EL ORO DE MOSCÚ, EL BIZUM DE PUTIN

José Antonio Zorrilla, ex embajador de España en Georgia y Estados del Cáucaso

Diario 16, 24/10/2022


Andaba yo por mi Bilbao natal con el 600 lleno de panfletos y las manos manchadas de tinta de la multicopista y me parecía ser el ángel de una revelación que conocía todo el mundo menos España. Habían ganado la guerra mundial los demócratas y en España los que mandaban saludaban todavía brazo en alto como los nazis de las películas americanas que me ayudaban a vivir en aquel despeñadero de dignidad y vergüenza colectiva.

Un día vendrían la libertad y la luz, pensaba yo, mientras cruzaba de madrugada aquella ciudad donde el hombre es harto y el hambre se reparte a manos llenas, como había dicho Blas de Otero, al que había conocido en la librería Herriak. Con ellas vendría también la Tercera República, y ese triunfo demorado lo celebraríamos con los brigadistas internacionales cuyo sacrificio por una patria ignota sería entonces nuestro orgullo. Hasta que los curas de Deusto se hartaron de tanta manifa que ponía en peligro sus inversiones y me pidieron que cambiase de Universidad.

El Padre Bernaola había dicho. «Si hiciésemos caso de lo que dice el Vaticano II cerrábamos Deusto«. Todo fue versallesco, a tono con el hecho de que el Decano había sido antiguo compañero de mi padre en el Colegio de Orduña y de que él y yo nos encontrásemos todos los domingos en el ascensor,  ya que ese dia iba a su casa a comer con su familia, al tercer piso, precisamente, mientras que yo seguía camino hacia el quinto. No habría nota desfavorable en mi expediente académico pero rogaron a mi familia que cambiara de aires. Me expulsaban, vamos.

Andaba yo meditando estas y otras circunstancias cuando entró en el salón mi tia Matilde, y me hizo una pregunta insólita. «Jose, ¿Necesitas dinero?» La pregunta, a un estudiante, era descabellada. En aquel tiempo yo ponía tres céntimos de euro de gasolina en el depósito del coche. Así que mi respuesta fue: «Tia, por favor. Dime lo que tengas que decirme.» Así interpelada, mi tía contestó: «Verás, tu madre ha ido a hablar con el Decano y Obieta le ha dicho que no tienen pruebas pero que están seguros de que te paga el oro de Moscú. Si es por dinero, pide. Se te da y ya está». Se me vino el mundo encima. Ni vanguardia de la humanidad, ni misión de progreso, ni vergüenza democrática. Se achacaba mi idealismo juvenil a un tema de pesetas/céntimos.

Pasan los años, termino diplomático tras un 68 revelador, sirvo en medio mundo y casi al final, en el Cáucaso con derivación ucraniana. Es canónico que a la gente como yo se le pidan conferencias. Accedo a cerrar la conmemoración del 25 aniversario de la Cátedra de Derechos Humanos en la UPV, hablo sobre algo que conozco razonablemente bien, como Ucrania y tengo, no se si la dicha o la desgracia, de que la charla se convierta en viral. Visto el éxito me llaman de otros ámbitos. Y sigue la racha de hits y solicitudes de amistad en rrss.

Cuando tras una entrevista con Rubén Gisbert y el Coronel Baños llegamos a los 750.000 hits, ya no joven idealista, estuve seguro de que algo tenía que suceder. Y sucedió. Me pidieron una entrevista para El Mundo a la que yo accedí sin poder imaginar que iba a ser una encerrona para denunciar a los Putin Bizum, manera moderna de llamar hoy a los comprados por el oro de Moscú. Yo no suelo dar opiniones sino bibliografía. Y en esta ocasión hice lo propio.

Me pasé una hora dando referencias de literatura científica sobre el tema de Ucrania desde George F. Kennan en 1997 hasta Fiona Hill hoy. Lo único que el plumilla mercenario sacó en limpio fue una cita parcial de Henry Kissinger, de 5 de marzo de 2014, en la que el estadista decía literalmente a propósito del Maidán (según se lo leí al interfecto) «cualquier intento de llevar a una parte de Ucrania a dominar a la otra, como ha sido la pauta, terminaría en guerra civil o desmembración territorial.

Utilizar Ucrania como parte de una confrontación Este/Oeste destruiría cualquier posibilidad de llevar a Rusia y Occidente, sobre todo a Rusia y Europa a un sistema de cooperación internacional.» En esa lógica yo preguntaba. «¿Como demonios vas a montar una Ucrania democrática sin el concurso del partido pro ruso que en 2010, ganó las elecciones nacionales?» Lo sigo preguntando.

¿Cómo sin rotura territorial a la que el Maidán respondió mandando a los rebeldes autonomistas (no entonces independentistas) el Batallón Azov que llegó allí alzando el Wolfsangel, el rojinegro Blut und Boden y el Sonnenrad de la División SS Das Reich, la que arrasó Oradour, con conductas criminales cuyo desarrollo puede seguirse en las páginas de la Organización de Seguridad y Cooperación Europea, OSCE, y que hizo 9.000 víctimas entre los constitucionalistas ucranianos? No queda otra sino una dictadura brutal. Y añado.

Que pagaríamos y sostendríamos nosotros, el Occidente liberal, tras haber pagado un golpe de Estado como el de Santiago de Chile y cuyo fulcro es esta conversación entre el Embajador de los USA y la Subsecretaria para Europa de los USA, Victoria Nuland.

https://www.youtube.com/watch?v=Wv9J6sxCs5k

Un despropósito inaudito en el que estamos metidos hasta el cuello como ya advirtió Kissinger en la fecha citada. «La raiz del problema son los esfuerzos de los políticos ucranianos de imponer su voluntad a la parte recalcitrante del pais, primero de una parte, y luego de la otra… una política sabia de los USA buscaría el que las dos partes de Ucrania cooperasen entre si».

Bien ya se ve como ha seguido Washington el consejo de Kissinger, que habla desde la altura de sus 98 años. Pues ese juicio, reformulado por mi, le vale al periodista para incluirme en la armada Bizum pro Putin junto con algunos otros sospechosos habituales entre los que cabe destacar el Coronel Pedro Baños, Bea Talegón, Rafa Poch (viejo conocido de Moscú), y Liu Sivaya. Cambian los tiempos, no las consignas. Claro que hay una diferencia esencial. Entonces las consignas las daban los criminales genocidas de Gernika. Hoy las dan los USA a los que tanto admirábamos por su defensa de la libertad. Oro de Moscú, Bizum de Putin. En fin, he dejado de leer El Pais desde que echaron a Antonio Elorza. Tengo que dejar de leer ahora El Mundo. Veremos cómo termina toda este inmenso error de Washington. Y ojalá quede todo en dejar de leer periódicos.

lunes, 24 de octubre de 2022

LOS TROLLS OTÁNICOS DE TWITTER INTENTAN JUSTIFICAR LAS AMENAZAS DE MUERTE A HELENA VILLAR (RT)

...Y para ello se escudan en unas desafortunadas declaraciones de un impresentable periodista ruso llamado Andrey Krasovsky. Veamos un ejemplo:


Problema: RT despidió ipso facto a este periodista (luego, no era un directivo de la cadena como aseguran los trolls) y condenó sus comentarios. De hecho, la directora del canal, Margarita Simonián, ha dicho: "ni yo ni el colectivo de RT podemos permitir que alguien se le pueda pasar por la cabeza que alguno de nosotros pueda compartir semejante salvajada".
 


Sin embargo, queridos trolls, nadie pidió perdón ni despidió a nadie por los comentarios de un locutor de la televisión ucraniana que llamó a asesinar a todos los niños rusos al tiempo que exaltaba al criminal nazi Eichmann... ¿Recordáis?


Tampoco pidió perdón la televisión pública española cuando en el telediario de la noche que dirige Xabier Fortes uno de los periodistas invitados pidió que la OTAN tirara bombas atómicas sobre Rusia. El periodista, de nombre Antonio Papell, no solo no pidió perdón por su llamada en un medio público al genocidio del pueblo ruso sino que además siguió apareciendo por el programa como si tal cosa. Y ahora, queridos trolls, decidme: ¿quién hace verdadera apología del genocidio? Y por cierto recordemos también que tanto RT como Sputnik están censuradas en el democrático occidente.





miércoles, 19 de octubre de 2022

SI LA OTAN PERSISTE, UCRANIA DEBE DESAPARECER

Augusto Zamora Rodríguez

Facebook

[Como el muy "progre" diario Público ha censurado a Augusto Zamora me permito difundir aquí lo que va colgando en su cuenta de Facebook.]

