Juan Carlos Monedero
blogs.publico.es, 08/02/2018
Decía Marco Aurelio que “El verdadero modo de vengarse de un enemigo es no parecérsele”. Es curioso cómo ha terminado pareciéndose Federico Jiménez Losantos a los que critica. Losantos era un vehemente comunista a los veinte años y luego un vehemente ultraderechista a los sesenta, lo que señala que la única coherencia que le ha habitado siempre es la de la vehemencia.
Por lo general, los que son idiotas de izquierdas con veinte años son idiotas de derechas con cincuenta. Jiménez Losantos es listo, pero siempre ha sido sectario, y eso, aunque no seas idiota, te hace parecer un perfecto idiota.
A los 25 Losantos pensaba en la izquierda y parece evidente que pensaba en ejecuciones. Seguro que era de esos que a los que creían en un socialismo democrático les llamaba enemigos de clase y pensaba en mandarles al Laogai, que era el Gulag chino. Seguro que también les llamaba cobardes y maricones, y algo le queda y por eso le ha gustado tanto llamar a Rajoy “Maricomplejines”. Ya con una edad, Losantos se fue, vestido de maoísta, a China, a bañarse de socialismo oriental. Hay que ser un lince. Hay gente a la que los errores de juventud les hace prudentes. A otros, imprudentes.
En su reciente libro, Jiménez Losantos habla de la izquierda y piensa que es tan bruta como lo era él cuando era joven, y por eso se enciende y la sale la vehemencia. ¿Por qué hay que creer hoy a quien ha sido tan obtuso una buena parte de su vida? ¿No será que su manera de ver las cosas siempre tiene unas anteojeras que compensa levantando la voz y adjetivando su remordimiento?
Suelo preguntarme cuál es el Losantos verdadero, si el que dijo que si se cruzaba con gente de Podemos y tenía una recortada cerca, dispararía o el que critica la brutalidad del estalinismo. Porque por mucho que él quiera monopolizar la lucha contra el estalinismo no tiene esa franquicia en exclusiva. Un servidor, humildemente, hizo una tesis doctoral sobre el tema. Otra bestia negra, claro, es la II República. Por supuesto, siempre ignorando que la guerra surgió porque los franquistas dieron un golpe de Estado, apoyado por Hitler y Mussolini, y sólo cuando el golpe fracasó porque el pueblo se echó a la calle pidiendo armas es que empezó la guerra. Estas cosas no las cuenta Losantos.
De la misma manera que ignora toda la nueva bibliografía sobre las izquierdas en el siglo XX. Sus fuentes han envejecido como sus maneras y entre pulgas reaccionarias, carcoma del Antiguo Régimen y polillas visigodas las hojas amarillas repiten una historia repetida. Pero da lo mismo: es un libro que lo van a comprar los anticomunistas precisamente porque resume todos los tópicos construidos por la reacción. El libro de Losantos va a funcionar como funcionaba el diario EL Alcázar en el invierno del 80, cuando los fascistas lo llevaban debajo del brazo para que todo el mundo supiera que querían un golpe (que vendría en febrero del 81). Losantos vive de adjetivar la nostalgia ultramontana como un actor de cine mudo con el rimmel corrido lamenta el sonido.
En su último libro llama a Iglesias: “un enemigo de Dios, de España y de la libertad”. Por ser acusado de esto te fusilaban en el 36. Y Losantos, al que nadie ha encarcelado por decir que asesinaría a la gente de Podemos, tiene el apoyo de los que ven por todos lados enemigos de Dios, de España y de su libertad. Aunque decir que le vas a pegar un tiro a alguien parezca evidentemente más peligroso que el peligro “abstracto” que ha llevado a la cárcel a tuiteros. España en 1977 se acostó franquista y se levantó demócrata, salvo Jiménez Losantos, que se acostó dios sabe cómo pero se levantó franquista. Cuando compré el libro (que voy a devolver porque tiene erratas que me parecen intolerables), Martínez el facha, delante de mí, se llevó cinco ejemplares. La cajera me preguntó: ¿lo envuelvo para regalo? Losantos no podrá ser Antonio Escohotado, que también se ha hecho muy conservador pero su ira es ilustrada, pero no deja de ser un personaje patrio, como las corridas de toros, los asesinatos de mujeres, un Presidente que ha cobrado sobresueldos o los pensionistas votando a los que están haciendo imposibles sus pensiones.
Aunque haga más méritos que los tuiteros y raperos, no quiero que lo encarcelen. Creo que en una democracia que se precie, que Jiménez Losantos esté en libertad es una señal de nuestra tolerancia. Aunque su cabeza esté amueblada con mobiliario de cheka. Porque fue un chekista de joven y es un chekista de anciano y por eso habla constantemente de chekas. La única diferencia es a quiénes querría encerrarnos en ella. A mí, creo, lo haría siempre.