miércoles, 25 de mayo de 2022

RUSIA REESCRIBE EL ARTE DE LA GUERRA HÍBRIDA

Pepe Escobar

Resumen Latinoamericano 23/05/2022


La férrea “narrativa” ficticia impuesta a lo largo de OTANistán es que Ucrania está “ganando”. Entonces, ¿por qué el buhonero reinstalado como jefe del Pentágono, Lloyd “Raytheon” Austin, literalmente ruega desde finales de febrero por que sean contestadas sus llamadas telefónicas por el ministro de Defensa ruso Shoigu, solo para tener su deseo finalmente cumplido?

Ahora está confirmado por una de mis principales fuentes de inteligencia. La llamada fue una consecuencia directa del pánico. El Gobierno de Estados Unidos (GEU) quiere por todos los medios frustrar la investigación rusa -y la acumulación de evidencia- sobre los laboratorios de bioarmas estadounidenses en Ucrania, como indiqué en una columna anterior.

Esta llamada telefónica ocurrió exactamente después de una declaración oficial rusa ante el Consejo de Seguridad de la ONU el 13 de mayo: haremos uso de los artículos 5 y 6 de la Convención sobre la Prohibición de Bioarmas para investigar los “experimentos” biológicos del Pentágono en Ucrania.

Esto fue reiterado por el subsecretario general de la ONU a cargo del desarme, Thomas Markram, aunque cuando todos los embajadores de los países miembros de la OTAN desestimaron predictivamente la evidencia colectada como “desinformación rusa”.

Shoigu pudo ver la llamada venir a eónes de distancia. Reuters, apenas citando al proverbial “funcionario del Pentágono”, dijo que la llamada de supuestamente una hora de duración condujo a nada. Absurdo. Austin, de acuerdo a los norteamericanos, demandaron un “alto el fuego”, que debió haber originado una mueca de gato siberiano en el rostro de Shoigu.

Shoigu sabe precisamente hacia cuál dirección sopla el viento en el terreno, tanto para las fuerzas armadas ucranianas como para los ucronazis. No es solo la debacle de Azovstal y el colapso total del ejército de Kiev.

Luego de la caída de Popasnaya, el más crucial y fortificado bastión ucraniano en Dombás, las fuerzas rusas y de Donetsk y Lugansk han quebrantado las defensas a lo largo de los cuatros vectores diferentes al norte, noroeste, oeste y sur. Lo que querda del frente ucraniano se está desmoronando rápido, con un gran caldero subdividido en un entramado de mini-calderos: un desastre militar que el GEU no puede evitar.

Ahora, en paralelo, podemos esperar una total exposición -a toda marcha- del escándalo de las bioarmas del Pentágono. La única “oferta que no puede rehusar” que le queda al GEU sería presentar algo tangible a los rusos para evitar una completa investigación.

Eso no va a suceder. Moscú está totalmente consciente de que hacer público el trabajo ilegal sobre armas biológicas prohibidas es una amenaza existencial para el estado profundo estadounidense. Especialmente cuando los documentos incautados por los rusos muestran que Big Pharma -vía Pfizer, Moderna, Merck y Gilead- está involucrado en muchos “experimentos”. Exponer completamente todo el entramado fue uno de los objetivos declarados de Putin desde el principio.

¿Más “medidas técnico-militares”?

Tres días luego de la intervención en la ONU, la junta del Ministerio de Exteriores ruso celebró a una sesión especial para discutir “las realidades geopolíticas radicalmente cambiadas que se han desarrollado como un resultado de la guerra híbrida contra nuestro país desatada por Occidente -bajo el pretexto de la situación en Ucrania- sin precedentes en escala y ferocidad, incluyendo el resurgimiento en Europa de una cosmovisión racista en la forma de rupestre rusofobia, una línea abierta para la ‘abolición’ de Rusia y todo lo ruso”.

Por eso no asombra que “la línea agresiva revisionista de Occidente requiere a una radical revisión de las relaciones de Rusia con estados hostiles”.

Debemos esperar próximamente “una nueva edición de la Concepción de la Política Exterior de la Federación Rusa”.