Nadie, a estas alturas, puede poner en duda que el conflicto en Ucrania –iniciado para proteger el Donbás, garantizar la neutralidad de Ucrania e impedir su conversión en Estado antirruso-, se ha convertido en una guerra indirecta de la OTAN contra Rusia. Ríos de dinero fluyen de las arcas atlantistas y otros ríos llevan cantidades ingentes de armas, municiones y otro tipo de vituallas, además de ser ya publico que casi todo el aparataje bélico de EEUU y sus aliados –dinero, armas, satélites, entrenamiento, planificación de guerra, espionaje y un largo etcétera-, han hecho del ejercito ucraniano (o de lo que va quedando de él) una mera marioneta al servicio del objetivo estratégico de EEUU: debilitar a Rusia, dañarla a tal punto que quede fuera de combate en la Gran Batalla que se está dirimiendo entre multipolaridad y unipolaridad. Entre el empeño (a nuestros ojos vano) de EEUU por mantener la supremacía mundial y el dominio de los océanos y mares del mundo, y el otro empeño, de Rusia, China e India, por establecer una sociedad internacional más plural, democrática y sin centro dominante.

De esa guisa, un conflicto limitado, que pudo ser concluido en pocos meses, acordando las condiciones de seguridad que pedía Rusia –razonables y comprensibles- ha devenido en una guerra sin fin, en la medida en que EEUU, el único y real director de la orquesta (la Unión Europea es un lastimoso gallinero), ha decidido transformarla en un conflicto de alcance global, cuyo objetivo no es salvar Ucrania, sino usar Ucrania para afianzar el poder mundial de EEUU arruinando a Rusia. Desde esos parámetros, Ucrania ha sido convertida en un simple campo de batalla entre dos poderes y dos visiones del mundo. 

Planteado así el conflicto, no hay espacio para negociar un acomodo de intereses. Es una guerra de suma-cero, donde lo que Rusia gana lo pierde EEUU y lo que EEUU gana lo pierde Rusia, un circulo vicioso que solo terminaría con la derrota sin paliativos de uno de los dos contendientes. O con uno de los contendientes pidiendo cacao. Que esto es así lo ha reconocido el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, al afirmar, el 11 de octubre pasado, que la OTAN debe impedir una victoria rusa, pues "si [el presidente ruso Vladimir] Putin gana, no solo será una gran derrota para los ucranianos, sino que será una derrota peligrosa para todos nosotros”. “Creo que tenemos que estar preparados para [apoyar a Ucrania] a largo plazo”, apuntaló Stoltenberg. En otras palabras, que la OTAN ha configurado un escenario de una guerra infinita en Ucrania.

El conflicto ucraniano, situado en un juego de suma-cero, tiene un elemento común con algunas de las más duras guerras periféricas de la Guerra Fría. En Corea, entre 1950 y 1953, terminaron combatiendo China y la URSS contra EEUU. En Vietnam, la guerra de liberación fue convertida por Washington en una guerra imperialista, con EEUU, la URSS y China sosteniendo a sus respectivos aliados. Pero estas dos guerras tienen una diferencia fundamental con la de Ucrania. En Corea y Vietnam, EEUU envió centenares de miles de soldados y su ejército sufrió los estragos de la guerra (tanto estrago que, en ambos conflictos, hubo quienes, en EEUU, pidieron el uso de bombas atómicas). En Ucrania, EEUU ha rehusado enviar tropas -por motivos evidentes-, optando por una versión ucraniana de la ‘vietnamización’ del conflicto, haciendo del ucraniano un remedo del ejercito survietnamita. Un ejército que EEUU creó, armó y luego dejó solo combatiendo contra los norvietnamitas, con los resultados conocidos. EEUU quiso repetir el experimento fallido en Afganistán, entrenando y armando al ejército afgano, para poder retirar a sus soldados, un ejército que se desmoronó en días ante los haraposos combatientes talibanes. Tales antecedentes no inducen a ser optimistas con el tercer ensayo gringo en Ucrania, pues estos ejércitos extranjerizados, en lo que se ven privados del apoyo directo de sus patrocinadores, suelen desmoronarse en días, semanas o meses.

Convertida la guerra en Ucrania en una guerra contra Rusia, EEUU y sus aliados le han dejado a Rusia pocas opciones. En realidad, le están dejando dos. Una, replegarse y volver a la situación existente en febrero de 2022, lo que equivaldría a una derrota desastrosa y de demoledoras consecuencias para Rusia (entre las que destacarían la pérdida de poder, prestigio y ascenso en Eurasia y el mundo, además de la caída de Putin, de su gobierno y de la cúpula militar), razón por la cual esta opción debe ser descartada por completo. Rusia no puede perder. Para Rusia, el único escenario posible y aceptable es la victoria, que puede ser militar, político-militar o política, resultado de negociaciones. 

La segunda opción, casi la única, es echar mano de lo que haga falta (descartando las armas nucleares, sólo necesarias si la OTAN entrara en guerra), para conquistar todas las zonas costeras, hasta Odesa, y llevar las tropas rusas a las orillas del Dniéper. Esa situación dejaría a Ucrania privada del 80% de sus fuentes de riqueza, de puertos marinos y de la mitad de su territorio. Para Rusia significaría un esfuerzo militar muy grande, pero los beneficios de esa estrategia superarían con creces los costos. Se afianzaría como potencia mundial, generaría miedo a adversarios y vecinos vacilantes, ampliaría su territorio y población y, sobre todo, habría derrotado a EEUU. Vistas las dos opciones, es obvio que Rusia solo tiene una: conquistar Ucrania al precio que sea. (Entendámonos, hay una tercera opción: que EEUU cambie de política y acepte negociar con Rusia desde las posiciones de Rusia, pero esa posibilidad no brilla en el horizonte, aunque le saldría a EEUU más barata que una derrota casi total en Ucrania).

Aunque sigue existiendo como país, Ucrania se está volviendo cada día menos viable. En el presente, depende prácticamente en todo de los milmillonarios recursos que le llegan del atlantismo. Su situación se tornaría poco menos que desesperada en el caso de que perdiera la mitad de su territorio y las zonas más ricas e industriales y quedara privada de puerto alguno que valiera la pena. En esas circunstancias, lo que quede de Ucrania tendría que ser mantenido económicamente por EEUU y sus aliados. El costo anual de ese apoyo rondaría los 50.000 millones de dólares por año –gas incluido-, cifra más que respetable y que muy dudosamente asumiría ninguno de esos Estados que tanto empeño están poniendo en que Ucrania termine de suicidarse. Recuerden los lectores aquellas conferencias internacionales para reconstruir Iraq o Afganistán después de que la OTAN los destruyera, en las que todos los agresores prometían el oro y milagros y después no soltaban ni un gramo de sal (miren Afganistán, Iraq o Libia, quienes duden). Por demás, la cifra de 50.000 millones no es inventada. Actualmente, EEUU entrega al gobierno ucraniano entre 1.500 y 2.000 millones de dólares mensuales para que pueda funcionar mínimamente, el oeste del país funciona con normalidad y se permite la exportación de granos. Todo esto terminaría en caso de victoria rusa, y EEUU tendría que duplicar los fondos de apoyo para que Ucrania no termine de implosionar y diez millones de refugiados ucranianos se desperdiguen por los países atlantistas.

En esa desventura, lo que restara de Ucrania se convertiría en algo apestado, respecto del cual sus antiguos valedores buscarían medios para escaquear responsabilidades. En una UE sumida en crisis agónica, ¿de dónde fondos para los parias de una guerra que ellos provocaron para desgracia de Ucrania y de sus propios pueblos? De los afganos que apoyaron a las fuerzas de la OTAN apenas fueron evacuados un 10-15%. Los demás allá quedaron, estigmatizados, convertidos en parias. Y olvidados. Ya lo saben. Mal paga el diablo a quien bien le sirve.

Es esa situación, lo que quedara de Ucrania solo tendría una tabla de salvación con garantía de perpetuidad: Rusia, aunque parezca, hoy, una idea contra natura. ¿Volver a los brazos de quien te ha derrotado, amputado, jodido y machacado? En este punto, la historia –sobre todo la europea- está llena de ejemplos. Pensemos, por ejemplo, en las guerras nacionalistas que barrieron los Balcanes del siglo XIX al XX y, hoy, ahí están todos, de la mano, dentro de la UE y la OTAN. En 1944-45, ucranianos y polacos se mataron con tal saña demente que la actual guerra en Ucrania puede verse como piñata. Asesinaron mutuamente a unas 250.000 personas y el odio entre los dos pueblos era tal que el padrecito Stalin resolvió el problema enviando a todos los polacos de Ucrania a Polonia y viceversa. Ahora tienen a Polonia fungiendo de abanderado mayor de la causa ucraniana y abriéndole sus brazos fraternos para que ingrese en la OTAN. ¿Y el amigo alemán? Un tercio de su territorio histórico es hoy parte de Polonia y ahí están, polacos y germanos, odiándose fraternalmente (mas en Polonia que en Alemania, debe saberse). 

