domingo, 30 de julio de 2023

SUPREMACISMO Y MANIPULACIÓN DE LA LINGÜÍSTICA Y LA HISTORIA

Últimamente en los medios de comunicación y las redes sociales cuando se abordan temas que tienen que ver con la historia y las lenguas patrias el tufo racista y supremacista es exagerado. Esto ya existía antes, cierto, pero ahora los prejuicios se han extendido a sectores pretendidamente progresistas. Y, lo más grave del asunto, están empezando a permear los libros de texto de los escolares, especialmente (aunque no sólo) de las comunidades gobernadas por partidos nacionalistas/independentistas.

Una de las cosas que más chocan a uno es el ninguneo de la lengua latina y de la influencia de Roma en la Península Ibérica. En no pocos libros de texto de historia se habla de que los pueblos del norte de la península fueron los últimos “pueblos libres antes de la invasión romana”, como si se tratara de una guerra anticolonial del siglo XX, por ejemplo, la de los vietnamitas comandados por Ho Chi Min contra Francia o EEUU. Es aberrante adjudicar la etiqueta “libre”, a pueblos de la antigüedad totalmente ajenos al concepto de “libertad” que manejamos en la actualidad, pueblos cuyas costumbres nos parecerían hoy absolutamente bárbaras. Es, por tanto, un anacronismo. Por otra parte, es curioso cómo términos negativos como “conquista” o “invasión” se reservan para los romanos o los árabes, o sea, pueblos procedentes del sur, pero apenas se aplican, por poner un ejemplo, a los visigodos, que entraron por el norte de la península. Tampoco se habla de la resistencia de los autóctonos a los avances de los invasores que venían del norte. Eso, al parecer, no interesa compararlo con una guerra de liberación nacional del siglo XX. Por otra parte, se puede oír a periodistas, personajes públicos e incluso a “expertos” jactarse de que su pueblo del norte de España no dejó entrar a los romanos y de la falta de romanización de esos lugares, cuando esto es una gran mentira. De hecho, los romanos dominaron y explotaron todo el norte peninsular como atestiguan las termas romanas de Gijón [1], en la falsamente inexpugnable Asturias o las explotaciones mineras de los romanos en Oiartzun, Guipúzcoa, en el País Vasco [2]. 


Más grave aún es que se ningunee o directamente se niegue la lengua latina.  Así, de un tiempo a esta parte se está abriendo camino en el debate público la idea de que las lenguas romances no vienen del latín. La idea partió, curiosamente, de un autor que no tenía ninguna formación en lingüística, el francés Yves Cortez, un ingeniero jubilado que escribió un libro llamado El francés no viene del latín. En esta obra el autor se dedica a hacer lingüística ficción razonando inductivamente, es decir, cogiendo los datos que encajan en una teoría preconcebida (en realidad, sus propios prejuicios) y ocultando los que la desmienten. A eso se le llama en lógica falacia de la evidencia incompleta o, en inglés, “cherry-picking”, y es lo contrario al método científico, que es deductivo (se parte de los datos y se llega a una conclusión estudiando los datos sin una idea preconcebida.) El filólogo clásico Francisco Álvarez Comesaña tiene una serie de videos en YouTube en los que desmonta las falacias de libro de Cortez [3]. Pero como dice el refrán, Dios los cría y ellos se juntan, y en la España de los mil nacionalismos la pseudoteoría (pues no tiene ninguna validez científica) del ingeniero francés encontró eco en los ambientes independentistas vascos y catalanes. Un ejemplo es el libro No venimos del latín de la catalana Carme Jiménez Huertas, en el que basándose en la antilógica de Cortez afirma que el catalán no viene del latín, sino del ibero, algo que es imposible de demostrar porque el ibero es una lengua aún por descifrar (buen ardid: es como culpar de un delito grave a alguien que ha muerto). Las falacias de este libro no solo fueron desmontadas por el citado Álvarez Comesaña sino también por el filólogo del euskera (nada sospechoso de “españolismo”) Ander Ros Cuba en una reseña de expresivo título: “No venimos del latín y la luz del día no viene del sol. Crítica desde el ámbito vasco a un libro mitad plagio mitad fantasía” [5]. Y aquí cabría hacerse la pregunta de por qué esa necesidad de negar el latín como sustrato de las lenguas de la península (salvo, obviamente el euskera.) La respuesta: porque nuestros nacionalistas septentrionales, necesitan que sus lenguas particulares vengan de ese norte blanco, rubio y de ojos azules, es decir, ario, como dirían ya sabemos quiénes. No en vano, el siguiente paso después de negar que el catalán venga del latín es intentar vincularlo con las lenguas germánicas, y de hecho ya ha aparecido un titular como éste en la prensa independentista catalana: “El catalán que no viene del latín: la huella germánica” [4]. Por otra parte, en el ámbito del nacionalismo vasco ya hay quien tras este ninguneo a la lengua latina ha aprovechado para rescatar las tesis lingüísticas alucinadas del racista Sabino Arana, quien creía que el euskera era la lengua primitiva previa a la Torre de Babel y que el castellano/español es un sucedáneo degradado de ésta. Es decir, que si los hispanohablantes no hablamos por señas como primates es gracias al euskera. Supremacismo con chapela.

