las mismas aguas arrastraron cantidad de árboles y madera, que fueron impelidos en gran parte hasta el mar, por Monteolivete.
El Cabildo de la Catedral dispuso que el Corpus Domini, acompañado del Lignum Crucis y otras reliquias, fuera llevado en procesión a los lugares donde abundaban las aguas. Varios sacerdotes permanecieron entonando salmos desde la tarde a la noche y pidiendo misericordia, por lo cual consta en la documentación que se les dieron a cada uno dos sueldos de limosna. Desde medianoche hasta la hora del alba, fueron otros sacerdotes quienes entonaron los salmos en la capilla mayor catedralicia. Aquella mañana volvió el río a su cauce, pero los capitulares dispusieron que, mientras el tiempo no mejorase del todo, continuaran las rogativas “ad petendam serenitatem” por turnos de cuatro horas y dando dos sueldos a cada sacerdote que estuviera por la noche, y un sueldo y seis dineros a los que estuvieran y rezaran de día. El mismo día 27, los clérigos de las iglesias parroquiales y los de los conventos de San Agustín y San Francisco salieron a la calle para conjurar el río. Los frailes dominicos no pudieron participar por tener que defender su convento del agua, ya que la riada había derribado la mayor parte del claustro y precisaban demoler lo que aún quedaba en pie.
Una semana después, el 3 de octubre de 1517, los Jurados de la Ciudad dirigieron una epístola al joven rey Carlos I, recién llegado a España, que había desembarcado en Villaviciosa el 19 de septiembre de aquel mismo año, días antes de la riada. Le informaban someramente de lo sucedido. Y para recordatorio de aquella trágica inundación, se puso en la pared exterior del atrio del convento de la Trinidad, en la esquina con la calle de Alboraya, una lápida con la inscripción: HVCVSQ. SVPRA HOMINVM MEMORIAM INVNDANS TURIA MAXIMA VRBI REGNO Q. VALENT. DAMNA INTVLIT ANN. M.D. XVII QVINTO K. OCTOB HO. POST MERID III.
En aquella noche de infortunio del 27 de septiembre, una gran tormenta azotó la Ciudad y varios habitantes de la capital del Turia dijeron haber visto un extraño y fiero animal que se asemejaba a un león y rugía paseándose por las calles encharcadas. La noticia corrió como la pólvora y se produjo una gran confusión. La gente salió con alabardas, ganchos, bastones y otras armas para matar a la fiera. Todo eran rumores, gritos y alborotos y, a consecuencia de aquella fantasmagórica visión, dicen las crónicas que muchas mujeres enfermaron de espanto y se volvieron locas.
A la mañana siguiente,” el Turia dejaba al descubierto los cientos de muertos que el agua había arrastrado consigo en aquel día fatídico, que fue recordado durante muchos años como el más nefasto de todos los tiempos”...
Después, mientras los supervivientes intentaban devolver la normalidad a la Ciudad, el extraño animal al que llamaban “la bestia”se dejaba ver sólo por las noches. Decían que había llegado acompañando a las tormentas previas a la riada y que se veían sus pisadas y se oían sus bramidos hasta el amanecer. Unos opinaban que se parecía a un león, otros que se asemejaba a un buey. Las autoridades duplicaron sin éxito la vigilancia nocturna. Se comprobó si los cadáveres de los ahogados presentaban señales de garras o de dientes en sus cuerpos y, durante tres meses, el terror paralizó la vida nocturna en Valencia. Un día, varios ciudadanos aseguraron haber visto a la bestia cerca del convento de la Trinidad y, cuando los vigilantes nocturnos llegaron al lugar indicado, quienes allí permanecían aseguraron que la fiera se había arrojado al agua desde el Puente. Nunca más se la volvió a ver, pero los limoneros desgarrados, las huellas de sus pisadas en el barro, sus excrementos y los animales muertos evidenciaban su presencia... los ciudadanos más escépticos siguieron manteniendo que aquel extraño engendro no había llegado con las tormentas que precedieron a la riada y que la bestia sólo había existido en la imaginación calenturienta de quienes decían haberla visto...
El investigador catalán Fontana Tarrats, en sus compilaciones documentales dedicadas a incidencias meteorológicas en lo que hoy son las comunidades autónomas de Cataluña, Valencia y Murcia, nos dice en relación con la riada valenciana de 1517, que las lluvias ya habían comenzado 40 días antes del desbordamiento del Turia; que a las 4 de la tarde del día 27 las aguas habían inundado casi todos los barrios de Valencia, además de sus puentes, y que en la Ciudad se derrumbaron multitud de casas. Cita como ejemplo la calle de Murviedro, en la que desaparecieron sesenta edificios.
