por Tommaso della Macchina
1.Introducción: el virus que nos pilló desprevenidos
Ya hacía tiempo que la humanidad en su conjunto (incluidos los países más desarrollados) no sufría un sobresalto a cuenta de un agente patógeno. La peste, la tuberculosis, la viruela, al menos en occidente, son cosas del pasado. El SIDA, en los años 80 y 90 no generó esa “peste del siglo XXI” que anunciaba la prensa y en el mundo desarrollado ya se le había perdido el miedo. La epidemia de SARS de 2002-2003 era cosa de lejano oriente, exótica por tanto. La pandemia de gripe A de 2009-2010 asustó a cierta gente durante cierto tiempo gracias al sensacionalismo mediático pero fue más el ruido que las nueces y algunos nos quedamos con la sensación de que el asunto tenía que ver con vender fármacos por parte de grandes empresas multinacionales más que con la salud pública. Este último episodio generó cierta peligrosa inmunidad en la opinión pública frente a las noticias sobre pandemias, pues ya se sabe que, como en el cuento del pastor mentiroso, cuando te dicen varias veces que viene el lobo y al final nunca viene acabas no creyéndote nada. Y fue este escepticismo el que propició que en 2014, un virus de nivel 4, nada menos que el ébola, se presentara en cuestión de horas en el centro de Madrid y contagiara a una enfermera y que nadie se inmutara, actitud especialmente peligrosa en el caso de las autoridades. Menos mal que el virus no era aéreo, pensamos con alivio algunos.
Pero llegó 2020 y los medios hablaron de un nuevo virus surgido en Wuhan, China, una ciudad de la que pocos habían oído hablar en la civilizada Europa. Con las experiencias del pánico innecesario que sentimos frente al SIDA y la gripe A simplemente no nos lo quisimos creer. Además este virus asociado a una neumonía severa apareció en China, un país del que gracias a los mass media el gran público en occidente tiene una imagen deplorable de atrasado, dictatorial y pobre. Por tanto, la gente creyó que como el SARS de 2002-2003 se quedaría en Asia. Qué poco aprendimos de la experiencia del ébola de 2014, que dejó claro que en un mundo globalizado como el nuestro cualquier brote de una enfermedad contagiosa en la esquina más recóndita y olvidada del planeta se puede extender en poco tiempo por todo el mundo.
2.Fracaso del neoliberalismo
A pesar del esfuerzo intoxicador de nuestros medios, todo lo que dijeron las autoridades y los médicos chinos sobre el virus resultó ser verdad, a saber, que el virus era nuevo, muy infeccioso y en algunos casos mortal. Y esto planteaba un gran dilema para los gobiernos occidentales: ¿cómo de mortal era ese nuevo coronavirus? Si las muertes eran pocas y se decretaba un confinamiento general y drástico como hicieron los chinos los grandes intereses económicos perderían sustanciosos beneficios. Pero si, por el contrario, no se confinaba a la gente y resultaba ser tan mortal como aseguraban las autoridades chinas perecería un número muy alto de personas y la opinión pública culparía a los estados de no hacer nada frente a una pandemia.
Así las cosas, occidente se debatió durante semanas entre decretar el confinamiento y sacrificar los beneficios económicos salvando vidas (la opción china) o, por el contrario, sacrificar vidas y salvar la economía (la opción de EE.UU.). Detrás de esta última opción, la neoliberal, que prevaleció en occidente durante las primeras semanas de la extensión de la pandemia no solo estaban las grandes empresas y sus sirvientes del poder político sino también ciertos científicos que abogaban por dejar entrar el virus para alcanzar cuanto antes la inmunidad de grupo frente al agente patógeno. Tal es el caso del virólogo español Adolfo García Sastre. García Sastre, que trabajó para la OTAN y actualmente ejerce como médico en uno de los hospitales privados más caros de Nueva York, Mount Sinai, en una entrevista concedida al ABC el pasado 5 de marzo quitó hierro al asunto de la pandemia diciendo que iba a ser “como un año duro de gripe”. “Habrá muchos más muertos de lo habitual, pero tampoco es un motivo para estar completamente alarmado”, prosigue el virólogo. Y al ser preguntado por su opinión sobre las medidas de confinamiento de China dio esta tan poco clara y elusiva respuesta: “Como no hay un control con el que comparar, en realidad no sabemos qué hubiera pasado si en China no se hubiesen aplicado estas medidas. Es importante que las medidas contra el coronavirus no causen más disrupción que el propio virus” [1]. Quien quiera entender que entienda. Se da la circunstancia que García Sastre había participado en 2005 en un polémico proyecto de reconstrucción del mortífero virus de la gripe de 1918, la mal llamada “gripe española” (porque en realidad surgió en EEUU.) que se llevó por delante a 60 millones de personas (30 millones sólo en China). Actualmente el virus está en un CDC (Center for Disease Control) de los EE.UU.
