Boletín Armas contra las guerras nº 44
Chris Busby
En mi pueblo, en Gales, hay dos tiendas de asociaciones benéficas contra el cáncer. En los últimos tiempos, allá donde vaya veo tiendas de asociaciones contra el cáncer. La gente me para en la calle para pedirme donativos y prenden flores de papel amarillo o cintas de color rosa en mi abrigo. Todo el mundo luce los mismos macabros adornos. En las poblaciones más grandes, las asociaciones contra el cáncer tienen cadenas de tiendas; una en cada barrio. Mi amigo, el del humor negro, llama a esta "absorción" de los centros urbanos (las tiendas pequeñas han cerrado porque los centros comerciales de las afueras les han quitado el negocio) la nueva industria en expansión.
¿Qué está ocurriendo? Sea lo que sea, los que mandan cruzan los dedos y esperan a que pase. En un reciente artículo publicado en el "British Medical Journal", titulado "¿Hay una epidemia de cáncer?, los autores, David Coggon y Hazel Inskip, concluyen que el aumento de esta enfermedad se debe meramente al envejecimiento de la población. Esto es, sencillamente, falso.
El primer país que se dio cuenta de que algo iba mal y se asustó fue Estados Unidos. Como consecuencia, en 1980, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NAS) llamaron al rescate a los británicos Doll y Peto, epidemiólogos estrella que, además, actúan de "bomberos" contra las campañas alarmistas de los ecologistas, para que se encargasen de la investigación.
En el Reino Unido, los aumentos en el cáncer comenzaron primero en zonas muy lluviosas, como Gales, Escocia y las regiones occidentales. La incidencia del cáncer no se vio aumentada de igual manera en zonas secas como East Anglia. Por ejemplo, en 1987, el índice estandarizado en edad de todos los cánceres juntos fue un 54 por ciento más alto en Gales que en East Anglia. Gales tuvo un 72 por ciento más de leucemia y un 316 por ciento más de cáncer infantil.
Existe al menos una explicación clara de este fenómeno. Los cánceres fueron provocados por una mutación producida por la exposición a radiaciones provenientes de las pruebas atmosféricas de la bomba nuclear que tuvieron lugar entre los años 1955 y 1963. Las bombas fueron detonadas por las superpotencias de la energía nuclear en Kazakistán, Nevada y el sur del Pacífico. La fuerza de las explosiones lanzó grandes cantidades de material radiactivo a la estratosfera, el cual circuló por todo el planeta y cayó a tierra en todas partes, pero especialmente en zonas de muchas lluvias.
En el apogeo de las pruebas entre 1961 y 1963, los médicos empezaron a expresar su preocupación con respecto al estroncio 90, que al pasar a la leche materna podía estar afectando a los bebés. Su preocupación estaba bien fundada, porque la mortalidad en bebés comenzó a subir. Una vez más, el "Medical Research Council" (Comité de Investigación Médica) del Reino Unido pidió al profesor Doll que diese su opinión. "No hay problema", aseguró, "la exposición es demasiado baja". A pesar de ello, y por suerte para todos nosotros, el presidente Kennedy escuchó a otros asesores, como Linus Pauling y Ernest Sternglass, y detuvo las pruebas en 1963.
Pero, a pesar de Doll (1), los bebés se morían, y sus madres, que fabricaban leche para ellos, acumulaban estroncio 90 en el tejido mamario. Esta es la cohorte de mujeres, las madres lactantes expuestas durante el apogeo de las pruebas, que recibió las dosis más altas de estroncio 90 y que también muestra el mayor aumento en cáncer de mama. Informé de este descubrimiento en el Congreso Mundial sobre el Cáncer de Mama.
(...) A medida que el vínculo entre las radiaciones a bajos niveles y el cáncer se hace cada vez más descaradamente obvio, se trae a gente como Doll para que ridiculicen la hipótesis de que somos víctimas del escándalo de salud pública más grande del siglo XX. Pero, como dijo Joseph Conrad, "Todos los voceríos son transitorios, al final, queda el inexorable silencio de los hechos".
(...) Los guardianes del paradigma del "no hay riesgo" en el Reino Unido son la "National Radiological Protection Board" (NRPB, "Consejo Nacional de Protección Radiológica") que opera desde Harwell en Oxfordshire, conocida con el sobrenombre de la "Torre Oscura" para aquellos de nosotros que nos oponemos al proyecto nuclear. Hasta hace bien poco, y en el período durante el cual ocurrió lo de Chernóbil, el presidente era Sir Richard Southwood. Southwood, otra lumbrera de Oxford como Doll, también presidió el comité de la EEB (Encefalopatía Espongiforme Bovina) del gobierno británico, que nos aseguró que la EEB no podía cruzar la barrera de las especies. El director actual del NRPB es también presidente del Comité Internacional sobre Protección Radiológica, y por lo tanto es el líder en riesgo radiactivo del mundo. Pero sus comités están cada vez más aislados por el inexorable silencio de los hechos.
