Red Voltaire,14/04/2013
¿Fue objeto Serbia de una agresión premeditada en 1999? Para contestar esa interrogante, Milica Radojkovic-Hansel recurre a los documentos de la época, incluyendo una carta de Willy Wimmer al canciller alemán Gerhard Shroder. El análisis muestra que las exigencias de Rambouillet eran inadmisibles, para justificar así una guerra ya programada y preparada de antemano.
Hace 14 años –después de las negociaciones de Rambouillet y de París, entre el 6 y el 23 de febrero de 1999– los medios de prensa internacionales informaron al público que «la delegación serbia no aceptó el acuerdo ofrecido y que lo calificó de “nulo e inválido”».
Los medios insinuaban que el llamado Grupo de Contacto para Yugoslavia apoyaba aquel proyecto de acuerdo. Aquella comisión se componía de 4 países miembros de la OTAN más Rusia, pero en realidad Rusia se negaba a aprobar la parte militar (anexo B) de aquel documento –hecho que los medios no mencionaron.
¿Qué sucedió realmente en Rambouillet y París y cuáles eran los términos precisos del «anexo B»?
La secretaria de Estado estadounidense de aquella época, Madeleine Albright, afirmó que «la parte militar del acuerdo era prácticamente el núcleo del acuerdo ofrecido en Rambouillet», el cual era inaceptable para la delegación de la República Federal de Yugoslavia.
Zivadin Jovanovic, el ministro yugoslavo de Relaciones Exteriores de aquel entonces, declaró el 6 de febrero de 2013, en entrevista concedida al diario de Belgrado Politika, que «en Rambouillet no hubo ni intento de alcanzar un acuerdo, ni negociaciones, ni acuerdo». La delegación yugoslava fue invitada a Rambouillet para que participara en las negociaciones con la delegación albanesa de Kosovo.
Al parecer es cierto que no hubo verdaderas negociaciones. Se puede llegar a esa conclusión a través de las diferentes posiciones expresadas por algunos representantes occidentales, como el entonces presidente de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y el ministro noruego de Relaciones Exteriores.
La información parcializada de la prensa occidental y las afirmaciones también parciales de los políticos occidentales sobre «el fracaso de las negociaciones como resultado del rechazo del documento político que demanda una amplia autonomía para Kosovo» por los representantes de Yugoslavia en realidad buscaban preparar a la opinión pública para una agresión militar de la OTAN, agresión ya planificada para octubre de 1998 pero que, por razones evidentes, se pospuso hasta el 24 de marzo de 1999.
La único cierto es que la delegación yugoslava solicitó repetidamente –como puede verse en los mensajes escritos transmitidos a los negociadores durante las conversaciones– el inicio de negociaciones directas entre las delegaciones de Yugoslavia y de Kosovo.
Se trata de un hecho que puede comprobarse a través de los documentos oficiales. El representante de Estados Unidos en esas conversaciones, Christopher Hill, afirmó en su respuesta a aquellos pedidos que la delegación de Kosovo «no quería negociaciones directas». «Así que estaba claro para todos nosotros que el diálogo directo no convenía a los americanos [estadounidenses] y que era esa la verdadera razón por la que el contacto directo no tuvo lugar», declaró Jovanovic. Y agregó: «No resulta creíble que en una situación en la que los americanos hubiesen querido realmente [que hubiese] negociaciones directas, la delegación de Kosovo no aceptara ese pedido.»
Los medios de prensa mundiales y los representantes occidentales dieron intencionalmente a conocer una mala interpretación de la supuesta negativa de Yugoslavia ante «el establecimiento de tropas para mantener la paz en Kosovo».
Pero, ¿qué son las «fuerzas de paz» en la práctica internacional y en derecho internacional? En la práctica internacional se trata de las tropas dirigidas por las Naciones Unidas (los llamados «cascos azules»), son tropas que los países miembros de la ONU ponen a la disposición de esa organización. No son tropas de la OTAN.
Para entender lo que llevó a la República Federal de Yugoslavia a rechazar la parte militar del documento presentado en Rambouillet es necesario leer su contenido:
«(I) El personal de la OTAN tendrá, al igual que sus vehículos, navíos, aviones y equipamiento, paso libre y sin restricciones así como acceso total en toda la RFY, incluyendo el espacio aéreo, las aguas territoriales asociadas y todas las intalacciones;
(II) Se dispensará al personal de la OTAN, en toda circunstancia y en todo momento, de la jurisdicción de las Partes con respecto a toda violación civil, administrativa, criminal o disciplinaria que pudiese cometer en la RFY;
(III) El personal militar de la OTAN tendrá normalmente que portar uniforme, podrá poseer y portar un arma;
(IV) Las Partes deberán, en respuesta a un simple pedido, conceder todos los servicios de telecomunicaciones, incluyendo los servicios de difusión, necesarios para la Operación, tal y como se definen por parte de la OTAN. Esto incluirá el derecho a utilizar los medios y servicios necesarios para garantizar una capacidad total de comunicación y el derecho a utilizar con ese fin el espectro electromagnético de forma gratuita;
(V) Se autoriza a la OTAN a detener individuos y a entregarlos, tan rápidamente como sea posible, a las autoridades interesadas.»
