Javier Gallego
El Diario, 21/02/2018
Estos jueces utilizan la justicia para perpetuar un sistema injusto. No protegen el Estado de derecho, protegen el Estado de privilegios. Dios, el rey y el statu quo.
Tres años y medio de cárcel para el rapero Valtonyc por injurias al rey, enaltecimiento del terrorismo y amenazas. Dos años y un día para los raperos de La Insurgencia, dos años para el rapero Pablo Hásel y un año para el rapero César Strawberry, todos por enaltecimiento. El rap de denuncia en España es una profesión de alto riesgo. No comparto la violencia de muchas de sus letras, pero defiendo su libertad para cantarlas. En una democracia nunca deberían estar sometidas a la condena penal, solo a la crítica social, y en todo caso, a la justicia civil. A una multa, nunca a prisión.
La privación de libertad por ejercer la libertad de expresión es una barbaridad para cualquier demócrata y también para el Consejo de Europa, el Tribunal de Derechos Humanos y las Naciones Unidas con los que España tiene firmados convenios. La jurisprudencia internacional establece que los cargos públicos no están más protegidos sino más sometidos que el resto al examen y el reproche social. Las libertades del ciudadano prevalecen sobre las instituciones porque éstas están al servicio de aquéllas. En democracia, no en España.
El derecho internacional también dice que las expresiones violentas tienen que ir ligadas a la voluntad de cometer actos de terrorismo para ser considerados como tal. No es el caso. Son raperos que utilizan frases extremas para atacar el abuso extremo del poder, pero no son terroristas, por más que lo repitan estos nuevos inquisidores que aplican un Código Penal desfasado como los censores de un régimen totalitario. Como ellos, la turba que les aplaude tiene nostalgia de dictadura, no sed de justicia.
Estas condenas dan la razón a los raperos: lo llaman democracia pero es autoritarismo. Todo lo que no es sistema, es ETA. Desde que la banda no mata, ha habido más condenas que nunca por enaltecimiento. Contra el terrorismo viven mejor. De eso se trata, de que los de arriba sigan viviendo mejor. Estos jueces utilizan la justicia para que perpetuar un sistema injusto. No protegen el Estado de derecho, protegen el Estado de privilegios. Dios, el rey y el statu quo.
Un joven es multado por un montaje de Cristo que ofende los sentimientos religiosos. Se retira en ARCO una obra de Santiago Sierra que llama “presos políticos” a los presos independentistas. Una jueza ordena el secuestro del libro Fariña de Nacho Carretero sobre narcotráfico por petición de un político aludido que fue condenado y después absuelto por un defecto de forma. La reacción del público ha sido agotar los 10.000 ejemplares a la venta en Amazon. Ésa es la única respuesta. Frente a la censura, rebelión.
Frente a toda censura, incluso la que persigue lo que nos disgusta. La red está llena de comentarios machistas y fascistas que quedan penalmente impunes. La diferencia con los raperos es que no atacan al poderoso sino al vulnerable y, aún así, defiendo su libertad para expresarse, como la nuestra para mostrar nuestro rechazo. En todo caso, si sus amenazas ponen a alguien en peligro, que se les persiga como a cualquiera. Debemos proteger al más débil sin debilitar nuestras libertades.
Todos los derechos tienen límites pero los de la libertad de expresión tienen que ser excepcionalmente amplios para que podamos hablar de democracia. El sistema democrático lo es porque admite también a los antisistema. La libertad de expresión es más sagrada que dios, el rey o el Ibex 35.
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