Contrainjerencia, 29/03/2015
La revista SEMANA revela detalles desconocidos sobre el escándalo de sexo, prostitutas y narcos que tiene en el ojo del huracán a la DEA.
SEMANA- La DEA, la principal agencia antidrogas del mundo, está en medio de una tormenta. La razón es simple. La semana pasada la Oficina del Inspector General del Departamento de Justicia de Estados Unidos (OIG) publicó un extenso informe de 131 páginas con las conclusiones de una investigación sobre acusaciones de acoso sexual y mal comportamiento de integrantes de varias agencias federales estadounidenses, entre ellas el FBI, la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas y Explosivos (ATF) y el U.S. Marshals Service. De los casos expuestos, el más llamativo, y grave, sin duda es el de la DEA, ya que se trata de casos que ocurrieron en Colombia.
Uno de los aspectos interesantes es que el propio Departamento de Justicia de Washington reveló las irregularidades en la agencia antidrogas. No se trata de un asunto de poca monta. El informe afirma, ni más ni menos, que “miembros de la DEA en Colombia participaron en fiestas con prostitutas pagadas por carteles del narcotráfico. Además de las prostitutas, a tres agentes especiales de la DEA, los miembros del cartel les proporcionaron dinero, regalos caros y armas”, dice uno de los apartes del informe. “Al menos diez agentes de la DEA ya han admitido haber participado de dichos encuentros y varios de ellos recibieron suspensiones de dos a diez días como castigo”, afirma otro de los fragmentos del documento del Departamento de Justicia.
El informe causó gran alboroto internacional, especialmente porque revivió el fantasma del escándalo protagonizado hace tres años por miembros del Servicio Secreto que contrataron prostitutas en Cartagena durante la visita del presidente Barack Obama. El documento especifica que los casos investigados de agentes de la DEA ocurrieron entre los años 2005 y 2008. No obstante, en varios apartes, la Oficina del Inspector General del Departamento de Justicia hace énfasis en aclarar que no pudo acceder a mucha de la información de la DEA ya que esta habría sido destruida por los agentes involucrados con la clara intención de obstaculizar las investigaciones.
Si bien se trata de un documento en donde la máxima instancia de la justicia norteamericana realiza un ‘jalón de orejas’ a sus agentes, la realidad es que el informe no contiene los nombres de los involucrados, ni ahonda en detalles sobre los graves hallazgos. De hecho, se queda bastante corto al reflejar lo que realmente ha pasado con algunos de los agentes de la DEA en el país. SEMANA investigó el tema y consultó con agentes activos y retirados de esa agencia, oficiales colombianos que trabajaron con la DEA, y abogados de narcotraficantes, y encontró a varias de las prostitutas que participaron en esas fiestas con los agentes americanos. La conclusión es que lo que ocurrió en el país es mucho más escandaloso de lo que está publicado en el informe.
Relaciones non sanctas
“Acá nunca nadie se va a atrever a contar lo que ha pasado con la DEA en el país. Es prácticamente un suicidio profesional. Si usted pone una queja, o cuenta lo que hacen, simplemente llaman a algún general y en el mejor de los casos lo botan. En el peor de los casos hacen un informe y usted termina embalado en un lío de narcotráfico, que le puede dar hasta para extradición. Ahora todos están impresionados por lo que salió en ese informe del Departamento de Justicia. Pero eso ni siquiera es una muestra pequeña de lo que pasa acá”, dijo a SEMANA un oficial retirado que durante más de una década trabajó con los Special Intelligence Unit, (SIU) por sus siglas en inglés, que son grupos especiales conformados por autoridades colombianas y miembros de la DEA.
El relato de este exoficial, corroborado y confirmado por otros tres, sin duda es escandaloso ya que explica lo que ocurría con miembros de la DEA, especialmente en Cartagena, ciudad en donde están asignados la mayor cantidad de agentes en Colombia después de Bogotá. “Cuando se hacía una operación antidroga y caía un narco o un cargamento, los de la DEA sacaban dinero de la operación para las fiestas. Por lo general era con prostitutas, unas 10 o 15, que se llamaban por teléfono. Es decir, celebrábamos con prostitutas cuando caía un narco”, explicó a SEMANA el exoficial.
Esas fiestas, según su relato, se hacían en los apartamentos alquilados por los miembros de la DEA en La Heroica. “La verdad, yo no vi que narcos pagaran las fiestas. En ocasiones hacíamos la tradicional ‘vaca’. Pero sí había un grupo que logró mucha cercanía con un narcotraficante en especial”, contó. Según él, se trataba de Hernando Gómez Bustamante, alias Rasguño, aquel narco que pasó de ser el empleado de una gasolinera a ser uno de los jefes del poderoso cartel del Norte del Valle. “Hubo un grupo de la DEA que llegó a tener mucha cercanía con él en desarrollo de un frustrado proceso de sometimiento. Los de la DEA se veían con él en Antioquia y otros lugares y de un momento a otro comenzaron a recibir regalos. La relación se volvió íntima entre ellos”, explicó.