Y echando más manos a la historia, Francia y Alemania tuvieron tres cruentas guerras entre 1870 y 1945, y las tres las perdió Francia, que ahí hay mucho queso y poca pólvora. Luego se hicieron aliados y sobre esa alianza nació lo que sería la UE, hoy, el gallinero. En otras palabras, así como los europeos tienen un ranking de guerras inigualable, también lo tienen en reconciliaciones, de forma que sería razonable y factible que Ucrania volviera al mundo eslavo, al que ha pertenecido desde hace mil años.

Cierto, fácil es decirlo y difícil será verlo, si acaso lo vemos. En la cruda realidad de los hechos, en este momento de la historia, lo único que se mueve son las armas y el único lenguaje vigente es la guerra. Siendo la estrategia de EEUU y sus aliados un escenario de guerra interminable, corresponderá a Rusia decidir la forma de ponerle fin. Aceptar el escenario de guerra interminable perjudicaría a Rusia, que tendría que dedicar cada día más recursos materiales y humanos a resistir los embates de la OTAN. Buscar como terminarla en breve tiempo, en cambio, aunque obligaría a un esfuerzo mayúsculo, daría a Rusia toda la ventaja estratégica para la presente década, que será decisiva en la reconfiguración de la sociedad internacional. Ese es el dilema ruso y en los próximos meses tendremos una respuesta. Suceda lo que suceda, el mundo será otro. Ya es otro.

ANNIE LACROIX-RIZ: "HAY UN CONTEXTO HISTÓRICO QUE EXPLICA POR QUÉ RUSIA FUE ACORRALADA"

Robin Delobel

Investig'Action, 28/03/22

Profesora emérita de Historia Contemporánea en la Universidad de París VII-Denis Diderot, Annie Lacroix-Riz ha escrito varios libros sobre las dos guerras mundiales y la dominación política y económica. Tiene un buen ojo para la situación en Ucrania con respecto a la historia del imperialismo de principios del siglo XX y su continuación. Lo que nos cuentan con demasiada frecuencia los medios de comunicación no nos permite comprender el conflicto y por lo tanto buscar una solución para la paz. En esta entrevista ofrece una útil mirada en el retrovisor para entender los acontecimientos y la historia reciente de la región.

En los medios, uno tiene la impresión de que la guerra en Ucrania salió de la nada. ¿Qué nos puedes decir sobre su contexto histórico?

En primer lugar, los elementos históricos están prácticamente ausentes de lo que es difícil calificar como un “análisis” de la situación. Sin embargo, hay dos aspectos importantes a tener en cuenta en la actualidad. En primer lugar, existe una situación general, a saber, la agresión de la OTAN contra Rusia. Luego hay una especie de obsesión con Rusia, e incluso con China. Esta obsesión no es nueva y, por lo tanto, permite poner en perspectiva el actual frenesí anti-Putin. La esencia del supuesto "análisis occidental" es que Putin es un lunático paranoico y/o un nuevo Hitler. Pero el odio a Rusia y el resentimiento de que Rusia tenga un papel global se remonta al imperialismo estadounidense.

¿Cómo explicas esta obsesión?

Es una obsesión característica de un imperialismo dominante que ha sido hegemónico durante la mayor parte del siglo XX. Este imperialismo no quiere perder su hegemonía, que está en vías de perder. En efecto, hoy ya no estamos en la misma situación que en la década de 1950 cuando Estados Unidos representaba el 50% de la producción mundial. China se acerca al puesto número uno del mundo y eso no agrada a Estados Unidos. Hemos llegado en los últimos años a un momento particularmente agudo en el enfrentamiento, marcado por una serie de ataques desconcertantes.

Rusia también está en el punto de mira. Tenemos la impresión de que habría una especie de rencor contra los bolcheviques, pero debe saberse que esta rusofobia del imperialismo estadounidense comenzó en la era zarista y continuó después, incluso después de la disolución de la Unión Soviética. Los compromisos asumidos por Estados Unidos de no avanzar militarmente en la zona exsoviética han sido así violados. Desde 1991 hasta febrero de 2022, hemos llegado, por lo tanto, a un momento en el que la perspectiva para Rusia de ver a la OTAN a sus puertas y una Ucrania nuclearizada se ha convertido en una realidad inmediata.

¿Cuál es el lugar de Ucrania en los enfrentamientos entre potencias imperialistas?

Ucrania ha sido inseparable de la historia de Rusia desde la Alta Edad Media. Rusia con todas sus riquezas naturales es la cueva de Ali Babá y Ucrania ha sido su joya más hermosa: es una fuente absolutamente extraordinaria de carbón, hierro y tantos otros recursos minerales, y un formidable granero de trigo y otros cereales. Que durante mucho tiempo ha atraído la codicia.

Ciñéndonos al período imperialista (desde la década de 1880), podemos decir que fue Alemania la primera que se interesó por Ucrania. Antes de la guerra de 1914, el Reich alemán había decidido, para controlar el Imperio Ruso, asegurar el control de sus “mercados” más desarrollados, Ucrania y los Estados Bálticos. Durante el conflicto, Alemania hizo de estos estados y de Ucrania un verdadero bastión militar, la base de su asalto al Imperio Ruso. Durante la Primera Guerra Mundial, si Alemania fracasó en el frente occidental a partir de 1917, no se puede decir lo mismo del frente oriental, que dominó hasta su derrota. Y, aunque, desde enero de 1918, La nueva Rusia soviética sufrió la agresión adicional de todas las demás potencias imperialistas (14 países la invadieron sin declarar la guerra), Berlín logró imponerle, en marzo de 1918, el Tratado de Brest-Litovsk, que le confiscó Ucrania. La derrota de Alemania al final de la Primera Guerra Mundial no la devolvió, dada la guerra librada en su suelo por los “Aliados”, apoyados por todos los elementos antibolcheviques, rusos y ucranianos.

Ucrania experimentó entonces una breve independencia…

De 1918 a 1920 hubo, en efecto, un breve período de "independencia" folclórica, en un contexto de agresión por parte de los ejércitos blancos (pogromistas) de Denikin y del pogromista Petliura, oficialmente "independiente" y aliado de Polonia (observando a todos los occidentales).Ucrania siguió siendo entonces el objetivo del Reich, que se había apoderado allí del Imperio austríaco, luego del Imperio de los Habsburgo “austrohúngaro”, dueños del este de Galicia, al oeste de Ucrania, desde las particiones de Polonia. Esta tutela germánica ha ofrecido una base valiosa para debilitar a Rusia y al eslavismo ortodoxo desde la época de los Habsburgo, con el uniatismo, dirigido por el Vaticano, como su principal instrumento.

¿Qué papel jugó el Vaticano?

El uniatismo católico, soporte ideológico de la conquista germánica, había seducido a parte de las poblaciones de Ucrania occidental, gracias a su apariencia formal muy cercana a la ortodoxia. Este instrumento de conquista austríaca fue tomado por Alemania en la era imperialista: el Vaticano, al darse cuenta de que ya no podía contar con el agonizante Imperio católico, se sometió definitivamente al poderoso Reich protestante a principios del siglo XX, incluso en Ucrania.

En el período de entreguerras, Ucrania jugó, por tanto, un papel decisivo dentro de la alianza entre Alemania y el Vaticano, al que Berlín confió el espionaje militar, a través de los clérigos uniatas. Podemos observar cómo se organizó entonces el intento de conquista de Ucrania, consagrado por la firma del Concordato del Reich de julio de 1933. Uno de sus dos artículos secretos estipulaba que Alemania y el Vaticano serían aliados en la toma de posesión de Ucrania, lo que fue uno de los principales objetivos de guerra de Alemania tanto en la Primera Guerra Mundial como en la Segunda Guerra Mundial. El asalto militar, la ocupación y la explotación económica serían en Alemania, la “recristianización” católica en el Vaticano.

Estados Unidos también estaba interesado…

Ucrania es un problema importante en sí mismo, pero también es la ruta de acceso al Cáucaso, que es muy rico en petróleo. Estados Unidos unió fuerzas con el imperialismo alemán para penetrar en Rusia y especialmente en Ucrania después del final de la Primera Guerra Mundial. En 1930, todos los imperialismos soñaban con atiborrarse de la rica Ucrania. En mi libro Los orígenes de la camisa de fuerza europea, mostré cómo Roman Dmovski, un político polaco de extrema derecha, había analizado perfectamente, en 1930, “la cuestión ucraniana”. Escribió que todos los grandes imperialismos querían devorar Ucrania con, a la cabeza, los dos más febrilmente enganchados a la tarea: el alemán y el estadounidense. También dijo que si le quitábamos Ucrania a Rusia, la convertiríamos en un país puramente “consumidor”, obligado a comprar sus productos industriales en otros lugares. Ella nunca podría soportar tal pérdida, agregó.