Pero la apuesta por la economía en vez de por contener la pandemia empezó a llenar de enfermos los hospitales públicos occidentales afectados por las olas de recortes neoliberales de las últimas décadas. Y aún fue mucho peor en países carentes de sistemas de salud estatales como EEUU. La saturación fue tal que no había respiradores en las UCIs para todos los enfermos graves de modo que al personal médico le tocó elegir en muchos casos quién moría y quién vivía. Tampoco tenían los sanitarios material de protección con lo cual se infectaron ellos mismos y en algunos casos engrosaron la lista de muertos. Entonces algunos nos dimos cuenta de por qué los chinos levantaban hospitales de la nada en 10 días mientras las imágenes televisadas eran acompañadas de comentarios despectivos o burlescos de nuestros periodistas. Los chinos levantaban nuevos hospitales (llamados Arcas de Noé) sólo para pacientes de coronavirus para así evitaban que el virus contagiara a otro tipo de pacientes. También nos dimos cuenta de que las muertes de doctores ocurrían porque la sobreexposición a mucha carga viral podía ser mortal y no porque el gobierno chino asesinara a médicos por extraños motivos políticos como insinuaban nuestros medios. Con lo cual, en occidente se perdió un tiempo precioso dilucidando si había que hacer cuarentena o no y todo para acabar imitando mal y tarde lo que se estaba haciendo en China. Esto puso de manifiesto lo desastroso que es el sistema neoliberal al estilo de EEUU para parar una pandemia mientras que un modelo estatal y centralizado como el de China prácticamente acabó el virus en Wuhan (o al menos la primera oleada de éste) en dos meses. Eso sí, lo suyo es una dictadura, nos dicen, y lo nuestro una democracia, pero, se podría añadir, una democracia low cost, chapucera y criminal, que ni siquiera es capaz de preservar la salud de sus ciudadanos mientras potencia libertades individuales de lo más antisociales, como por ejemplo el polémico derecho a portar armas en EEUU.
Un ejemplo de este viraje en la política de occidente fue el Reino Unido. Al principio de la pandemia el líder británico, Boris Johnson, conservador y neoliberal hasta la médula dijo bastante claro que no estaba por paralizar la actividad e insinuó que si había alguien que caía en la pandemia, como por ejemplo, la gente mayor, pues mala suerte. Pero los muertos se empezaron a acumular, especialmente en las residencias de ancianos, y además el propio Johnson cayó enfermo de gravedad, ingresando en la UCI de un hospital londinense y a partir de ahí, todo cambió. El gobierno británico abandonó la suicida estrategia de EEUU de no aceptar el “lockdown”, el confinamiento, y decidieron aunque tarde seguir la estrategia china y fortalecer la NHS, el sistema nacional de salud. En cambio la manera en que EEUU se enfrentó a la pandemia fue un completo desastre. Con una postura mayoritaria en su clase política a favor de salvar el mercado y sacrificar a la gente, el confinamiento fue irregular y escaso y en algunos lugares como Nueva York, en el que según estudios chinos, circulaba una de las cepas más agresivos del virus (la procedente de Europa), los hospitales se saturaron, los sanitarios, sin las debidas medias de seguridad, se contagiaron y los muertos acabaron almacenándose descompuestos en camiones desperdigados por la ciudad. Estas mismas escenas las habíamos visto en Ecuador, pero se supone que Ecuador es un país en vías de desarrollo y EEUU es la primera potencia mundial. O eso se nos ha hecho creer.