Fuera de Valencia, Fontana refiere que hubo grandes tormentas en Utiel, donde cayeron varios trozos de muralla y que los destrozos se dejaron sentir en Sumarcarcer, Gobarda, Alcacer, Alcira, Algemesí y, sobre todo, en Carlet, donde desaparecieron cien casas. Añade que 1517 fue un año de terremotos y que dos meses después de la gran riada, en las primeras horas de la tarde del 21 de noviembre de 1517, Játiva sufrió un seísmo de gran intensidad, que repitió al día siguiente. En Cataluña, a comienzos del mes de noviembre de aquel mismo año, un temporal de lluvias se mantuvo muy activo, lloviendo profusamente, sin parar, durante dos noches y un día, ocasionando grandes daños y causando la muerte a muchas personas. Como consecuencia, se produjeron importantes inundaciones en el Llobregat, en Vich y, sobre todo, en las riberas del Ebro.
Las avenidas e inundaciones continuaron...
Desde esta inundación de septiembre de 1517 transcurrieron veintitrés años sin sucesos de esta naturaleza, hasta el 5 de octubre de 1540. Seis años después sobrevino la inundación del día de San José de 1546. Y más tarde, las riadas de 1555, de 1557, de 1577 y de 1581, en la que el río vino tan crecido que pasó por encima del Puente del Real, riada que se reprodujo los días 22, 23 y 25 de septiembre y que afectó a todo el Reino de Valencia. En ella se desbordaron ríos y barrancos; se ahogaron muchas personas; se destruyeron pequeños pueblos, molinos y alquerías; se arruinaron los campos y se destrozaron muchas cosechas. Por tal motivo, se encarecieron enormemente los comestibles y otros artículos. Otra nueva inundación catastrófica sobrevino en el mes de octubre de 1589, después de la cual las autoridades aumentaron el arbitrio sobre la carne. Con los fondos recaudados se construyeron en piedra la Puerta y el Puente del Real, se concluyó la edificación del Puente Nuevo y se levantaron diques y pretiles que encauzaron el Turia desde Mislata hasta Monteolivete.
Sería demasiado largo y reiterativo continuar la enumeración de las crecidas y desbordamientos del Turia en los cuatro siglos que siguieron. Por ello, se concluye este tema con unos apuntes sobre la última inundación valenciana, la del año 1957, que puso fin a la serie de riadas valencianas de los últimos siglos y que tuvo, además, extraordinarias repercusiones en el futuro urbanístico de la Ciudad del Turia.
LA CRÓNICA DEL SIGLO XX, publicación de Plaza & Janés, Editores, S.A., resume la efeméride valenciana del 14 de octubre de 1957 en estos términos:
TERRIBLES INUNDACIONES EN VALENCIA
“Los temporales de lluvia, que durante las últimas semanas azotan España, han tenido una triste manifestación en la zona de Valencia. El río Turia se ha desbordado a las dos de la madrugada, inundando la capital con una pavorosa riada, que afecta a dos tercios de la población. A media mañana, las aguas comenzaron a retroceder; sin embargo, al mediodía, comenzó de nuevo a llover, en medio de gran aparato eléctrico. No se recuerda una tragedia tan grande desde 1879. En algunos puntos, el agua alcanza los dos metros”.
“Fuera de la capital, el desastre es también enorme. Centenares de viviendas destruidas en Catarroja, Chivas, Masanasa, Albal; un barrio entero de Carlet; desolación casi completa en Nazaret; desbordamientos del Magro en Algemesí; del Jucar, en Alicante y del Segura en Orihuela. Más de ochenta muertos y miles de millones en pérdidas.”
Información del Servicio Meteorológico Nacional (Octubre, 1957)
El Meteorólogo J. Fernández Campa, en su análisis “El tiempo en España durante el año agrícola 1957-58” del CALENDARIO METEORO-FENOLÓGICO 1959, publicado por el Servicio Meteorológico Nacional, al comentar el tiempo atmosférico acontecido el mes de Octubre de 1957, decía lo siguiente:
“Las precipitaciones que descargaron en la mitad oriental de la Península fueron abundantísimas, superándose en Valencia el 600 por 100 de las normales. En dicha región, los intensísimos chubascos tormentosos ocasionaron el desbordamiento del Turia y un verdadero desastre regional. Las lluvias, en cambio, fueron escasísimas en el Norte, Duero, Extremadura y Oeste de Andalucía. Las temperaturas medias mensuales se aproximaron a las normales.”
“La primera década empezó con un descenso térmico, nevadas en puntos del centro y mitad norte de la Península, y tormentas y chubascos en Cantabria. Siguieron precipitaciones intensas en la región Central y Levante. A partir del día 4 el tiempo, en general, fue bueno y las temperaturas normales.”