Pero para ninguneo el que se hace con los árabes, su lengua y su influencia. Ya sabemos que vivimos en un país que se fundó tras consumar una limpieza étnica sistemática contra judíos y musulmanes bajo la batuta de la Iglesia Católica y que de ahí saltó a América a convertir, explotar e incluso exterminar a los pueblos indígenas. Y esa nefasta influencia no solo se nota en la derecha españolista sino también en los pequeños nacionalismos del norte, por mucho que se quieran vestir de izquierdas. Es aberrante ver en los libros de textos de historia de enseñanza secundaria mapas de Al-Ándalus en los que se excluye siempre el norte de España a pesar de que los musulmanes pasaron los Pirineos y llegaron hasta Poitier, que no está precisamente en la frontera con España, y permanecieron en el sur de Francia varias generaciones (hay enterramientos orientados a la Meca que lo demuestran [6]). Y si llegaron hasta Francia pasando los Pirineos también entraron obviamente en el norte de España, que está más cerca y sus montañas son más franqueables que los Pirineos. Así se sabe que los árabes conquistaron ciudades del norte de España como por ejemplo Lugo [7], que era una plaza fuerte visigoda, y hay notables vestigios de arte islámico en el monasterio de Leire, en Navarra, vestigios que datan de la época del Califato de Córdoba y que por tanto prueba que lo que luego fue el reino de Navarra (que incluía el actual País Vasco) fue parte de Al-Ándalus. Nada de esto gusta a los nacionalistas del norte de España, que fantasean con descender de los celtas o de los germánicos, lo que evidencia la adscripción de sus creencias a las teorías racistas arianistas del siglo XIX, de las que derivó el nacional-socialismo alemán. También está de moda negar la influencia de la lengua árabe sobre las lenguas peninsulares y ello a pesar de que alrededor de (¡ahí es nada!) 10.000 del español derivan del árabe [8]. Muchas de estas palabras son cultas y se usan en el campo de la química, la matemática, la medicina, la poesía, la música, la gastronomía, la filosofía, la astronomía, la arquitectura… (ejemplos: alquimia, algoritmo, álgebra, alcohol, azufre, azúcar, albúmina, jaqueca, anilina, azafrán, arroz, café, albahaca, guitarra, cénit, nadir, azulejo, minarete, alféizar, etc.) lo que evidencia el esplendor cultural en que vivió la península bajo la influencia árabe. Este aspecto civilizador, sin embargo, es minimizado por nuestros libros de texto, que insisten en la idea de la “yihad” (mal traducido en occidente por “guerra santa”, cuando en realidad significa “esfuerzo” [9]) y ello a pesar de que apenas hay vestigios bélicos que daten de la entrada de los musulmanes en la península, lo cual indica que hubo muy poca resistencia [10]. Además, el mismo trato despectivo dispensado a la “invasión” árabe no se usa para la mal llamada “Reconquista “, esa guerra santa cristiana contra musulmanes y judíos, a pesar de que estos últimos no habían invadido con ningún ejército la península. Tampoco se habla cómo las potencias coloniales cristianas, una vez el mundo islámico entró en decadencia, se dedicaron a promover gobiernos integristas en los países árabes para mantenerlos en el subdesarrollo y así robar más fácilmente sus recursos, especialmente el petróleo y el gas. Es público y notorio que Hitler se alió con los Hermanos Musulmanes, germen del actual fundamentalismo islámico, y que luego éstos fueron usados por la CIA para luchar contra el líder egipcio anticolonial Nasser y que también la CIA usó a los talibanes para derrocar al gobierno comunista de Afganistán y de paso debilitar a la URSS, donde, por cierto, había mucha población musulmana. Y volviendo a la lengua árabe, tampoco se puede negar (aunque algunos lo intenten) la influencia de la lengua árabe en la toponimia, y no solo del sur, también en el norte; así, tenemos varias “medinas” (“ciudades”, en árabe) en la mitad norte peninsular: Medina del Campo en Valladolid, Medina de Rioseco en la misma provincia, y Medina de Pomar en el norte Burgos (muy cerca del País Vasco). También es curioso que en esta última provincia haya un pueblo llamado Mahamud, o Alhama de Aragón en Zaragoza, o Almudévar en Huesca… Los ejemplos son muchos.

En resumen, este desprecio a las raíces latinas y árabes (lingüísticas, culturales, étnicas, etc.) tiene claros orígenes, por un lado, en los prejuicios arrastrados durante siglos en España desde el fin de la llamada “Reconquista”, y por otro, en las teorías supremacistas blancas inventadas por las clases poderosas del centro y el norte de Europa en el siglo XIX para justificar la explotación colonial de los países más atrasados. No es nada nuevo, por tanto; lo novedoso ahora es que estos prejuicios sean cultivados y difundidos por gentes que se dicen “de izquierda”. Y esto, en unos tiempos en que la decadencia del occidente cristiano imperialista y racista frente al nuevo mundo multipolar no ha hecho más que comenzar, solo augura un final para este tipo de “izquierda”: acabar en el basurero de la historia.


NOTAS:

[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Termas_romanas_de_Campo_Vald%C3%A9s

[2] https://www.oarsoaldeaturismoa.eus/es/conoce-oarsoaldea/nuestros-museos/arditurri.html

[3] https://www.youtube.com/watch?v=tdmXM1MSRSw

[4] https://www.elnacional.cat/es/cultura/catalan-no-viene-latin-pisada-germanica_1067451_102.html

[5] https://es.scribd.com/document/400436366/Breve-replica-a-Las-lenguas-romanicas-no-vienen-del-latin-de-Ander-Ros-Cubas

[6] https://www.abc.es/cultura/abci-hallan-primeras-tumbas-musulmanas-medievales-francia-201602251304_noticia.html

[7] https://es.wikipedia.org/wiki/Arqueta_de_Leyre

[8] https://www.vozpopuli.com/altavoz/cultura/culturas-instituto_cervantes-xx_0_627837249.html

[9] https://es.wikipedia.org/wiki/Yihad

[10] https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-invasin-rabe-los-rabes-y-el-elemento-rabe-en-espaol-0/html/00b64db8-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html