3.La izquierda posmoderna se alía con el virus
Desde el principio el grueso de la izquierda patria se mostró escéptica ante el riesgo de pandemia, tozudamente escéptica. Tanto que hicieron el juego durante semanas a las élites globalistas del capitalismo opuestas al “lock down” y al cierre de fronteras. Así, destacados líderes de Unidas Podemos como Pablo Echenique exaltó el trabajo del corresponsal de TVE en Italia Lorenzo Milá quien calificó al COVID-19 como menos peligroso que una gripe. Y eso en fecha tan tardía como el 25 de febrero, a las puertas de que en Italia se colapsaran las UCIs de los hospitales.
Para Echenique y Milá, el COVID-19
es poco más que un catarro
Pero si hubo un evento en que la izquierda liberaloide y descafeinada jugó un papel lamentable en esta pandemia fue en proseguir con los actos multitudinarios del día 8 de Marzo, a pesar de que en Italia ya se habían puesto en cuarentena a 16 millones de personas y los expertos que asesoraban al gobierno español sabían que aquí pasaría exactamente lo mismo. De hecho, ya el 10 de febrero, casi un mes antes de las manifestaciones, el Ministerio de Sanidad y el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias había elaborado un informe técnico firmado por, entre otros, los conocidos por el público televisivo Fernando Simón y María José Sierra, sobre el virus en el que se coincidía con los médicos y científicos chinos en lo serio de la epidemia. En concreto se habla de que el virus tenía una letalidad de hasta un 15%, mucho más que la gripe estacional (sobre un 1,2% [2]). El documento pdf del informe, por cierto, se puede consultar online [3]. A pesar de saberse todo esto, la izquierda del identitarismo no fue capaz de bajarse del burro y suspender los actos del 8 de marzo y sacrificaron a toda la población a mayor gloria del feminismo, esa incontestable ideología de estado. De hecho se mofaron de la epidemia con pancartas que rezaban “El machismo mata más que el coronavirus”, algo que es rotundamente falso (en lo que va de año, muertos por coronavirus: casi 27,000; mujeres muertas por violencia de género: 18). Claro que la extrema derecha de Vox hizo algo parecido celebrando un congreso en olor de multitudes; no obstante, se supone que Unidas Podemos son algo más civilizados que esos caciques descendientes de la pata del Cid como Abascal y cía. El caso es que un evento al que asistieron cientos de miles personas en toda la nación sirvió para extender el virus, cosa que a día de hoy los participantes en el acto se han negado a reconocer. De hecho muchas de las participantes enfermaron días después (Irene Montero, Carmen Calvo, Begoña Gómez, Carolina Darias, etc.)
Manifestante durante el 8 M minimizando la pandemia.
Pero aparte del ridículo papel que hizo la izquierda, digamos, moderada, favoreciendo (sin intención, se supone) la propagación del virus, habría que mencionar el no menos nefasto papel jugado por al menos buena parte de nuestra izquierda más radical. Afectos a teorías conspirativas, algunos revolucionarios de salón se han dedicado a promover que las masas se salten la cuarentena. Según éstos, la cuarentena no sería más que una dictadura encubierta para acabar con las pocas y precarias libertades que teníamos. Un ejemplo paradigmático de esta idea irresponsable e infantil lo constituye un texto del anarquista y tecnófobo Miquel Amorós, titulado “El estado con mascarilla”. En él se pueden leer soflamas a favor del “individuo desobediente, el indisciplinado que hace caso omiso de las órdenes unilaterales de arriba y rechaza el confinamiento, se niega a permanecer en los hospitales y no guarda las distancias. El que no comulga con la versión oficial y no se cree sus cifras [4].” Irónicamente ese mismo razonamiento fue utilizado por el empresario multimillonario Elon Musk, jefe de la firma de coches eléctricos Tesla, para justificar saltarse el confinamiento y reabrir su fábrica en California, en contra del criterio del gobernador de ese estado, Gavin Newsom. De hecho, el “subversivo” millonario tildó la cuarentena de “fascista e indignante” y amenazó con llevarse la producción de coches a otro lado [5]. También esgrimieron ese tipo de razones los acaudalados vecinos del barrio de Salamanca en Madrid, quienes, envueltos en banderas de España (algunas de ellas preconstitucionales), se manifestaron el día 13 de mayo contra la cuarentena al grito de “libertad”, “gobierno dimisión” y “comunistas fuera” [6]. Al final va a ser verdad que los extremos se tocan.
