martes, 3 de enero de 2017

DESCONTENTO FABRICADO: EL PUEBLO DE SIRIA NUNCA DESEÓ LA REVOLUCIÓN

Stephen Gowans
what's left, 22/10/2016

Traducción en exclusiva de los editores de Sott.net en español 

Al parecer, la izquierda estadounidense aún tiene que entender que Washington no intenta derrocar a los neoliberales. Si el presidente sirio Bashar al-Assad fuera un devoto del Consenso de Washington -como parece creer Eric Draitser de Counterpunch- el gobierno de los Estados Unidos no habría estado pidiendo que Assad dimitiera desde el 2003. Tampoco supervisaría la guerrilla islamista contra su gobierno, sino que lo protegería.



Hay una idea instalada en algunos círculos de que, como Eric Draitser indicó en un artículo reciente en Counterpunch, el levantamiento en Siria "comenzó como una respuesta a las políticas neoliberales y la brutalidad del gobierno sirio", y que "el contenido revolucionario del lado rebelde en Siria ha sido marginado por una mezcolanza de yihadistas financiados por Qatar y Arabia Saudí". Que yo haya notado, esta teoría parece estar basada en un argumento por aserción, no en la evidencia.

Una revisión de los informes de prensa en las semanas inmediatamente anteriores y posteriores al brote de disturbios en Daraa, generalmente reconocido como el comienzo del levantamiento, no ofrece indicios de que Siria estuviera a las puertas de un levantamiento revolucionario, ya sea antineoliberal o de otro tipo. Por el contrario, los periodistas que representaban a la revista Time y al New York Times afirmaban que el gobierno contaba con un amplio apoyo, que los críticos admitían que Assad era popular y que los sirios mostraban poco interés en la protesta. Al mismo tiempo, describieron la agitación como una serie de disturbios que involucraron a cientos, y no a miles o a decenas de miles de personas, guiados por una agenda en gran parte islamista y exhibiendo un carácter violento.



La Hermandad Musulmana de Siria, trató de derrocar
 a Hafez al-Assad de 1976 a 1982.

La revista Time informó que dos grupos yihadistas que más tarde jugarían papeles principales en la insurgencia, Jabhat al-Nusra y Ahrar al-Sham, ya estaban operando en vísperas de los disturbios, mientras que sólo tres meses antes, los líderes de la Hermandad Musulmana expresaron "su esperanza de una revuelta civil en Siria". Los hermanos musulmanes habían declarado hace décadas una disputa sangrienta contra el partido gobernante Baazista de Siria. Ellos se oponían violentamente al secularismo del partido y habían estado envueltos en una lucha de vida y muerte contra los nacionalistas árabes seculares desde la década de 1960, además, habían estado involucrados en luchas callejeras con partidarios baazistas desde finales de los años cuarenta. (En una de esas batallas, Hafez al-Assad, el padre del actual presidente, que se desempeñaría como presidente de 1970 al 2000, fue atacado con un cuchillo por un adversario perteneciente a los Hermanos Musulmanes.) Desde el 2007, los líderes de la Hermandad se reunieron frecuentemente con el Estado estadounidense y el Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, así como con la Iniciativa de Alianza para el Medio Oriente, financiada por el gobierno de los Estados Unidos, que asumió el papel manifiesto de financiar organizaciones en el exterior que estuvieran destinadas a los derrocamientos - tarea que la CIA había hecho encubiertamente. 

Washington ha estado conspirando para purgar la influencia nacionalista árabe en Siria desde mediados de los años cincuenta, cuando Kermit Roosevelt, quien diseñó el derrocamiento del primer ministro iraní, Mohammad Mossadegh, para nacionalizar la industria petrolera de su país, conspiró con la Inteligencia británica para animar a los Hermanos Musulmanes a derrocar a un triunvirato de líderes nacionalistas y comunistas árabes en Damasco que Washington y Londres percibieron como una amenaza para los intereses económicos occidentales en Oriente Medio. 

Washington canalizó el tráfico de armas hacia los mujahedeen de la Hermandad en los años ochenta para llevar a cabo una guerra de guerrillas urbana contra Hafez al-Assad, a quien catalogaron los de la línea dura en Washington como "comunista árabe". Su hijo, Bashar, continuó el compromiso de los nacionalistas árabes con la unidad (de la nación árabe), la independencia y el socialismo (árabe). Estos objetivos guiaron al Estado sirio -como lo habían hecho los estados nacionalistas árabes de Libia, bajo Muammar Gaddafi, e Irak, bajo Sadam Husein. Los tres Estados fueron apuntados por Washington por la misma razón: sus compromisos nacionalistas árabes se enfrentaron fundamentalmente con la agenda imperialista estadounidense para el liderazgo global de los Estados Unidos. 

La negativa de Bashar al-Assad a renunciar a la ideología nacionalista árabe consternó a Washington, que se quejaba de su socialismo, la tercera parte en la Santa Trinidad de los valores baazistas. Los planes para derrocar a Assad (basados en parte en su rechazo a aceptar el neoliberalismo de EE.UU.) ya estaban preparándose en Washington en el 2003, si no antes. Si Assad estuviera defendiendo el neoliberalismo, como Draitser y otros sostienen, esto de alguna manera fue pasado por alto en Washington y Wall Street, que se quejaban de las políticas económicas decididamente antineoliberales de una Siria "socialista". 

Una pelea a muerte se intensifica con la ayuda de EE.UU. 

A finales de enero de 2011, se creó una página en Facebook llamada The Syrian Revolution 2011. Se anunció que un "Día de la Furia" se celebraría el 4 y el 5 de febrero. [1] Las protestas "fueron un fracaso", informó Time. El día de la furia se convirtió en el día de la indiferencia. Además, la conexión con Siria era tenue. La mayoría de los cantos gritados por los pocos manifestantes que asistieron fueron sobre Libia, exigiendo que Muammar Gaddafi -cuyo gobierno estaba sitiado por insurrectos islámicos- dimitiera. Se planificaron nuevas protestas para el 4 y el 5 de marzo, pero también obtuvieron poco apoyo. [2] 

La corresponsal de Time, Rania Abouzeid, atribuyó el fracaso de que los organizadores de la protesta no obtuvieran un apoyo significativo al hecho de que la mayoría de los sirios no se oponían a su gobierno. Assad tenía una reputación favorable, especialmente entre las dos terceras partes de la población por debajo de los 30 años de edad; y las políticas de su gobierno eran apoyadas extensamente. "Incluso los críticos reconocen que Assad es popular y es considerado cercano a la enorme cohorte juvenil del país, tanto emocionalmente, como ideológicamente y, por supuesto, cronológicamente", dijo Abouzeid, añadiendo que a diferencia de "los derrocados líderes proamericanos de Túnez y Egipto, la política exterior hacia Israel, el fuerte apoyo a los palestinos y a los grupos militantes de Hamas y Hezbollah están en línea con el sentimiento popular sirio". Assad, en otras palabras, tenía legitimidad. El corresponsal de Time añadió que "conducir por su cuenta a la Mezquita Umayyad en febrero para participar en oraciones para celebrar el cumpleaños del Profeta Muhammad y pasear por el concurrido mercado del Souq Al-Hamidiyah con un bajo perfil de seguridad" lo ha "ayudado a hacerse querer, personalmente, por el pueblo". [3] 