No funcionó, Ucrania permaneció dentro de la Unión Soviética. Pero hubo nacionalismo ucraniano de todos modos, ¿verdad?

El nacionalismo ucraniano fue primero alemán, luego estadounidense (o más bien ambos), porque no tenía una capacidad real para la independencia: el Reich lo financió antes de 1914 y nunca se ha detenido desde entonces. De hecho, esta gente que decía querer una Ucrania "independiente" (Bandera más que algunos de los suyos, que ni siquiera pretendían reclamarla "inmediatamente") pertenecían todos al uniatismo que en el período de entreguerras, y a lo largo de la Segunda Guerra Mundial, se confundió con el nazismo.

Es difícil no hacer el vínculo con estos movimientos que encontramos hoy: el batallón Azov, Pravy Sektor, etc., son los herederos directos y pretendidos del movimiento autonomista ucraniano del período de entreguerras, que vio la creación, ya en 1929, del movimiento banderista. Llamada “Organización de Nacionalistas Ucranianos” (OUN), fue financiada en su totalidad por el Reich de Weimar y luego por Hitler (después de que el “autonomismo” fuera subvencionado por el Reich guillermino).

¿Cómo se desarrolló este movimiento?

El movimiento de Stepan Bandera, ahora el "héroe nacional" oficial del estado de Ucrania, y al que el batallón Azov y otros grupos pronazis rinden homenaje constantemente, se desplegó a partir de 1929 en la Ucrania polaca y en la Ucrania eslovaca. No estuvo presente en la Ucrania soviética y ortodoxa. Los "banderistas", como las otras corrientes del "nacionalismo ucraniano", eran antijudíos, antirrusos y también violentamente antipolacos. También atacaron radicalmente a los ucranianos no autonomistas ya los ucranianos que habían permanecido cerca de Rusia.

Estas bandas de auxiliares de la policía alemana, desde 1939 en la Polonia ocupada, luego desde el 22 de junio de 1941, en la URSS ocupada, formaron un “así llamado ejército de insurrección”, la UPA. Estos 150 a 200.000 criminales de guerra masacraron indiscriminadamente a cientos de miles de sus “enemigos”: judíos, ucranianos leales al régimen soviético, rusos y polacos, a quienes odiaban tanto como a los demás. Para tomar solo el ejemplo de los polacos, entre 70.000 y 100.000 civiles fueron asesinados por las milicias banderistas durante la guerra. El argumento de la propaganda popular de que el estado polaco dio una calurosa bienvenida a los ucranianos “vecinos” emocionalmente cercanos es, a la luz de esta larga historia criminal (comenzada antes de la guerra), grotesco.

En 1944, cuando la Unión Soviética recuperó el control de toda Ucrania, incluido Lvov (en julio), 120.000 de estos criminales de guerra huyeron a Alemania. Estados Unidos los usó cuando llegaron en la primavera de 1945.

Dos historiadores estadounidenses publicaron un libro sobre el tema, disponible en línea en inglés, Hitlers Shadow. Es tanto más interesante que sus dos autores son historiadores aprobados por el Departamento de Estado, con el que trabajan oficialmente en la historia del exterminio de los judíos: Richard Breitman y Norman JW Goda. Mostraban cómo Estados Unidos, tan pronto como llegaron a Alemania desde la primavera de 1945, habían recuperado a todos los criminales de guerra, alemanes o no. Algunos de los banderistas se quedaron en Alemania, en las zonas occidentales, principalmente en la zona americana, con un grupo numeroso en Munich. Otro fue recibido con los brazos abiertos en Estados Unidos, a través de la CIA, desafiando las leyes de inmigración, y otro permaneció en el oeste de Ucrania.

Este último grupo, formado por decenas de miles, libró una guerra inexpiable contra la Unión Soviética: entre el verano de 1944 y principios de la década de 1950, asesinó a 35.000 funcionarios civiles y militares, con apoyo financiero alemán y estadounidense, particularmente marcado desde 1947-1948. Un excelente historiador germano-polaco, Grzegorz Rossolinski-Liebe, ha demostrado que Bandera sigue siendo hoy un caldo de cultivo pronazi inextinguible: los muchos herederos de Bandera tienen el mismo odio hacia los polacos, los rusos, los judíos y los ucranianos que no son fascistas. Ni que decir tiene que este investigador ha tenido grandes problemas con la censura desde la Revolución Naranja de 2004, y más aún durante la era Maidan, sobre todo desde que en su tesis estudió cómo, desde 1943, los banderistas se habían creado una leyenda de “resistencia a los nazis” tanto como a los rojos ya los judíos. Leyenda muy útil para figurar en la lista de grupos "democráticos" apoyados por Washington.

¿Cuáles fueron las consecuencias de esta colusión?

Entre los criminales de guerra calurosamente acogidos en Estados Unidos, los intelectuales han contado mucho. Han sido reclutados en cantidad, desde 1948, por universidades estadounidenses, las de la Ivy League a la cabeza, incluidas Harvard y Columbia. En los "centros de investigación de Rusia", que han proliferado desde 1946-1947, participaron, con sus prestigiosos colegas estadounidenses, porque bien intencionados, en una frenética guerra ideológica contra Rusia. Es en este contexto en particular que se difundió la leyenda del “Holodomor”, cuyas aventuras han marcado desde entonces las etapas decisivas de la conquista de Ucrania. Esta "investigación" y esta "enseñanza", desplegadas durante más de 70 años, y ampliamente difundidas, con la ayuda de los grandes medios de comunicación, a lo largo de décadas en la Europa americana,

Los partidarios políticos de Euromaidán, avatar de estas innumerables revoluciones de colores de los últimos veinte años, formaron la columna vertebral de 2014, formando una alianza con los oligarcas que desde 1991 monopolizaban todas las riquezas de Ucrania. Cabe señalar que este tipo de saqueo no es específico de la Rusia de Putin, se observa en casi todos los países de la Unión Soviética. En Ucrania, los oligarcas se basaron en estos elementos heredados del banderismo. El estado ucraniano de Poroshenko y sus sucesores desde 2014 se apoya abiertamente en estos movimientos nazis que Estados Unidos ha calentado dentro de ellos, sin tregua desde 1944-1945.

De hecho, Estados Unidos tenía un programa explícito, codificado en junio de 1948 en el marco de la CIA, para liquidar pura y simplemente no solo la zona de influencia soviética sino el propio estado soviético. Fue bajo la administración demócrata que se puso en marcha la política de represión o "roll back" destinada a aplastar el comunismo dondequiera que se instalara (e impedir que se estableciera en cualquier lugar de la zona de influencia estadounidense). Como han demostrado toda una serie de trabajos históricos, incluidos trabajos de investigadores norteamericanos muy vinculados al aparato estatal y muy antisoviéticos, este programa se implementó definitivamente con la CIA desde su nacimiento, en julio de 1947. .

Podemos captar todo su alcance a través del texto de febrero de 1952 de Armand Bérard, diplomático francés destinado en Bonn, que cito in extenso en Aux origins du Carcan européen. Bérard profetizó que Rusia, tan debilitada por la guerra de desgaste que los alemanes libraron contra ella de 1941 a 1945 (27 a 30 millones de muertos, la URSS en Europa devastada) iba a capitular bajo el embate de los Estados Unidos y de la Alemania de Adenauer, oficialmente perdonado por sus crímenes y rearmado hasta los dientes. Moscú acabaría cediendo toda Europa central y oriental que constituía su "zona de influencia" y que había sido objeto de "cambios fundamentales, en particular de carácter democrático, que, desde 1940, se han producido en el este de Europa". ”. Estas son las propias palabras de este diplomático muy “occidental”. Y la fecha de 1940 hace referencia a la entonces sovietización de los Estados bálticos y parte de Rumanía y Polonia, cada uno más fascista que el otro.

Sin embargo, tomó algunos años.

Después de 1945, este tipo de proyecto requirió tiempo, ya que el gobierno soviético era menos antipático con su pueblo y los pueblos circundantes de lo que afirmaría la historia de la propaganda "occidental". Pero se llevó a cabo con una notable continuidad y enormes recursos financieros. Se apuntó a toda la población, pero se prestó especial atención a las élites estatales e intelectuales del país, a las que era esencial separar del estado soviético. El esfuerzo se aceleró considerablemente después de la victoria estadounidense de 1989, y con mayor eficacia, ya que Rusia sufrió una década de completa decrepitud. Cabe recordar que bajo Yeltsin, las potencias extranjeras, Estados Unidos en primer lugar, hicieron allí la ley, la economía vendida en subasta se derrumbó, la población cayó en 0.