No obstante, en la izquierda también hay quien ha hecho un análisis razonable de la situación, como el periodista marxista belga Michel Collon. Collon, en su boletín vía Internet Michel Midi del pasado 7 de abril titulado “Coronavirus ¿Una Conspiración?” [7], aborda la idea planteada por cierta parte de la izquierda radical occidental de que el confinamiento es en realidad una excusa para reprimir todo atisbo de contestación social y de esta manera dominar por completo al pueblo llano. Según esta tesis, el confinamiento no sería más que un estado de sitio y un golpe de estado encubierto. Frente a esto el periodista belga contesta que la pandemia existe, que si China alertó al mundo fue porque el SARS-COV-2 es un virus muy peligroso puesto que no tenemos ni inmunidad de grupo ni vacuna a diferencia de lo que ocurre con la gripe estacional, y que aunque, en muchos casos, la enfermedad que genera no es grave, el número de casos graves es suficiente como para colapsar los sistemas sanitarios. También pregunta a los que piensan que el confinamiento es una excusa para imponer una dictadura por parte de los estados occidentales cómo se explica que éstos se resistieran tanto al principio a decretar la cuarentena, lapso de tiempo que, como sabemos, facilitó la extensión de la pandemia. Michel Collon contesta que, obviamente, esto fue así porque a los estados capitalistas no les interesaba parar la economía y ver disminuidos los beneficios de sus clases poseedoras. Y de esta manera, Collon expresa una tesis basada en argumentos racionales y no en teorías conspirativas como hace cierta izquierda. Bien por él.
Más grave aún es que, para negar que exista una verdadera pandemia, ciertos sectores supuestamente críticos han echado mano de tesis irracionalistas y anticientíficas como las que difunden los grupos antivacunas. Éstos derivan de grupos protestantes radicales, tecnófobos y reaccionarios [8] del mundo anglosajón que opinan que la teoría microbiana de la enfermedad en la que se basa la ciencia moderna (a saber, que la enfermedad está causada por patógenos microscópicos como virus o bacterias) es falsa. ¿Y entonces qué causa la enfermedad? Según algunos de estos grupos, la contaminación resultante de la industrialización y el progreso (¡cómo no!), pero en el caso del COVID-19 concretamente el culpable es la tecnología 5G, que, según ellos, vuelve loco al virus y se dedica a atacar al ser humano. Y aquí se produce otra coincidencia muy curiosa, dado que es China la pionera y principal beneficiaria de la tecnología 5G, los antivacunas coinciden sorprendentemente con EEUU en su odio a la tecnología china. Y como, según algunos popes de la izquierda posmoderna como el citado Amorós, China es igual de capitalista que EEUU, da igual si para atacar la tecnología del gigante asiático echamos mano de estudios hechos en la Universidad de Hong Kong, que es la cuna de la enésima revolución de colores fomentada por el imperialismo norteamericano. Ese tipo de argumentación tan falaz como extravagante abunda en el manifiesto “Comunicado en relación al SARS-COV2” del grupo Stop Vacunas alojado en su blog [9]. Pero aún hay más: colectivos antivacunas han participado en algaradas como las del madrileño barrio de Salamanca solo que esta vez en Alemania, país donde grupos tanto de la extrema izquierda como (¡sorpresa!) de la extrema derecha han unido fuerzas para pedir el fin de la “dictatorial” cuarentena [10]. Más coincidencias.
Grupos contra el confinamiento en Alemania culpando de la pandemia a la tecnología 5G
4.El ridículo de los medios de comunicación
Pero si hay un sector del poder burgués al que esta pandemia ha sorprendido con el paso cambiado ése es el de los medios de masas. Éstos desde la declaración de la epidemia en Wuhan no han dejado de desinformar sobre ésta y denigrar a China. Y lo más grave es que tal actitud también ha favorecido la extensión de la pandemia.
