mpr21,05/10/2022
Tres semanas después de la celebrada contraofensiva del ejército ucraniano en la provincia de Jarkov, los acontecimientos que al principio quedaron oscurecidos por la niebla de la guerra pueden verse ahora con mayor claridad.
De julio a agosto hubo una acumulación de fuerzas ucranianas y de la OTAN recién formadas (“voluntarios extranjeros”) transportadas al cuadrante noreste de la provincia de Járkov.
La gran mayoría de las fuerzas ucranianas eran reclutas, una parte importante de los cuales había recibido unas semanas de entrenamiento intensivo en las bases de la OTAN en Polonia, Alemania y Gran Bretaña.
La mayor parte del equipamiento entregado por la OTAN durante este periodo se destinó a este nuevo ejército en lugar de dispersarse a otras zonas a lo largo de los 1.000 kilómetros de la línea de contacto que va de Jarkov y Jerson.
El número total de fuerzas ucranianas reunidas por la OTAN sigue siendo incierto, pero parece haber sido de entre 35.000 y 50.000, incluidos unos 5.000 “voluntarios extranjeros” de la OTAN que finalmente iban a servir como “tropas de choque” para la ofensiva.
En las semanas previas al ataque ucraniano, los rusos habían reducido considerablemente la densidad de hombres y equipos en el triángulo geográfico formado por el río Seversky-Donets, que fluye de noroeste a sureste, y el río Oskol, que fluye de norte a sur.
La confluencia de estos dos ríos se encuentra cerca del sureste de Izium, con el centro de transporte de Kupiansk a caballo entre el Oskol al norte y Andreievka en la orilla izquierda del Seversky-Donets al noroeste.
Los rusos dejaron en su lugar pequeñas pero bien abastecidas formaciones de milicias del Donbas y la Guardia Nacional rusa, cubiertas por un fuego de artillería de largo alcance relativamente potente, un modesto apoyo aéreo cercano y ocasionales ataques de misiles de precisión contra las concentraciones de tropas ucranianas.
Discusión sobre la debilidad rusa en el frente norte
No es posible afirmar que los comandantes rusos debilitaron deliberadamente esa zona en particular o si simplemente se vieron obligados a dejarla debilitada porque no tenían fuerzas suficientes para cubrir todo el frente.
La opinión más extendida es que la línea se debilitó inadvertidamente en esta zona, principalmente porque los comandantes rusos pensaron que el ataque ucraniano tendría lugar en otro lugar.
William Schryver sostiene que el alto mando ruso debilitó intencionadamente su línea en esta zona en particular para inducir a la OTAN a atacar donde lo hicieron, y luego llevarlos deliberadamente a la bolsa triangular definida por los dos ríos (*).
Hay que tener en cuenta que desde el principio de esta batalla, que dura ya tres semanas, las fuerzas rusas que defienden la zona han sido superadas en número por lo menos en 5 a 1 en casi todo momento. Es absurdo creer que esta disparidad en el número de fuerzas no estuviera prevista por los comandantes rusos, por lo que el plan de batalla consistía en explotar la geografía y la superioridad inherente de la potencia de fuego de los defensores para efectuar una retirada táctica e infligir un duro castigoa a los atacantes.
La versión de una retirada rusa desordenada, con mil tanques y vehículos blindados abandonados, miles de bajas y diez mil prisioneros, no son ciertas. La retirada se llevó a cabo de manera disciplinada, avanzando a través de múltiples líneas de defensa preparadas e infligieron graves pérdidas a los hombres y equipos ucranianos en cada paso del camino, mientras que ellos mismos sufrieron pérdidas relativamente modestas.
Varias ciudades y pueblos fueron brevemente defendidos y luego abandonados en el camino. Los propagandistas ucranianos y sus aliados en los medios de comunicación occidentales pregonaron las victorias, pero ninguno de estos relatos se molestó en mencionar el exorbitante precio pagado por los modestos avances en el terreno que decían haber ganado.
Tampoco informan de las posteriores purgas de colaboradores rusos infiltrados en cada una de esas ciudades y pueblos.
A pesar del aluvión de propaganda ilusoria, los movimientos de tipo “guerra relámpago” de los primeros días de la ofensiva se ralentizaron hasta convertirse en un rastro sangriento en la segunda mitad de septiembre, devorando cientos de hombres y docenas de piezas de equipo cada día, con sólo un mínimo avance.
Los rusos establecieron su primera línea de defensa en la orilla oriental del río Oskol. Todos los días durante las últimas dos semanas, los ucranianos han afirmado que sus tropas habían tomado o estaban a punto de tomar Kupiansk, que se encuentra a caballo del río. Pero eso no fue así hasta hace dos días, cuando las fuerzas rusas en la parte oriental de la ciudad la dejaron en manos de los ucranianos, no antes de infligir una matanza totalmente desproporcionada en relación con sus propias pérdidas.