Durante estos años, el trabajo de termitas germano-estadounidense que Breitman y Goda describieron para los años 1945-1990 (porque los alemanes estaban estrechamente asociados con él) evidentemente se intensificó. Es cierto que la National Endowment for Democracy (NED), querida por Victoria Nuland, eminencia de las administraciones de Bush y luego de todos sus sucesores demócratas, incluido Biden, acaba de borrar de su sitio sus archivos de financiación, hasta ahora públicos, al menos en parte, de la secesión de Ucrania, luego de su inserción en el aparato de agresión contra Rusia. Pero el sitio web del Departamento de Estado no censuró la confesión del 13 de diciembre de 2013 de la subsecretaria de Estado Nuland, señora de las buenas obras de Maidan, tan presente en Kyiv en febrero de 2014, ante el Congreso: declaró con orgullo que desde la caída de la URSS (1991), Estados Unidos había invertido más de 5.000 millones de dólares para ayudar a Ucrania. Era, por supuesto, para asegurar el control final sobre el premio mayor ucraniano, agrícola e industrial, el objetivo final de esta larga cruzada. Pero también para incorporar a este país a la OTAN, de la que ya son miembros casi todos los países de la antigua zona de influencia soviética y varias de las ex repúblicas soviéticas. La admisión se ha hecho durante muchos años. Fue claramente reafirmado por la “Carta de Asociación Estratégica entre Estados Unidos y Ucrania firmada el 10 de noviembre de 2021 por el Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y el Ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba”:

A partir de ahora, era necesario poner a Moscú lo antes posible a 5 minutos de las bombas atómicas almacenadas desde los orígenes del Pacto Atlántico (a veces desde principios de los años 50) en los países miembros de la OTAN. Esto fue para exacerbar el litigio de las miserias infligidas por la Ucrania de Maidan a las poblaciones de Donbass, en clara violación de los acuerdos de Minsk. Sobre estas miserias y sobre esta violación de los acuerdos de los que París y Berlín han "garantizado", la propaganda occidental guardó silencio desde 2014 hasta febrero de 2022.

La larga coyuntura histórica y los desarrollos desde 1989, gravemente agravados desde 2014, han acorralado a Rusia. Todo observador razonable expone que desató la guerra contra Ucrania, el 24 de febrero de 2022, empujada hasta sus últimos atrincheramientos. Este paso recuerda al que dio la Unión Soviética a finales de 1939.

¿Qué quieres decir con eso ?

Es un elemento esencial. A fines de 1939, la Unión Soviética intentó sinceramente negociar con Finlandia, presentada por los archivos históricos y militares como un puro y simple aliado de la Alemania nazi. Este último había instalado allí una serie de aeródromos militares desde 1935, bases de ataque de la URSS cedidas de facto a Alemania, y que en realidad fueron utilizadas durante la guerra para la agresión alemana contra la URSS. Moscú discutió en vano durante semanas con Finlandia, una vez ubicada en el Imperio Ruso, pero que en 1918-1919 se convirtió en un país clave en el "cordón sanitario" antibolchevique. Los soviéticos le pedían que intercambiara parte de su territorio para crear una sólida zona de amortiguamiento defensivo alrededor de Leningrado por un territorio más grande (soviético). Las conversaciones fracasaron.

La URSS invadió Finlandia el 30 de noviembre de 1939. Tuvo que hacer frente a propaganda del tipo que se emite actualmente y sanciones (incluida una expulsión de la Sociedad de Naciones, adquirida por unanimidad el 14 de diciembre siguiente). Se trataba del monstruo soviético contra la pobre pequeña Finlandia, y el Vaticano del pronazi Pío XII estaba tan volcado como el Papa actual en los “ríos de sangre” ucranianos. La “guerra de invierno”, en un país clave del “cordón sanitario” donde la población se había “calentado” al rojo vivo contra el comunismo y la URSS durante más de veinte años, fue terrible.

Dolorosamente, el Ejército Rojo finalmente derrotó a Finlandia. Y el 12 de marzo de 1940, el acuerdo alcanzado le dio a Helsinki lo que Moscú ya había ofrecido en 1939, ni más ni menos, e indiscutiblemente protegió a Leningrado de una invasión. Es significativo que la campaña de propaganda actual mantenga en público el odio por el largo período de neutralidad que observó la Finlandia de la posguerra, después de que la Finlandia pronazi, como se esperaba, pasara la guerra del lado de Alemania.

Entonces, ¿te recuerda esto la situación actual en Ucrania?

Sí, si nos ceñimos a los hechos históricos y no nos limitamos a decir que estamos ante un monstruo enloquecido. Leo hoy en peticiones o periódicos de referencia que Putin está prendiendo fuego y sangre a una Europa hasta ahora tranquila y tranquila. Pero no escuchamos a estos intelectuales reclutados masivamente por la prensa dominante y desatados contra el “nuevo Hitler” protestando y manifestándose contra los cientos de miles de muertos por los bombardeos estadounidenses y europeos en Irak, Libia, Afganistán, Siria. Los mismos que maldicen a Putin encontraron excelentes los 78 días de bombardeo contra Belgrado y el “nuevo Hitler” Milosevic. La comparación, cabe señalar, se ha aplicado a todos los "enemigos" que Occidente se ha forjado desde la nacionalización del Canal de Suez por parte de Nasser.

Tampoco recuerdo la estrepitosa indignación de estos nuevos antinazis por los 500.000 niños que murieron en Irak, por falta de alimentos y atención médica, consecuencia inmediata del bloqueo angloamericano, niños cuyo sacrificio “valía la pena”, según a la recientemente fallecida exsecretaria de Estado demócrata Madeleine Albright. ¿Qué es este doble rasero sistemático, aplicado también a las poblaciones mártires de Donbass, a las que se acusa a Putin de haber explotado durante ocho años contra la tan simpatizante Ucrania?

Esta guerra, por lamentable que sea, fue anunciada hace mucho tiempo, y las voces razonables de los soldados, diplomáticos, académicos, en Occidente, que no tienen acceso a ningún gran órgano, privado o estatal, dicen "de información", son inflexible sobre las responsabilidades exclusivas y de larga data de los Estados Unidos en el estallido del conflicto que hizo inevitable.

¿Cómo crees que van las cosas?

No me pronuncio sobre el futuro, no teniendo los historiadores que jugar a los pronosticadores, más teniendo en cuenta la información, execrable, que tienen actualmente. Pero tengo derecho a afirmar que Estados Unidos es la potencia imperialista cuyas guerras de agresión acumulan, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, millones de muertos. Recomiendo también la obra traducida de William Blum, ex funcionario de la CIA (estos son los mejores analistas), quien estableció la estricta cronología de los crímenes cometidos por Estados Unidos contra una multitud de Estados calificados de "pícaros".

Rusia no siempre fue considerada como tal por “Occidente”, en la época de la “Gran Alianza” y el “Tío Joe” (Joseph Stalin). Hasta las últimas décadas de propaganda “occidental” unilateral sobre la liberación de Europa gracias únicamente al desembarco estadounidense de junio de 1944, se aceptaba ampliamente que sólo el Ejército Rojo había derrotado a la Wehrmacht, ¡y a qué precio! Según estimaciones recientes, Estados Unidos tuvo que lamentar durante la Segunda Guerra Mundial menos de 300.000 muertos en total, en los frentes del Pacífico y Europa, todos muertos militares. Recordé arriba el monstruoso número de pérdidas soviéticas: 10 millones de bajas militares, 17 a 20 millones de bajas civiles.

Hasta ahora, Rusia, soviética o no, no ha sembrado la ruina en las guerras externas. Ha sido objeto de agresiones ininterrumpidas por parte de las grandes potencias imperialistas desde enero de 1918. No lo digo porque sea un secuaz de Putin. Todos los documentos de archivo apuntan en esta dirección, los diplomáticos y soldados occidentales son los primeros en saberlo y admitirlo en su correspondencia no destinada a la publicación. Es decir, el tipo de documentación que he estado investigando durante más de cincuenta años. A través de mi trabajo y al juzgar la coyuntura actual, solo estoy haciendo mi trabajo como historiador.

EL OBSERVADOR ESPAÑOL EN LOS REFERÉNDUMS DE PUTIN: "LLEVARON URNAS A LOS SOLDADOS DEL FRENTE"

Alejandro Requeijo 

El Confidencial, 16/10/2022

[Otro ejemplo de plumífero que va por lana y sale trasquilado por el entrevistado.]


Fernando Moragón (Madrid, 1963) fue el único español entre los invitados por el Kremlin para presenciar los referéndums de anexión en cuatro provincias del Este de Ucrania. El resultado fue un apoyo abrumador a la unión con Rusia, según unos resultados que no cuentan con el aval de la comunidad internacional. Este historiador atesora contactos en Moscú, defiende el proceso y alega que se pusieron todas las facilidades para poder votar a pesar de los bombardeos, incluso con urnas móviles. Preside un organismo llamado Observatorio Hispano-Ruso de Eurasia (OHRE) y niega recibir financiación exterior. A su juicio, el actual conflicto demuestra que el mundo está ya en una tercera guerra mundial iniciada por Estados Unidos cuyo objetivo principal es China y lograr la desindustrialización de Europa. 

