Resulta cada vez más repelente encender la caja tonta y ver esos informativos que parecen el gabinete prensa de la organización terrorista OTAN o esos debates con esa amplia gama de opinadores a sueldo que vienen a decir todos lo mismo. Pero es que últimamente la abundancia de dobles raseros y de hipocresía es inconmensurable.
Para empezar podemos hablar del asalto violento de la oposición serbia al parlamento de la nación además de al ayuntamiento de Belgrado. En las imágenes mostradas por los medios, la habitual ensalada de perroflautas, posmoprogres y onenegeros a sueldo de la OTAN y de la UE de la mano de grupúsculos neonazis con palos, barras de hierro y bengalas. Nada que no se haya visto anteriormente en el Maidán ucraniano de 2014 (que puede acabar en nueva guerra mundial tras 8 años de guerra civil en el Donbass) o anteriormente en Serbia, precisamente, en 2000, cuando se derrocó por la fuerza a Milosevic, quien después fue confinado hasta su muerte en una prisión de la UE durante largos años sin que se probaran las acusaciones prefabricadas contra él por el civilizado occidente. Pero aquí lo curioso es la actitud de una prensa que no se cansó de repetirnos la moviola del asalto al congreso de EEUU a manos de cuatro paletos del Midwest presentado como el nuevo ascenso del fascismo (algo así como una versión redneck de la Marcha sobre Roma de Mussolini) solo que ahora, en el caso de Serbia, la actitud de la prensa va de la indiferencia a la complicidad. En Serbia, es democrático dar un golpe de estado. Y en Ucrania también. En EEUU, no. Primer doble rasero.
Otro acto de supina hipocresía es que nuestros medios sigan minuto a minuto el encarcelamiento de Navalny (ese opositor ruso que "fue envenenado por Putin" pero volvió a Rusia a ver si lo envenenaban otra vez y volvía a salir en la CNN) y al mismo tiempo no decir ni palabra de periodistas que se pudren en cárceles del "mundo libre" como Julian Assange o Pablo González por revelar en el curso de su trabajo verdades incómodas para el occidente colectivo. Algo muy distinto de lo que hace Navalny y su banda, que conspiran gracias al dinero de EEUU para promover un cambio de régimen por la fuerza, algo que en cualquier país se paga con la cárcel. En EEUU también, ejemplo: los cabecillas del asalto al congreso. Pero es que además en EEUU hay líderes políticos encarcelados de por vida tras juicios muy dudosos. Ahí están los casos del ex pantera negra Mumia Abu Jamal o del líder del Movimiento Indio Americano Leonard Peltier. Pero estos no interesan a los periodistas progres como Antonio Ferreras o Ignacio Escolar, a quienes solo les preocupa que Navalny se deprima por no poder devolver a Rusia a los años del hambre y el frío del liberalismo perestroiko.
Otro ejemplo de doble rasero, esta vez mucho más sangrante, es difundir tal cual fue creada por el gobierno israelí la expresión "migración voluntaria" aplicada al éxodo de palestinos de Gaza forzado por los bombardeos. ¿Alguien se acuerda cuando la lucha de los serbios por defender sus territorios ancestrales era tildada por los mass media occidentales de "limpieza étnica"? ¿Por qué la Nakba de 1948 o los bombardeos actuales sobre Gaza no se califica en los medios de esa misma manera? Pues está claro: porque el gobierno de Washington y la organización terrorista OTAN apoyan al estado de Israel en esta limpieza étnica de libro.
En consecuencia, ese periodismo que se reclama como un "contrapoder" no es más que el poder mismo en su versión más embustera e hipócrita. Son estos medios los que aseguran la validez de esa máxima que una vez formuló una mente lúcida: no hay mayor esclavo que el esclavo que se cree libre.