Esta representación del presidente sirio (un líder que se encariñó con su pueblo y que estaba en sintonía ideológica con el sentimiento popular sirio) chocó estrepitosamente con el discurso que surgiría poco después de la irrupción de violentas protestas en la ciudad siria de Daraa, menos de dos semanas más tarde, y se implantaría en el discurso de los izquierdistas estadounidenses, incluido Draitser. Pero en vísperas de los acontecimientos indicativos de Daraa, Siria estaba siendo remarcada por su quietud. Nadie "espera levantamientos masivos en Siria", dijo Abouzeid, "y, a pesar de alguna muestra de disidencia de vez en cuando, muy pocos quieren participar". [4] Un joven sirio dijo a Time: "Hay mucha ayuda del gobierno para los jóvenes, nos dan libros gratis, escuelas gratis, universidades gratis". (A duras penas se parece al cuadro del Estado neoliberal que Draitser pinta.) Continuó: "¿Por qué habría una revolución?, tal vez haya un uno por ciento de posibilidades". [5] El New York Times compartió este punto de vista. Siria, según el periódico, "parecía inmune a la ola de levantamientos que arrasaban en el mundo árabe". [6] Siria estaba libre de agitación. 

El levantamiento que se extendió por toda Siria 
fue encendido en la antigua ciudad de Deraa

Pero el 17 de marzo, hubo un violento levantamiento en Daraa. Hay recuentos contradictorios de quién o qué la provocó. Time informó que la "rebelión en Daraa fue provocada por el arresto de un puñado de jóvenes que pintaron una pared con grafitis contra el régimen". [7] Robert Fisk del Independent ofreció una versión ligeramente diferente. Informó que "los oficiales de inteligencia del gobierno golpearon y mataron a varios niños que habían garabateado grafitis contra el gobierno en las paredes de la ciudad". [8] Otro recuento sostiene que el factor que provocó el levantamiento en Daraa ese día fue un excesivo y desproporcionado abuso de poder por parte de las fuerzas de seguridad sirias en respuesta a las manifestaciones contra el arresto de los muchachos. "Había algunos jóvenes dibujando grafitis en la pared, y fueron encarcelados, y como sus padres querían que volvieran, las fuerzas de seguridad realmente les hicieron retroceder de manera muy, muy dura". [9] Otro recuento, del gobierno sirio, niega que cualquiera de esas historias haya sucedido. Cinco años después del evento, Assad le dijo a un entrevistador que "no sucedió, sólo fue propaganda, oímos hablar de ellos, nunca vimos a esos niños que fueron llevados a prisión en ese momento. Así que parece ser una narrativa falaz". [10] 

Pero mientras que sí hubo desacuerdo sobre lo que provocó el levantamiento, hubo poco desacuerdo con respecto a que el levantamiento fuera violento. El New York Times informó que "los manifestantes incendiaron la sede del partido gobernante Ba'ath y otros edificios gubernamentales [...] y se enfrentaron con la policía [...] Además de la sede del partido, los manifestantes quemaron el principal tribunal de la ciudad y una sucursal de la compañía telefónica SiriaTel". [11] Time agregó que los manifestantes prendieron fuego a la oficina del gobernador, así como a una sucursal de una segunda compañía del teléfonos móviles. [12] La agencia de noticias del gobierno sirio, SANA, publicó fotografías de vehículos en llamas en su sitio web. [13] Claramente, ésta no fue una demostración pacífica, como se describiría más adelante. Tampoco fue un levantamiento masivo. Time informó que los manifestantes eran cientos, no miles o decenas de miles. [14] 

Assad reaccionó inmediatamente a las negociaciones de Daraa, anunciando "una serie de reformas, incluyendo un aumento salarial para los trabajadores públicos, una mayor libertad para los medios de comunicación y los partidos políticos, y una reconsideración de la normativa de emergencia"[15] (una restricción, durante tiempos de guerra, de las libertades políticas y civiles que fue invocada porque Siria estaba oficialmente en guerra con Israel). Antes de finales de abril, el gobierno rescindiría "la ley de emergencia de 48 años de duración del país" y aboliría "la Corte Suprema de Seguridad del Estado". [16] 

¿Por qué hizo el gobierno estas concesiones? Porque eso es lo que exigieron los manifestantes de Daraa. Los manifestantes "se reunieron en la mezquita Omari de Daraa y sus alrededores, coreando sus demandas: la liberación de todos los presos políticos [...] la abolición de la ley de emergencia de Siria de 48 años de duración, más libertades y el fin de la corrupción generalizada". [17] Estas demandas eran consistentes con las peticiones articuladas a principios de febrero en la página de Facebook The Syrian Revolution 2011 de "poner fin al estado de emergencia en Siria y poner fin a la corrupción". [18] Una petición para liberar a todos los presos políticos también fue hecha en una carta firmada por los clérigos publicada en Facebook. Las demandas de los clérigos incluían levantar el "estado de ley de emergencia, liberar a todos los detenidos políticos, detener el hostigamiento de las fuerzas de seguridad y combatir la corrupción". [19] Liberar a los detenidos políticos equivaldría a liberar a los yihadistas, o, para usar la designación corriente en Occidente, "terroristas". 

El Departamento de Estado había reconocido que el Islam político era la principal oposición en Siria [20]; Los yihadistas constituían la sección principal de los opositores que probablemente estarían encarcelados. Que los clérigos exigieran que Damasco liberara a todos los presos políticos era igual, en efecto, a que el Estado Islámico exigiera que Washington, París y Londres liberaran a todos los islamistas detenidos en prisiones estadounidenses, francesas y británicas por cargos de terrorismo. No se trataba de una demanda de empleo y de una mayor democracia, sino de una demanda de liberación de activistas instruidos con el objetivo de crear un Estado Islámico en Siria. La petición de levantar la ley de emergencia, similarmente, parecía tener poco que ver con el fomento de la democracia y más con la ampliación del espacio para que los yihadistas y sus colaboradores organizaran la oposición al Estado secular. 