PREGUNTA. ¿Qué hace un español como observador internacional en las consultas del Donbás? 

RESPUESTA. Observar, ver. Yo no soy un representante del Estado español, soy una persona privada interesada en estos temas cuyo trabajo es recoger información de todas las fuentes posibles. Si puedo hacerlo en el propio sitio donde surge la noticia, quiero estar ahí. Tampoco pertenezco a una organización internacional como la ONU. Yo no tengo que hacer un informe. Me sirve para ver la situación, estar allí, hablar con la gente y hacerme una idea mejor de lo que está pasando.

P. ¿En qué consistió ese trabajo de observación?

R: Primero llegamos a Moscú. No hay vuelos directos entre Europa y Rusia, tienes que ir por Turquía que es la ruta más cómoda. Allí estuvimos un día esperando a que llegase toda la gente. En toda la zona de lo que antes del referéndum era la frontera con Rusia no hay tráfico aéreo, por lo tanto te llevan al aeropuerto militar. Te montas en un avión militar y te llevan a Rostov del Don, al sur, a otro aeropuerto militar. A partir de allí vamos a la ciudad más cercana a la frontera, que en este caso era Taganrog. Por la mañana nos levantábamos, íbamos hacía la frontera, pasábamos la frontera y nos estaba esperando gente de la organización. Llevábamos seis o siete soldados. 

P. ¿Qué organización? 

R. El personal que se encargaba de todo, que depende del Ministerio de Exteriores ruso. Íbamos escoltados con dos coches militares rusos delante y otros dos detrás. Desde el 24 de febrero, cuando se produjo la invasión, entraron por todas las fronteras. Ya estaban allí, no fueron por los referéndums. 

P. Ha utilizado la palabra "invasión". ¿Ese término lo podría utilizar en un medio de comunicación ruso? 

R. Tenemos una idea muy equivocada de los rusos. Hay unos debates internos enormes, antes y ahora. Yo he visto debates entre miembros de Rusia Unida y no pasa nada. No hay tanta unanimidad. No existe en ningún país, ni siquiera en China, donde no haya un grupo con ideas distintas. Dentro de la élite actual rusa hay gente más partidaria de la operación militar especial y gente que menos y se puede hablar con ella. No pasa nada. 

P. ¿Tuvo capacidad de separarse de esa escolta rusa para hablar con gente? 

R. Era una escolta muy pequeña. Donetsk, donde estábamos nosotros, es la parte donde queda más territorio por conquistar, según los planes de Putin. La ciudad está muy cerca del frente, está a siete kilómetros. Estuve hablando con militares, se escuchaban los cañazos.

P. ¿Es fiable el censo que se usó para los referéndums? 

R. Había dos tipos de votantes. Uno es el que estaba en las regiones que llevan con el conflicto desde 2014. Otro es el que, con motivo del conflicto, ha emigrado a Rusia. 

P. ¿Solo a Rusia? Habrá quienes se han ido a otras partes de Ucrania. 

R. Sí, sí, claro. Cuando ves los datos ves un porcentaje muy alto a favor de anexionarse a Rusia. Tiene una explicación muy sencilla, son ocho años de conflicto. Los que eran proucranianos, por decirlo de alguna manera, ya se han ido a la parte ucraniana y los que eran prorrusos, se han ido a Rusia. Todos los que estaban en la zona prorrusa, que es donde se han hecho las elecciones porque es la parte que controlan, eran prorrusos. Por eso salen estos datos. 

P. ¿Y eso no es ya una falta de garantía en el proceso? 

R. No. Se han hecho muchas elecciones en guerras. Lo de Afganistán ha sido un circo impresentable de los americanos. La comunidad internacional validó unas elecciones que han sido las más corruptas de la historia en los tiempos modernos. Las elecciones más rocambolescas. No había censo, 80 por ciento de analfabetismo, se votaba con una equis, se tiraron meses anulando papeletas por equis mal hechas.

P. ¿Por qué considera que en el Donbás sí se han dado las garantías? 

R. A mí ya me habían dicho que habría referéndums en septiembre, sin fecha concreta. Desde antes del verano ya estaban en ello. Yo creo que se han dado unas condiciones bastante buenas en las circunstancias de una guerra. He estado en los recuentos de votos, he visto cómo se cortaban los precintos de las urnas y cómo sacaban y contaban las papeletas. Hay que tener en cuenta que estamos en una guerra. Se podía votar de forma tradicional en un colegio electoral y en urnas móviles.

P. ¿Urnas móviles? 

R. Habían tenido problemas anteriormente. De esto no se habla. Solo se habla de las víctimas de un lado, no de las víctimas del otro. Los bombardeos son constantes y discriminados hacia la población civil. Ha habido ataques que los ucranianos han podido llevar a cabo gracias a identificar las fotos que publican los ciudadanos. Para evitar ataques tenían urnas móviles que las llevaban en un coche, avisaban a la gente, iban con el censo, sacaban el pasaporte como hacemos aquí y la gente votaba. Estaban ahí una hora aproximadamente y luego se iban a otro lado para evitar los bombardeos. 

P. ¿Qué capacidad había para impedir que alguien votase varias veces? En el colegio de turno es difícil que tuvieran los datos de quienes habían votado en esas urnas móviles. 

R. Estaba bien organizado, tenían un censo informatizado. Votan con documento de identidad, tienen el número y los datos de la persona. Es muy difícil hacer trampas. Las garantías han sido amplias. Se llevaron urnas incluso a los soldados del frente. 

P. ¿Se habilitó algún tipo de voto por correo para la gente que se ha exiliado durante estos años? 

R. Sí. Como tienen un censo, saben quiénes han salido. Se llevaron urnas y mesas electorales a los lugares en los que hay grandes concentraciones de exiliados dentro de Rusia para que pudieran votar.

P. ¿Y en Kiev? 

R. Es que están en guerra. Si hubieran podido… Ahí no puedes. 

P. Pero si se convoca un referéndum en cuestión de días es muy difícil habilitar un voto por correo. 

R. Aquí hay un interés especial por parte de los rusos de dar una gran transparencia. Han intentado, porque les conviene, que esto sea lo más reconocible posible. Yo estuve en Crimea antes del referéndum y no me extrañaron los resultados. Es que eran rusos. 

P. ¿Puede negar que soldados rusos fueron puerta a puerta para que la gente votase? 

R. Yo no he visto ninguna cosa por el estilo. Las cara de la gente eran de alegría. 

P. ¿A usted quién le llamó para actuar de observador? 

R. Una persona del Ministerio de Exteriores ruso. 

P. ¿Alguien a que usted conoce? 

R. Sí. Mi primer viaje a Rusia fue en 2009 y conozco a mucha gente. A partir de ahí tengo muchas relaciones con rusos, pero también con ucranianos. Yo tengo muchos amigos ucranianos. En el fondo esto tiene algo de guerra civil y eso es lo dramático. 

P. Eso es una visión demasiado prorrusa del conflicto. Los ucranianos le dirían que no son parte de Rusia. 

R. ¿A qué ucranianos cogemos? Al Gobierno y los que están más comprometidos con el Gobierno, pero luego podemos ver a ucranianos que son críticos. No apoyan la invasión de Rusia, pero tampoco al Gobierno de Zelenski, que ha prohibido partidos políticos y que de democrático no tiene nada. No olvidemos que es un Gobierno que ha salido de un golpe de Estado de febrero de 2014. 

P. Zelenski ganó en las urnas. 

R. Hitler también se sometió a las urnas y ganó en las urnas y luego hizo lo que hizo; cargarse la democracia. Zelenski se sometió a las urnas, ganó en las urnas, pero se ha cargado la democracia. Eso es fácilmente comprobable. 

P. ¿Su estancia como observador está sufragada por el Gobierno ruso? 

R. Sí. 

P. ¿Cobró algo o solo le pagaron los gastos? 

R. No. Solo los gastos. Transporte, avión, hotel, comidas y desplazamientos, como es habitual. Como cuando me invitaron al foro económico de San Petersburgo, no es ningún secreto. 

P. ¿Cuántos días estuvo allí? 

R. Una semana. Las consultas eran del 23 al 27, estuve el día siguiente, que se daban los resultados y me fui el 29 por la noche a última hora. Hay cosas que te cuentan oficialmente y luego hay cosas que te cuentan 'off the record'. 

