Global Research, 12/04/2012
“Si es correcta [sic], esta valoración suscitaría la preocupante posibilidad de un arco de inestabilidad regional que abarca toda la franja del Sahara-Sahel y se extiende a través de África Oriental, y que el ahora debilitado núcleo de al-Qaeda podría utilizar para reagrupar, reorganizar y dar nuevo ímpetu a su campaña terrorista contra Occidente”, señala el informe.
Mientras tanto, en otros reportajes de los medios de comunicación se afirma que elementos de al-Qaeda se están uniendo a las fuerzas separatistas tuareg después de un golpe militar en el país del África occidental, Mali. La antigua potencia colonial Francia citó la supuesta implicación de al-Qaeda en Mali en su promesa de aplastar el golpe.
El supuesto enlace de al-Qaeda en Mali parece fuera de lugar. Los rebeldes tuareg (un grupo nómada que habita en el norte de Mali y Níger) estuvieron combatiendo en Libia apoyando al gobierno de Gaddafi en contra de los insurgentes apoyados por Occidente. Se sabe que entre estos últimos había jihadistas de al-Qaeda. Ahora Francia y varios reportajes de los medios de comunicación afirman que al-Qaeda se ha asociado a sus antiguos enemigos (los tuareg) en la secesión del norte del territorio de Mali.
Lo que sugieren estos reportajes es que se está blandiendo al-Qaeda como un “espectro” en África para justificar la cada vez mayor intervención de las potencias occidentales en este continente bajo capa de la “seguridad global”.
Con un ademán colonial, el RUSI afirma que parece que al-Qaeda “está adoptando una estrategia de ‘adoptar las costumbres de los nativos del país’ que implica sacar partido y explotar los motivos de queja locales con el objetivo final de asegurar un punto de apoyo firme en países inestables”. Resulta significativo que esta escalofriante idea permite al estudio del RUSI concluir: “El foco del antiterrorismo anti-jihadista está cambiando hacia África”. En otras palabras, el pretexto del antiterrorismo anti-jihadista de las potencias occidentales está cambiando hacia África.
Pero en realidad el pretexto antiterrorista occidental no está cambiando, sino que es más exacto afirmar que se está extendiendo a África, puesto que la OTAN continúa su ocupación y guerra ilegales en Afganistán, Iraq y Pakistán.
Esto representa una expansión estratégica de la agenda de guerra global que el Pentágono y sus aliados occidentales han estado llevando a cabo en Oriente Próximo y Asia Central incorporando al control hegemónico una región que se extiende desde el mar Mediterráneo al Caspio, una región que incluye al menos el 60% de las reservas conocidas de petróleo y gas del planeta.
Se puede considerar que la campaña de bombardeos aéreos sobre Libia durante siete meses de la OTAN durante 2011 que llevó al derrocamiento del gobierno de Tripoli sirvió como una cabeza de playa para las potencias dirigidas por Estados Unidos en el norte de África y para su continua militarización a través de la zona continental este-oeste, desde el Atlántico al océano Índico.
Las potencias occidentales ya están envueltas en una nueva rebatiña por África que se remonta al establecimiento del nuevo comando militar estadounidense del AFRICOM bajo el gobierno de George W. Bush.
Desde entonces y especialmente bajo el gobierno Obama, ha habido una cada vez mayor implicación de baja intensidad de las fuerzas estadounidenses, francesas y británicas en Costa de Marfil, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Uganda y en el este en Somalia, Kenya y Djibouti.
Desde octubre del año pasado aviones drone estadounidenses y las fuerzas navales francesas han desempeñado un papel fundamental en apoyar las campañas de los ejércitos de Kenia y Etiopía contra militantes Al Shabab en Somalia
Otros países africanos en los que se cree que las potencias occidentales dirigen fuerzas especiales clandestinas son Senegal, Sierra Leonea Nigeria y Sudán (todos ellos antiguas posesiones coloniales británicas y francesas). También se ha afirmado que Estados Unidos inició la violencia en Nigeria para justificar una ofensiva del Estado contra las protestas populares en contra del presidente Goodluck Jonathan.
Las no explotadas pero vastas riquezas en petróleo, metales, otros minerales y el potencial agrícola de África es un filón que las estancadas potencias capitalistas occidentales no se pueden permitir perder, especialmente dado el auge de China como socio comercial de muchos Estados africanos. La ironía es que mientras los portavoces de los gobiernos occidentales, sus think tanks y medios de comunicación de la corriente dominante pueden sobrevalorar “un arco de al-Qaeda de inestabilidad por toda África”, la verdadera fuente de inestabilidad y de militarización del este al oeste del continente proviene del neocolonialismo de las potencias occidentales. A este fin, el “espectro” de al-Qaeda está sirviendo de práctico pretexto para justificar una mayor invasión imperialista.
Espere más reportajes de los medios de comunicación dominantes occidentales acerca de misteriosos jihadistas de al-Qaeda que desestabilizan a los pobres y hambrientos países africanos y, por consiguiente, requieren el noble envío de tropas de la OTAN para “salvar al Continente Negro”.
Por supuesto, la mortal ironía es que al-Qaeda es una red terrorista global creada por la CIA, el MI6 y Arabia Saudi para hacer el trabajo sucio de las potencias occidentales, como han documentado meticulosamente Michel Chossudovsky, Peter Dale Scott y otros escritores.
La marca al-Qaeda ha demostrado ser una “inversión” lucrativa. Desde el 11 de septiembre, Afganistán, Iraq a Libia y actualmente Siria. Y ahora, la reconquista neocolonial de África. Es lo que se llama “rendimiento del dinero”.