Ya desde la aparición de los primeros casos reportados a la OMS en Wuhan los mass media mostraron una actitud que fue de la incredulidad al sensacionalismo. Rara vez se informó de una manera racional y comedida de tal modo que pudiera servir para que la población se preparara para lo que tenía que venir. Nada de eso; al contrario, primero se empezó por dudar de que la enfermedad fuera real y se insinuó que era un ardid de China y su gobierno en plena guerra comercial con EE.UU a cuenta del 5G. Así algunos periodistas, muchos de ellos de la supuesta “izquierda” mediática, dijeron que el nuevo coronavirus no era más peligroso que una gripe (¿como esa gripe A de 2009 que esa misma “izquierda” mediática nos pintó como una plaga bíblica?) y que por tanto teníamos que hacer vida normal y, por supuesto, la economía (incluido ese Mobile World Congress de Barcelona) no se podía parar. De esta opinión era Ignacio Escolar, un periodista (aunque, en realidad, ni acabó la carrera) “progresista” que apoyó los bombardeos de la OTAN en Libia y a los Cascos Blancos de Siria que ayudan a los yihadistas, y que llegó a publicar en su periódico que “el alarmismo hace más grave de lo que es el virus de Wuhan”, al que llegó a equiparar con la gripe o el catarro en el infame programa de La Sexta dirigido por Antonio G. Ferreras Al Rojo Vivo. A buen seguro su financiador George Soros, el artífice de las revoluciones de colores, estará orgulloso de su labor [11]. Lo mismo que Escolar dijo del virus que asolaba el norte de Italia el corresponsal de TVE Lorenzo Milá, lo cual le valió, como sabemos, el aplauso de Pablo Echenique. Y todo este escepticismo interesado fue aderezado con ciertas dosis de ridículo esperpento por parte del Gran Wyoming que en El Intermedio (también en la “progre” La Sexta TV) se burló de los enfermos y víctimas de la pandemia gritando al tiempo que gesticulaba histriónicamente: “vamos a morir todos”. Curiosamente, a los pocos días del numerito, su programa se tuvo que hacer vía internet desde las casas de los presentadores para evitar que cayeran enfermos y cuando volvió al formato habitual, el Sr. Wyoming fue el único que siguió teletrabajando desde su casa. “Por razones de edad”, esgrimió él. Además de payaso y faltón, cobarde.
Y tras el escepticismo llegó el nerviosismo y con él la sinofobia. En efecto, como las víctimas de ese catarro o esa gripe sin trascendencia empezaban a saturar los hospitales, la actitud de los medios tuvo que cambiar. De la negación se pasa al alarmismo. Y partir de entonces se echa la culpa de todo a China. (No olvidemos que en todas las pandemias hay que buscar un chivo expiatorio; durante la epidemia de peste medieval fueron los judíos). Para empezar, se culpa al gigante asiático de no haber actuado con la suficiente rapidez, a pesar de que ya en otoño se habían detectado casos de una extraña y agresiva neumonía, al menos en Italia [12] y en Francia [13], pero fue China el primer país en comunicárselo a la OMS el 31 de diciembre de 2019. Después de decir que la gestión china fue negligente e ineficaz, se culpa al país asiático de todo lo contrario y califican las medidas de confinamiento de brutales y dictatoriales. ¿En qué quedamos? China puede ser laxa o drástica en las medidas para luchar contra la pandemia pero no las dos cosas a la vez. Por otra parte, los medios se dedican a hacer circular todo tipo de noticias sin confirmar que culpan a China casi de cualquier cosa. Por ejemplo, se empieza a decir que el origen de la epidemia está en la dieta de los chinos. Así el indocumentado ¿periodista? de gorra al revés e ídolo del lumpen más analfabeto Frank Cuesta (alias Frank de la Jungla) difunde la teoría de que el virus pasó de un pangolín a un humano porque según él los chinos se comen a los pangolines crudos. Esta teoría conspiranoica y ridícula (pues el pangolín es una especie protegida en China) fue difundida por el “periodista” fascioliberal Jiménez Losantos, quien le hizo una aportación propia de las películas de espías cuando dijo que tal hecho fue denunciado por un doctor chino pero las malvadas autoridades comunistas lo hicieron desaparecer [14]. También se habló de los “wet markets”, de los mercados chinos con animales