"Cacería de periodistas", la oposición siria acusa a los reporteros de apoyar a Al Assad
El conflicto en Siria ha rebasado las fronteras de la nación árabe, y ha llegado a ser uno de los temas más debatidos en la arena internacional. Un escenario en el que Rusia ocupa un lugar particular entre todos los actores.
Mientras otros plantean el cambio de régimen, Moscú habla del respeto al derecho internacional y a menudo recalca que nadie puede intervenir en los asuntos soberanos de un estado independiente. En Siria, por desgracia, muchos no perciben de manera correcta la posición rusa: los partidarios del régimen consideran que Moscú es su aliado, mientras los adversarios creen que es el “abogado del diablo”.
Es decir para unos Rusia es un defensor, para otros, un obstáculo y para terceros, el último refugio.
Por lo menos así lo afirma un taxista palestino, que trasladaba al equipo de RT en Damasco. “Mi vivienda en Gaza fue destruida. Ahora Siria también está destruida”, dijo el conductor, por lo que ha decidido tramitar el visado ruso para irse, al no tener otras opciones.
Casos como este son numerosos. Sin embargo, actualmente debido al conflicto en ese país árabe, ser de Rusia puede ser peligroso. Así, un observador de la ONU tras cruzarse con nuestro equipo se sorprendió y advirtió que la oposición siria perseguía a los rusos.
“Cuando viajábamos junto con los observadores a la ciudad de Daraya, un grupo de rebeldes, molesto con nuestra visita, nos rodeó. A sus interrogantes sobre nosotros, los representantes de Naciones Unidas contestaron que no nos conocían y negaron tener algún vínculo con nosotros”, relata nuestro corresponsal Armén Zakharyán.
Sin embargo el peligro acecha no sólo a los rusos. Hace varios días un periodista francés tuvo que abandonar Siria, tras recibir a través de su cuenta en Twitter amenazas de muerte por su supuesto apoyo al régimen de Bashar al Assad.
“En estas condiciones a los periodistas rusos sólo les queda cooperar con sus colegas sirios y con los militares del Ejército gubernamental. Son ellos, los que te avisan cada vez que te acercas a una ciudad controlada por la oposición, diciendo: “No hablen ruso aquí. Les van a matar”, agrega Zakharyán.
Sin embargo, las buenas relaciones con los que trabajan para el régimen rara vez garantizan que se pueda tener todas las puertas abiertas. Mención aparte merecen las conversaciones con los pobladores locales.
Generalmente se dividen en dos grupos: los que viven en los territorios controlados por el gobierno, y los que viven en las zonas tomadas por la oposición. Pero lo más interesante es hablar con los que viven en el límite de estos territorios.
Nuestro corresponsal entrevistó a varias personas que viven en un barrio en los suburbios de Damasco, que todo el tiempo pasa de un bando a otro y los combates por su control continúan.
“Vivimos muy bien aquí, no tenemos problemas, todo está muy tranquilo”, aseguró uno de los vecinos de un barrio controlado por el Ejército gubernamental.
Sin embargo, a solo dos kilómetros de ese punto, en territorio controlado por los rebeldes, sus habitantes confesaron no tener problemas. “La situación es buena. No tenemos gas, pero lo demás está bien”, señalaron.