Oleg Yasinsky
RT, 25/04/2023
Es extraño volver a hablar del colonialismo en la época digital, cuando nos cuesta cada vez más no confundir la realidad con la ficción y cuando los dibujos de las carabelas de Colón en los libros de aventuras de tiempos de mi infancia definitivamente perdieron ante la competencia con las pintorescas animaciones de conquistadores e indios de una entretención que mata a la imaginación.
Si Cristóbal Colón se hubiera imaginado, durante su primera travesía hacia América, ese terrible término que siglos después nacería de su apellido, tal vez se habría vuelto con sus barcos. En el siglo XX, el rechazo generalizado al colonialismo, junto con la masiva independización política de las colonias y los protectorados, parecía un consenso definitivo de toda la humanidad y, uno tras otro, surgieron organismos internacionales que, se suponía, tenían que ayudar al desarrollo de los nuevos Estados soberanos. Es raro volver a hablar del colonialismo en nuestros días, pero es muy urgente y necesario.
Con el actual conflicto entre la OTAN y Rusia, muchos descubrimos atónitos que la enorme mayoría de los países europeos, que durante mucho tiempo se veían desde el 'Tercer Mundo' como ejemplos de independencia nacional y de respeto a los Derechos Humanos, en muy poco tiempo han demostrado la ausencia de cualquier soberanía política y, a pesar de los intereses y las necesidades de sus pueblos, se convirtieron en una sola gran colonia a órdenes de EE.UU., no sólo exponiéndose a una guerra con Rusia, sino también destruyendo sus propias economías, y con el caos social que esto genera, fortaleciendo a la ultraderecha y los fundamentalismos más oscuros de nuestros tiempos.
Así, la política del colonialismo en el siglo XXI deja de ser un problema interno de los países colonizados y se convierte en una enorme amenaza para toda la humanidad.
Sabemos que el colonialismo siempre va de la mano con el subdesarrollo. El único interés de la metrópoli es apropiarse de todo tipo de recursos –sean gas y petróleo, oro y plata o cerebros colonizados– para que le sirvan como la carne de cañón de los súbditos en defensa de sus intereses imperiales. La principal diferencia con los tiempos de la colonia clásica es que los mecanismos del dominio son más sofisticados y más mortíferos. El mismo término de 'subdesarrollo' es una ficción. El 'subdesarrollo' de la mayoría de los países del mundo es el modelo de desarrollo que les impusieron los dueños de su poder para asegurar su propio 'sobredesarrollo'. Lo demás es demagogia.
Recordemos el brillo de las definiciones de Ernesto 'Che' Guevara en 1961: "¿Qué es subdesarrollo? Un enano de cabeza enorme y tórax henchido es 'subdesarrollado' en cuanto a sus débiles piernas o sus cortos brazos no articulan con el resto de su anatomía; es el producto de un fenómeno teratológico que ha distorsionado su desarrollo. Eso es lo que en realidad somos nosotros, los suavemente llamados 'subdesarrollados', en verdad países coloniales, semicoloniales o dependientes. Somos países de economía distorsionada por la acción imperial, que ha desarrollado anormalmente las ramas industriales o agrícolas necesarias para complementar su compleja economía. El 'subdesarrollo', o el desarrollo distorsionado, conlleva peligrosas especializaciones en materias primas, que mantienen en la amenaza del hambre a todos nuestros pueblos. Nosotros, los 'subdesarrollados', somos también los del monocultivo, los del monoproducto, los del monomercado. Un producto único cuya incierta venta depende de un mercado único que impone y fija condiciones, he aquí la gran fórmula de la dominación económica imperial, que se agrega a la vieja y eternamente joven divisa romana, 'divide et impera'".
En los años 60, estas palabras fueron pura inspiración para África, Asia y América Latina, que, a menos de dos décadas de la derrota del fascismo en Europa, clamaban por sus derechos para ser una plenipotente y plenidigna parte de la humanidad, por fin, superando las brechas y los prejuicios entre los 'primeros' y los 'terceros' mundos. Me parece increíble que, en estos tiempos de enorme retroceso de la humanidad hacia su prehistoria, el discurso del Che para los países colonizados por Europa se hace cada vez más actual para los mismos países europeos colonizados por los Estados Unidos de América, conquistados a su vez por las corporaciones y los bancos. Si a alguien esto le parece exagerado, mire el rápido desmontaje de la industria alemana, el quiebre programado de sus fábricas y las políticas sociales de los gobiernos de la Comunidad Europea, que parecen estar inspiradas en las tiranías neoliberales de América Latina.
Las colonias, aparte del subdesarrollo, tienen otra característica común importante: por más decoraciones democráticas que tengan (vimos con qué facilidad y rapidez se caen), allí no pueden existir valores humanistas, ni una verdadera preocupación por los derechos de las personas, toda su lógica de funcionamiento es otra. Entonces, estamos redescubriendo el Nuevo Mundo como un continente totalmente colonizado. Y allí mismo hay un archipiélago de 'Estados parias', muy diferentes entre sí, pero de igual manera, caricaturizados y demonizados por los medios del sistema, porque tienen algo que les falta a todos sus críticos: independencia. Son de las últimas no-colonias que quedan en el mundo.
Por eso es tan importante ahora, en vez de criticar y dividirnos entre todos, aprender a respetar nuestras legítimas diferencias, dejar al lado hasta mejores tiempos todas nuestras discusiones, para apoyarnos y actuar juntos. En un mundo descolonizado, avanzaremos más en otros asuntos importantes. Entendiendo que es un tiempo de guerra, que no elegimos.