La Casa Blanca ha criticado fuertemente las elecciones parlamentarias que se celebraron en Rusia este domingo en las que el partido gobernante Rusia Unida obtuvo la mayoría de votos. Por su parte, las autoridades rusas han considerado estos comentarios de "inaceptables".
La dirección estadounidense ha expresado sus dudas tomando en cuenta algunos comunicados sobre las presuntas irregulidades cometidas durante los comicios. Sin embargo, no han prestado atención a las conclusiones de los observadores internacionales que informaron del alto nivel en la organización de los comicios.
Temores sin base
Primero, algunos representantes de la Administración de Obama expresaron su "extrema preocupación" por los resultados de los comicios. Luego el turno de crítica fue para Hillary Clinton. Las elecciones a la Duma Estatal (Cámara Baja del Parlamento ruso) no fueron "ni libres ni justas", insistió la secretaria de Estado, que anteriormente se mostró inquieta frente a unos comunicados sobre infracciones el día de la votación.
Es interesante que en sus declaraciones los funcionarios norteamericanos no hicieron caso de las conclusiones de los observadores internacionales que revisaron el proceso de votación directamente en los colegios electorales rusos.
Durante la misma jornada electoral varios expertos independientes señalaron que el nivel de organización del proceso era excelente, confirmando una votación limpia. En particular, el representante de EE. UU., John Naimi Amiral, indicó que no se registró ninguna violación seria en los colegios que había visitado, y tampoco "vio ninguna irregularidad".
Por su parte, la mayoría de los 700 observadores que fueron a varias regiones de Rusia para revisar el proceso de recepción y recuento de votos emitió opiniones similares. En lo que respecta a infracciones determinadas, anunciaron solo algunos "fallos de carácter técnico" que no tenían influencia en los resultados de la votación.
La votación y el recuento de sufragios durante los comicios legislativos del pasado domingo fueron realizados de acuerdo a los estándares internacionales y a todos los principios de las elecciones libres, según el informe final del grupo de expertos independientes de varios países.
En este sentido, los comentarios de la secretaria de Estado norteamericano provocaron la reacción severa de las autoridades rusas. El sistema político de Rusia es un asunto interno del país, y no es de incumbencia de los países extranjeros, informó el presidente del país, Dmitri Medvédev. "Una cosa es que sigan las elecciones y las irregularidades, y otra que cuestionen el sistema político. Solo falta que nos digan cómo debemos redactar la Constitución", dijo.
El Ministerio ruso de Relaciones Exteriores ha calificado las declaraciones de Clinton de "inaceptables". Mientras, los representantes de la Comisión Central Electoral rusa recibieron las declaraciones de Clinton con asombro y le recomendaron a la jefa de la diplomacia estadounidense que preste más atención a los casos internos de su país.
Elecciones 'ejemplares'
Cuando las autoridades no son capaces de proteger a "la gente que expresa sus derechos y reporta sobre los casos de infracción, entonces la dirección viola el sistema de justicia y socava la confianza de la gente en sus gobiernos. Lo hemos observado en varios países, y hace un momento durante los comicios a la Duma en Rusia", fueron las palabras de Hillary Clinton.
No hace mucho, sin embargo, que la dirección estadounidense atacó y violó los derechos de sus ciudadanos cuando la Policía empleó la fuerza contra los participantes de Occupy Wall Street, movimiento pacífico que solo trataba de apelar a "quienes poseen la mayor parte de la riqueza" en EE. UU.
Pero centrándonos en la "limpieza" de los procesos electorales, también se pueden recordar los últimos comicios presidenciales realizados en Estados Unidos. En el año 2008, cuando fue elegido el actual mandatario, Barack Obama, se registraron muchos casos de falsificación de listas electorales, privación del derecho a voto de algunos ciudadanos, intermitencia de los sistemas electrónicos de votación y presión a los observadores independientes.
En 2004, cuando ganó George Bush, no se permitió a los observadores cumplir su trabajo ni presenciar el proceso en los colegios electorales. Y en el año 2000 la victoria del mismo George Bush fue reconocida por decisión del Tribunal Supremo que tuvo que intervenir.
Aunque en todos los casos los resultados de la votación fueron declarados válidos.