Mohorte
Magnet, 17/02/2021
Hubo un tiempo no demasiado remoto en el que el "coronavirus" fue el "coronavirus de Wuhan". Millones de personas en todo el mundo descubrieron la ciudad gracias (?) a la epidemia. Desde entonces Wuhan ha gestionado la crisis sanitaria mejor que el resto de países occidentales, lo que ha provocado que numerosos medios regresen al origen de los hechos para entender qué ha sucedido. Cómo triunfó la ciudad, y China en términos agregados, allá donde nosotros fracasamos.
Con filtros incluidos.
Los vídeos. El pasado mes de diciembre la BBC publicaba un largo reportaje sobre cómo el coronavirus había cambiado la vida de los habitantes de Wuhan. Lo hizo simultáneamente en todas sus cuentas de YouTube, incluyendo la británica y la china. Los vídeos eran iguales, relataban las mismas cosas. Pero su tratamiento estético difería. Las imágenes destinadas al público británico revestían una tonalidad más amarillenta y más turbia. No así las imágenes chinas, más naturales.
La polémica. Saltó de inmediato y se ha viralizado durante las últimas semanas tanto en las redes sociales chinas como en Twitter. Diversas cuentas asiáticas, muy difundidas ya entre el público occidental, ilustraban el tratamiento dispar de los vídeos mediante dos fotogramas idénticos colocados uno frente al otro. Las escenas destinadas al público occidental eran más densas, más cálidas y más inquietantes. ¿Para reflejar la contaminación, para reflejar la humedad, para reflejar el calor?
Cualquier respuesta era inapropiada.
El contexto. Todos los mensajes transmitían una misma idea: las televisiones occidentales manipulan nuestra percepción de oriente mediante filtros, insertando ideas estereotípicas (contaminación, calor, pobreza, subdesarrollo) en el imaginario colectivo. Es una queja ya vetusta, acrecentada por el tremendo contraste entre la gestión sanitaria china y occidental. En plataformas de vídeo como Bilibili, con millones de usuarios, circulan ya vídeos parodia de los filtros.
¿Es así? No según el corresponsal de la BBC para China, Stephen McDonell: "Si quieres una pequeña muestra de hasta qué punto los ataques del Partido Comunista sobre la BBC se han vuelto estúpidos sólo necesitas observar los comentarios de más abajo". Acto seguido enlazaba un tuit escrito por el productor de las imágenes, Yitsing Wang, quien atribuía a un aspecto técnico la disparidad de colores. El reportaje se grabó en C-Log, un modo habilitado por la última generación de Canon que amplía el rango dinámico de las imágenes y neutraliza la sobreexposición/subexposición.
"Debido a que se produjo por separado y no trabajamos juntos en el mismo área hay diferencias de color", añadía Wang, "pero la versión inglesa se ha mejorado". Los dos equipos de la BBC procesaron las imágenes de forma distinta. La prueba, sus propias imágenes en bruto.
¿Tiene sentido? La explicación de la BBC es plausible. El problema es que entronca con un largo historial de filtros que han contribuido a estereotipar a los países en desarrollo tanto en las televisiones occidentales como en Hollywood. Una polémica reciente ilustra el fenómeno. Cuando Netflix lanzó su última gran producción propia, Extraction, protagonizada por Chris Hemsworth y ambientada en Bangladesh, los habitantes de Dakka, su capital, se rascaron la cabeza extrañados. ¿Por qué todo era amarillo y qué tenía que ver aquello con su ciudad real?
Tras su estreno, la red se llenó de artículos de improbables titulares, como "El filtro amarillo y las representaciones del Sur Global" o "El filtro amarillo: ¿una técnica artística o una forma de reforzar estereotipos?". En ellos se argumentaba a favor de un uso racista de los filtros. Tanto el amarillo como el naranja, asociados en occidente a ideas de peligrosidad, contribuían a retratar México, Sudáfrica o la India como países asfixiantes y hostiles, polvorientos y contaminados. Por más que muchas ciudades del "Sur Global" no tengan relación alguna con el desierto.
Otros ejemplos. Hace unos años se popularizó una imagen donde se explicaban los filtros empleados por Hollywood para narrar al resto del mundo. Se trataba de una parodia, pero una divertida porque revestía cierta verosimilitud. El "Filtro México" anaranjaba la atmósfera; el "Filtro India" saturaba hasta la extenuación los colores; el "Filtro Europa del Este" hundía a las ciudades en colores apagados y grises; y así sucesivamente. Todos ellos contrastaban con el aire limpio, azulado y brillante de Occidente.
La disyuntiva entre "técnica artística" y "estereotipo racista" es legítima, y es probable que en el empleo de filtros específicos para según qué regiones del mundo subyazcan ambas motivaciones. La fotografía es un elemento central a cualquier película (o documental o reportaje), pero las ideas preconcebidas sobre determinados países (¿cómo imaginas el Moscú soviético? Triste y gris, por supuesto) contribuyen a moldearla. Y viceversa: el modo en que la televisión o el cine retrata un lugar que no conocemos deposita sobre nuestro cerebro determinadas ideas. Certeras o no.