Una semana después del estallido de la violencia en Daraa, Rania Abouzeid, de Time, informó que "no parece haber llamadas generalizadas a la caída del régimen o a la eliminación del presidente relativamente popular". [21] De hecho, las demandas emitidas por los manifestantes y los clérigos no habían incluido llamamientos para que Assad dimitiera. Y los sirios se estaban reuniendo con Assad. "Hubo otras manifestaciones en la capital en apoyo al presidente", [22] supuestamente superando en número a los cientos de manifestantes que aparecieron en Daraa para quemar edificios y coches, y luchar contra la policía. [23] 

El 9 de abril, menos de un mes después de los acontecimientos en Daraa, Time reportó que se habían desencadenado una serie de protestas y que el islam estaba desempeñando un papel prominente en ellas. Para cualquiera que estuviera familiarizado con la sucesión de huelgas, manifestaciones, disturbios e insurrecciones de décadas de duración, que la Hermandad Musulmana había estado organizado contra lo que consideraba el gobierno "infiel" baazista, esto parecía una historia que se repetía. Las protestas no estaban alcanzando una masa crítica. Por el contrario, el gobierno continuaba disfrutando de "la lealtad" de "una gran parte de la población", informó Time. [24] 

Los islamistas desempeñaron un papel principal en la redacción de la Declaración de Damasco desde principios del siglo XXI, la cual exigía un cambio de régimen. [25] En 2007, los Hermanos Musulmanes, el arquetipo del movimiento suní político islamista que inspiró a Al-Qaeda y su progenie, Jabhat al Nusra y el Estado Islámico, se unieron a un exvicepresidente sirio para fundar el Frente Nacional de Salvación. El frente se reunió con frecuencia con el Departamento de Estado de los Estados Unidos y el Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, así como con la Iniciativa de Alianza del Medio Oriente financiada por el gobierno de los Estados Unidos [26], que hizo abiertamente lo que la CIA hizo encubiertamente: canalizar dinero y entrenamiento a miembros de la Quinta Columna en países a cuyos gobiernos Washington se oponía. 

En 2009, apenas dos años antes de la irrupción del malestar en todo el mundo árabe, la Hermandad Musulmana siria denunció al gobierno nacionalista árabe de Bashar al-Assad como un elemento extranjero y hostil en la sociedad siria que necesitaba ser eliminado. Según el pensamiento del grupo, la comunidad alauita, a la que pertenecía Assad y a la que los Hermanos consideraban herejes, usaba el nacionalismo árabe secular como una tapadera para avanzar furtivamente en una agenda sectaria para destruir Siria desde dentro, oprimiendo a los "verdaderos" musulmanes (es decir, los suníes). En nombre del islam, el régimen herético tendría que ser derrocado. [27] 

Unos tres meses antes del brote de violencia de 2011 en Siria, el erudito Liad Porat escribió un escrito para el Crown Center for Middle East Studies, con sede en la Universidad de Brandeis. "Los líderes del movimiento -concluyó el estudioso- continúan expresando su esperanza de una revuelta civil en Siria, en la que 'el pueblo sirio cumplirá su deber y liberará a Siria del régimen tiránico y corrupto'". La Hermandad destacó que estaba comprometida con una lucha a muerte contra el gobierno secular árabe nacionalista de Bashar al-Assad. Un acuerdo político con el gobierno era imposible porque sus líderes no eran parte de la nación siria musulmana sunita. La afiliación a la nación siria estaba limitada a los verdaderos musulmanes, afirmaron los hermanos, y no a los herejes alauitas que abrazaron tales credos no islámicos extranjeros como el nacionalismo árabe secular. [28] 

Que la Hermandad Musulmana de Siria desempeñó un papel clave en el levantamiento que estalló tres meses después fue confirmado en 2012 por la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos. Un informe filtrado de la agencia dijo que la insurgencia era sectaria y dirigida por la Hermandad Musulmana y Al-Qaeda en Irak, el precursor del Estado Islámico. El informe continuó diciendo que los insurgentes estaban apoyados por Occidente, las monarquías petroleras del Golfo Árabe y Turquía. El análisis predijo correctamente el establecimiento de un "principado salafista", un estado islámico, en el este de Siria, señalando que esto era deseado por los partidarios extranjeros de la insurgencia, que querían ver a los seculares nacionalistas árabes aislados y separados de Irán. [29] 

Los documentos preparados por investigadores del Congreso de Estados Unidos en 2005 revelaron que el gobierno estadounidense estaba sopesando activamente el cambio de régimen en Siria mucho antes de los levantamientos de la Primavera Árabe de 2011, desafiando la opinión de que el apoyo estadounidense a los rebeldes sirios se basaba en un "levantamiento democrático" y demostrando que era simplemente la extensión de una política de largo plazo que buscaba derribar al gobierno de Damasco. De hecho, los investigadores reconocieron que la motivación del gobierno estadounidense para derrocar al gobierno nacionalista árabe secular en Damasco no estaba relacionada con la promoción de la democracia en Oriente Medio. De hecho, señalaron que la preferencia de Washington era por las dictaduras seculares (Egipto) y las monarquías (Jordania y Arabia Saudita). 

El impulso para perseguir el cambio de régimen, según los investigadores, era un deseo de barrer cualquier impedimento para el logro de los objetivos estadounidenses en Oriente Medio; relacionados con el fortalecimiento de Israel, la consolidación de la dominación estadounidense en Irak y el fomento de las economías de libre mercado y de libre empresa. La democracia nunca fue una consideración. [30] Si Assad promovía las políticas neoliberales en Siria, como sostiene Draitser, es difícil entender por qué Washington citó la negativa de Siria a aceptar la agenda estadounidense de mercados abiertos y la libre empresa como una razón para cambiar el gobierno de Siria. 

Para subrayar el punto de que las protestas carecían de amplio apoyo popular, el 22 de abril, más de un mes después de la revuelta de Daraa, Anthony Shadid del New York Times informó que "las protestas, hasta ahora, parecían no estar a la altura de la agitación popular de las revoluciones en Egipto y Túnez". En otras palabras, más de un mes después de que sólo centenares (y no miles o decenas de miles) de manifestantes se rebelaran en Daraa, no había señales en Siria de un levantamiento popular al estilo de la Primavera Árabe. El levantamiento siguió siendo un asunto limitado y prominentemente islamista. En contraste, hubo enormes manifestaciones en Damasco en apoyo al gobierno (y no contra el gobierno), Assad siguió siendo popular y, según Shadid, el gobierno disponía de la lealtad de "sectas cristianas y musulmanas heterodoxas". [31] Shadid no fue el único periodista occidental que reportó que los alauitas, ismaelitas, drusos y cristianos apoyaban fuertemente al gobierno. Rania Abouzeid de Time observó que los baazistas "podrían reclamar el respaldo de los grupos minoritarios sustanciales de Siria". [32] 

Según informó Shadid del New York Times, la realidad de que el gobierno sirio contaba con la lealtad de las sectas cristianas y musulmanas heterodoxas, sugería que las minorías religiosas en Siria reconocían algo sobre el levantamiento que la prensa occidental subestimaba (y que los socialistas revolucionarios en Estados Unidos pasaron por alto), esto es, que era impulsado por una agenda sectaria sunita-islámica que, si llegaba a realizarse, tendría consecuencias desagradables para cualquier persona que no fuera considerada un "verdadero" musulmán. Por esta razón, los alauitas, los ismaelitas, los drusos y los cristianos se alinearon con los baazistas que trataban de eliminar las divisiones sectarias como parte de su compromiso programático de fomentar la unidad árabe. 