Esta nueva Concepción de la Política Exterior será elaborada sobre lo que el ministro de Exteriores Lavrov una vez más destacó en una reunión honrando la 30ma Asamblea del Consejo de Política Exterior y de Defensa: Estados Unidos ha declarado una guerra híbrida total contra Rusia. Lo único que le falta, tal como está, es una declaración formal de guerra.

Más allá de la neblina de desinformación cubriendo la aplicación de Finlandia y Suecia -llámenle los "dos tontos muy tontos" nórdicos- para unirse a la OTAN, lo que realmente importa es otro ejemplo de declaración de guerra: la posibilidad de misiles con ojivas nucleares estacionadas muy cerca de las fronteras rusas. Moscú ya advirtió, de manera cortés, a los finlandeses y suecos que esto se abordaría a través de medidas “técnico-militares”. Eso es exactamente lo que se le dijo a Washington -y a los esbirros de la OTAN- que pasaría antes del inicio de la Operación Z.

Y, por supuesto, esto va mucho más profundo, involucrando a Rumanía y Polonia por igual. Bucarest ya tiene lanzamisiles Aegis Ashore capaces de despachar Tomahawks con ojivas nucleares a Rusia, mientras que Varsovia está recibiendo los mismos sistemas. Para ir al grano, si no hay una desescalada, todos terminarán recibiendo la tarjeta de presentación hipersónica del Señor Khinzal.

Mientras tanto, Turquía, miembro de la OTAN, juega una partida hábil, formulando su propia lista de demandas antes de siquiera considerar la apuesta de los nórdicos. Ankara no quiere más sanciones sobre sus compras de los S-400 y, además, si se pueden volver a incluir en el programa de los F-35. Será fascinante ver lo que saldrá de la Voz de Su Amo para seducir al Sultán. Los nórdicos adoptando una “clara postura inequívoca” de autocorrección contra el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (kurdo-turco) y el Partido de la Unión Democrática (kurdo-sirio), claramente no es suficiente para el Sultán, quien disfrutó de enturbiar las aguas aún más al enfatizar que la compra de energía rusa es un tema “estratégico” para Turquía.

Contrarrestando la Conmoción y Pavor financiero

Ahora está evidentemente claro que la abierta Operación Z apunta al poderío hegemónico unipolar, la expansión infinita de la vasallizada OTAN y a la arquitectura financiera del mundo: una combinación interrelacionada que trasciende en gran parte el campo de batalla ucraniano.

La histeria del paquete de sanciones occidentales en serie terminó desencadenando los movimientos contra-financieros hasta ahora bien exitosos de Rusia. La guerra híbrida está siendo peleada predominantemente en el campo de batalla económico-financiero, y el dolor para Occidente en conjunto solo aumentará: inflación, precios más altos de las materias primas, ruptura de las cadenas de suministro, explosión del costo de la vida, empobrecimiento de las clases medias y, desafortunadamente para grandes franjas del Sur Global, pobreza absoluta y hambre.

En un futuro cercano, a medida que surjan evidencias filtradas, se presentará un caso convincente de que el liderazgo ruso incluso jugó la apuesta financiera occidental/robo flagrante de más de 300 mil millones de dólares en reservas rusas.

Esto implica que hace años ya -digamos, al menos desde 2016, basado en los análisis de Serguéi Glazyev- el Kremlin sabía que esto sucedería inevitablemente. Como la confianza sigue siendo un estricto fundamento de un sistema monetario, el liderazgo ruso pudo haber calculado que los estadounidenses y sus vasallos, impulsados por la ciega rusofobia, jugaría todas sus cartas de una vez cuando llegara el momento, destrozando totalmente la confianza global en “su” sistema.

Debido a los infinitos recursos naturales de Rusia, el Kremlin pudo habe ponderado que la nación podría sobrevivir eventualmente a la Conmoción y Pavor financiera, e incluso lucrarse de eso (incluida la apreciación del rublo). La recompensa es demasiado dulce: allanando el camino a la Condena del Dólar, sin tener que solicitar al Señor Sarmat que presentase su tarjeta de presentación nuclear.

