No soy la primera persona que se ha percatado del retorno de la mojigatería. Pero los que nos atrevemos a decirlo en alto somos pocos. ¿Por qué? Pues porque en unos tiempos dominados por el espíritu del 8 de marzo y la izquierda identitaria y buenrollista corres el peligro de que te tilden de lo que no eres. Pero resulta que la censura ha vuelto de la mano de estos movimientos, lo cual contradice el hecho de que éstos sean verdaderamente progresistas. La censura no es progresista sino reaccionaria igual que lo es la discriminación aunque se adjetive de "positiva". Estos movimentos no son más que un engendro neoliberal para suplantar, silenciar y aniquilar a la verdadera izquierda, la que lleva en su ADN la lucha por la libertad de expresión, la lucha de clases y el socialismo. Un ejemplo de este nuevo espíritu inquisidor liderado por la pequeña burguesía oenegera es la sustitución de un cartel de una película francesa en el que se insinuaba el trasero (¡vestido!) de una mujer por otro en el que tal parte del cuerpo era totalmente soslayada, como se muestra a continuación:
Original de la película francesa...
Fotocopia feminista pasada
por el filtro de la perspectiva
de género.
El caso es que entre la censura del Opus Dei y la de esta España dominada por la pseudoizquierda identitaria hay muy poca diferencia, si es que hay alguna. Y es que hasta los medios que han agitado a la turba linchadora tras la famosa sentencia de la manada y han filmado desde todos los ángulos posibles las manifestaciones de 8 M no han podido por menos que reconocer que esto ha pasado porque el nuestro es un país muy "sensibilizado" con la causa feminista.
Como siempre lo único positivo de asuntos tan desagradables como éste es el humor con el que algunos en las redes sociales han ironizado sobre el particular. Menos mal que la gazmoñería pequeño burguesa aún no ha acabado con la carga subversiva del sentido del humor...