El lema "¡Alauitas a la tumba y cristianos a Beirut!", cantado durante las manifestaciones en aquellos primeros días, [33] sólo confirmó el punto de que el levantamiento fue una continuación de la pelea a muerte que el islam político sunita había prometido luchar contra el gobierno secular árabe nacionalista y no era una agitación masiva por la democracia o contra el neoliberalismo. Si, de hecho, se trataba de estas cosas, ¿cómo explicaríamos que la sed de democracia y la oposición al neoliberalismo estaban presentes sólo en la comunidad sunita y ausentes entre las minorías religiosas? Sin duda, si un déficit democrático y una tiranía neoliberal hubieran estado presentes y actuado como desencadenantes de un levantamiento revolucionario, esto habría cruzado las fronteras religiosas. El hecho de que los alauitas, los ismaelitas, los drusos y los cristianos no se manifestaran; y que los motines fueran de bases sunníes con contenido islamista, apunta fuertemente a que la insurrección, desde el principio, representaba el recrudecimiento de la larga campaña yihadista-sunita contra el secularismo baazista. 

"Desde el principio, el gobierno de Assad dijo que estaba comprometido en una pelea con militantes islámicos". [34] La larga historia de los levantamientos islamistas contra el baazismo antes de 2011, sin duda sugería que esto era muy probable, y la forma en que el levantamiento se desarrolló posteriormente, como una guerra encabezada por islamistas contra el Estado secular, sólo fortaleció esa opinión. Otras pruebas, tanto positivas como negativas, corroboraron la afirmación de Assad de que el Estado sirio estaba siendo atacado por los yihadistas (como había sucedido otras veces en el pasado). La evidencia negativa de que el levantamiento no fue un levantamiento popular contra un gobierno impopular, se manifestaba en los informes occidentales de los medios que demostraban que el gobierno nacionalista árabe de Siria era popular y contaba con la lealtad de la población. 

Por el contrario, las manifestaciones, los disturbios y las protestas contra el gobierno eran de pequeña escala y atraían a mucha menos gente que una manifestación masiva en Damasco en apoyo al gobierno; y ciertamente no estaban a la altura de los levantamientos populares en Egipto y Túnez. Es más, las demandas de los manifestantes se centraron en la liberación de presos políticos (principalmente yihadistas) y en el levantamiento de las restricciones de tiempo de guerra sobre la expresión de la disidencia política; no pedían que Assad renunciara o cambiara las políticas económicas del gobierno. La evidencia positiva provino de las noticias occidentales que demostraron que el islam jugó un papel prominente en los disturbios. Además, si bien se creía ampliamente que los grupos islamistas armados sólo entraron en la contienda después de los disturbios iniciales de la primavera de 2011 (y al hacerlo "secuestraron" un "levantamiento popular"), en realidad, dos grupos yihadistas que jugaron un papel prominente en la rebelión armada posterior al 2011 contra el nacionalismo árabe secular, Ahrar-al-Sham y Jabhat al-Nusra, estaban activos a principios de 2011. Ahrar al-Sham "comenzó a trabajar en la formación de brigadas [...] mucho antes de mediados de marzo de 2011, cuando" ocurrió el disturbio de Daraa, según Time. [35] Jabhat al-Nusra, el afiliado de Al Qaeda en Siria, "era desconocido hasta finales de enero de 2012, cuando anunció su formación [...] [pero] estuvo activo durante meses antes de ese entonces". [36] 

Otra evidencia que concuerda con la opinión de que el islam militante desempeñó un papel muy temprano en los levantamientos (o, por lo menos, que las protestas fueron violentas desde el principio) es que "había señales desde el principio de que los grupos armados estaban involucrados". El periodista y escritor Robert Fisk recordó haber visto una cinta de "los primeros días del 'levantamiento' mostrando hombres con pistolas y kalashnikovs en una manifestación en Daraa". Recuerda otro evento, en mayo de 2011, cuando "un equipo de Al Jazeera filmó a hombres armados disparando contra tropas sirias a unos cientos de metros de la frontera norte con el Líbano, pero el canal se negó a transmitir las imágenes". [37] Incluso los funcionarios estadounidenses, que eran hostiles al gobierno sirio y se podría esperar que desafiaran la opinión de Damasco de que estaba envuelto en una lucha contra los rebeldes armados, "reconocieron que las manifestaciones no eran pacíficas y que algunos manifestantes estaban armados". [38] En septiembre, las autoridades sirias informaron que habían perdido más de 500 policías y soldados, asesinados por guerrilleros. [39] A finales de octubre, el número se había más que duplicado. En menos de un año, el levantamiento había pasado de la quema de edificios del partido Ba'ath y de oficiales del gobierno y enfrentamientos con la policía, a la guerra de guerrillas; con métodos que se etiquetarían como "terrorismo". 

Assad se quejaría más tarde de que:
"Todo lo que dijimos en Siria al comienzo de la crisis, ellos lo dijeron más tarde. Ellos dijeron que era pacífico, nosotros dijimos que no era pacífico, que estaban matando - estos manifestantes, a los que ellos llamaron manifestantes pacíficos - han matado a policías. Luego se convirtieron en militantes. Dijeron que sí, que son militantes. Nosotros dijimos que son militantes, que es terrorismo. Ellos dijeron que no, que no es terrorismo. Luego, cuando dicen que es terrorismo, decimos que es Al Qaeda, ellos dicen que no, no es Al Qaeda. Entonces, lo que sea que nosotros digamos, ellos lo dicen después." [41]
Patrick Seale, especialista en Oriente Medio, escribió que el "levantamiento sirio debe ser visto como el último episodio, aunque de lejos el más violento, de la larga guerra entre los islamistas y los baazistas, que se remonta a la fundación del partido Ba'ath secular, en los años 40. La lucha entre ellos es ahora algo así como una batalla a muerte". "Es sorprendente", continua Seale, citando a Aron Lund, que había escrito un informe para el Instituto Sueco de Asuntos Internacionales sobre el yihadismo sirio, "que prácticamente todos los miembros de los diversos grupos armados insurgentes son árabes sunitas; que los combates se han limitado en gran medida a las zonas árabes sunitas únicamente, mientras que las áreas habitadas por alauíes, drusos o cristianos han permanecido pasivas o apoyan al régimen; que las defecciones del régimen son casi 100% suníes; que el dinero, las armas y los voluntarios están entrando en masa desde estados islámicos o desde organizaciones e individuos proislámicos; y que la religión es el denominador común más importante del movimiento insurgente". [43] 

¿La brutalidad como disparador? 

¿Es razonable creer que el uso de la fuerza por parte del Estado sirio provocó la guerra de guerrillas que estalló poco después? 

Esto hace creer que una reacción exagerada de las fuerzas de seguridad a un desafío a la autoridad gubernamental en la ciudad siria de Daraa (si de hecho hubo una reacción excesiva) podría desencadenar una gran guerra, involucrando a decenas de Estados y movilizando a los yihadistas de decenas de países. Una gran cantidad de hechos discordantes tendrían que ser ignorados para comenzar a darle a esta teoría tan solo una pizca de credibilidad. 