Los medios de información de Europa, sobre todo los de los países miembros de la OTAN y los representantes de Estados Unidos y Europa ocultaron el contenido de este documento militar mientras reprochaban a los dirigentes serbios y al presidente yugoslavo «una falta de cooperación con los esfuerzos por encontrar una solución pacífica». Al igual que Rambouillet, «la Conferencia de París no fue una reunión en la pudiese verse un “esfuerzo” serio por llegar a un entendimiento, negociaciones, negociaciones o un acuerdo». El enviado estadounidense Christopher Hill exigió a la delegación yugoslava que se limitara a firmar el texto que él mismo había elaborado y puesto encima de la mesa, «según el principio “Take it or leave it” [“Lo toman o lo dejan”]», explicó el ex ministro Zivadin Jovanovic.
Además de las numerosas condenas del proyecto de acuerdo que expresaron diversos expertos en derecho internacional, la opinión del es secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger sobre ese documento apareció publicado en una entrevista concedida el 27 de junio de 1999 al Daily Telegraph de Londres. Kissinger declaró:
«El texto del proyecto de acuerdo de Rambouillet, que exigía el estacionamiento de tropas de la OTAN en toda Yugoslavia, era una provocación. Sirvió de pretexto para comenzar los bombardeos. El documento de Rambouillet estaba formulado de tal manera que ningún serbio podía aceptarlo.»
Esas palabras indican, entre otras cosas, que la agresión de 1999 contra la República Federal de Yugoslavia fue presentada en los medios de prensa occidentales como un epílogo, a pesar de que ya estaba prevista en el inicio de la nueva estrategia intervencionista de la OTAN, bajo la dirección de Estados Unidos. La introducción de esa estrategia se produjo oficialmente en el encuentro de la OTAN celebrado en Washington, el 25 de abril de 1999, o sea en el momento mismo en que se desarrollaba la agresión contra la República Federal de Yugoslavia.
Con la agresión contra la República Federal de Yugoslavia, la OTAN, que había sido una alianza defensiva, pasó a ser una alianza agresiva que se arroga el derecho de intervenir como potencia militar en cualquier lugar del mundo. La política oficial del país trazada por los dirigentes yugoslavos era por demás apropiada ya que decían que uno de los objetivos de aquella agresión era crear un precedente de acciones militares en todo el mundo sin mandato de la ONU y en violación de la Carta de la ONU.
Esa opinión quedó confirmada durante la conferencia de los países miembros de la OTAN y de países candidatos a la adhesión, realizada en abril de 2000 en Bratislava. La conferencia fue organizada por el Departamento de Estado de Estados Unidos y el American Enterprise Institute del Partido Republicano [estadounidense], sólo unos mesas después de la agresión contra la República Federal de Yugoslavia. Entre los participantes había muy altos funcionarios (representantes gubernamentales así como ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa) de las países miembros de la OTAN y de los candidatos a la adhesión.
Los temas principales de aquella conferencia fueron los Balcanes y la ampliación de la OTAN. En su resumen escrito sobre el encuentro, documento fechado el 2 de mayo de 2000 y enviado al canciller alemán Gerhard Schroder, el entonces miembro del Bundestag y vicepresidente de la Asamblea parlamentaria de la OSCE Willy Wimmer declaraba que, según Estados Unidos, el ataque de la OTAN contra la República Federal de Yugoslavia constituía un precedente que podrá ser utilizado cada vez que haga falta. Es lo que Willy Wimmer señala cuando escribe: «por supuesto, [es] un precedente que cada cual podrá utilizar como referente, lo cual no dejará de hacerse». Wimmer explicaba así una conclusión decisiva. Se trata de una confirmación, retroactiva, del hecho que el verdadero objetivo de las conversaciones de Rambouillet no era abrir la posibilidad de negociaciones directas entre las partes interesadas sino más bien crear un pretexto para justificar la agresión, lo mismo que Henry Kissinger ya había señalado claramente en 1999, al precisar que [Rambouillet] «sirvió de pretexto para comenzar los bombardeos».
