233grados.lainformacion.com, 25/04/2014
Cuando uno de los diarios más prestigiosos del planeta publica en su portada una exclusiva mundial que después resulta no ser del todo cierta, las consecuencias negativas que tiene el acto en sí se multiplican.
Medios de prácticamente todos los países publicaron a comienzos de esta semana que varios militares rusos habían sido identificados entre las milicias separatistas del este de Ucrania a través de unas fotografías publicadas en primicia por el New York Times. Aquí en España, pudimos ver las fotos y la noticia tanto en la prensa escrita como en los telediarios.
Ahora resulta que el supuesto en el que se basaba la información es erróneo, por lo que el diario ha tenido que publicar un segundo artículo retractándose. Y es que entre las fotografías publicadas el lunes, que llegaron a la redacción del New York Times a través del departamento de Defensa de Estados Unidos, había una, supuestamente tomada en Rusia, que mostraba a un grupo de militares que podían ser identificados -no sin dificultad, pues eran de muy baja calidad- en otra de las fotografías, ésta tomada en Ucrania, en la que se les veía acompañando a una milicia separatista. Sin embargo, ahora se sabe que la fotografía que se pensaba que había sido tomada en Rusia está en realidad tomada en Ucrania, por lo que esos militares no tendrían por qué ser rusos.
Así lo explicaba en la tarde de ayer la propia directora del prestigioso diario, Margaret Sullivan, en un artículo (leer aquí en inglés) en el que cuestionaba los métodos de los periodistas que firmaban el polémico artículo y pedía a su redacción una mayor precaución a la hora de tratar este tipo de informaciones, sobre todo cuando se trata de filtraciones que provienen del Gobierno.
“La influencia del New York Times nos exige que seamos prudentes, especialmente cuando lo que decidamos publicar sea un soplo del Gobierno”, asegura en un artículo bastante duro debido al error, que ha provocado que algunos acusen directamente al medio de hacer propaganda del Gobierno en este asunto.
Por si fuera poco, uno de los periodistas que elaboraron el artículo es Michael Gordon, conocido porque su nombre aparece también en la firma de otros dos artículos que no resultaron ser veraces y que en el pasado reciente generaron escándalos similares que afectaron al New York Times, el primero en 2002 por una información errónea sobre Irak, y el segundo en 2013, en una historia relacionada con Siria.