En primer lugar, tendríamos que pasar por alto la realidad de que el gobierno de Assad era popular y considerado legítimo. Se podría argumentar que una respuesta arrogante de un gobierno altamente impopular a un desafío trivial a su autoridad podría haber proporcionado la chispa que era necesaria para encender una insurrección popular. Pero a pesar de la insistencia del presidente Barack Obama de que Assad carecía de legitimidad, no hay evidencia de que Siria, en marzo de 2011, era un barril de pólvora lleno de resentimiento popular contra el gobierno que estaba listo para explotar. Rania Abouzeid informó en vísperas de la revuelta de Daraa: "Incluso los críticos admiten que Assad es popular" [44] y "nadie espera levantamientos masivos en Siria y, a pesar de una muestra de disidencia de vez en cuando, muy pocos quieren participar." [45] 

En segundo lugar, tendríamos que descontar el hecho de que el motín de Daraa involucró sólo a cientos de participantes y estaba lejos de ser un levantamiento masivo, como informó Nicholas Blanford de Time. Del mismo modo, Anthony Shadid, del New York Times, no encontró evidencia de que hubiese un levantamiento popular en Siria, incluso más de un mes después de los disturbios de Daraa [47]. Lo que sucedía, contrariamente a la retórica propagada de Washington acerca de la Primavera Árabe en Siria, era que los yihadistas estaban involucrados en una campaña de guerrillas contra las fuerzas de seguridad sirias y, en octubre, habían perdido la vida más de mil policías y soldados. En tercer lugar, tendríamos que cerrar los ojos ante el hecho de que el gobierno de Estados Unidos, con su aliado británico, había elaborado planes en 1956 para provocar una guerra en Siria al alistar a los Hermanos Musulmanes para instigar levantamientos internos. [48] 

El motín de Daraa y los enfrentamientos armados subsecuentes con la policía y los soldados se asemejaban al plan que el especialista del cambio de régimen, Kermit Roosevelt, había preparado. Eso no quiere decir que la CIA desempolvó la propuesta de Roosevelt y la recicló para usarla en el 2011; sino sólo que la trama demostró que Washington y Londres eran capaces de planificar una operación de desestabilización en la que participaba una insurrección dirigida por la Hermandad Musulmana para lograr un cambio de régimen en Siria. 

También tendríamos que ignorar los acontecimientos de febrero de 1982, cuando los Hermanos Musulmanes tomaron el control de Hama, la cuarta ciudad más grande de Siria. Hama fue el epicentro del fundamentalismo suní en Siria y una base importante de operaciones para los combatientes yihadistas. Galvanizados por un falso informe de que Assad había sido derrocado, los Hermanos Musulmanes hicieron un exuberante ataque sangriento en toda la ciudad, atacando estaciones de policía y asesinando a líderes del Partido Ba'ath y a sus familias, junto con funcionarios gubernamentales y soldados. En algunos casos, las víctimas fueron decapitadas [49], una práctica que sería resucitada décadas después por los combatientes del Estado Islámico. Todos los funcionarios baazistas en Hama fueron asesinados. [50] 

Los acontecimientos de Hama de 1982 se recuerdan generalmente en Occidente (si queda alguien que los recuerde), no por las atrocidades cometidas por los islamistas, sino por la respuesta del ejército sirio, que, como se esperaría de cualquier ejército, utilizó la fuerza para restaurar el control soberano sobre el territorio confiscado por los insurrectos. Miles de soldados fueron enviados para recuperar Hama de la toma por parte de los Hermanos Musulmanes. El exfuncionario del Departamento de Estado estadounidense, William R. Polk, describió las secuelas del asalto del ejército sirio a Hama como similar al del asalto estadounidense contra la ciudad iraquí de Fallujah en 2004 [51] (la diferencia, por supuesto, es que el ejército sirio estaba actuando legítimamente dentro de su propio territorio soberano, mientras que el ejército estadounidense estaba actuando ilegítimamente como una fuerza de ocupación para sofocar la oposición a su ocupación). Sin embargo, cuántos murieron en el asalto de Hama sigue siendo un asunto de disputa. Las cifras varían. "Un informe temprano en la revista Time dijo que 1.000 fueron asesinados. La mayoría de los observadores estimaron que 5.000 personas murieron. Tanto las fuentes israelíes como la Hermandad Musulmana" (enemigos desgastados de los nacionalistas árabes seculares que por lo tanto tenían un interés en exagerar el número de víctimas) "acusaron que el número de muertos pasó de los 20.000". [52] Robert Dreyfus, que ha escrito sobre la colaboración de Occidente con el islam político, sostiene que las fuentes occidentales exageraron deliberadamente el número de muertos con el fin de demonizar a los baazistas mostrándolos como asesinos despiadados, y que los baazistas continuaron el engaño con el fin de intimidar a los Hermanos Musulmanes. [53] 

Cuando el ejército sirio clasificó los escombros de Hama después del asalto, se encontró evidencia de que los gobiernos extranjeros habían proporcionado a los insurgentes de Hama dinero, armas y equipos de comunicaciones. Polk escribe que:

"Assad vio el trabajo de agitadores extranjeros entre su pueblo. Después de todo, éste fue el legado emocional y político del gobierno colonial - un legado dolorosamente evidente en la mayor parte del mundo postcolonial, pero que es casi desapercibido en el mundo occidental. Y el legado no es un mito. Es una realidad que, a menudo, podemos verificar con documentos oficiales años después de que ocurran los acontecimientos. Hafez al-Assad no necesitó esperar filtraciones de documentos: sus servicios de inteligencia y los periodistas internacionales desenterraron docenas de intentos de subvertir su gobierno, por parte de los países árabes conservadores y ricos en petróleo, de Estados Unidos y de Israel. La mayoría involucraba "trucos sucios", propaganda o infusiones de dinero, pero era digno de mención que en el levantamiento de Hama de 1982, fueron capturadas 15.000 ametralladoras suministradas por el extranjero, junto con prisioneros, entre los que se encontraban fuerzas paramilitares entrenadas por Jordania y la CIA (al igual que los yihadistas que aparecían tanto en los recuentos de los medios de comunicación sobre Siria en 2013). Y lo que él vio en Siria fue confirmado por lo que aprendió sobre el cambio de régimen de Occidente en otros lugares. Ciertamente sabía del intento de la CIA de asesinar al presidente Nasser de Egipto y del derrocamiento angloamericano del gobierno del primer ministro iraní Mohammad Mossadegh". [54]

En su libro "De Beirut a Jerusalén", el columnista del New York Times, Thomas Friedman, escribió que "la masacre de Hama podría entenderse como: 'La reacción natural de un político modernizador en un Estado nacional relativamente nuevo que intenta apartar a los elementos retrógrados, (en este caso, los fundamentalistas islámicos) que tienen el objetivo de socavar todo lo que se ha logrado en lo que respecta a construir en Siria una república secular del siglo XX'. Esa es también la razón", continua Friedman, por la que "si alguien hubiera sido capaz de tomar una encuesta de opinión en Siria después de la masacre de Hama, la forma en la que Assad lidió con la rebelión, probablemente habría obtenido una aprobación sustancial, incluso entre los musulmanes sunitas". [55] 