Las mutaciones también son provocadas por la radiación ionizante -de hecho, la radiación es el mutágeno más importante.
Los estudios realizados por el equipo "Genetic Fingerprint" ("Huellas Genéticas") de Alec Jeffreys sobre las mutaciones del ADN en los niños de Chernóbil, publicado en "Nature" en 1996, muestran que el concepto del NRPB de riesgo de mutación con radiaciones a bajos niveles se queda corto en 10.000 veces. Existe ahora una división entre el NRPB y el Consejo de Investigación Médica, cuyo equipo (también en Harwell), bajo la dirección del profesor Dudley Goodhead, está descubriendo alarmantes mutaciones en células con dosis radiactivas increíblemente bajas (3).
Mientras tanto, ¿Qué decir de las asociaciones benéficas contra el cáncer, cuyas tiendas están colonizando las ciudades y los pueblos de Inglaterra y Gales? ¿Por qué no buscan la causa del cáncer, en lugar de gastar nuestro dinero en nuevos tratamientos tóxicos que destruyen el cáncer al mismo tiempo que al paciente? Me atrevería a decir que no quieren encontrar la causa. No hay dinero en perspectiva en el descubrimiento de la causa; es malo para el negocio. Pero sí que hay dinero, y mucho, en la venta de tratamientos para personas desesperadas. El dinero de la investigación del cáncer termina siempre cayendo en las manos de cualquiera que sea la rama del negocio tecnológico que se esté desarrollando en ese momento. Primero fue la radioterapia -más de lo mismo-, luego la quimioterapia y ahora la terapia genética.
Y, finalmente, si después de todo resulta que toda esa gente, mayores, jóvenes y niños, sufren y mueren porque expertos como Sir Richard Doll menospreciaron los peligros medioambientales, a pesar de existir pruebas abrumadoras de lo contrario, ¿Se nos permitirá poner a estos expertos en el banquillo, al estilo del juicio de Nuremberg, e investigar su participación en crímenes contra la humanidad? Espero que sí.
Notas:
(*) Sobre el autor.
El doctor Chris Busby está especializado en química, física y es un investigador independiente de los efectos de las radiaciones a bajos niveles. Su libro "Wings of death: Nuclear pollution and human health" ("Las alas de la muerte: contaminación nuclear y salud humana"), de 1995, explicó de forma general las pruebas que apuntan a la contaminación radiactiva como causa principal de la mortalidad infantil en la década de 1960 y los aumentos actuales de cáncer y otras enfermedades, especialmente en zonas muy lluviosas.
Acciones. En 1996, el doctor Busby participó en la fundación de la Campaña de Bajos Niveles de Radiación ("The Low Level Radiation Campaign"), que en la actualidad está trabajando activamente en la resistencia contra la transposición de la Directiva de EURATOM (2) en el Reino Unido. En calidad de miembro del Comité Europeo sobre el Riesgo Radiactivo, también está trabajando en un proyecto para la revocación del Tratado Euratom original de 1957, que exigía el desarrollo de la energía nuclear en toda Europa.
The Low Level Radiation Campaign, Ammondale, Spa Road, Llandrindod Wells, Powys, LD1 5FY, Reino Unido. teléfono: +44 (0)1597 824771.
En 2003 coordinó la publicación de un excelente libro fruto de la colaboración de un centenar de científicos independientes sobre los efectos deliberadamente ocultados por el loby militar-industrial de las bajas dosis de radiación que hemos presentado en números anteriores de este boletín (nº 6,19)y en la revista de medicina holistica.
"Recomendations of the European Committee on Radiation Risk: The Health Effects of Ionising Radiation Exposure at low doses for radiation protection purposed"..Regulatorsed.2003.
www. euradcom.org.
(1) Sobre el fraude del epidemiólogo Sir Richard Doll, ver los trabajos de M. Walker publicados en la revista de Medicina Holística. nº 52, pgna 19.
(2) EURATOM. La Comisión Europea es conocida por sus esfuerzos por "armonizar" todo, desde los impuestos hasta las dosis de venenos "tolerables" en toda Europa.
El consejo directivo de 96/29/EURATOM es un ejemplo más cuando establece normas para la radiactividad. Sin embargo, ocultas en el texto hay cláusulas que, en realidad, suponen un aumento de materiales radiactivos en el medio.
Euratom está descaradamente al servicio del lobby militaroindustrial.
3) Recordemos que la inocuidad de las bajas dosis de radiación es un fraude pseudocientífico que hemos demostradamente documentado (incluyendo el trabajo del profesor Dudley Goodhead) ampliamente en anteriores números de este boletín y en nuestra revista Medicina Holística desde hace años.