viernes, 7 de marzo de 2014

¿REBELIÓN? ¿QUÉ REBELIÓN?

Carlos Tena



Ahora, más que nunca, me alegro de haber abandonado esa web otrora necesaria para la información/opinión progresista, anticapitalista y de izquierda que fue “Rebelión” desde sus comienzos, hasta la llegada del submarino “SAR” y sus torpedos.
Nunca fue de mi agrado ese silencio amenazador.

Desde 2010, el periscopio de la IA (Impostores Anticomunistas), localizó las pocas plataformas de Internet donde la izquierda está ampliamente representada, para colocarse en su interior y torpedear todo lo que oliera a comunismo.

Tal vez, el capitán Alba no sea otra cosa que una criatura nacida de un embarazo feliz entre los tenientes Fernando Savater y Gustavo Bueno, mientras el doctor Gabriel Albiac y su ayudante Bernard Henry Levy apadrinaban a la criatura.

Me hablarán de libertad de expresión y de pluralidad en la izquierda.

Argumentará algún compañero/a sobre la duda razonable, como el incisivo Pascual Serrano descubrió, cuando confesaba que “ignoramos quién realizó el ataque con armas químicas en Siria”.
Cantarán las sirenas de Ulises mientras las estrellas mediáticas de “Yes, we Can” jalean escritos tan lamentables y descaradamente propagandísticos como “Podemos en Ucrania”.

Hace algunos años, un hermano siamés de Alba Rico, el mentado Gabriel Albiac escribió un artículo titulado “La servidumbre y el asco”, en el que Felipe González quedaba retratado en toda su hipocresía e impostura.

Mientras todos los gobiernos de todas las naciones que comenzaron en Latinoamérica a liberarse de la bota yanqui, han puesto en solfa el golpe de estado en Ucrania, pensado, tramado y urdido entre Bruselas y Washington para generar muerte y caos con unas decenas de francotiradores y una esvástica en cada bala, Alba sale a los medios, estoque en mano, con el traje de servidor del imperio occidental; el asco es mío.

Víktor Yanukóvich, una suerte de Berlusconi a la ucraniana, podrá ser criticado por presunta corrupción o enriquecimiento, pero no puede ser tachado de asesino porque los crímenes en Kiev han sido cometidos desde la oposición. Y eso lo sabe hasta la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton.

El mandatario ucraniano, como don Silvio, había ganado unas elecciones avaladas y sancionadas por la comunidad internacional. El pueblo italiano protestaba, pero Bruselas y la Casa Blanca estaban encantados, comprobando cómo la prensa amarilla vendía millones de ejemplares con las historias del Cavaliere y sus prostitutas de lujo.

Ni Obama ni Sarkozy consideraron necesario contratar cientos de asesinos a sueldo para colocarlos en lo alto de los edificios y hoteles de Roma mezclados con los manifestantes, para tirar a matar civiles y uniformados.

Berlusconi era su “hijoputa” italiano, proeuropeo, uno de los suyos, un colega, ladrón y estafador, chistoso y mafioso, putero y mentiroso, como la gran mayoría de los líderes del viejo continente. Yanukóvich era euroescéptico y prorruso. ¡A por él!…

El Capitán Alba abandona voluntariamente en el tintero que para defenestrar a un presidente no deseado, la democracia que él mismo defiende posee otras armas que no la de utilizar francotiradores y mercenarios.

Pero en esta ocasión, el filósofo ha optado por la vía hondureña. Manuel Zelaya también tuvo que huír del país. La OEA y Obama legitimaron el golpe de estado. Luego llegaron los asesinatos de periodistas, maestros, médicos, jueces y líderes sindicales.

Resumiendo: El pensador de “Gara”, que elogia la decisión de ETA a la hora del cese de las acciones armadas, se niega a admitir la irrupción en la “revuelta espontánea” de los fusiles telescópicos de unos GAL, con nombre y apellido, financiados por la UE y EE.UU., para generar un caos de borrachera sangrienta, sirviendo en las calles y plazas de Kiev toda suerte de cócteles Molotov.

Santiago Alba, averiado por su Bruja, ha saltado hecho añicos con su vieja Bola de Cristal, esgrimiendo argumentos que defendería el mismo Francisco Marhuenda, con la sonrisa de Zoe Valdés, el aire de inocencia de Pedro Jota y la mirada huidiza de Juan Luis Cebrián. No le falta de nada.

Lo malo es que el submarino “SAR” ha llevado a Rebelión desde el mar, al Rubicón. Ha emergido rodeado de unas aguas fecales de las que hay que salir con premura, antes de que la mierda salpique a todo un plantel de voluntarios marineros.

Se impone elegir una de las dos orillas. Una representa la seguridad de la pertenencia a la tiranía; en el otro lado, la siempre arriesgada libertad.

De momento, el capitán ha preferido la primera. Yo, me quedo con el asco.