El estallido de una yihad islámica sunita contra el gobierno sirio en los años ochenta desafía la opinión de que el islam sunita militante en el Levante es un resultado de la invasión estadounidense de 2003 a Irak y las políticas sectarias chiítas de las autoridades de la ocupación estadounidense. Esta visión es históricamente miope, ciega a la larga existencia del islam político sunita como una fuerza significativa en la política levantina. Desde el momento en que Siria logró la independencia formal de Francia después de la Segunda Guerra Mundial, a través de las décadas que siguieron en el siglo XX y en el próximo siglo, las principales fuerzas en conflicto en Siria fueron el nacionalismo árabe secular y el islam político. Como escribió el periodista Patrick Cockburn en 2016, "la oposición armada siria está dominada por el EIIS [Estado Islámico de Irak y Siria - NdT], al-Nusra y Ahrar al-Sham". La "única alternativa al gobierno (nacionalista árabe secular) son los islamistas". [56] Éste ha sido el caso durante mucho tiempo. 

Por último, también tendríamos que ignorar el hecho de que los estrategas estadounidenses habían planeado desde 2003, y posiblemente ya en 2001, expulsar a Assad y su ideología secularista nacionalista árabe del poder; y que estuvieron financiando a la oposición siria, incluidos los grupos vinculados con la Hermandad Musulmana, desde el 2005. En consecuencia, Washington había estado conduciendo hacia un derrocamiento del gobierno de Assad con el objetivo de eliminar el baazismo en Siria. Una lucha guerrillera liderada por islamistas contra los nacionalistas seculares árabes de Siria se habría desplegado, sin importar si la respuesta del gobierno sirio en Daraa era excesiva o no. El juego ya estaba en curso y estaban buscando un pretexto. Daraa lo proporcionó. Por lo tanto, la idea de que la detención de dos chicos en Daraa por pintar grafitis contra el gobierno en una pared pudiera provocar un conflicto importante es tan creíble como la noción de que la Primera Guerra Mundial fue causada por nada más que el asesinato del archiduque Franz Ferdinand. 

Siria socialista 

El socialismo se puede definir de muchas maneras, pero si se define como propiedad pública de las alturas dominantes de la economía acompañada por la planificación económica, entonces Siria cumple claramente la definición de socialismo en sus constituciones de 1973 y 2012. Sin embargo, la República Árabe Siria nunca había sido un Estado socialista obrero, de la categoría que los marxistas reconocerían. Se trataba, en cambio, de un Estado socialista árabe inspirado en el objetivo de lograr la independencia política árabe y superar el legado del subdesarrollo de la nación árabe. Los redactores de la constitución vieron al socialismo como un medio para lograr la liberación nacional y el desarrollo económico. "La marcha hacia el establecimiento de un orden socialista", escribieron los redactores de la Constitución de 1973, es "una necesidad fundamental para movilizar las potencialidades de las masas árabes en su lucha contra el sionismo y el imperialismo". 

El socialismo marxista se ocupaba de la lucha entre una clase explotadora y una clase trabajadora explotada, mientras que el socialismo árabe abordaba la lucha entre las naciones explotadoras y explotadas. Mientras que estos dos socialismos diferentes operaban en diferentes niveles de explotación, las distinciones no eran nada significativas para los bancos, corporaciones e inversionistas occidentales que miraban a todo el mundo buscando ganancias. El socialismo estaba en contra de los intereses lucrativos del capital industrial y financiero de los Estados Unidos, ya sea que fuera para acabar con la explotación de la clase obrera o para vencer la opresión imperialista de los grupos nacionales. 

El socialismo de Ba'ath había irritado a Washington desde hacía tiempo. El estado baazista había ejercido una influencia considerable sobre la economía siria, a través de la propiedad de empresas, subsidios a empresas domésticas de propiedad privada, límites a la inversión extranjera y restricciones a las importaciones. Los baazistas consideraban estas medidas como herramientas económicas necesarias para un Estado postcolonial que trataba de sacar su vida económica de las manos de las antiguas potencias coloniales y de trazar un curso de desarrollo libre de la dominación de los intereses extranjeros. 

Sin embargo, los objetivos de Washington eran obviamente antitéticos. No quería que Siria cultivara su industria y resguardara celosamente su independencia, sino que sirviera a los intereses de los banqueros e importantes inversionistas que verdaderamente importaban en Estados Unidos; haciendo que Siria se abriera a la explotación laboral y a que el territorio y los recursos naturales de Siria pudieran ser de propiedad extranjera. Nuestra agenda, según declaró la Administración Obama en 2015, "se centra en la reducción de los aranceles sobre los productos estadounidenses, rompiendo las barreras a nuestros productos y servicios y estableciendo normas más estrictas para nivelar el campo de juego para las firmas estadounidenses". [57] Esta no era una agenda nueva, sino que había sido la agenda de la política exterior de Estados Unidos durante décadas. Damasco no se estaba alineando detrás de Washington, que insistía en que podría y "lideraría la economía global". [58] 

Los radicales en Washington habían considerado a Hafez al-Assad un comunista árabe [59], y los funcionarios estadounidenses consideraban a su hijo Bashar, un ideólogo que no podía abandonar el tercer pilar del programa socialista del Partido Socialista Árabe Ba'ath. El Departamento de Estado de Estados Unidos se quejó de que Siria "no se unió a una economía global cada vez más interconectada", es decir, no había entregado sus empresas estatales a inversionistas privados, entre ellos los intereses financieros de Wall Street. El Departamento de Estado de Estados Unidos también expresó su descontento por el hecho de que "razones ideológicas" habían impedido que Assad liberalizara la economía de Siria, que "la privatización de las empresas gubernamentales todavía no estaba generalizada" y que la economía "permanece altamente controlada por el gobierno". [60] Claramente, Assad no había aprendido lo que Washington había denominado las "lecciones de la historia", es decir, que "las economías de mercado, no las economías de mando y control con la mano pesada del gobierno, son las mejores". Al redactar una constitución que ordenaba que el gobierno mantuviera un papel en la dirección de la economía a favor de los intereses sirios, y que el gobierno sirio no haría que los sirios trabajaran para los intereses de los bancos, corporaciones e inversionistas occidentales, Assad estaba asegurando la independencia de Siria contra la agenda de Washington de "abrir mercados y nivelar el campo de juego para los negocios estadounidenses en el extranjero". [62] 

Además de esto, Assad subrayó su lealtad a los valores socialistas en contra de lo que Washington alguna vez llamó el "imperativo moral" de la "libertad económica"; [63] escribiendo derechos sociales en la constitución: seguridad contra la enfermedad, la discapacidad y la vejez; acceso a la atención médica; y educación gratuita en todos los niveles. Estos derechos seguirían estando situados más allá del fácil alcance de los legisladores y políticos que podrían sacrificarlos en aras de crear un clima de negocios con impuestos bajos y amigables a la inversión extranjera. Como una ofensa adicional contra la ortodoxia proempresarial de Washington, la constitución comprometió al Estado a impuestos progresivos. 