P. ¿Hay algo de eso privado que nos pueda contar? 

R. Sí. A un diplomático de Exteriores de Moscú le pregunté por qué no bombardearon las infraestructuras eléctricas. Me dijo que durante el invierno la gente iba a pasar mucho frío. Para que veas cómo lo ven los rusos. Esta es la guerra menos cruenta en cuanto a muertos civiles. Los comparas con la guerra de Siria, Yemen o las invasiones de EEUU en Afganistán o Irak y la de Ucrania es una de las guerras menos sangrienta.

P. ¿Tiene alguna experiencia previa como observador electoral? 

R. Sí, en Uzbekistán, por ejemplo. 

P. ¿Es comparable el bombardeo de un país que legítimamente defiende sus fronteras al de otro país que invade? 

R. ¿Qué dijo Kennedy cuando la crisis de misiles de Cuba? Estaba dispuesto a invadir. La primera que habló de lanzar un ataque nuclear fue Liz Truss [primera ministra de Reino Unido]. 

P. ¿Le parece RT [Russia Today] un medio de comunicación homologable? 

R. ¿Le parece TVE un medio de comunicación homologable? 

P. Sí. 

R. Yo no conozco en la historia de la democracia a ningún partido que haya estado en la oposición que no haya acusado al contrario de manipular TVE. Si les hacemos caso… Yo he participado en RT muchas veces. Cuando estuve allí dije lo que me dio la gana. Aquí en España hay censura.

P. ¿Si no hubiese habido un rápido avance militar de Ucrania en el Este, Rusia hubiese convocado igualmente los referéndums? 

R. Sí. A mi me avisaron antes de verano que serían en septiembre. Estamos en una tercera guerra mundial lanzada por EEUU y el verdadero objetivo es China, no es Rusia. También desindustrializar la Unión Europea. Se imponen sanciones a Rusia que no afectan a Rusia, sino a la Unión Europea, lo que beneficia a Estados Unidos. 

P. ¿Qué es el Observatorio Hispano-Ruso de Eurasia (OHRE)? 

R. Hemos hecho muchos eventos desde que lo fundamos, entre ellos, presentar en la Universidad Rey Juan Carlos el primer libro de Pedro Baños [militar español habitual de los medios de comunicación cuyos planteamientos han sido muchas veces tildados de prorrusos]. Lo formamos gente que decimos que Europa no se puede construir sin Rusia y sobre todo contra Rusia como ahora. 

P. ¿Recibe algún dinero de Rusia? 

R. Cero. Cuando se creó la asociación se me acercaron dos personas de civil. Eran la Policía. Querían hacerme algunas preguntas. Me empezaron a preguntar por OHRE, qué hacíamos, qué no hacíamos… por eso me río de la democracia que tenemos aquí. Me preguntaron si nos financiaba Putín. Les contesté que ojalá, pero que no teníamos ni un euro ni un rublo. 

P. ¿Se ha puesto en contacto con usted alguna formación política tras su paso por el Donbás? 

R. No. Estamos muy estigmatizados.

viernes, 14 de octubre de 2022

EL CURIOSO SILENCIO EN TORNO A LAS BURBUJAS DE GAS DEL BÁLTICO

Alastair Crooke

Almayadeen,14/102022

Muchos están confundidos. Europa acaba de perder una fuente clave de energía barata necesaria como base de recursos para el funcionamiento de cualquier sociedad y economía modernas. Llega también en el mismo momento en que Gran Bretaña y la zona euro han entrado en una crisis financiera inflacionaria.

¿Qué ha pasado? Una gigantesca burbuja de gas ha hecho estallar la superficie del Mar Báltico, marcando la desaparición de cualquier suministro putativo del Nord Stream a Alemania, “facilitando” así lo que el Secretario de Estado Blinken ha llamado una “tremenda oportunidad” para los EEUU. Curiosamente, el sabotaje coincidió con informes que sugerían que se estaban llevando a cabo conversaciones secretas entre Alemania y Rusia para resolver todos los problemas del Nord Stream y reanudar el suministro.

¿Y qué escuchamos de Europa? El silencio, aparte de las condenas superficiales y formulistas a Rusia. Por supuesto, lo saben. Saben quién lo hizo, pero la Euro-élite no lo dirá.

Para entender la paradoja del silencio europeo debemos observar la interacción de las tres principales dinámicas que operan en Europa. Cada una de ellas piensa que la suya es “una mano ganadora”, el “todo y fin” del futuro. Pero, en realidad, dos de ellas no son más que herramientas útiles a los ojos de quienes tiran de las palancas y hacen sonar los silbatos (es decir, controlan las operaciones psicológicas) desde detrás del telón.

Además, hay una gran disparidad de motivos: Para los “straussianos” que están detrás del telón, están en guerra, una guerra existencial para mantener su primacía. Las dos segundas corrientes son proyectos utópicos que han demostrado ser fácilmente manipulables.

Los “straussianos” son los seguidores de Leo Strauss, el principal teórico neocon. Muchos de ellos son antiguos trotskistas que se pasaron de la izquierda a la derecha (llámenlos “halcones” neocon si lo prefieren). Su mensaje es una doctrina muy simple sobre el mantenimiento del poder: “No dejarlo escapar”; bloquear la aparición de cualquier rival; hacer lo que sea necesario.

El principal straussiano, Paul Wolfowitz, escribió esta sencilla doctrina – “destruye a cualquier rival emergente, antes de que él te destruya a ti”- en el documento oficial de planificación de la defensa de EEUU de 1992, añadiendo que había que “disuadir” a Europa y Japón, en particular, de cuestionar la primacía global de EEUU. Este esqueleto de doctrina, aunque reempaquetado en los regímenes posteriores de Clinton, Bush y Obama, ha continuado con su esencia sin cambios.

Y, dado que el mensaje de “destruir a cualquier rival” es tan directo y convincente, los straussianos revolotean fácilmente de un partido político estadounidense a otro. También tienen a sus auxiliares útiles profundamente arraigados en la clase de élite estadounidense y en las instituciones del poder estatal. Sin embargo, la más antigua y fiable de estas fuerzas auxiliares es la alianza angloanortemericana de inteligencia y seguridad.

Los straussianos prefieren maquinar desde detrás de la cortina y en ciertos ‘think tanks’ estadounidenses. Se mueven con los tiempos, contemplando, pero no asimilando, cualquier tendencia cultural que prevalezca “ahí fuera”. Utilizan estos impulsos contemporáneos para elaborar nuevas justificaciones del excepcionalismo estadounidense.

El primer impulso importante en el actual replanteamiento es la política de identidad liberal, despertada, impulsada por el activismo y orientada a la justicia social.

¿Por qué el ‘wokeismo’? ¿Por qué el ‘woke’ [conciencia de cuestiones de desigualdad social] debería ser de interés para la CIA y el MI6? Porque… es revolucionario. La política identitaria evolucionó durante la Revolución Francesa para poner en entredicho el statu quo; para derrocar su panteón de modelos de héroes; y para desplazar a la élite existente y hacer girar una “nueva clase” hacia el poder. Esto – definitivamente – excita el interés de los straussianos.

A Biden le gusta pregonar el excepcionalismo de “nuestra democracia”. Por supuesto, Biden se refiere aquí, no a la democracia genérica en el sentido más amplio, sino a la rejustificación de la hegemonía global de los EEUU (definida como “nuestra democracia”) “Tenemos una obligación, un deber, una responsabilidad de defender, preservar y proteger nuestra democracia… Está amenazada”, dice.

La segunda dinámica clave -la Agenda Verde- es una que cohabita bajo el paraguas del régimen Biden, junto con la filosofía muy radical y distinta de Silicon Valley -una visión eugenista y transhumana que se alinea en algunos aspectos con la de la multitud de “Davos”, así como con los activistas climáticos Verdes directos.

Para que quede claro: estas dos dinámicas distintas, pero que acompañan a “nuestra democracia”, cruzaron el Atlántico para calar hondo también en la clase dirigente de Bruselas. Y para ser claros en otro punto: la versión europea del activismo liberal mantiene intacta la doctrina straussiana del excepcionalismo estadounidense y occidental, junto con su insistencia en que los “enemigos” sean retratados en los términos maniqueos más extremos.

El objetivo del maniqueísmo (desde que Carl Schmitt lo planteó por primera vez) es excluir cualquier mediación con los rivales, presentándolos como lo suficientemente “malvados” como para que la discusión con ellos sea inútil y moralmente defectuosa.

La transición de la política liberal al otro lado del Atlántico no debería sorprender: El mercado interior regulado de la UE fue precisamente concebido para desplazar el debate político por el gerencialismo tecnológico. Pero la propia esterilidad del discurso económico-tecnológico dio lugar a la llamada “brecha democrática”. Esta última se convirtió cada vez más en la laguna ineludible de la Unión.

