Corroboran los testimonios transmitidos por la televisión siria que exculpan a las fuerzas leales al presidente Al Assad
La reciente masacre en Daraya, una ciudad en las afueras de Damasco, donde perdieron la vida 245 personas, es obra del llamado Ejército Libre Sirio y no de las fuerzas progubernamentales. Así lo evidencian múltiples testimonios recobrados por el veterano periodista inglés y columnista del diario The Independent, Robert Fisk.
La muerte indiscriminada de mujeres, niños y hombres fue inmediatamente atribuida por varios medios de comunicación europeos y estadounidenses al ‘régimen’. Y eso que en las primeras imágenes difundidas por una cadena de televisión local, los sobrevivientes apelaban a las Fuerzas Armadas fieles a Bashar al Assad y daban la bienvenida a su presencia. Tanto los vecinos del distrito, como los militares que aparecían en el cuadro acusaban a los rebeldes armados de la violencia desencadenada.
El periodista inglés verificó muchos de aquellos testimonios al ubicar a los que hablaron ante las cámaras. No encontró ni un elemento de propaganda oficial en lo que exclamaba o decía entre sollozos la gente que había perdido a sus seres queridos o estaba aterrorizada por lo ocurrido. Y tampoco a una sola persona que inculpara al Ejército o al Gobierno de aquella masacre
Fisk cita, entre otras, a una testigo presencial identificada como Leena, quien le dijo que había visto 10 cadáveres en el camino antes de que llegaran las tropas nacionales. Otra mujer consultada dijo que los invasores estaban encapuchados y agregó que, atemorizada, había besado a varios cuando penetraron su vivienda en un intento de prevenir que dispararan contra su familia.
El conductor de una carretilla elevadora Amer Rajab detalló a Fisk cómo los rebeldes asaltaron su casa. Aniquilaron los bienes de la familia, incendiaron las camas y las alfombras, robaron el televisor y parte de la computadora, supuestamente para confeccionar una bomba.
El conductor de una carretilla elevadora Amer Rajab detalló a Fisk cómo los rebeldes asaltaron su casa. Aniquilaron los bienes de la familia, incendiaron las camas y las alfombras, robaron el televisor y parte de la computadora, supuestamente para confeccionar una bomba.
“Estábamos en el camino hacia Senaya (otro suburbio de Damasco) cuando de repente se pusieron a disparar contra nosotros”, relató el camionero Jaled Yajya Zukari. Le dije a mi mujer que se tumbe en el suelo, pero una bala impactó el autobús y pasó directamente a través de nuestro bebé y luego le pegó a mi mujer. Fue una misma bala. Ambos murieron. Disparaban desde los árboles, desde un área verde. Puede ser que fueron los militantes escondidos detrás de los árboles que pensaban que éramos un autobús militar que transportaba soldados”.
El periodista recuerda que no es la primera ocasión en que una masacre es atribuida por los medios oficiosos de Occidente a las fuerzas de Al Assad, pero en realidad es cometida por los militantes sunitas antigubernamentales. Así fue el caso de Houla, donde el 25 de mayo fueron asesinados al menos 108 civiles, entre ellos 34 niños, dice Fisk.