Finalmente, el líder baazista incluyó en su constitución actualizada una disposición que había sido introducida por su padre en 1973, un paso hacia una democracia real y genuina (una disposición que apenas podían tolerar quienes toman las decisiones en Washington, con sus innumerables conexiones con la banca y los mundos corporativos). La constitución exigiría que al menos la mitad de los miembros de la Asamblea Popular pertenecieran a las filas de campesinos y trabajadores. 

Si Assad fuera un neoliberal, ciertamente sería uno de los devotos de la ideología más extraños del mundo. 

¿Sequía? 

Un último punto sobre los orígenes del levantamiento violento en 2011: Algunos científicos y analistas sociales se han basado en un estudio publicado en The Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias para sugerir que "la sequía tuvo un papel en los disturbios sirios". 

Según este punto de vista, la sequía "causó fracasos en las cosechas que llevaron a la migración de hasta 1,5 millones de personas de zonas rurales a zonas urbanas". Esto, junto con una afluencia de refugiados de Irak, intensificó la competencia por los escasos empleos en las zonas urbanas, convirtiendo a Siria en un caldero de tensión social y económica a punto de hervir. [64] El argumento suena razonable, incluso "científico", pero el fenómeno que trata de explicar (la agitación masiva en Siria) nunca sucedió. 

Como hemos visto, una revisión de la cobertura de la prensa occidental no encontró referencias a la agitación masiva. Por el contrario, los periodistas que esperaban encontrar una agitación masiva estaban sorprendidos de no encontrar ninguna. En cambio, los periodistas occidentales encontraron que Siria estaba sorprendentemente tranquila. Las manifestaciones convocadas por los organizadores de la página de Facebook The Syrian Revolution 2011 se desvanecieron. Los críticos reconocían que Assad era popular. Los reporteros no pudieron encontrar a nadie que creyera que una revuelta fuera inminente. Incluso un mes después del incidente de Daraa (que involucró a sólo cientos de manifestantes, empequeñecidos por las decenas de miles de sirios que se manifestaron en Damasco en apoyo al gobierno), el reportero del New York Times en el terreno, Anthony Shadid, no encontró ninguna señal en Siria de los trastornos masivos en Túnez y Egipto. A principios de febrero de 2011, "Omar Nashabe, un observador de Siria de larga data y corresponsal del diario árabe Al-Ahkbar, con sede en Beirut", dijo a Time que "los sirios pueden verse afectados por la pobreza que acecha al 14% de su población, combinada con una tasa de 20% de desempleo, pero Assad sigue teniendo su credibilidad". [65] 

El hecho de que el gobierno contaba con el apoyo popular fue ratificado cuando la empresa de encuestas británica YouGov publicó una encuesta a finales del 2011 mostrando que el 55% de los sirios querían que Assad se quedara. La encuesta casi no fue mencionada en los medios de comunicación occidentales, lo que llevó al que el periodista británico, Jonathan Steele, preguntara: "Supongamos que una encuesta de opinión respetable descubriera que la mayoría de los sirios están a favor de que Bashar al-Assad permanezca como presidente, ¿no sería esa una noticia importante?" Steele describió las conclusiones de la encuesta como "hechos inconvenientes" que fueron "suprimidos" porque la cobertura mediática occidental de los acontecimientos en Siria había dejado de ser "justa" y se había convertido en "un arma de propaganda". [66] 

Generando propaganda en vez de política y análisis 

Draitser puede ser criticado, no sólo por propagar un argumento hecho por aserción, sin base en la evidencia, sino por sustituir la política y el análisis por eslóganes. En su artículo de Counterpunch del 20 de octubre, "Siria y la izquierda: tiempo para romper el silencio", argumenta que los objetivos definitorios del izquierdismo deben ser la búsqueda de la paz y la justicia, como si éstas fueran dos cualidades inseparables, que nunca están en oposición. Que la paz y la justicia pueden, a veces, ser antitéticas, se ilustra en la siguiente conversación entre el periodista australiano Richard Carleton y Ghassan Kanafani, escritor palestino, novelista y revolucionario. [67]
C: "¿Por qué su organización no entabla conversaciones de paz con los israelíes?" 

K: "Usted no habla de 'conversaciones de paz' exactamente. Usted quiere decir capitulación. Rendición." 

C: "¿Por qué no hablar simplemente?" 

K: "¿Hablar con quién?" 

C: "Hablar con los líderes israelíes." 

K: "Es una especie de conversación entre la espada y la pared, ¿eso quieres decir?" 

C: "Bueno, si no hay espadas y no hay armas en la habitación, todavía se puede hablar." 

K: "No. Nunca he visto una conversación entre un colonialista y un movimiento de liberación nacional." 

C: "Pero a pesar de esto, ¿por qué no hablar?" 

K: "¿Hablar de qué?" 

C: "Hablar de la posibilidad de no pelear." 

K: "¿No pelear por qué?" 

C: "Que no haya peleas en absoluto. No importa por qué. 

K: "La gente suele pelear por algo. Y dejan de pelear por algo. Así que ni siquiera puedes decirme por qué debemos hablar sobre qué. ¿Por qué deberíamos hablar de dejar de pelear?" 

C: "Hablar de dejar de pelear para detener la muerte y la miseria, la destrucción y el dolor." 

K: "¿La miseria y la destrucción, el dolor y la muerte de quién?" 

C: "De los palestinos. De los israelíes. De los árabes." 

K: "¿Del pueblo palestino desarraigado, arrojado a los campos, viviendo con hambre, asesinado durante veinte años y a quienes incluso se les ha prohibido usar el nombre de 'palestinos'?" 

C: "Pero, están mejor así que estando muertos." 

K: "Quizás para usted. Pero para nosotros, no es así. Para nosotros, liberar nuestro país, tener dignidad, tener respeto, tener nuestros derechos humanos es algo tan esencial como la vida misma."
Draitser no nos dice a cuáles valores debe dedicarse la izquierda de Estados Unidos cuando la paz y la justicia están en conflicto. Su invocación de la consigna de "paz y justicia" como la deseada misión definitoria de la izquierda estadounidense parece ser nada más que una invitación a los izquierdistas para abandonar la política a favor de embarcarse en una misión de convertirse en almas hermosas, por encima de los sórdidos conflictos que atormentan a la humanidad; nunca elegir un lado, excepto el de los ángeles. Su afirmación de que "ningún Estado o grupo está verdaderamente preocupado por los intereses de los sirios" es casi demasiado tonto para justificar hacer comentarios. ¿Cómo lo sabría él? 