Los eurófilos necesitaban desesperadamente un sistema de valores que llenara ese vacío. Así que se subieron al “tren” liberal. Aprovechando esto -y el “mesianismo” del Club de Roma para la desindustrialización- dieron a las euro-élites su nueva y brillante secta de pureza absoluta, un futuro verde y unos inoxidables “valores europeos” llenando la laguna de la democracia.

En efecto, estas dos últimas corrientes -la política de identidad y la agenda verde- están en consonancia con las necesidades de los straussianos detrás de la cortina de la Casa Blanca.

Los nuevos fanáticos estaban profundamente arraigados en la élite europea en la década de 1990, en particular con la importación de la visión del mundo de Clinton por parte de Tony Blair, y por tanto estaban preparados para intentar derribar el panteón del viejo orden para establecer un nuevo mundo verde “desindustrializado” que lavara los pecados occidentales de racismo, patriarcado y heteronormatividad.

Ha culminado con la creación de “una vanguardia revolucionaria”, cuya furia proselitista se dirige tanto a “los otros” (que casualmente son los rivales de EEUU), como a aquellos que en casa (ya sea en EEUU o en Europa) se definen como extremistas que amenazan “nuestra democracia (liberal)” y la necesidad imperiosa de una “revolución verde”.

Esta es la cuestión: en la punta de la lanza europea residen los fanáticos de los Verdes, en particular el verdaderamente “revolucionario” Partido Verde alemán. Tienen el liderazgo en Alemania y están al frente de la Comisión Europea. Es el fanatismo de los Verdes fusionado con la “ruina de Rusia”, una mezcla embriagadora.

Los Verdes alemanes se ven a sí mismos como legionarios de este nuevo ejército imperial transatlántico, derribando literalmente los pilares de la sociedad industrial europea; redimiendo sus ruinas humeantes, y sus deudas impagables, mediante un sistema financiero digitalizado y un futuro económico “renovable”.

Y entonces, habiendo debilitado a Rusia lo suficiente, y con la aspiración de expulsar a Putin, los buitres acabarían llegando para depredar el cadáver ruso en busca de recursos, precisamente como ocurrió en los años 90.

Pero se olvidaron … de que los straussianos no tienen “amigos” permanentes; la primacía de los EEUU triunfa sobre las alianzas.

Recordemos la doctrina straussiana: “lo que haga falta”. Luego recuerden el comentario de Putin, en su discurso del 30 de septiembre: los “anglosajones volaron los oleoductos”.

¿Qué pueden decir los fanáticos verdes europeos? Querían -de todos modos- derribar los pilares de la sociedad industrializada. Pues bien, lo han conseguido. Tal vez estén secretamente satisfechos. La vía de escape que representaba el Nord Stream para salir de la catástrofe económica ha desaparecido. No hay nada más que murmurar sin convicción: ‘Putin lo hizo’. Y contemplar la ruina de Europa y lo que eso puede significar.

LA BASE... DE LA OTAN

Los "Soros children"

La Base, que afirma combatir la propaganda occidental, tachó de "criminal de guerra" al general ruso Serguéi Surovikin quien arruinó los planes de EEUU y sus cómplices europeos de destruir Siria y saquear sus recursos a manos del terrorismo yihadista.

Además, La Base afirmó que "Bielorrusia es el último aliado de Rusia en Europa". No, señores: Bielorrusia y Rusia son los últimos países soberanos de Europa, a diferencia del país donde se encuentra su 'base', un país que cumple las órdenes del amo norteamericano.

@TernovskyVictor, 12/10/2022



Ni una palabra sobre el régimen ucronazi, Azov o la agresión de la OTAN a Rusia. La ex infiltrada de RT es ahora propagandista y desinformadora contra el Kremlin y su jefe militar. La nueva payasa mediática progre de Pablemos, quien habla de "halcones" en Rusia pero no en la OTAN.

@BerlinDdr, 13/10/2022

jueves, 13 de octubre de 2022

LOS NAFO O LA TRAMA MEDIÁTICA DE UNA NUEVA RED GLADIO


Tienen un logo de un perrito japonés de raza shiba inu vestido de militar y con un fusil en ristre. Pero esto es muy engañoso. No son perros, son lobos, como esos hombres-lobo nazis que luchaban contra el ejército rojo mientras el III Reich se desmoronaba. Éstos fueron el punto de partida de la Red Gladio, una red secreta anticomunista montada por la OTAN en Europa para impedir el crecimiento del comunismo por cualquier medio (desde la desinformación al terrorismo.) Curiosamente, una de los grupos insurgentes en los que se basó esta red fue la UPA del colaboracionsta nazi ucraniano Stepan Bandera, un personaje al que el actual régimen de Kiev lleva años rindiendo homenajes. Ahora, con el recrudecimiento del conflicto de Ucrania, la OTAN ha vuelto a crear otras redes, una de ellas diseñada para la guerra informativa. Dicho engendro se conoce por las siglas NAFO (North Atlantic Fellas Organization) y pasa por ser un artefacto ultramoderno de la guerra híbrida del siglo XXI, aunque en realidad es algo que ya usó la OTAN tras la Segunda Guerra Mundial. Ahí está, por ejemplo, la emisora Radio Free Europe, detrás de la cual estaba (y está porque la emisora aún existe) la CIA, que contribuyó al derrocamiento de los gobiernos comunistas de la Europa del este, con la URSS a la cabeza. Solo que ahora, y esto sí es nuevo, la propaganda otánica también circula por internet, en especial por las redes sociales.


Al parecer el logo y el nombre de esta trama otánica se originó en la cuenta de twitter @Kama_Kamilia que, como se puede comprobar si se visita, está radicada en Langley, Virginia, o sea, en la sede de la CIA. Su propietario tiene fuertes vínculos con la Legión Georgiana, un grupo de paramilitares de extrema derecha apoyados por el gobierno antirruso y pro OTAN de la ex república soviética de Georgia que se ha dedicado a masacrar a la población rusófona del Donbass ucraniano desde el golpe de estado del Maidán en 2014. Este grupo de psicópatas estaba dirigido por Gia Tsertsvadze, un asesino tan sanguinario que incluso el régimen de Kiev le llegó a encarcelar. Y hablando de psicopatía, una de las gestas de estos perretes de la OTAN es hacer un crowdfunding para el ejército ucraniano en que los donantes recibían como premio poner su nombre en los misiles que los ucronazis lanzaban sobre la población civil del Donbass. Esta iniciativa se llevó a cabo a través de la página web signmyrocket.com (firmamimisil.com).

El trabajo de los NAFO se suele calificar como shitposting, o sea, "colocar mierda" en las redes. Esto se consigue de dos formas: troleando las cuentas del enemigo, en este caso de cuentas prorrusas o simplemente anti-OTAN, o esparciendo bulos y desinformaión. En ocasiones, el troleo se puede convertir en auténtico acoso como en el caso de las cuentas de Julián Jiménez (alias el "profe rojo") o el coronel Pedro Baños (este último, que no es ni prorruso ni comunista, es por ser simplemente crítico con la estrategia provocadora y belicista de la OTAN.) En cualquier caso, los NAFOS barren permanentemente la red para que quien dice una palabra en contra de la OTAN sea vilipendiado por un ejército de bots. Otras veces usan el poder que les da la OTAN para que Twitter, Facebook u otras redes sociales bloqueen temporalmente o directamente cierre para siempre la cuenta de quien no sigue a pies juntillas el discurso otánico.

El recurso a la manipulación de la información en medio de un conflicto bélico es algo lógico y comprensible. Los dos bandos juegan la baza informativa. Hasta ahí nada que criticar. Lo que sí es criticable es que los medios de comunicación occidentales, esos que se jactan de ser plurales y objetivos, esos que claman contra la censura y que dicen luchar contra las fake news y la desinformación, usen como fuentes a estos perros otánicos, a los que además hacen pasar por imparciales expertos. Esto es muy grave en el caso de la cadena de TV pseudoizquierdista la Sexta, donde, en programas como Al Rojo Vivo, el periodista corrupto Antonio G. Ferreras invita a expertos sacados de think tanks de la OTAN como The Political Room o NAFOs reconocidos como el "analista de inteligencia" Jesús Manuel Perez Triana, agresivo troll otánico muy activo en Twitter. Y no es solo grave porque atente contra el artículo 10 de nuestra Constitución, que reza que el consumidor de noticias tiene el derecho a recibir información veraz, sino porque la parcialidad de estos "expertos" no es una parcialidad cualquiera: es parte de una estrategia de una organización, la OTAN, que ha creado redes terroristas y fascistas como la red Gladio, cuya existencia está reconocida en un documento por el mismísimo parlamento europeo. Y además porque a la desinformación y troleo de los NAFOs hay que unir la censura de medios de comunicación internacionales como RT o Sputnik, sin orden judicial siquiera, y el secuestro de cuentas de redes sociales que no siguen la narrativa oficial favorable al ucronazismo y a la OTAN.