“Ese grupo de agentes de la DEA, que se movían entre Cartagena y Barranquilla, comenzaron a comprar lujosos carros y a gastar dinero a chorros. Ellos son policías como nosotros y su sueldo era muy normal. Pero con esas ‘nuevas amistades’ comenzaron a gastar mucho dinero y a hacer grandes orgías con prostitutas y a llevar un ritmo de vida como el de los mafiosos que debíamos perseguir. Conocí a uno de ellos que incluso mandaba a hacer anillos con diamantes en Barranquilla con la marca Rolex”, contó a SEMANA.
A ese grupo de agentes de la DEA se refiere el informe del Departamento de Justicia sin mencionarlos, y esta revista se abstiene de revelar sus nombres. Sin embargo no eran los únicos que acudían a esas actividades non sanctas. SEMANA fue testigo de otras de las formas como otros agentes, con base en Bogotá, también conseguían algunos beneficios no ajustados del todo a las normas.
Dos de estos agentes tenían por costumbre ‘despachar’ en un exclusivo restaurante del parque de la 93. Allí llegaban varias veces a la semana alrededor de las 11:30 de la mañana y ordenaban un par de copas de martini. Unos momentos más tarde llegaba al lugar un reconocido abogado estadounidense de capos colombianos con el fin de abordar temas de su cliente, como por ejemplo las condiciones que tendría en un eventual sometimiento. De los martinis se pasaba a un costoso almuerzo amenizado por varias rondas de trago. El abogado abría su maletín y a cada uno le entregaba dos costosos relojes Montblanc. Al caer la noche y con varias copas en la cabeza, el abogado llamaba a varias voluptuosas ‘amigas’ que trabajan en un reconocido y exclusivo burdel a pocas cuadras del lugar. Muchos tragos más tarde el grupo de las ‘amigas’, los agentes y el abogado del narco salían a un apartahotel no muy lejos de allí, en donde comenzaba una fiesta que terminaba a las diez de la mañana del día siguiente. Todo costeado por el abogado del narco.
“Eso es más usual de lo que parece. Obviamente no ocurre con todos los agentes. Usted debe saber en qué palo trepa. Para que tomen confianza es usual por ejemplo que a ese tipo de citas usted invite a agentes retirados, que trabajan en oficinas de abogados que llevan casos de narcos en Estados Unidos o como investigadores independientes”, explicaron a SEMANA dos abogados de extraditables. “Cuando le aceptan una invitación a comer en la que uno paga, ahí empieza uno a medirlos. Después usted les da un par de regalitos ‘desinteresadamente’. Relojes Rolex o plumas Montblanc o de marcas de ese estilo son lo más común y discreto. A la mayoría les gustan las armas y algunas veces uno les trae de regalito la última Sig Sauer o Pietro Beretta (pistolas). Ahí ya viene el otro paso que es hacer llegar ‘un par de amigas de ambiente’ y hacer que ellas sean ‘cariñosas’ con ellos. A veces los invita uno a pasar un fin de semana en la costa y allá también se les tiene un par de ‘amigas’. Si todo sale bien le ayudan contándole detalles del caso de su cliente o sugiriéndole alternativas legales”, contaron los abogados.
DEA-parties
Uno de los aspectos del informe del Departamento de Justicia se refiere a las fiestas con prostitutas, haciendo especial énfasis en el hecho de que esas actividades pueden poner en riesgo fugas de información, ya que se realizan algunas veces en los lugares en donde viven los agentes y en donde pueden tener material sensible sobre casos. SEMANA habló con tres de estas mujeres en Bogotá quienes desde hace años se han convertido en ‘amigas’ frecuentes de algunos agentes.
Una de ellas explicó que conoció a varios de ellos cuando fueron a “rematar una fiesta” a un conocido burdel en el norte de la capital. “Al comienzo se presentan como turistas o empresarios gringos”, explicó una de ellas. “Como se les atiende bien y el sitio es seguro siguen viniendo y ya con el paso del tiempo es que una (sic) se da cuenta que son de la DEA. Algunos ya borrachitos terminan contando y hablando de sus proezas”, dice esta joven de escasos 25 años de edad (ver video).
Otras dos voluptuosas gemelas rubias entrevistadas por SEMANA contaron que, a diferencia de la anterior, ellas terminan en las fiestas con los agentes llamadas por una amiga que les dice adónde deben llegar. “Normalmente son muy amplios. Pagan bien y cuando se encariñan con uno muchas veces nos llevan de puente a Girardot o incluso a Cartagena o Santa Marta en donde vamos a los mejores restaurantes y nos presentan a veces como sus novias”, cuenta una de ellas.
Todas han sido testigos no pocas veces de altercados entre los agentes que pasados de tragos agreden a sus compañeras. “No pasa muy seguido, pero pasa. El lío es que ahí no hay de otra que aguantar porque si le pegan a uno, por ejemplo, no se puede llamar a la Policía porque son amigos de ellos y ahí la emproblemada es una”, contó una de estas mujeres.