vivos, como el mercado de marisco de Wuhan, como origen de la zoonosis (el salto del virus del animal al ser humano) pero esa idea, destinada a denigrar nuevamente la cultura china, es falsa por dos razones. Primero, porque en ese mercado no se venden especies animales que sean susceptibles de ser reservorios de virus (como, p. ej. murciélagos) sino pescados y mariscos (aquí habría que recordar que en las zonas portuarias de España en los mercados se venden crustáceos y moluscos vivos). Y segundo, porque el virus ya circulaba en Wuhan mucho antes de que los empleados del mercado se contagiaran. Así, el pasado octubre se celebró en la próspera y moderna ciudad de Wuhan (conocida entre los hombres de negocio occidentales como la Chicago de China [15]) unas olimpiadas militares a las que acudieron miembros del ejército de muchos países, algunos de los cuales contrajeron una enfermedad parecida a la gripe que en algún caso desembocó en severa neumonía. Tal fue el caso de algunos militares franceses y españoles [16]. Y esto genera una pregunta: ¿esa enfermedad procedía de China o la llevó allí algún militar extranjero? De acuerdo con el ministro de exteriores chino, la enfermedad la llevaron algunos militares de la delegación de EE.UU. según él a propósito para expandir el virus por China. Esto último, de momento, no se ha podido probar, pero lo que sí se ha probado es que el mercado de Wuhan no es el verdadero origen de la pandemia. De hecho la propia OMS declaró que es posible que el virus ya circulara entre los asistentes a la Cumbre del Clima de Madrid celebrada a principios de diciembre [17].
Wuhan, la Chicago de China, una de las ciudades más avanzadas
y modernas del mundo, con un PIB equivalente al de Portugal.
Capítulo aparte merece la actitud de nuestra prensa ante el uso de las mascarillas. En un primer momento, nuestros periodistas quisieron convencernos de que la mascarilla era cosa de chinos y se burlaron de su uso. Tal es el caso del periodista “progre” Antonio Maestre (a quien le llaman el Eduardo Inda de la “izquierda”), quien llegó a decir en Twitter el 25 de febrero que: “Es más probable morir atropellado porque la mascarilla del coronavirus se mueva y te tape los ojos que por el propio virus”. Este periodista, además, ejemplifica la falta de coherencia informativa que ha presidido la cobertura de la crisis del coronavirus por parte de nuestra prensa. Así, mientras un día (el 9 de marzo) escribía en Twitter que el asunto del coronavirus era puro sensacionalismo e hipocondría, a los pocos días (el 13 de marzo) argumentaba que el confinamiento era necesario para que no se desbordaran los hospitales. Pero ni una disculpa o explicación por haber minimizado tan sólo cuatro días antes el problema.
Pero si ha habido un episodio escandaloso en la cobertura mediática del confinamiento ese ha sido el protagonizado por las agencias informativas, entre cuyos cometidos está la lucha contra los bulos y las fake news. En especial, habría que referirse a Newtral y Maldita, ambas empresas propiedad de la periodista de La Sexta Ana Pastor (antes en RTVE y CNN), esposa del infame Antonio G. Ferreras, director de Al Rojo Vivo. Para empezar, Newtral, que se las da de rigurosa y cazadora de bulos, se adhirió en el periodo pre-confinamiento a las tesis que minimizaban el impacto de la pandemia y que eran compartidas por la inmensa mayoría de la prensa occidental. Así, el 1 de febrero Newtral, a través de su autoproclamado experto en virus y pandemias, Mario Viciosa, subalterno de Ana Pastor, publicó una noticia que aseguraba que el coronavirus es mucho menos grave que la gripe. No hace falta decir que esto, como por desgracia hemos podido comprobar, es falso pero es que además hay que tener en cuenta que existían datos recogidos por las autoridades y científicos chinos durante el mes de enero y publicados en el arriba mencionado informe técnico firmado por Fernando Simón y otros que lo desmentían tajantemente. Tenemos pues una agencia antibulos que básicamente se dedica a difundir bulos siempre que éstos beneficien a occidente y a sus élites económicas que, recordemos, en febrero se resistían a toda medida de confinamiento porque significaban renunciar a pingües beneficios.
