El pasado 29 de julio esos que para nuestros medios son "opositores desarmados" en lucha contra el gobierno sirio volaron un oleoducto en Homs, una ciudad situada en una zona que limita al norte con Turquía y al oeste con el mar Mediterráneo, donde la lucha entre ambos bandos es especialmente cruenta. La detonación produjo un cráter de 15 metros de diámetro, lo cual demuestra que los autores, con acceso a grandes cantidades de explosivo y entrenamiento en su manejo, son profesionales de la desestabilización y no simples manifestantes antigubernamentales. Pero, además, estos profesionales del sabotaje sabían dónde golpear: Siria es un enclave con alto valor estratégico en lo referente a la conducción del petróleo.
En efecto, Siria es un país por el que cruzan dos oleoductos que vienen de Irak y desembocan en el Mediterráneo. Uno es el que pasa por la ciudad antes mencionada de Ohms y el otro pasa por los Altos del Golán, un territorio que Israel le arrebató a Siria en la Guerra de los Seis Días (ahora ya sabemos por qué). Pero el valor estratégico de este país no acaba ahí, porque la zona costera de Siria es además uno de los principales escollos para el macroproyecto de oleoducto que llevará el petróleo de Bakú (Azerbaiyán) a través de Turquía e Israel hacia Asia, presumiblemente hasta la India [1]. Parte de este proyecto ya está hecho: el oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan (téngase en cuenta que los países por los que pasa, a saber, Azerbaiyán, Georgia y Turquía, son aliados de la OTAN), un oleoducto que se inauguró en julio de 2006 y que es considerado el oleoducto más estratégico del mundo ya que surte a los mercados occidentales. Pero aún falta lo más peliagudo: para llevar ese petróleo desde Turquía a través de Israel hacia Asia hay que pasar por 400 km de costa siria y libanesa.
Por ello el Pentágono lleva tiempo pensando en remodelar el mapa de Oriente Medio. (Como ejemplo de esto tenemos el mapa ideado por el coronel norteamericano retirado Ralph Peters que reproducimos debajo de este párrafo.) Dentro de este plan de remodelación de las fronteras de Oriente Medio estaría crear un “Gran Líbano” que arrebatara su costa a Siria, dejándola sin salida al mar. Aquí hay que aclarar que el estado del Líbano fue creación del imperialismo francés que cuando llegó la hora de la descolonización dio la independencia a Siria y al Líbano por separado en 1943 [2]. No es extraño pues que tras la invasión de Irak por parte de EE.UU. y sus aliados en 2003 se buscara la intervención en Líbano poniendo como excusa el atentado que costó la vida al Primer Ministro libanés Rafiq Hariri el 14 de febrero de 2005. Del atentado culparon inmediatamente a Siria cuando el suceso fue de lo más extraño: ¿Cómo es posible que al día siguiente de una explosión de 1000 Kg. de TNT la calle estuviera reconstruida y abierta al tráfico destruyendo así el escenario del crimen y todas las pruebas? Además el juez que inició la investigación fue retirado del caso y sustituido por un juez que ni tan siquiera se reunió con su antecesor. Por otra parte, Siria nada ganaba con ese atentado; al contrario, realmente, quienes ganaban, y mucho, eran EE.UU., Francia e Israel que son los que más tajada pueden sacar de que la zona se convulsione y que, por tanto, los convierten en principales sospechosos de haber promovido el atentado. Este atentado fue la excusa parar dictar la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU (UNIFIL) 1701 para la supuesta pacificación del Líbano que congregó gran número de barcos de guerra de la OTAN (entre ellos dos españoles) frente a las costas de Siria.
Paralelamente, EE.UU. empezó a hacer importantes negocios con la India. Pero no cualquier tipo de negocios: la India y EE.UU. iniciaron una serie de acuerdos en materia de desarrollo nuclear. Esto violaba de manera flagrante el Tratado de No Proliferación y además fue interpretado como un acto hostil por China, potencia nuclear rival de la India en Asia.
Como vemos la situación puede volverse muy peligrosa porque el conflicto involucra a países con armas nucleares. Siria, de hecho, tiene el apoyo militar de Rusia que tenía pensado (si no lo ha hecho ya, que es muy posible que sí) instalar bases con armamento nuclear en el punto caliente de la costa mediterránea. Y por si fuera poco, Irán, otro país amenazado por la OTAN, a quien en el mapa ideado por Peters se le roba la zona más rica en petróleo y se la anexiona el Iraq ocupado por EE.UU., está desarrollando a toda prisa su propio programa de nuclear. Por eso la amenaza a Siria y a Irán implica a Rusia y podría resultar en una guerra nuclear. Esperemos que lo nuclear, como pasaba en la Guerra Fría, se use meramente como herramienta de disuasión. De momento, la decisión de Zapatero de colocar unos cuantos misiles más apuntando a Rusia contribuye justamente a lo contrario. Y mientras, buena parte de la izquierda, como ya ha ocurrido en más ocasiones (Bosnia, Kosovo, Libia) haciendo de tonto útil a la OTAN y empezando a pedir una intervención “humanitaria” en Siria. Nunca aprenderemos.
NOTAS:
[1] El gran negocio energético del siglo XXI será facilitar el acceso al petróleo del Mar Caspio a grandes economías emergentes como India o China que no cuentan con yacimientos propios. Ese precisamente era el trasfondo de la primera gran “misión humanitaria” del siglo XXI, la intervención en Afganistán, un país que es el nudo gordiano de la conducciones de petróleo hacia los nuevos colosos económicos China e India.
[2] Igual hizo el imperialismo británico con Kuwait, que restringe la salida al mar de Irak.
FUENTES:
Extra.ec
CSCA
CIAR