En su mensaje escrito, Willy Wimmer resalta que [según el organizador mismo] «la guerra contra la República Federal de Yugoslavia se realizó para corregir una decisión errónea del general Eisenhower que databa de la Segunda Guerra Mundial». Por consiguiente, era necesario estacionar allí tropas estadounidenses, por razones estratégicas, lo cual no se hizo en 1945. Con la construcción en Kosovo de la base militar Camp Bondsteel –la mayor de Europa– Estados Unidos puso en práctica la posición que había expresado en la Conferencia de Bratislava, donde afirmó que «por razones estratégicas, había que estacionar soldados americanos [estadounidenses] en esa región».
En su carta, Wimmer afirma también –en el punto 1– que «Los organizadores pidieron que se procediera lo más rápidamente posible entre los aliados al reconocimiento de un Kosovo independiente en el plano del derecho internacional», mientras que «Serbia (como Estado sucesor de Yugoslavia) tenía que mantenerse por cierto tiempo al margen del desarrollo europeo», según Wimmer para garantizar así la presencia militar estadounidense en los Balcanes.
Willy Wimmer subraya además –en el punto 11–
«La constatación de que la OTAN, al atacar la República Federal de Yugoslavia, había actuado contraviniendo todas las reglas internacionales y, sobre todo, contraviniendo las cláusulas obligatorias del derecho internacional no encontró la menor oposición».
En su texto, Wimmer escribe también:
«La parte americana [estadounidense] parece querer, en el contexto global y con el fin de imponer sus propios objetivos, quebrantar de forma consciente y deliberada el orden jurídico internacional resultante de las dos guerras del pasado siglo»
O sea, el derecho internacional es considerado como un obstáculo para la ampliación de la OTAN.
Y Wimmer agrega, para terminar: «El poderío debe prevalecer sobre el derecho.»
Texto íntegro de la carta dirigida, el 2 de mayo de 2000, al Canciller de la República Federal de Alemania, Gerhard Shroder, por el entonces vicepresidente de la Asamblea parlamentaria de la OSCE Willy Wimmer
Carta al señor Gerhard Schroder, diputado al Bundestag
Canciller de la República Federal de Alemania
Cancillería Federal
Schlossplatz 1, 1017 Berlín
Berlín, 2 de mayo de 2000
Señor Canciller:
Al final de la semana pasada tuve la oportunidad de participar en Bratislava, capital de Eslovaquia, en una conferencia organizada conjuntamente por el Departamento de Estado de Estados Unidos y el American Enterprise Institute (el instituto de relaciones exteriores del Partido Republicano) cuyos temas principales fueron los Balcanes y la extensión de la OTAN.
Participantes de alto rango asistían a ese encuentro, lo cual demostraba la presencia de numerosos Primeros Ministros así como de ministros de Relaciones exteriores y de Defensa de la región. Algunos de los numerosos puntos importantes que se abordaron en el marco del tema anteriormente mencionado merecen que se haga mención de ellos:
Los organizadores pidieron que los aliados reconozcan, lo más rápidamente posible, en derecho internacional público, el Estado independiente de Kosovo. [1]
Los organizadores declararon que la República Federal de Yugoslavia se sitúe fuera de todo orden jurídico, sobre todo del Acta Final de Helsinki. [2]
El orden jurídico europeo es contrario a la realización de las ideas de la OTAN. El orden jurídico americano puede aplicarse más fácilmente en Europa.
La guerra contra la República Federal de Yugoslavia se libró para corregir una decisión errónea del general Eisenhower durante la Segunda Guerra Mundial. Por razones estratégicas, había que estacionar soldados americanos en esa región. [3]
Los aliados europeos participaron en la guerra contra Yugoslavia para vencer de facto el dilema resultante del «nuevo concepto estratégico» de la alianza, adoptado en abril de 1999, y de la inclinación de los europeos a favor de un mandato previo de la ONU o de la OSCE.
A despecho de la subsecuente interpretación legalista de los europeos, según la cual esta guerra contra Yugoslavia fue una tarea que se sale del campo de acción convencional de la OTAN, estamos ante un caso excepcional. Es evidente que se trata de un precedente que puede ser invocado en cualquier momento y por cualquiera y que eso sucederá también en el futuro. [4]
En el marco de la ampliación de la OTAN prevista a corto plazo, se trata de reinstaurar, entre el Mar Báltico y la Anatolia, la situación geopolítica que existió durante el apogeo de la expansión romana. [5]
Para lograr eso, Polonia debe estar rodeada por el norte y el sur por Estados vecinos democráticos, Rumania y Bulgaria deben estar conectadas con Turquía a través de una carretera segura y Serbia (probablemente para garantizar la presencia militar americana) debe quedar de forma duradera al margen del desarrollo europeo.