Captura de pantalla del sitio web de la agencia “antibulos”
Newtral donde se minimiza la gravedad del COVID-19
Aún así, no quedó ahí la cosa. A mediados del mes de abril Newtral se vio obligada por las circunstancias a rectificar una noticia que calificaba de crimen machista lo que era un suicidio. De hecho, los jueces dejaron en libertad al presunto "asesino machista" al no ver indicios de delito y, además, había testigos oculares que vieron que el hombre intentó socorrer a la mujer. El desmentido, por cierto, causó mucho menor revuelo que el titular que hablaba de otra mujer más asesinada a manos de su marido. Tenemos por lo tanto otro bulo cuyo objetivo era crear un estado de opinión favorable a las reivindicaciones del feminismo burgués, ese mismo que dijo que el machismo mataba más que el virus y que vaticinó que el confinamiento dispararía el número de asesinatos machistas cuando de hecho fue todo lo contrario.
Y por último y más escandaloso aún, pudimos saber que tanto Newtral como Maldita, ambas dos empresas de Ana Pastor, eran las entidades encargadas en España de censurar (o dicho más finamente “bloquear contenidos inapropiados”) el Whatsapp, la aplicación de mensajes instantáneos más popular, usada por millones de personas. Por mucho que Ana Pastor y su amiguete Ignacio Escolar argumentaran que esto era una invención de la extrema derecha, en el sitio web de Whatsapp se podía consultar la lista de entidades que censuran contenidos a lo largo y ancho del mundo y en el caso de España las dos entidades que figuraban en la lista eran las dos empresas de Ana Pastor.
Captura de panatalla del sitio web de Whatsapp donde se informaque las agencias Newtral y Maldita ambas propiedad de la periodista Ana Pastor están a cargo de la censura de los contenidos de la popularaplicación de mensajes instantáneos.
Por tanto, vemos como la prensa también colaboró con la extensión del virus al contribuir al retraso de la aplicación de las medidas de confinamiento. Ni que decir tiene que esto tiene que ver con el hecho de que estos medios que hemos mencionado están participados por el capital de empresas que iban a dejar de ingresar muchos beneficios con el confinamiento. Por ejemplo, la Sexta, que es parte de Atresmedia (igual que el diario ultraderechista La Razón) está controlada en gran medida por el capital catalán, a veces ligado al sector turístico (como por ejemplo la empresa de aviación comercial Vueling), de ahí las presiones para que el “lock down” fuera lo más tarde y corto posible. Aquí nuevamente tenemos la economía por encima de la salud de las personas, idea criminal sobre la que descansa el capitalismo.
5.Conclusión: el capitalismo es incapaz de luchar contra una pandemia
Decía Stephen Hawking, célebre físico teórico, en una entrevista concedida al diario británico The Daily Telegraph en 2001, que es más probable que el fin de la especie humana llegue por una pandemia causada por un virus que por una guerra nuclear [18]. Si hay algo que por encima de todo ha puesto de relevancia esta pandemia del COVID-19 es que esa idea, procedente de las élites liberales de EE.UU., de que el ser humano está destruyendo el planeta es absolutamente falsa. El ser humano no es capaz de destruir la naturaleza, al revés, es la naturaleza la que puede destruir al ser humano, y prueba de ello es que un ente microscópico, un virus, ha puesto de rodillas ese supuesto todopoderoso sistema económico humano que llamamos capitalismo en tan solo tres meses.
