Oriol Sabata
Nueva Revolución, 06/12/2022
A finales de Octubre, Petro Simonenko, Secretario General del Partido Comunista de Ucrania (KPU), intervino en la XXII Conferencia Internacional de Partidos Comunistas y Obreros que se realizó en La Habana, Cuba.
Durante su discurso, señaló que su organización política ha sido prohibida de manera ilegal en Ucrania y que la militancia comunista y la población en general están sufriendo persecución política, detenciones y violencia por parte de lo que calificó como un «régimen oligárquico y neonazi» cuya esencia es «reaccionaria y fascista».
Según apuntó Simonenko, tras la desintegración de la Unión Soviética, Estados Unidos y Gran Bretaña fueron los principales patrocinadores de la creación de un «estado neofascista» en el territorio de la antigua Ucrania soviética. Un proceso que vino acompañado de un paquete de reformas que entregó al capital el control total de la economía del país.
El dirigente del Partido Comunista denunció durante su ponencia que estas maniobras contribuyeron a destruir todas las conquistas socialistas, terminando con la soberanía económica de Ucrania y provocando una «profunda lumpenización de la sociedad». Esto, afirmó el Secretario General del KPU, sentó las bases para la llegada al poder de las fuerzas más reaccionarias tras el golpe de Estado de 2014. Una alianza entre la burguesía, fuerzas de carácter neofascista y el crimen organizado.
Simonenko denunció que a raíz del establecimiento de este «gobierno títere» de Washington, se desató una guerra civil fratricida en Ucrania. Una guerra contra los ciudadanos de Donbass que defendían sus derechos y libertades constitucionales. Y añadió que el nuevo régimen de Kiev y la Casa Blanca «convirtieron la guerra civil en Donbass en una guerra contra Rusia».
«La guerra que Estados Unidos y la OTAN están librando en territorio ucraniano es una guerra que solo sirve a los intereses imperialistas estadounidenses», enfatizó el líder del partido, quien además manifestó que el régimen de Volodimir Zelenski «se está deshaciendo despiadadamente de los opositores políticos».
En este sentido, se lamentó ante la falta de consenso entre los partidos comunistas y obreros sobre la naturaleza del conflicto armado en Ucrania, y aseguró que la guerra en Donbass contra el régimen de Kiev debe verse como «una lucha por la liberación nacional, esencialmente una guerra por la independencia del régimen fascista gobernante y por el derecho del pueblo a hablar su lengua materna rusa».
Simonenko consideró que «el conflicto militar en Ucrania no debe ser visto como una guerra interimperialista», sino la respuesta de la Federación Rusa ante los planes belicistas de Occidente y la OTAN, que sabotearon el proceso de negociación en el marco de los acuerdos de Minsk y apostaron por arrastrar a Europa a la guerra.