Espía en el Congreso, 30/09/2014
“No nos gusta que en Suiza haya delincuentes que tengan cuentas, entre ellos algunos españoles”. La frase, que está incluida en un extracto del vídeo que la revista “Actualidad Económica” ha publicado en internet con Pablo Iglesias (la entrevista completa puede verse en “Espía en el Congreso TV”), ha desaparecido de la transcripción textual que de la misma hace la revista. Y es que la élite económica española se ha puesto muy nerviosa con la propuesta de derecho al salario mínimo y limitación del máximo que propone Podemos, aunque esté avalada por el sindicato de inspectores de Hacienda Gestha, declaración que también se omite. A continuación reproducimos el extracto que la revista económica subió a la red pero sin las omisiones antes citadas, que incluimos en color rojo.
“No nos gusta que en Suiza haya delincuentes que tengan cuentas, entre ellos algunos españoles”. La frase, que está incluida en un extracto del vídeo que la revista “Actualidad Económica” ha publicado en internet con Pablo Iglesias (la entrevista completa puede verse en “Espía en el Congreso TV”), ha desaparecido de la transcripción textual que de la misma hace la revista. Y es que la élite económica española se ha puesto muy nerviosa con la propuesta de derecho al salario mínimo y limitación del máximo que propone Podemos, aunque esté avalada por el sindicato de inspectores de Hacienda Gestha, declaración que también se omite. A continuación reproducimos el extracto que la revista económica subió a la red pero sin las omisiones antes citadas, que incluimos en color rojo.
Miguel Ángel Belloso. Me llama mucho la atención que no vayáis a permitir que se cobre una cantidad que supere un determinado múltiplo del salario mínimo interprofesional (SMI). ¿No supone romper las expectativas de progreso de la gente?
Pablo Iglesias. En Suiza, cuyos ciudadanos nadie negará que pueden colmar sus expectativas, no se puede ganar más de 12 veces el SMI. Creo que por encima de cualquier legítima aspiración personal está el interés nacional. Uno de los principales problemas de España es la desigualdad. Tenemos unos niveles escandalosos en el índice de Gini.
MÁB. Me parece original que elijáis Suiza, patria del secreto bancario y un país poco ejemplar por tantas razones, pero ¿no promovería eso una fuga de talento?
PI. Respecto a Suiza, nosotros no somos sectarios, estudiamos experiencias de muchos países: si algo está bien hecho, lo reconocemos, con independencia de quien lo haga. No nos gusta el secreto bancario ni nos gusta que en Suiza haya delincuentes que tengan cuentas, entre ellos algunos españoles, como hemos visto, pero que celebren referéndums de vez en cuando o que establezcan un salario máximo nos parece razonable. Independientemente de la ideología de quien gobierne, cuando las cosas están bien, están bien, y cuando están mal, están mal. En cuanto a la fuga de talento, eso es lo que hay ahora. Decenas de miles de universitarios, la generación mejor preparada de la historia, se ven abocados a marcharse fuera. Me da mucha envidia lo que ha hecho Ecuador: para reforzar su sistema universitario, ofrece a los doctores españoles becas y salarios decentes. Aquí no hay incentivos para que los mejores se queden. Este ha sido el país de los enchufes. No gana más el más inteligente ni el que más se esfuerza, sino el más próximo al Gobierno. En España no ha habido grandes emprendedores, sino una lumpen oligarquía que progresa porque está cerca de los políticos. Resulta que en España los ciudadanos han tenido que financiar un sistema público educativo para tener a doctores muy bien formados que sin embargo no pueden trabajar más que de camareros en nuestro país o se tienen que ir a Ecuador. El problema no son los salarios: aquí los mejores cerebros españoles nunca han tenido ningún incentivo para quedarse en España, les estamos expulsando. Las grandes fortunas de nuestro país no han dependido del talento de sus impulsores, sino de estar muy cerquita del poder. Eso tiene que ver con los bancos y con las grandes industrias que, en ultima instancia, se han favorecido de decisiones administrativas que tomaban los políticos que tenían que representarnos a todos. Si apostamos de verdad por el talento, debemos hacer lo contrario de lo que estamos haciendo ahora. Yo estoy convencido de que los jóvenes españoles mejor preparados estarían encantados de cobrar 12 veces el salario mínimo, pero ofrecemos menos de 1.000 euros a doctores. Esa es la realidad de este país: aquí gana mucho dinero no el que es más inteligente o está más preparado o el que más se ha esforzado, sino el que está más cerca del poder, y esto lo vemos también en las empresas privadas.
MOV. …y estamos de acuerdo en que hacen falta sanidad y pensiones. Lo que quiero que me digáis es cómo pensáis financiar todo eso.
PI. España dedica poco a gasto social. Solo con que llegáramos a la media europea, se favorecería algo fundamental para que la economía mejore: la demanda interna. La razón de que estemos en crisis no es que los salarios sean altos, sino que la gente no compra, y si no hay consumo no hay crecimiento. ¿Y cómo vamos a financiar el gasto social? Con una reforma tributaria que obligue a los ricos a ser más solidarios. Las grandes fortunas pagan muy poco. Dejadme leeros los últimos datos de presión fiscal [impuestos recolectados sobre el PIB]: España 34%, Alemania 40%, Italia 44%, Suecia 45%, Francia y Bélgica 47%, Dinamarca 49%, hasta el Reino Unido posterior a Thatcher alcanza el 37%. Estamos con Lituania, Estonia y Rumanía.
MOV. ¿Y por qué se recauda poco? Porque los tipos son altos y desincentivan la actividad, el trabajo y la inversión.
PI. No, porque por cada 2.000 trabajadores hay un inspector de Hacienda. En Francia hay uno por cada 900 y en Alemania uno por cada 700. Hacen falta más inspectores. Hay quien objeta: es muy difícil, pero los propios técnicos dicen que es sencillísimo, porque el 70% del fraude está concentrado en 3.000 fortunas y grandes empresas. Solo con recuperar ese dinero, el Estado podría ayudar a la gente y darle recursos para impulsar la demanda interna. Cuando abogamos por una pensión decente o criticamos que se deje a cuatro millones de parados sin prestación no promovemos ninguna utopía, solo hacemos lo que un señor que se llamaba Keynes ya dijo que había que hacer. Si los ciudadanos son pobres y no llegan a fin de mes, es imposible que la economía funcione. Pero es que, al tiempo que la mayoría se empobrecía, ha aumentado el número de millonarios y han subido los salarios de los altos ejecutivos. Es normal que la gente esté hasta las narices.