domingo, 23 de abril de 2023

LOS CUBANOS QUIEREN SER COMO EL CHE Y LOS ESPAÑOLES COMO CARLOS TENA

Pascual Serrano

Cuba Información, 20/04/2023

El pasado 13 de abril nos dejó Carlos Tena. Era ese periodista rebelde e inconformista que nos explicaba la vanguardia musical en los ochenta, el amigo de Cuba y su revolución, la conciencia crítica de la izquierda que se volvía conformista.

Además de varios encuentros, comidas, reuniones y copas en España, convivimos en Cuba. Cansado de una Europa que se muere de aburrimiento, Tena se fue a trabajar y a vivir a La Habana. Lo contaba a Cubainformación en 2008, “tenía la sensación de que yo ya había vivido aquí”. Se fue con la Alianza de Intelectuales Antiimperialistas, y tras la gestión de Abel Prieto y Oswaldo Leiva, a trabajar al Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso, en un ambiente totalmente cubano. Dejó sus cuentas resueltas en España y se fue a vivir a la isla. Cuando nos encontramos allí descubrí que cobraba el humilde sueldo de un trabajador cubano, pero debía pagar el alquiler a precio de turista, de modo que ganaba diez veces menos de lo que le costaba el alquiler, no le importaba, él era feliz. Al final, hicimos algunas gestiones y logramos que pudiera alquilar una casa a precio de cubano, algo de justicia: ser cubano para el sueldo y para el precio del alquiler.

Pasamos varias semanas juntos, descubriendo las verdades sobre Cuba, regañando de España y, como no, criticando a los cubanos. Carlos era la rebeldía personalizada. Una de sus contradicciones con Cuba (todos tenemos muchas), es que si le dejaba iniciar la conversación seguro que entraba a indignarse con alguna corrupción cubana que él había descubierto. Aclaremos que, en aquella época, en España, corrupción era que un concejal se embolsara 200.000 euros de una subcontrata de la recogida de basuras y en Cuba que fuera con gasolina estatal a recoger al trabajo a su esposa o que comprara dulces caseros en el mercado negro.  En cambio, si eras tú el que comenzabas a criticar a Cuba, Carlos se revolvía indignado e iba presto a defender la revolución de tu ataque.

Pasamos momentos inolvidables, como un día que tuve que hacer escala en La Habana de viaje a la Feria del Libro de Caracas, y el ministerio de Cultura no tenían donde alojarme, así que, abrumados y preocupados, me pusieron en la casa temporal que le habían cedido al escritor uruguayocubano Daniel Chavarría y que, en esos días, también se quedaba allí Carlos Tena. Lo que para las autoridades cubanas fue un apaño de alojamiento que les daba mucha vergüenza acabó siendo una fiesta de música y ron toda la noche, entre nosotros tres, la esposa de Chavarría, la compañera de la limpieza y su esposo, y el chófer que esa noche no volvió a dormir a su casa.

En España, mucha gente recuerda a Carlos Tena por su bronca en televisión española tras llevar a actuar a Las Vulpes. Yo creo que, en el fondo, Carlos, si hubiera sido mujer, hubiera sido una de Las Vulpes, esas que en unos ochenta que empezaban a salir de la sobriedad de la transición, se pusieron  a provocar cantando “Me gusta ser una zorra”.

Carlos era la disconformidad, la bronca y la rebeldía personalizada. Y, sin embargo, era el cascarrabias con el que mejor te lo pasabas y más te reías. Se peleaba con los camaradas del PCE cuando presentaba en el escenario la fiesta anual del partido en Madrid, se peleaba con el camarero cubano por su ineficacia y lo calificaba de contrarrevolucionario, con el taxista que criticaba a Cuba, con el periodista español que le mentía y creo que, a solas, Carlos también se peleaba consigo mismo. Por eso estaba tan bien entrenado para el debate.

No sé dónde estará ahora Carlos Tena, tampoco sé si descansará en paz, lo que estoy seguro es que todos los que estén a su lado no estarán en paz. Estarán discutiendo con él, peleándose y, seguro, riéndose y pasándoselo bien. Pero en paz, nunca.

Carlos, te echamos de menos, nosotros queremos ser críticos como tú, pero no somos tan brillantes, cuando hacemos de cascarrabias nadie nos soporta y contigo se reían. Y si intentamos ser gamberros parecemos seminaristas a tu lado.