El Ciudadano, 14/02/2012
[¿Por qué los medios apenas cubren las revueltas populares de Bahréin? ¿Por qué a nuestros periodistas les interesa tanto la "Primavera Árabe" en Siria y tan poco en Bahréin? ¿A qué se debe este doble rasero? La respuesta está en el siguiente artículo.]
Por Francisca Salinas
[¿Por qué los medios apenas cubren las revueltas populares de Bahréin? ¿Por qué a nuestros periodistas les interesa tanto la "Primavera Árabe" en Siria y tan poco en Bahréin? ¿A qué se debe este doble rasero? La respuesta está en el siguiente artículo.]
A un año de la primera revuelta de la primavera árabe tras el levantamiento de El Cairo, en Bahréin, una pequeña nación del golfo pérsico, la gente volvió a las calles. A diferencia de Siria, esta revuelta ha sido silenciada por los medios, especialmente los occidentales y ningún país exige sanciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Era que no si Estados Unidos es aliado de la monarquía que gobierna el país y mantiene una base naval en sus costas.
Mientras el mundo celebra el día de San Valentín, los habitantes de Bahréin se preparan para la conmemoración de la revuelta del 14 de febrero del 2011. Desde entonces, unas 50 personas han muerto en el pequeño país de poco más de medio millón de habitantes.
Según denuncia Amnistía Internacional las muertes han sido provocadas por asfixia luego del uso indiscriminado de gases por parte de las fuerzas de seguridad.
El origen de las protestas es étnico y religioso, debido a una fuerte discriminación por parte de los sunitas gobernantes hacia la población chiita, que constituye el 70% de la población.
Manifestantes de Bahrein preguntándose por qué
la ONU no interviene contra su represiva monarquía
NO ES UN CUENTO DE HADAS
El Reino de Bahréin, que en árabe quiere decir “reino de los dos mares”, es el país más pequeño del Golfo Pérsico, en Asia. Éste se encuentra integrado por un archipiélago de 33 islas. Sus fronteras marítimas son con Catar en el sur y este, así como con Arabia Saudita por el oeste y noroeste.
Bahréin es una monarquía hereditaria, la cual se encuentra encabezada por la familia Al Khalifa, de origen sunita, que gobierna al país desde 1783, o sea hace 200 años. Hoy la dinastía es representada por el monarca Hamad bin Isa Al Jalifa.
Al igual que el resto del Medio Oriente es un país donde domina el Islam, religión que establece diferencias en la doctrina y la política según origen étnico: mientras que los sunitas siguen a los primeros califas sucesores de Mahoma, los chiítas siguen al yerno de Mahoma.
En 1979 se inició una revuelta debido al efecto que produciría un poder sunnita sobre la mayoría de la población de tendencia chiíta, la cual tuvo como consecuencia la firma de un acuerdo de defensa con Arabia Saudita, lo que provocó su entrada al Consejo de Cooperación del Golfo.
La discriminación de los chiítas se expresa en que están relegados en las zonas rurales de Bahréin. Allí la tasa de desempleo alcanza el 50%, y no hay servicios como agua, electricidad e infraestructuras.
PROTESTAS DE DÉCADAS
A mediados de los 90 también hubo protestas y la población salió a las calles nuevamente hace exactamente un año, en la coyuntura de la “primavera árabe”, proceso que engloba a las revueltas en Egipto, Túnez, Libia, Siria, Yemen y Marruecos. Bahréin no fue la excepción.
En esa fecha, grupos opositores a la monarquía sunita de Bahréin, aumentaron sus críticas y manifestaciones en contra del rey y su mandato, demandando un cambio político que trajera consigo el establecimiento de una monarquía constitucional.
Los enfrentamientos que tuvieron lugar en la Plaza La Perla, dejaron al menos 35 muertos y una alta cantidad de heridos.
Pese a las promesas de Al Jalifam de efectuar cambios, a un año del levantamiento ciudadano, nada ha cambiado. Es más, recientes informes de la Comisión Independiente de Investigaciones de Bahréin, detallan violaciones a los derechos humanos, represión desde que comenzaron las protestas, incluyendo tortura, detenciones arbitrarias y uso excesivo de la fuerza.
EL SILENCIO DE OCCIDENTE
La revuelta del 2011 fue sofocada en marzo de ese año cuando fueron convocados tanques de Arabia Saudita. El saldo de muertos alcanza las 50 personas en algunas estimaciones y se comenta que hay más de 3.000 detenidos, 4 mil personas despedidas de sus trabajos por haber participado en manifestaciones, decenas de lugares de culto chiíes demolidos y un número desconocido de juicios sumarios, cuyas condenas terminaron en algunos casos en cadena perpetua.
Pero a diferencia de Libia o Siria, la monarquía cuenta con las simpatías de Occidente y la comunidad internacional ha permanecido callada frente a la represión.
Razones sobran: a la alianza con Arabia Saudita, la monarquía de Al Jalifa es un aliado calve de Estados Unidos, país que mantiene una base naval de la Quinta Flota en las costas de Bahréin, país situado en una posición estratégica en el Golfo Pérsico.
Pese al silencio de Occidente, en Bahréin la gente tiene memoria y a un año de la revuelta volvió a las calles de Manama, la capital del país. Los manifestantes, en su mayoría jóvenes, intentaron alcanzar la emblemática plaza La Perla, donde hace un año se iniciaron las protestas. “Abajo el rey Hamad” – gritaban los jóvenes, algunos de los cuales estaban vestidos con un sudario blanco, para declarar su disposición al martirio, y enarbolando la bandera rojo y blanco de Bahréin. La represión fue feroz.
Fuera de las fronteras de Bahréin, el grupo de piratería informática Anonymous atacó los sitios web del gobierno bahreiní, así como el del fabricante de gas lacrimógeno Combined System, con sede en Estados Unidos, que le ha vendido gas a los gobiernos de Bahréin y Egipto.