Si bien el informe del Departamento de Justicia puso el dedo en la llaga, así sea de manera superficial, es justo reconocer que no se trata de conductas generalizadas por los agentes de la DEA en Colombia. Sin embargo, aunque el documento hace mención a casos que ocurrieron hace más de cinco años, lo cierto del caso es que ese tipo de episodios no han desaparecido y siguieron presentándose ese tipo de conductas en tiempos más recientes. Aunque cada vez son menos los casos y mayores los controles.
SEMANA se comunicó con la Embajada de Estados Unidos en Bogotá para conocer su opinión sobre este caso pero no fue posible obtener una respuesta. Por ahora lo único claro es que la DEA atraviesa una tormenta que espera no termine convertida en un huracán.
La mujer del Servicio Secreto
La DEA no es la única agencia estadounidense involucrada en escándalos sexuales. Hace tres años agentes del Servicio Secreto fueron protagonistas de un sonado caso.
Luego de conocerse que 12 agentes del Servicio Secreto estadounidense, enviados a Cartagena en abril de 2012 para preparar y organizar la seguridad del presidente Barack Obama en la Cumbre de las Américas, fueron excluidos del viaje porque organizaban fiestas sexuales con prostitutas colombianas, el escándalo adquirió nombre propio y se centró en una de sus principales protagonistas: Dania Londoño.
El 4 de mayo de ese año Dania contó en los micrófonos de la W que pidió 800 dólares por sus servicios y que hubo una fuerte pelea porque solo le pagaron 50.000 pesos.
Los detalles que reveló permitieron entender otras dimensiones del escándalo. “Él me dijo ‘sex’. Yo le contesté: ‘baby, cash, money’. ‘¿Cuánto?’. ‘Ochocientos’. ‘Ochocientos, ok, vamos’”. Y dice que se fue, en taxi, confiada en el trato porque “le pido para unos chicles y me da un billete de 50.000, y le pido para unos preservativos y me da otro billete de 50.000”. Llegó a la 1:30 de la mañana con el agente secreto al Hotel Caribe. “Ebrios”, pero “conscientes”. Estuvo en su cama cinco horas hasta las 6:30 a. m. cuando la llamaron de la recepción a decirle que se tenía que ir. El agente, ya sobrio, le entregó otro billete de 50.000 y desde ese momento hasta las diez de la mañana Dania se quedó rogándole que le pagara.
A las nueve y media, salió al corredor y le contó la historia a un policía local. “Vamos a la habitación. El policía le toca la puerta y no abre. Pero por debajo se veía que él estaba ahí parado y no quería abrir”. La imagen raya con lo cómico. El cliente no salió nunca de la habitación. Al final, y mientras otros tres agentes secretos que se acercaron le imploraban “please please, no police, no police”, regresó el policía colombiano con uno de sus compañeros que sabía inglés, recogieron 250 dólares entre los gringos y la mujer se fue para su casa. A los dos días explotó el escándalo.
Dania adquirió sus 15 minutos de fama y por cuenta del bochornoso episodio que fue noticia mundial, varios de los agentes del Servicio Secreto fueron suspendidos de sus cargos en uno de los peores escándalos de su historia reciente.
Las niñas abusadas
Un informe de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas reveló que soldados estadounidenses al servicio del Plan Colombia habrían violado más de 50 niñas en cuatro años.
El Plan Colombia trajo al país una mayor cooperación militar, económica y antinarcótica por parte de los Estados Unidos. Sin embargo, un reciente informe de la Comisión Histórica integrada por el gobierno nacional y las Farc señala que por lo menos 54 menores de edad en el país fueron abusados sexualmente por soldados y contratistas militares estadounidenses entre 2003 y 2007.
La comisión relató los hechos de lo que denominaron “imperialismo sexual”, en el que los presuntos delitos de militares extranjeros quedaron impunes dados los acuerdos bilaterales y la inmunidad diplomática estadounidense.
Uno de los casos más sonados ocurrió en Melgar el 26 de agosto de 2007. Luego de que una niña de 12 años usó el baño de un restaurante, presuntamente dos soldados estadounidenses que servían en el marco del Plan Colombia la forzaron a beber un líquido amarillo que la dejó prácticamente inconsciente. Los dos hombres la llevaron a la base de la Fuerza Aérea de Tolemaida, la violaron y a la mañana siguiente la arrojaron en un parque.
La madre de la niña confrontó a los dos soldados y estos le habrían dicho: “Sí, la violamos ¿y qué?, estamos en Colombia, la ley no nos afecta”. Al buscar ayuda, la niña y su familia se encontraron con evasivas e incluso las autoridades colombianas rechazaron sus solicitudes de reubicación.
Los supuestos abusos llegaron al punto que en algunos de los casos se dice que grabaron videos pornográficos que luego se comercializaban por solo 10.000 pesos.