“ La segunda década, del 11 al 15, fue de precipitaciones generales de carácter tormentoso, que adquirieron su máxima intensidad los días 13 y 14 hacia Levante, ocasionando el desbordamiento del Turia y una catástrofe regional sin precedentes en el siglo. Los días 19 y 20 fueron de carácter tormentoso en muchas zonas. Las temperaturas se caracterizaron por la escasa amplitud de sus oscilaciones.”
“La década tercera fue la más seca. Empezó con chubascos en Cantabria y terminó con pequeñas precipitaciones en el Norte, alto Ebro, puntos del Duero y hacia la provincia de Cádiz. El día 29 descargaron tormentas en Cantabria. Las temperaturas máximas fueron algo más elevadas que las máximas normales, a partir del día 25.”
“Las lluvias torrenciales de Levante ocasionaron grandes daños a los cultivos y cosechas ya recolectadas. En otras regiones, las lluvias y las temperaturas benignas favorecieron los sembrados tempranos y los pastos.”
La precipitación mensual del mes de octubre del año 1957 recogida en el Observatorio Meteorológico de Valencia había sido de 309,9 mm. ( litros por cada metro cuadrado). Como contraste, en las lluviosas ciudades gallegas de La Coruña y Santiago de Compostela se totalizaron aquel mismo mes 13,7 mm. y 6,0 mm, respectivamente. Valencia registró entonces el máximo mensual de precipitaciones del mes de octubre de todos los Observatorios peninsulares.
El gran desvío del río: fin de las riadas del Turia.
Después de esta nueva catástrofe, se abordó definitivamente el desvío del río Turia fuera de la Ciudad, desviación que ya se venía contemplando como la mejor de las posibles soluciones para hacer desaparecer de Valencia aquella terrible y endémica lacra de sus riadas.
El desastre regional había sido de tal magnitud que el Gobierno no tuvo más remedio que adoptar decisiones importantes. Meses después se aprobó la denominada Solución Sur, que consistía en desviar el río, construyendo un nuevo cauce de 12 Kilómetros de longitud y 175 metros de ancho, capaz de desaguar 5.000 metros cúbicos por segundo en una nueva desembocadura del Turia, que iba a situarse tres Kilómetros al sur de la existente. La riada de 1957 había llegado a alcanzar, según los cálculos, un caudal máximo de 3.800 metros cúbicos por segundo. Teóricamente, con el desvío del nuevo cauce, las inundaciones en la ciudad ya no eran posibles. Las obras comenzaron en 1964 y finalizaron en 1973, aunque no se completó totalmente el programa inicial.
Al principio, la Solución Sur era un proyecto hidráulico que se fue reconvirtiendo en un ambicioso plan urbanístico, que pasó a denominarse Plan Sur de Valencia. Fue aprobado por ley en 1961 y comprendía, además de las actuaciones hidráulicas, otras acciones de carreteras, ferroviarias y de urbanización. El antiguo cauce urbano del río, ya liberado del Turia, ha tenido un gran futuro en la modernización de Valencia.
Monumento dedicado a las innumerables víctimas
Veinticinco años después de la última inundación catastrófica de Valencia por las desbordadas aguas del río, en el año 1982, el alcalde de la Ciudad del Turia, Sr. Pérez Casado, inauguró un monumento en recuerdo de las innumerables personas que habían perecido víctimas de las riadas a lo largo de todos los tiempos.
Este monumento está situado en la explanada de la antigua estación del ferrocarril de Aragón, rodeado por una pequeña alberca. Es una obra de líneas esquemáticas muy estilizadas, formado por dos cuerpos rectilíneos cubistas de 16 metros de altura, paralelos y casi verticales, con los que se pretende glorificar y mantener vivo el recuerdo de quienes perdieron la vida en la última riada de 1957 y todas las anteriores. Fue hecho en piedra artificial, por encofrado, con diseño del escultor valenciano Ramón de Soto Arándiga.
martes, 5 de noviembre de 2024
NO ES 'CAMBIO CLIMÁTICO', SINO INCOMPETENCIA CRIMINAL
Juan Manuel de Prada
La chusma gobernante, de consuno con los loritos sistémicos que controlan los medios de adoctrinamiento de masas, han atribuido las inundaciones de Levante al llamado 'cambio climático'. Así lo ha proclamado Ursulina Von der Leyen, con esa fatuidad engolada que emplean estos farfantes y farsantes, acostumbrados a mearnos en la jeta: «Es la dramática realidad del cambio climático». Sólo les ha faltado meter en el guiso a Putin, a estos hijos de la grandísima puta.