Durante décadas, al menos en occidente, hemos estado esperando una catástrofe climática o una crisis por escasez de recursos (p. ej. de petróleo, en la actualidad superabundate y barato, por cierto) y nos hemos olvidado de que las guerras y, más aún, las epidemias es lo que más seres humanos se han llevado por delante. Así, la peste y la viruela mataron a cientos de millones de personas a lo largo de la historia, más que cualquier catástrofe natural. Sin embargo, hemos estado tan obsesionados con el calentamiento global que no hemos visto de dónde venía el verdadero peligro para el ser humano. Peor aún, la izquierda se ha dedicado a hacer la guerra a la industria y al plástico y esto, junto a las políticas de recortes en la sanidad pública a cargo de gobiernos de derecha, ha hecho posible que la UE y no digamos EEUU, careciera del material suficiente (mascarillas, guantes, respiradores, todo eso que está hecho de contaminante plástico pero que es indispensable para salvar vidas) para hacer frente a la pandemia. ¡Qué lejos queda esa izquierda que se basaba en el socialismo y en la ciencia (y no en el identitarismo y el esoterismo New Age como la de ahora) y que era por ello temida por la élite burguesa! Esto contrasta con países emergentes con industria propia y un gobierno que planifica, se adelanta a los acontecimientos y no es esclavo de las multinacionales, como China, donde la pandemia ha sido combatida con eficacia. Está, por tanto, claro que el cortoplacismo de los sistemas capitalistas neoliberales los hace incapaces de gestionar con éxito la lucha contra una pandemia y que en realidad es el capitalismo y no el socialismo el que está acabado a pesar de lo que diga la propaganda burguesa de los mass media. O nos deshacemos de este sistema insolidario, desorganizado y chapucero o la próxima vez que nos invada un virus podría ser la última.
La mortalidad se dispara desde la segunda quincena de marzo en España. Esta gráfica prueba que la pandemia no ha sido ninguna broma. Fuente: Instituto de Salud Carlos III.
REFERENCIAS:
[1]https://www.abc.es/ciencia/abci-adolfo-garcia-sastre-epidemia-coronavirus-como-duro-gripe-202003042022_noticia.html
[2] https://www.abc.es/sociedad/abci-coronavirus-mundo-menos-letal-gripe-comun-espana-202002271353_noticia.html
[3] https://www.sempsph.com/images/ITCoronavirus.pdf
[4] https://kaosenlared.net/el-estado-con-mascarilla/
[5] https://elpais.com/tecnologia/2020-04-30/elon-musk-califica-de-fascista-y-de-encarcelamiento-forzado-el-confinamiento-en-ee-uu.html
[6] https://nuevocurso.org/que-significa-lo-que-paso-en-el-barrio-de-salamanca/
[7]https://www.youtube.com/watch?time_continue=674&v=YdX3U9qqyzU&feature=emb_logo
[8] https://en.wikipedia.org/wiki/Vaccination_and_religion
[9] https://stopvacunas.wordpress.com/2020/03/18/comunicado-stop-vacunas-en-relacion-al-sars-cov-2/amp/?fbclid=IwAR0lnq_OCJovym1dSj05DHv1NrjminI7_xa-_enGmVcoQwxcpidfUTgzg30&__twitter_impression=true
[10] https://elpais.com/internacional/2020-05-14/un-coctel-extremista-y-conspirador-contra-un-supuesto-nuevo-orden-mundial.html
[11] https://www.eldiario.es/juanlusanchez/filantropia-periodismo_6_558254179.html
[12] http://www.elespiadigital.com/index.php/noticias/confidenciales/29053-2020-04-05-08-12-12
[13] http://spanish.people.com.cn/n3/2020/0501/c31619-9686320.html
[14] https://www.lavanguardia.com/television/20200306/473986389744/frank-cuesta-coronavirus-tailandia-agosto-teoria-covid19-pangolin.html
[15] https://cincodias.elpais.com/cincodias/2020/01/24/economia/1579870825_187681.html
[16] https://www.lavanguardia.com/vida/20200508/481019085930/atletas-espanoles-enfermaron-juegos-militares-wuhan-octubre.html
[17] https://www.lavanguardia.com/vida/20200507/481009003806/oms-contagios-oronavirus-cumbre-clima-madrid.html?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_content=vida
[18] https://www.telegraph.co.uk/news/uknews/1359562/Colonies-in-space-may-be-only-hope-says-Hawking.html