lunes, 17 de enero de 2011

TÚNEZ: LA DICTADURA INVISIBLE Y EL SILENCIO CÓMPLICE DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Es curioso lo poco que aparecía un país como Túnez en nuestros medios de comunicación en comparación con otros países del norte de África. De Túnez sabíamos que era uno de los destinos turísticos preferidos de los turistas europeos por su buen clima, sus hermosas playas y sus precios económicos. Pero no conocíamos que su gobierno era una férrea dictadura desde hacía décadas, ni que muchos tunecinos se habían visto obligados a vivir en el exilio. No lo sabíamos porque a los medios de comunicación les interesaba más hablar de las maldades del “régimen” marroquí –paradójicamente, quizá el más aperturista del magreb- sobre todo desde que a comienzos de la década pasada se descubriera una importante bolsa de petróleo submarino en aguas del antiguo Sahara español, petróleo que ambiciona la petrolera española Repsol, quien sabe que para hacerse con él habría que forzar a Marruecos a “redefinir” sus fronteras como cuando aquel episodio del islote Perejil o bien apoyar el independentismo saharaui para después hacer negocios con el gobierno de un futuro Sahara occidental emancipado de Marruecos.

Túnez: oasis mediterráneo...
de la corrupción
y la represión
¡Y patio trasero de la Unión Europea!



¿Por qué este silencio informativo en torno al régimen tunecino? Por lo mismo que no se habla de la dictadura militar argelina –salvo la información intoxicada con que nos bombardearon en los 90 nuestros medios, que culpaban a supuestos islamistas del genocidio perpetrado por los militares argelinos-, o del Egipto del presidente “vitalicio” Mubarak –quien sospechosamente gana todas las elecciones desde 1981- o del régimen de partido único de Gaddafi –quien desde que se ha hecho prooccidental y regala caballos a gobernantes españoles como José María Aznar ya no es del eje del mal-, porque la lista de empresas europeas y norteamericanas que invierte en estos países es interminable. En el caso de Túnez, el hecho de que el depuesto Ben Alí corriera a refugiarse primero en Francia y luego en Italia –en ambos casos sin éxito- nos da una pista de quiénes son los principales inversores en el país magrebí, aunque España tampoco se queda atrás. Los pingües beneficios que generan para nuestras multinacionales una mano de obra domesticada por una cruel dictadura son más que suficientes para cerrar la boca a nuestros periodistas, periodistas que prefieren señalar con el dedo a líderes del Tercer Mundo que se lo ponen más difícil al capital español, como Chávez o Morales.