Al norte de Polonia, se trata de mantener un control total del acceso de San Petersburgo al Mar Báltico. [6]
En cada proceso, la prioridad debe ser el derecho a la autodeterminación, por encima de todas las demás disposiciones y reglas del derecho internacional público. [7]
La constatación [del hecho] que la OTAN había actuado contraviniendo todas las reglas internacionales y ante todo contraviniendo las cláusulas obligatorias del derecho internacional al atacar la República Federal de Yugoslavia no encontró la menor oposición. [8]
Dado el nivel de los participantes y los organizadores, no podemos menos que proceder, al término de este encuentro que se caracterizó por la franqueza, a una evaluación de las declaraciones que se hicieron en esta conferencia.
La parte americana [estadounidense] parece querer, en el contexto global y para imponer sus propios objetivos quebrantar de forma consciente y deliberada el orden jurídico internacional resultante de dos guerras en el pasado siglo. El poderío debe prevalecer sobre el derecho. Donde el derecho internacional sea un obstáculo, se elimina.
Cuando algo parecido a eso sucedió en la Sociedad de Naciones, la Segunda Guerra Mundial se perfilaba ya en el horizonte. Una reflexión que considera sus propios intereses de manera tan absoluta sólo puede calificarse de totalitaria.
Le ruego acepte, señor Canciller,
la expresión de mis más alta consideración.
Willy Wimmer
Miembro del Bundestag
Presidente du grupo regional de la CDU del Bajo Rhin,
Vicepresidente de la Asamblea Parlamentaria de la OSCE
Milica Radojkovic-Hänsel
El presente trabajo está basado en el artículo «Was will die westliche Balkanpolitik?» y en los señalamientos de Andreas Bracher publicados en Der Europäer, Jg. 6, Nr. 1, noviembre 2001.
Las notas al pie son de Andreas Bracher.
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión en francés publicada en Horizons et débats
Notas:
[1] Hasta el momento, Kosovo sigue siendo formalmente una provincia de Serbia, que a su vez es una República que forma parte de Yugoslavia. La conservación de ese estatus fue una condición previa al fin de la llamada guerra de Kosovo de junio de 1999. Oficialmente, la conservación de ese estatus sigue siendo hoy en día parte del programa de Occidente.
[2] El Acta Final de Helsinki, el también llamado orden de la CSCE, que sentó en 1975 las bases para una vida comunitaria entre los Estados de Europa. Entre esas bases figuraba la inviolabilidad de las fronteras.
[3] Esto parece referirse a la invasión de los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Churchill había solicitado, entre otras cosas, una invasión aliada en la región de los Balcanes. En vez de eso, Eisenhower, en su calidad de jefe supremo de las fuerzas aliadas, ordenó un desembarco en Sicilia (en 1943) y en Francia (en 1944). Por consiguiente, nunca llegó a haber fuerzas de ocupación occidentales en la región de los Balcanes.
[4] La OTAN emprendió la guerra en Kosovo, en 1999, sin mandato de la ONU. Un mandato en ese sentido habría correspondido a los deseos de los gobiernos europeos pero no a los del gobierno de Estados Unidos. Este último quería actuar de la manera más autoritaria posible y sin restricciones internacionales. Lo que se desprende claramente de los puntos 5 y 6 es que, en aquella guerra:
a) los Estados europeos no respetaron los compromisos que habían contraído con sus propias opiniones públicas en cuanto al mandato de la ONU y
b) que aquello sentó un precedente para futuras intervenciones sin mandato de la ONU.
[5] El Imperio Romano nunca alcanzó el Mar Báltico. Si suponemos que Wimmer transmitió las declaraciones correctamente, puede pensarse que se refería al Imperio Romano o a la Iglesia de Roma.
[6] Esto significa que hay que cortar el acceso de Rusia al Mar Báltico y apartarla así del resto de Europa.
[7] El relieve que se da a la cuestión de la autodeterminación demuestra nuevamente el wilsonianismo de Estados Unidos –en referencia a la política del presidente estadounidense Woodrow Wilson– adversario fundamental, según Rudolf Steiner en la fundación de la triarticulación social. Steiner consideraba que aquello era un programa de «destrucción de la vida comunitaria de los pueblos europeos». Lo cual permite el desmantelamiento de casi todos los Estados europeos gracias a la exacerbación de los «problemas de minorías».
[8] Esto parece ser una referencia a reacciones de otros participantes ante los señalamientos del propio Wimmer. Los participantes estaban perfectamente conscientes de estas violaciones de las cláusulas del derecho internacional público pero simplemente las veían con indiferencia.