La tomadura de pelo del día, con perspectiva de género, ha sido la antológica sentencia pronunciada por Carmen Calvo, conspicua ministra de ese gobierno de "progreso". Esta "individua" se ha atrevido a usar el feminismo como cortina de humo para encubrir el robo por parte de las grandes empresas energéticas al pueblo trabajador y la falta de voluntad de su gobierno para pararlo. Concretamente ha dicho que: "El temazo no es cuándo se plancha y se pone la lavadora, sino quién plancha y quién pone la lavadora". Con ello no solo ha insinuado que todos los hombres son unos zánganos (¿no es eso discriminación?) sino que además ha intentado usar el feminismo para ocultar uno de los problemas más sangrantes que sufrimos los pobres de este país, a saber, el desorbitado coste de la energía eléctrica. Mientras los CEOs de las grandes empresas de electricidad se suben sus multimillonarios sueldos este gobierno "de izquierdas" que prometió actuar contra la "pobreza energética" se dedica a marear la perdiz con facturas cada vez más ininteligibles y políticas ridículas que obligan al común de los mortales a poner lavadoras por la madrugada para que el sablazo baje un par de euros al mes. Y todo ello con un envoltorio feminista y ecologista que sirva de engañabobos. Ya sabemos para qué han encumbrado el feminismo y el ecologismo a la categoría de ideologías de estado: para buscar legitimar el robo que supone el capitalismo. Menos mal que, según la derecha más rancia, lo que ellos llaman "el gobierno social-comunista" iba a nacionalizar las eléctricas... En vez de fomentar la conspiranoia la derecha debería pensar en su propia supervivencia, ya que, con esta "izquierda" neoliberal ¿para qué hace falta derecha?