Rusia incluso pudo haber considerado la hipótesis de recibir un pujante retorno de esos fondos robados. Una gran parte de activos occidentales -un total aproximado de 500 mil millones de dólares- pudieran nacionalizarse si el Kremlin así lo escoge.

Así, Rusia está ganando no solo militarmente sino también en buena medida geopolíticamente -88% del planeta no está alineado a la histeria de OTANistán- y, por supuesto, en la esfera económica-financiera.

Esta es de hecho la clave del campo de batalla de la guerra híbrida donde el Occidente en conjunto se le ha dado jaque mate. Uno de los próximos pasos fundamentales será una expasión del BRICS coordinando su estrategia para soslayar el dólar.

Nada de lo anterior debe eclipsar las repecusiones interconectadas aún por medir de la rendición masiva de los neonazis de Azov en la Central Ucronazistán en Azovstal.

La mítica “narrativa” occidental sobre los héroes combatientes de la libertad impuesta desde febrero por la mediática de OTANistán colapsó con un solo golpe. Señal del estruendoso silencio en todo el frente occidental de la guerra informativa, donde ningún perrito siquiera intentó cantar esa patética canción “ganadora” de Eurovisión.

Lo que pasó, en esencia, es que la crema de la crema de los neonazis entrenados por la OTAN, “asesorado” por los mayores expertos occidentales, armados hasta la muerte, atrincherados en los búnkeres antinucleares de duro hormigón en las bóvedas de Azovstal, fueron pulverizados o forzados a rendirse como ratas acorraladas.

Novorrusia como punto de inflexión

El Estado Mayor ruso ajustará sus tácticas la crucial continuación en Dombás, como los mejores analistas rusos y corresponsales de guerra debaten incesantemente. Tendrán que enfrentar un problema ineludible: por mucho que los rusos aplasten metódicamente al disgregado ejército ucraniano en Dombás, un nuevo ejército de la OTAN está siendo entrenado y armado en el oeste de Ucrania.

Así que existe un verdadero peligro de que, dependiendo de los objetivos finales a largo plazo de la Operación Z -que solo conoce el liderazgo militar ruso-, Moscú corra el riesgo de enfrentarse, en unos meses, a una encarnación móvil y mejor armada del ejército desmoralizado que ahora está destruyendo. Y a esto se refiere exactamente los estadounidenses cuando dicen querer “debilitar” a Rusia.

Tal como está, hay varias razones de por qué una nueva realidad de Novorrusia podría resultar en un punto de inflexión positivo para Rusia. Entre ellas:

El complejo económico-logístico de Járkov a Odesa -a lo largo de Donetsk, Lugansk, Dnepropetrovsk, Zaporiyia, Jérson, Nikolaiev- está íntimamente conectado a la industria rusa.

Con el control del Mar de Azov -de por sí un “lago ruso” de facto- y subsecuentemente el Mar Negro, Rusia tendrá el control total de las rutas de exportación para la región productora de granos de calidad. Bono extra: la total exclusión de la OTAN.

Todo lo anterior sugiere una campaña concentrada para el desarrollo de un gran complejo agroindustrial integrado, con el bono extra de un potencial turístico importante.

En este escenario, una Ucrania con Kiev-Leópolis de remanente, no incorporado a Rusia, y claro está no reconstruido, estaría en el mejor de los casos sujeta a una zona de exclusión aérea más ataques seleccionados de artíllería, misilísticos y no tripulados en caso de que la OTAN continúe considerando ideas sospechosas.

Esta sería una conclusión lógica para una Operación Militar Especial enfocada en ataques precisos y en un deliberado énfasis en escatimar vidas civiles e infraestructura, mientras inhabilita metódicamente el espectro militar y logístico ucraniano. Todo eso lleva tiempo. Sin embargo, Rusia podría tener todo el tiempo del mundo, ya que todos seguimos escuchando el sonido de Occidente en conjunto descendiendo en espiral.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Strategic Culture el 20 de mayo de 2022, la traducción para Misión Verdad fue realizada por Ernesto Cazal.

Fuente: Misión Verdad