Contrainjerencia, 08/04/2014
JEAN-GUY ALLARD – Pretendió representar la libertad de prensa durante todos estos años desde que creo Reporteros Sin Fronteras (RSF) donde se consagró en atacar a Cuba y a los países progresistas. Negaba rotundamente ser un agente norteamericano y de las grandes corporaciones a pesar de las numerosas pruebas demostrándolo. Robert Ménard ahora se quitó definitivamente la máscara al hacerse elegir alcalde de la ciudad francesa de Béziers con el respaldo absoluto del Frente nacional, el partido de la extrema derecha gala.
RSF, fachada de la NED norteamericana, de la CIA y de varios gigantes franceses de las comunicaciones, sigue citada como referencia en materia de libertad de expresión por varios órganos de prensa internacional que se niegan a reconocer la complicidad criminal de RSF con Washington en sus operaciones de desinformación.
Los vínculos de Ménard con órganos de inteligencia norteamericanos, cuando reinaba literalmente como secretario general de su organización, alcanzaron niveles de grosería sorprendentes. Mientras desencadenaba campañas de prensa contra Cuba, con una histeria inalcanzada previamente, se permitía viajar a Miami y a celebrar ruidosamente sus ataques a la isla con los elementos de la mafia cubanoamericana más identificados a la CIA.
“Las campañas de información que realizamos para los turistas que van a Cuba son concebidas por nuestra agencia, Saatchi & Saatchi”, se jactaba Ménard sin precisar que Saatchi & Saatchi es subsidiaria de Publicis, la primera agencia publicitaria de Francia, la tercera en el mundo, que realiza millonarias campañas para la US Army, Bacardí y hasta el Mossad israelí (servicios de espionaje hebreos).
El sitio Web norteamericano Counterpunch, publicó en agosto de 2007 un artículo de los investigadores Diana Barahona y Jeb Sprague,donde se mostraba la alianza entre RSF y el Departamento de Estado a través de contratos con la Nacional Endowment for Democracy (NED) y el Internacional Republican Institute (IRI), dos de los intermediarios usados desde la administración de Ronald Reagan para desviar fondos públicos hacia organizaciones extranjeras.
Desde años Ménard asoció RSF a esa gran mafia de los jerarcas de la prensa continental llamada Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), una vieja criatura de la CIA cuya sede en Miami lleva el nombre de su “refundador” el agente Jules Dubois, miembro ilustre de la inteligencia norteamericana.
En las horas del fracasado golpe de Estado contra el Presidente Hugo Chávez, en abril de 2002, la representante de RSF, María José Pérez Schael, hizo la apología de los golpistas en la prensa local y en el 2004, RSF hizo campaña contra la “Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión de la República Bolivariana de Venezuela”, en clara defensa de los intereses de los grandes medios comerciales, en particular los del magnate Gustavo Cisneros.
En 2008, después de 23 años, el aparentemente inamovible fundador de Reporteros sin Fronteras (RSF), Robert Ménard, anunció sorpresivamente que dejaba su cargo como secretario general de la controvertida organización. El defensor supremo de la Libertad de Prensa aceptaba firmar un millonario contrato con el Emir de Qatar… país que denunciaba hasta entonces como un verdadeo infierno para los comunicadores.
Ni un año duraron sus amores con el emirato. El que predicaba el odio a Cuba y Venezuela con subsidios del Departamento de Estado, reapareció en París en junio de 2009, reincarnado en defensor de los derechos de la extrema derecha.
En otros tiempos, Robert Ménard estudió en un colegio católico y soñó con hacerse sacerdote. Luego fue sucesivamente militante trotskista y anarquista.
Ahora se exhibía con movimientos de extrema derecha y en abril de 2011 publicó “Viva Le Pen”, un alegato a favor del ultraderechista Frente Nacional (FN), caracterizado por su discurso antiinmigrantes y las salidas antisemitas, de su fundador, Jean-Marie Le Pen, padre de la actual jefa del partido.
La revista francesa Le Nouvel Observateur, en un retrato del recorrido de Ménard hasta su elección en Biziers, señala el curioso hecho que el autodesignado militante de la libertad de prensa se asoció a Omar Harfouch, “un turbulente playboy líbano ucraniano”, supuestamente amigo de Muamar el Gadafi, que sostuvo a RSF hasta consagrarse a otra causa… el Concurso Miss Europa.
La importante publicación francesa también subraya que Ménard en el 2001 prefirió ignorar al periodista Sami Al-Haj, detenido por las tropas norteamericanas en Afganistán y encarcelado en el campo de concentración y de tortura de Guantánamo. Hizo caso del colega solo en 2006 cuando no hubo otra alternativa.
En el caso del asesinato de los periodistas, Tars Protsyuk de Reuters y José Couso de la televisión española, Ménard fue hasta afirmar que fue por casualidad que un tanke estadounidense abrió el fuego contra el hotel de Bagdad donde se encontraban.
Camaleón que ante todo privilegia su cuenta bancaria, Ménard revela una vez más la verdadera naturaleza de su “combate” por la libertad. ¿Entenderán algún día las agencias de prensa que se refieren a RSF como indiscutible fuente de información en materia de comunicaciones, el trabajo sucio de esta otra herramienta CIA de desinformación?