No ha habido mucha lucha de infantería. El ejército ruso suele arrasar los asaltos ucranianos principalmente con fuego indirecto de artillería y ataques aéreos, corregidos continuamente por drones y observadores de vanguardia.
La batalla de Liman
En el extremo sur del cerco, los rusos abandonaron rápidamente Izium, oponiendo sólo la suficiente resistencia para cubrir su retirada. Luego se concentraron en las cercanías de Liman, en la orilla oriental del Oskol, y fue la defensa de Liman la que desde entonces se convirtió en el mayor y más sangriento enfrentamiento de la larga batalla.
Durante varios días, los ucranianos y las tropas de choque de “voluntarios extranjeros” lucharon, con grandes pérdidas de hombres y material, para establecer cabezas de puente duraderas a través del Oskol. Finalmente, su superioridad numérica se impuso y avanzaron sus fuerzas a través del río.
Durante más de una semana, los repetidos intentos de los ucranianos de atacar y derrotar a los defensores de Liman fueron rechazados con enormes pérdidas para los atacantes. Miles de soldados ucranianos y cientos de piezas de su equipo, suministrado por la OTAN, fueron destruidos en la carnicería, pero han seguido enviando aún más tropas, blindajes y vehículos a la contienda, fanáticamente decididos a tomar la ciudad a cualquier precio.
La guarnición de Liman y sus alrededores, apoyada por la artillería de largo alcance y los ataques aéreos, ha infligido una terrible herida a la capacidad de combate de las formaciones ucranianas contra las que luchó. El Ministerio de Defensa ruso afirma que miles de ucranianos han muerto en los últimos combates a lo largo de la línea de defensa del río Oskol, entre Kupyansk y Liman. Esas cifras se suman a los miles de muertos en la primera semana de la ofensiva. Ahora las fuerzas ucranianas, muy mermadas, se encuentran al final del saliente creado por esa contraofensiva de última hora.
Un viraje en el curso de la guerra
La batalla de Liman será vista como el eje de esta fase de la guerra. Para llegar a ese punto, los ucranianos han gastado una parte insustituible del ejército que la OTAN se esforzó en reunir durante el verano. Puede que aún les queden varios miles de soldados menos aptos para participar en futuros combates, pero han perdido muchas de sus tropas de choque de “voluntarios extranjeros”, así como vastas cantidades de equipo suministrado por Occidente y existencias limitadas de munición que ya no pueden ser reemplazadas fácilmente, por la sencilla razón de que los países europeos de la OTAN, e incluso Estados Unidos, simplemente han agotado sus limitadas existencias.
Desde hace varias semanas, trenes aparentemente interminables de equipos militares rusos fluyen desde Rusia hacia Ucrania. No se trata de columnas de tanques y vehículos oxidados y anticuados, como quieren hacer creer los propagandistas. Se trata de cientos de tanques de primera categoría, piezas de artillería autopropulsadas, vehículos de combate de infantería, cientos de lanzacohetes, un número impresionante de sistemas de defensa aérea e innumerables vehículos de apoyo de todo tipo.
Nada de esta enorme acumulación de fuerza militar se distribuyó rápidamente por las líneas del frente. Las fuerzas que han estado luchando en Kupiansk, Liman y otros lugares en las últimas semanas han sido abastecidas, pero no reforzadas sustancialmente. El refuerzo que se está llevando a cabo está claramente destinado a otro lugar.
A ello hay que sumar la movilización parcial de las reservas rusas: 200.000 soldados en total, la mayoría de los cuales acabarán siendo desplegados para ocupar el lugar de las tropas de combate, mucho más experimentadas, que se han visto obligadas a servir de apoyo de fondo durante los últimos siete meses de la guerra.
Lo más importante es el número de batallones profesionales rusos que no han participado en esta guerra y que ahora se añadirán a la potencia de fuego de la línea de frente, sin duda equipados en gran parte por la nueva incorporación de blindaje y artillería que se ha visto en la zona de combate.
Más de ochocientos aviones de múltiples tipos se han reunido en varias bases rusas que rodean el actual teatro de operaciones. Aunque se han seguido realizando cientos de salidas aéreas diarias en el campo de batalla, sólo han desplegado una fracción de la fuerza disponible.
“Rusia está luchando en esta guerra con una mano atada a la espalda”, dice Schryver, a pesar de que Estados Unidos y sus vasallos de la OTAN han pasado de una escalada a la siguiente.
Tras el impactante sabotaje de los oleoductos Nord Stream en el Mar Báltico, y dada la masiva pero aún no utilizada acumulación militar en las zonas de combate activas, es casi seguro que octubre será un punto de inflexión importante en la guerra ruso-ucraniana.
(*) https://imetatronink.substack.com/p/turning-point