Rockambol, 26/07/2016
[Pues eso mismo decía yo en mi anterior post. Lo de este presuntuoso adefesio atiborrado de botox y silicona es un "pograma", como bien decía Cañamero.]
Los críticos llaman así al formato que se asemeja más a una deyección que a un programa
Ana Rosa y una de las intelectuales invitadas a su "pograma"
La totalidad de los miembros del consejo de la Academia de las Artes y las Ciencias de la Televisión han dado finalmente la razón al sindicalista y diputado en el Congreso, Diego Cañamero, cuando afirmó que lo que estaba haciendo Ana Rosa Quintana en Tele 5 no era un programa sino un pograma.
La agudizada estulticia y la catadura moral de algunos de sus tertulianos, como Eduardo Inda, Alfonso Rojo o Arcadi Espada, el semianalfabetismo de la propia presentadora, Ana Rosa, y el poco rigor con que se abordan los temas, que muchas veces se aproxima al rigor mortis, no permiten que sea catalogado como programa, con todas sus letras. Esta es, al menos, la opinión de a mayoría de los académicos después de contemplar casi siete minutos de “pograma”.
En el mundo anglosajón, con mucha más experiencia en este tipo de productos televisivos, también se suele llamar “pograma” al formato presentado por personas que careciendo de capacidad para escribir bien, pero poseyendo una extraordinaria desvergüenza, recurren a plagiar los libros de otros escritores.
En este caso, el formato de Ana Rosa sería considerado, en países como Gran Bretaña o Estados Unidos, como el típico “pograma”, aunque debido a su mediocre contenido estaría más cerca del “pograma de mierda” o simplemente “puto pograma”, como lo califican coloquialmente los académicos.
Los pogramas, que paradójicamente suelen tener mucha más audiencia que los programas, tendrían su equivalente cinematográfico en las “pilículas”, un tipo de films en los que el protagonista suele ser Chuck Norris, Arturo Fernández o Arévalo.