En la gota fría de 1982, que reventó la presa de Tous ocasionando cuarenta muertos, llegaron a caer mil litros por metro cuadrado en Cortes de Pallàs (el doble de los que han caído en esta ocasión). Y los más viejos del lugar recordarán también la gota fría que provocó ochenta muertos en 1957, de la que no tenemos datos de precipitación fiables, porque por entonces la capacidad máxima de los pluviómetros era de doscientos litros por metro cuadrado. Tanto en 1957 como en 1982 ocurrió lo mismo que en este 2024, un fenómeno meteorológico típico de estas fechas en el Levante español: aire polar marítimo con viento de levante que trae lluvias torrenciales. Es la 'gota fría' de toda la santa vida de Dios, que ahora la chusma gobernante, de consuno con los loritos sistémicos al frente de los medios de adoctrinamiento de masas, llaman 'Dana'. Pero decir gota fría es referirse a un fenómeno meteorológico sobradamente conocido en tierras levantinas; y estos hijos de la grandísima puta necesitan crear un 'relato' para panolis que presente lo acaecido como algo nuevo, desconocido, inopinado y terriblemente devastador, causado por ese 'cambio climático' del que todos, todas y todes somos culpables. Porque a estos hijos de la grandísima puta no les basta con exonerarse de culpa, sino que quieren extenderla sobre toda la población, descargando sobre la sufrida gente la responsabilidad de las catástrofes naturales, justificando así las imposiciones a las que nos someten, para lucro de la plutocracia a la que sirven. Si en 1957 y en 1982 la gota fría produjo menos víctimas que en 2024, a pesar de que los medios para predecirla, prevenirla y paliarla eran mucho menores, es porque estamos gobernados por incompetentes criminales sólo atentos a su pitanza que nos expolian materialmente y nos envilecen moralmente.
Tenemos que aguantar que estos hijos de la grandísima puta nos lancen cientos de alertas grotescas en verano, anunciándonos el apocalipsis por achicharramiento, para construir su relato para panolis sobre el llamado 'cambio climático'. En cambio, cuando se produce una alerta meteorológica real, con previsiones de lluvias torrenciales muy peligrosas, esta chusma se ha quedado de brazos cruzados. Con avisos naranjas el lunes, tendrían que haber movilizado a todos los empleados públicos duchos en labores de auxilio, tendrían que haber suspendido las clases en las escuelas y toda actividad laboral no esencial, tendrían que haber exhortado a la población para que no saliese de sus casas e incluso evacuado algunas localidades. Pero estos hijos de la grandísima puta no movieron un dedo, ni siquiera cuando empezó el diluvio; y, en su negligencia criminal, dejaron que la gente se adentrase en automóvil por carreteras que ya estaban inundadas, dejaron que la gente saliese de sus casas en pueblos con ramblas donde el agua alcanzaba alturas de más de un metro. Es la misma negligencia criminal que antes los llevó –a ellos o a quienes les precedieron en la pitanza– a aprobar planes urbanísticos asesinos, levantando casas a orillas de las ramblas, o de arroyos y ríos habitualmente secos, como si bastase con canalizaciones de chichinabo o con los carrizos de las orillas para contener los desbordamientos ocasionados por la gota fría.
Eso en lo que respecta a las previsiones. En cuanto a los remedios, estamos mostrando al mundo que España es un estado fallido gobernado por hijos de la grandísima puta que destinan decenas de miles de policías, guardias civiles y militares para blindar sus cumbrecitas coloniales y demás saraos sistémicos, pero son incapaces de movilizar al Ejército para despejar carreteras y atender a la población que carece de agua potable, medicinas y alimentos básicos, tal vez porque el Ejército español está haciendo el oso hormiguero en las misiones que nos impone el Tío Sam en los arrabales del atlas, para asegurar el clima belicista que interesa al complejo industrial militar. En el colmo de la avilantez, el doctor Sánchez, recién llegado de hacer el indio para tapar las ignominias de la catedrática Begoñísima y las suyas propias, tuvo el cuajo de insinuar que la hecatombe se había producido porque la gente desoyó las indicaciones de protección civil; pero lo cierto es que, cuando a los móviles de los valencianos llegaron tales indicaciones, mucha gente ya se estaba ahogando, o estaba siendo arrastra. La hecatombe no la ha producido ningún 'cambio climático', como pretenden estos hijos de la grandísima puta, sino su incompetencia criminal. Si los españoles de hogaño no tuviésemos horchata en las venas, tendríamos que ahorcarlos y después descuartizarlos, exponiendo por último sus despojos en la plaza pública, para que sean carnaza de las moscas y las aves carroñeras, como conviene hacer con los tiranos. Pero, como estamos dejados de la mano de Dios, seguiremos permitiendo que nos meen en la jeta; y, por supuesto, nos dirán que sus orines pestilentes, como la gota fría de toda la santa vida de Dios, es «la dramática realidad del cambio climático».