Uno no puede dejar de tener la impresión de que él cree que solamente él mismo y la izquierda estadounidense, entre todos los grupos y Estados del mundo, saben lo que es mejor para el "pueblo sirio". Es por eso que opina que la responsabilidad de la izquierda estadounidense "es para con el pueblo de Siria", como si el pueblo de Siria fuera una masa indiferenciada con intereses y objetivos uniformes. En masa, los sirios incluyen a los secularistas y a los islamistas políticos, que tienen puntos de vista irreconciliables sobre cómo debe organizarse el Estado, que han estado metidos en una pelea a muerte durante más de medio siglo (una pelea que es apoyada, en el lado islámico, por el propio gobierno de Draitser). Las masas sirias incluyen a aquellos que favorecen la integración al Imperio de Estados Unidos, y los que están en contra de la misma; los que colaboran con los imperialistas norteamericanos y los que se niegan a hacerlo. En esta perspectiva, ¿qué significa decir que la izquierda estadounidense tiene una responsabilidad para con el pueblo de Siria? ¿Cuál pueblo de Siria? 

Yo habría pensado que la responsabilidad de la izquierda estadounidense es con los trabajadores de Estados Unidos, no con el pueblo de Siria. Y yo también habría imaginado que la izquierda estadounidense consideraría que sus responsabilidades incluyeran la diseminación de un análisis político riguroso y basado en evidencias de cómo la élite económica estadounidense usa el aparato del Estado estadounidense para promover sus intereses a expensas de las poblaciones tanto nacionales como extranjeras. ¿Cómo afecta la larga guerra de Washington contra Siria en la gente trabajadora de EEUU? Eso es de lo que Draitser debería estar hablando.

NOTAS 

1 Aryn Baker, "Syria is not Egypt, but might it one day be Tunisia?," Time, 4 de febrero de 2011 

2 Rania Abouzeid, "The Syrian style of repression: Thugs and lectures," Time, 27 de febrero de 2011 

3 Rania Abouzeid, "Sitting pretty in Syria: Why few go backing Bashar," Time, 6 de marzo de 2011 

4 Rania Abouzeid, "The youth of Syria: the rebels are on pause," Time, 6 de marzo de 2011. 

5 Rania Abouzeid, "The youth of Syria: the rebels are on pause," Time, 6 de marzo de 2011 

6 "Officers fire on crowd as Syrian protests grow," The New York Times, 20 de marzo de 2011 

7 Nicholas Blanford, "Can the Syrian regime divide and conquer its opposition?," Time, 9 de abril de 2011 

8 Robert Fisk, "Welcome to Dera'a, Syria's graveyard of terrorists," The Independent, 6 de julio 2016 

9 President Assad to ARD TV: Terrorists breached cessation of hostilities agreement from the very first hour, Syrian Army refrained from retaliating," SANA, March 1, 2016 

10 Ibid 

11 "Officers fire on crowd as Syrian protests grow," The New York Times, March 20, 2011 

12 Rania Abouzeid, "Arab Spring: Is a revolution starting up in Syria?" Time, March 20, 2011; Rania Abouzeid, "Syria's revolt: How graffiti stirred an uprising," Time, 22 de marzo de 2011 

13 "Officers fire on crowd as Syrian protests grow," The New York Times, 20 de marzo de 2011 

14 Rania Abouzeid, "Arab Spring: Is a revolution starting up in Syria?," Time, 20 de marzo de 2011 

15 "Thousands march to protest Syria killings", The New York Times, 24 de marzo de 2011 

16 Rania Abouzeid, "Assad and reform: Damned if he does, doomed if he doesn't," Time, 22 de marzo de 2011 

17 "Officers fire on crowd as Syrian protests grow," The New York Times, 20 de marzo de 2011 

18 Aryn Baker, "Syria is not Egypt, but might it one day be Tunisia?," Time, 4 de febrero de 2011 

19 Nicholas Blanford, "Can the Syrian regime divide and conquer its opposition?" Time, 9 de abril de 2011. 

20 Alfred B. Prados and Jeremy M. Sharp, "Syria: Political Conditions and Relations with the United States After the Iraq War," Congressional Research Service, 28 de febrero de 2005 

21 Rania Abouzeid, "Syria's Friday of dignity becomes a day of death," Time, 25 de marzo de 2011 

22 Rania Abouzeid, "Syria's Friday of dignity becomes a day of death," Time, 25 de marzo de 2011 

23 "Syrie: un autre eclarage du conflict qui dure depuis 5 ans, BeCuriousTV , » 23 de mayo de 2016, http://www.globalresearch.ca/syria-aleppo-doctor-demolishes-imperialist-propaganda-and-media-warmongering/5531157 

24 Nicholas Blanford, "Can the Syrian regime divide and conquer its opposition?" Time, 9 de abril de 2011 

25 Jay Solomon, "To check Syria, U.S. explores bond with Muslim Brothers," The Wall Street Journal, 25 de ulio de 2007 

26 Ibid 

27 Liad Porat, "The Syrian Muslim Brotherhood and the Asad Regime," Crown Center for Middle East Studies, Brandeis University, diciembre 2010, No. 47 

28 Ibid 

29 http://www.judicialwatch.org/wp-content/uploads/2015/05/Pg.-291-Pgs.-287-293-JW-v-DOD-and-State-14-812-DOD-Release-2015-04-10-final-version11.pdf 

30 Alfred B. Prados and Jeremy M. Sharp, "Syria: Political Conditions and Relations with the United States After the Iraq War," Congressional Research Service, 28 de febrero de 2005. 

31 Anthony Shadid, "Security forces kill dozens in uprisings around Syria", The New York Times, 22 de abril de 2011 

32 Rania Abouzeid, "Syria's Friday of dignity becomes a day of death," Time, 25 de marzo de 2011 

33 Fabrice Balanche, "The Alawi Community and the Syria Crisis Middle East Institute, 14 de mayo de 2015 

34 Anthony Shadid, "Syria broadens deadly crackdown on protesters", The New York Times, 8 de mayo de 2011 

35 Rania Abouzeid, "Meet the Islamist militants fighting alongside Syria's rebels," Time, 26 de julio de 2012 

36 Rania Abouzeid, "Interview with official of Jabhat al-Nusra, Syria's Islamist militia group," Time, 25 de diciembre de 2015 

37 Robert Fisk, "Syrian civil war: West failed to factor in Bashar al-Assad's Iranian backers as the conflict developed," The Independent, 13 de marzo de 2016 

38 Anthony Shadid, "Syria broadens deadly crackdown on protesters", The New York Times, 8 de mayo de 2011 

39 Nada Bakri, "Syria allows Red Cross officials to visit prison", The New York Times, 5 de septiembre de 2011 

40 Nada Bakri, "Syrian opposition calls for protection from crackdown", The New York Times, 25 de octubre de 2011 

41 President al-Assad to Portuguese State TV: International system failed to accomplish its duty... Western officials have no desire to combat terrorism, SANA, 5 de marzo de 2015 

42 Patrick Seale, "Syria's long war," Middle East Online, 26 de septiembre de 2012 

43 Ibid 

44 Rania Abouzeid, "Sitting pretty in Syria: Why few go backing Bashar," Time, 6 de marzo de 2011 

45 Rania Abouzeid, "The youth of Syria: the rebels are on pause," Time, 6 de marzo de 2011 

46 "Can the Syrian regime divide and conquer its opposition?" Time, 9 de abril de 2011